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Hombre bajo la lluvia por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 37: El ascenso

Si regresara el tiempo a aquellos días, pensaría sin duda en la desagradable sensación de ahogo y lo complicado de las relaciones humanas. Luchaba por sostener la brújula, pero volvía a perder el camino.

 

.*.

 

En el corporativo, la oficina de Ángel era algo que resaltaba. Sus sillones italianos en la recepción, todo el corporativo era de cristal y el interior de la oficina de su nuevo jefe quedaba a la vista de todos, un escritorio en madera oscura y do sillas frente a la suya, un minibar, bebida energético y sus mejores reservas de destilado y al fondo, una mesa redonda de reuniones. Además de la puerta de ingreso, una puerta daba a su baño privado y la otra, a la salida a una terraza, que más que una terraza era un jardín interno, sólo en ese lugar podía iluminarse con luz de sol natural.

 

Un completo conjunto de curiosidades, por lo menos para quién fuese nuevo en aquel sitio, para Mathew, que tenía su oficina a un lado y que además ya había pasado tiempo ahí, el conjunto de esas cosas no hacía más que asfixiarle. Lo odiaba. Sobre todo, cuando tenía que pasar casi media mañana esperando a que Ángel regresara de una reunión, le había pedido que antes de empezar nada, lo buscara para hablar de avances y algunas otras situaciones.

— Ángel viene hacia acá. — Mathew agradeció a la recepcionista que esperaba también al “jefe” con algunos documentos para firmar, él se puso de pie para esperar y en menos de un minuto Ángel se hizo presente, con el ritual acostumbrado.

 

Ángel era un hombre viejo de rituales y costumbres.

Llegaba todos los días en punto de las nueve de la mañana, subían de recepción para preparar una taza de café con miel. Revisaba los pendientes de su móvil mientras caminaba hacia la oficina y no tomaba ninguna llamada hasta después de media hora de haber ingresado. Cuando estaba en los pisos cercanos prefería usar las escaleras al elevador.

 

Era una imagen imponente al mirarle subir las escaleras; serio, temperamental... grosero en ocasiones, su lema era la ganancia a menor inversión. Era un “crac” en los negocios y justo por eso había rozado tanto con Alexander mientras estuvo en la compañía, uno era la antítesis del otro.  

 

Mathew creía conocer para ese momento, algunos de los peores defectos de ambas personas, y si bien con Alexander había cometido errores, serían los menos, estando a cargo de Ángel, porque, para empezar, él no le atraía de ninguna manera.

 

— Buen día. — Saludó Mathew, bajando de forma inconsciente la mirada, recordaba el mensaje, pero no había dado ninguna respuesta. Peor aún, había terminado sin móvil por una impulsividad. Escuchó la voz de Angel recibir el saludo sin verlo, ingresaron ambos a la seguidos de la mujer, ella fue atendida primero. Mathew tomó asiento en los lugares frente al escritorio de Ángel esperó paciente a que su nuevo jefe llegara a su escritorio. 

 

 — Llegas bronceado y con el rostro hecho un desastre. — Murmuró parecía una broma, pero no lo era, había desagrado completo en su voz ronca. — No me gusta que la gente que trabaja para mi sea un chiste. Me gusta tal cual te diriges en la oficina y verte ahora me deja bastante mal sabor de boca, procura que sea la última vez que te presentas así en la oficina. ¿Entiendes?

 

Una llamada de atención. ¿Eso era?

 

— No te preocupes, no se repetirá esto. — Mathew asintió completamente humillado. Jamás, en todo el tiempo de su vida laboral, alguien se había atrevido a llamarle la atención de esa forma, por su imagen mucho menos. Era siempre puntual y ejecutaba en tiempo y forma todo, pero ahora... el mismo tenía que aceptar que lo que Ángel decía no estaba del todo incorrecto.

 

— Otra cosa, ayer te mandé algunos mensajes y no respondiste a ninguno. ¿Quieres darme respuesta ahora? —

 

— Mi móvil tampoco lo tengo. No vi tus mensajes.

 

Acepar aquello, cuando el nivel de autoexigencia que Mathew tenía para sí mismo era alto, fue catastrófico para su seguridad. Toda aquella noción de tranquilidad que había adquirido junto a André el fin de semana fue sumida en una niebla grande de arrepentimiento, escuchó a Ángel y sus indicaciones, no quería más fallas, se mostró molesto y le pidió información para trabajar ese día.

