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Hombre bajo la lluvia por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 31: am - pm

 

Al punto en el que estoy ahora, intento pensar ¿Qué tendría que pasar para que las cosas mejoren? ¿Cómo sabría que algo ha cambiado? ¿Qué espero que ocurra con todas estas reflexiones? No lo sé, intento desintoxicarme, pero regreso a las mismas situaciones.

 

Quisiera odiar y volverme destructivo.

Quisiera hundirme profundo, y permanecer enterrado.

O tener un optimismo nato que me haga seguir sin saber el camino, pero…

… no soy nada de eso, soy una partícula de polvo que mantiene un movimiento en zigzag, evitativo, una partícula que se eleva y baja sin voluntad.

 

.*.

 

Pasaban de las once de la noche cuando el servicio de la cafetería hizo cambio de turno, la mesera se despidió de Mathew y extendió el tiquete con el total de la cuenta.

 

— Buenas noches.

 

— Buena noche. — Respondió Mathew intentando evitarla, había algunas personas mayores regadas por las mesas y con todas ellas intentaba evitar la mirada.

 

Estaba completamente lleno, había comido en exceso con tal de permanecer un poco más en ese sitio, se marchó cuando el frío era demasiado, no llevaba chaqueta para cubrirse y tampoco tenía más dinero para seguir consumiendo.

 

Pagó la cuenta, con un diez de propina. Se alejó y llegó al departamento.

André le esperaba sentado en el comedor.  Mathew le miró fijamente y sonrió como pocas veces lo hacía, sonrió de una forma arrepentida cuando tuvo a André de frente.

 

 — No me avisaste que tardarías. Me preocupó que no llegaras. Dejaste el móvil. —

 

— Tardé más de lo planeado. Hablabas por teléfono, no quise interrumpirte. — Mathew entró directo a la cocina, lavó sus manos y las secó en su propia ropa, antes de regresar al comedor.

 

— Y yo no quería ser una molestia para ti. — Confesó André, él siendo el primero siempre.

 

— Entiendo.  — Para nada que lo hacía. — ¿Te ayudo a llegar a tu recamara? Es tarde… y para nada eres una molestia.  

 

— Te resignas demasiado pronto Mathew, me disculpo por no haberte avisado nada, creí que no era lo correcto rebasar tu espacio, no supe como avisarte, no me gusta preocupar a la gente a mi alrededor, pero… vamos, regresar y saber que no te has enterado de nada. Me ha dolido un poco que no hayas ni notado que no he estado estos días, mucho más porque fue Sam quien me lo dijo. Era lo que quería decirte ayer, que me sentía lastimado, pero es obvio que tú no eres responsable de como yo me sienta. Son mis expectativas y mis necesidades las que me están poniendo el pie en todo esto. Tú siempre has sido muy claro conmigo.

 

— Estas siendo condescendiente y no lo merezco André. — André sentado en la silla, levantaba la cabeza para cruzar miradas. Mathew lo evitó completamente, se recargó en la pared, junto a su compañero y mordió su labio inferior. No encontraba realmente las palabras, quería decir algo correcto a André, quería hacerle sentir bien, quería que supiera que estaba completamente apenado con aquella situación. — Ni siquiera que intentes ser amable, he estado errando mucho, diciendo una cosa y haciendo otra. Al final te he dicho que no esperes nada de mí, pero yo sí que espero mucho de ti y eso… es egoísta. Yo no soy ese tipo de personas que se aprovecha de otras, tampoco de las que no saben lo que quieren.

 

— Lo sé. — Le creía, pero aquello era serio. Estaban a un paso de volverse más cercanos o… romper completamente con lo que tenían.  