 

— Baja a TI, diles que yo te he dado la indicación, que te den un móvil corporativo y un cambio de equipo con los programas que necesitas para trabajar lo que te pido. No quiero más fallas Mathew, trabaja en el proyecto completo, quiero saber si necesitarás gente a tu cargo, lo que sea, no importa, necesito que esto no tenga falla alguna.  

 

— Así será. — Levantó su cuerpo delgado como si pesara una tonelada y con pasos largos salió de la oficina. Uno a uno siguió los pasos que Ángel había dado y antes de las tres de la tarde ya había sido clonada toda su información a un nuevo equipo. Configuraba sólo por distracción su nuevo móvil, un número diferente estaba mejor.

 

Pensó que sería buena idea comprar un nuevo equipo en cuanto pudiera, pero... descartó la idea en el mismo momento porque además de André ¿Quién más iba a comunicarse con él? Nadie, absolutamente nadie. Tenía algunas otras cosas más importantes en las cuales invertir, como para pensar en ese momento en gastos innecesarios.

 

En su vida sólo existía la gente de la oficina, con quien sólo interactuaba lo necesario y André., pero le pesaba aquello, sentía que dependía de un hilo delgado que se rompería apenas se moviera un poco. Esa sensación de apatía, a él jamás le había importado demasiado cuanta gente le rodeaba, sin embargo, pasar todo un día sin hablar con nadie.

 

¿Lo has experimentado?

Cuando es más de medio día y tu voz sigue sonando ronca como si acabaras de despertar.

 

 — Nada de esto me importa. — Susurró en autoconciencia. Envío la información que André requería y continuó la actualización del proyecto, diseñó el calendario de entregas ya actualizaciones, las reuniones con diferentes equipos de trabajo y en todo aquello, encontró algunas áreas de oportunidad.

 

Ángel había dicho que podía tener gente a su cargo. ¿Alguien que dependiera de él?

 

La idea de pareció correcta, no asumiría un gasto tan alto si se trataba de un becario, tal vez así podría terminar el proyecto mucho antes de lo planeado. Añadió esa idea y otras más a las sugerencias, trabajó en ello hasta el fin de su jornada.

 

Tarde de lluvia, el transporte estaba a reventar así que prefirió caminar algunas calles hacia una cafetería cercana, eran las ocho de la noche cuando salió del negocio con sabor a caramelo en su boca. Regresó a casa y se encontró una escena aún más desagradable de las presenciadas durante esa ese día.

 

André, su madre y Samantha en el comedor, tomaban jugo con bocadillos. Recibió un saludo “cordial” por parte de ambas mujeres, André estaba apenado, sabía de lo bizarro e incomodo de la situación con su madre y su expareja en el departamento, pero Mathew evadió cualquier mirada de disculpas de inmediato.

 

— Buena noche, los dejo, estoy un poco cansado. — Tampoco es que hiciese falta para que siguieran pasándola bien, escuchó las risas de ambas estando en la habitación, mientras se desvestía y terminaba en pijama recostado en la cama. Colocó la alarma en su nuevo móvil, tenía el cabello aún húmedo por la lluvia, pero en verdad había sido un día complicado.

 

Esa baja de energía, después de los días de sol, siempre llega la luna.

 

— Mathew. ¿Duermes? — Preguntó André, recostándose en la cama. ¿Qué hora era? Pasada tal vez de medianoche, Mathew se removió en la cama, somnoliento.

 

— Déjame dormir. Estoy cansado.

 

— Te he dicho que lo siento. Llegaron de pronto y no he podido sacarlas de casa antes de que llegaras. — Susurró acercándose más a Mathew, no dudó en besarlo. — Por cierto. ¿Por qué has llegado tan tarde? ¿Saliste tarde?

 

A diferencia de André, Mathew no tenía intenciones de platicar de nada. Giró su cuerpo nuevamente para volver a quedarse dormido de forma inmediata.

 

Si hubiesen hablado un poco, André hubiese mencionado también lo horroroso que había sido su día, con los mal entendidos, con el regreso al trabajo y las dobles intenciones de la visita de Samantha con su madre.

 

Suspiró cansado y se recostó a un lado de Mathew para dormir también.

 

 

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