 

— Empezó a gustarme estar contigo y noté que me mirabas…, sabía que estabas vulnerable porque habías roto con Sam, pero no me importó demasiado cuando lanzaste las primeras provocaciones, creí que no pasaría de una noche, pero esto se ha vuelto una enorme bola de nieve, sin embargo, pienso que en cualquier momento regresarás a tus planes; una boda, una familia, un buen trabajo y tranquilidad en tu vida. No estaba dispuesto a dar demasiado porque entendía que lo tuyo era confusión y adrenalina. Te gusto, pero tu vida la has imaginado siempre junto a una mujer.  

 

André echó la cabeza para atrás. Cerró los ojos. Respiró hondo.

Sus brazos a un costado permanecían flojos, inertes.

 

— Una mujer o un hombre me da igual, una familia o no. Una vida tranquila o un destino de mierda. Te platiqué todo lo que quería hacer con Sam, cuando ella era mi presente, pero, para empezar, me ha engañado con otra chica. ¿Te parece que con eso pinto en su vida? Es la última vez que te lo pido y lo estoy diciendo en serio. ¿Quieres estar conmigo o mejor aquí dejamos todo?

 

Estaba a horillas de un risco, miraba hacia abajo y el viento frío me golpeaba con fuerza.

De no haber aceptado su mano, hubiese caído cuando todo empezó a sucumbir.

 

 — No me hagas decirlo. — Pidió con voz baja, Mathew acomodó su rostro sobre el de André y atrapó sus labios. Palpitaba su corazón, hormigueaba su cuerpo, incluso su entrepierna podía sentirse un poco caliente.

 

.*.

 

Se terminó.

En su escritorio revisó los últimos detalles del contrato. Un cambio de vida no era adecuado si no se aseguraba que todo estuviese rodeado de aspectos positivos.

Mayor ingreso económico, un horario accesible, mayor toma de decisión. Le convenía aquello en todos los sentidos y a pesar de eso, se había tomado un mes completo para decidirse y aceptar.

 

Alexander era ambicioso, pero jamás desleal. Así que en aquella última semana se empeñó en dejar los proyectos a flote, elegir entre Robert y Mathew no era tarea fácil, tampoco algo que le correspondiera así que preparó dos informes a Ed, para que tomara su mejor decisión.

 

Ed estaba hecho una furia, un emocional a cargo de una empresa, después de todo.

Las situaciones pasadas le pesaban demasiado así que no había sido una sorpresa cuando en un arranque, fue Robert el más beneficiado respecto a la continuación de los proyectos.

 

Sin habilidad para negociar, Robert tendría constantes dolores de cabeza; aquella empresa no estaba al cien por ciento preparada para las innovaciones, y ese había sido el principal motivo por el cual se marchaba.

 

No esperaba estancar su Curriculum sólo por un poco de comodidad.

No necesitaba nada. Nada lo ataba nunca.

Con papeles en mano, acudió a oficinas, un viernes de tantos.

 

Aconsejó a Robert sobre algunas cosas y aunque hubiese preferido despedirse también de Mathew, el no verlo no fue algo que le dejara intranquilo.

 

.*.

 

Después de aquel fin de semana, Mathew y André despertaron en la misma cama.

 

Fue difícil para Mathew abandonar aquella tibieza, meterse a la regadera y despegar el sueño que le quedaba, antes de ir a trabajar hizo desayuno para ambos. Ni el aroma a huevo con jamón había logrado despertar a André, pero aquello estaba bien.

 

Tenia que descansar lo suficiente durante toda esa semana.

Por el contrario, Mathew salió de casa, llegó al trabajo, pero antes de que pudiera ingresar, la recepcionista le entregó el mensaje dejado desde finales de la semana pasada.

 

— Ha habido algunos cambios Mathew. Quieren que acudas al corporativo lo antes posible. ¿De salud estás mejor?

 

— Sí. — Estaba confundido. Sacó su móvil aún estaba en las notificaciones la llamada perdida de Alexander, intentó llamar, pero en ningún momento respondió. Pidió un taxi de aplicación y en menos de cinco minutos estaba subiendo al auto aún con completa consternación.

 

¿Tenían algún proyecto pendiente? Se remontó su memoria a la última discusión con Robert… y bufó, seguro que todo aquello tenía algo que ver o tal vez… ¿Los días que se había tomado de incapacidad?

 

El trafico a contraflujo, en menos de veinte minutos pudo llegar al corporativo, bajó tras agradecer al conductor y se plantó en la entrada. Por primera vez aquel edificio de siete plantas le parecía imponente, completamente frío en su envestidura de cristal, en cada uno de los niveles podía verse a gente uniformada, iniciando el día con un café en la mano.

— Buen día. — Saludó al vigilante, en ninguna de las ocasiones anteriores se había anunciado, pasaba con completa soltura hasta la sala de oficinas de la planta alta, sin embargo, en ese momento no tenía ni idea de con quién tenía que dirigirse. — Esto citado, ¿Habrá alguna indicación de con quién tengo que subir?  

 

— Las citas las dirige Nora. — Con su gafete sobre el checador de la entrada, permitió a Mathew pasar por el torniquete, le ofreció un gafete de visitante y le exigió registrarse. Un poco a regañadientes, el castaño había realizado todo el protocolo de ingreso y una vez que estuvo libre, ingresó por la puerta principal, en automático dos cristales se separaban para permitirle entrar. La recepcionista, apenas le miró, hizo un gesto amargo.

 

¿De qué iba todo aquello?

 

— Buen día, Nora. — Todas las recepcionistas en la empresa, se llamaban Nora. Un poco de escalofrío le daba aquello, como si fuese un fetiche o requerimiento de alguna persona en especial. — Estoy citado, pero es todo lo que me han indicado. ¿Sabes si alguien en especial me está esperando? ¿Alex está en oficina?

 

— ¿Alex? ¿Alexander? — La mujer le miró extrañada. Un tanto indiscreta para el gusto de Mathew. Se inclinó sobre el recibidor para acercarse más a él con la tonta intensión de no ser escuchada. — ¿No renunció el viernes? Es lo que yo sabía. Pensé que era mentira, pero yo le he visto el viernes venir a entregar su renuncia.

 

— ¿Alexander Ciprés? — Preguntó incrédulo de aquello que decía. En automático sacó el móvil, revisar la llamada perdida de Alexander le hizo sentir escalofríos.

 

— Tu cita es con capital humano. ¿Será que van a despedirte también? — Nora soltó su deducción con tan poco tacto que hizo a Mathew fruncir el ceño. — Después de todo… el viernes también nos llegó el correo de comunicación interna. Robert se ha quedado a cargo del área de planeación. 

 

— Como sea, ya subo. — De la planta baja al primer nivel, había una conexión con una enorme escalera de caracol en mármol. Mathew subió deprisa para llegar al elevador. Capital humano se encontraba en el cuarto nivel, llegó enseguida, se anunció con la secretaría y esperó durante más de cuarenta minutos a que llegara su turno de ser atendido.

 

— Mathew, puedes pasar, te están esperando en la oficina dos. — La gerente del área, supo enseguida, habían tenido algunas diferencias en el desarrollo de uno de los proyectos, así que Mathew no dudaba que ella hiciese uso de la situación para dejar en claro quién tenía mayor jerarquía.

 

— Buen día, ¿Puedo pasar?

 

— Adelante, Mathew. Toma asiento. — Así lo hizo. Ella estaba extrañamente amable. Frente a frente, en silencio por unos segundos. — ¿Sabes para qué te he citado?

 

— En lo absoluto.

— Sucede que… estamos haciendo algunas reestructuras, como sabrás, Alexander ha salido de nuestro equipo de trabajo y este es el momento perfecto para hacer algunos cambios que llevamos tiempo planeando.

 

— Entiendo. — Las cosas no eran así de fácil, la salida de alguien no justificaba una reestructura. Pero si se trataba de Alexander, todo se reducía a ratones festejando que el gato se había marchado de casa.

 

 

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