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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Advertencia: Contenido +18

Disfruten el capítulo. 

El mes de enero había comenzado a finalizar, queriendo darles la bienvenida a las heladas temperaturas de febrero. Estos días, el clima había sido cruel con las lluvias tan fuertes y el cielo tan gris, dando una sensación de pesadumbre que no dejaban disfrutar lo poco que quedaba de esa temporada invernal; seguía pareciendo como si el clima iba en sintonía con lo que estaba pasando allá afuera, donde sabía era lugar de pura muerte y una dictadura que deseaba ignorar, por el momento, lo más posible.


En climas como ese, era que extrañaba más a su familia, a Harry y Hermione. Esos días hacían que su corazón se sintiera pesado, eran esos días que lograban ponerlo deprimido por todos los problemas derivados por la manera en la cual había terminado de esa manera tan drástica. Era un tremendo pesar, pero era lo único en lo que había estado pensando últimamente.


Pero había algo en especial que había comenzado a agobiarlo de sobremanera: había comenzado a tener pesadillas. Se estaba sintiendo tan cansado, ante esa situación en la que se encontraba, y que lo tenía desesperado al no saber que hacer para poder evitarlas.


Al principio no les había tomado importancia, siempre había tenido pesadillas y él sabía que tenía de pesadillas a pesadillas. Había unas que podían ser cortas y rápidas, donde solamente se despertaba con el corazón acelerado y, una vez que se tranquilizaba podía volver a dormir. Esas pesadillas no le atormentaban del todo, eran hasta normales por el estilo de vida que había llevado y, realmente, esas no le angustiaban. Tenía unas bastante peores y esas eran largas y precisas.


Las pesadillas de ese estilo, que le hacían repetir escenarios indeseados, o le mostraban cosas de las que no quería enterarse, o hacer cosas de las que no quería ser participe, eran esas pesadillas que lo hacían despertarse llorando, gritando, sudando o las tres juntas; esa clase de pesadillas eran la que lo agobiaban a tal grado de ya no poder regresar a dormir y ver sombras entre la oscuridad, escuchar gritos que parecían ensordecerlo y hacerlo sentir dolores que, su memoria, tenía muy bien resguardados.


Él deseaba que lo peor fuera eso: soñar. No obstante, habían comenzado a atormentarlo a tal grado que había preferido no dormir tanto, por las noches, para evitar esos horribles actos por parte de su mente; pensaba que era mejor dormir solo unas pocas horas para así caer por agotamiento y falta de sueño, solamente viendo negro al final. Evitaba a toda costa soñar, pero había estado notando que su cuerpo ya lo estaba sintiendo.


En su rostro había unas ojeras tan oscuras, sus ojos estaban demasiado rojos al finalizar el día y su piel había comenzado a tornarse más opaca, incluso ya estaba afectando su alimentación. Trataba de que la actitud que había tenido, con el paso de los meses, siguiera como tal, quería impedir con todas sus fuerzas que se le notaran aquellos cambios y que alguno de los Malfoy comenzará a cuestionarlo. Aunque, trataba de ser positivo y aparentar que nadie lo había notado todavía, mas sabía que era cuestión de tiempo para que alguno de los dos hombres percibiera sus cambios, tanto de actitud como físicas; estaba casi seguro de quién podría ser el primero en notarlo. Pero no dejaría de intentar ocultarlo y prefería perderse pensando en un detalle que hasta hace unos días atrás había notado.


Estaba experimentando sentir unas cosas extrañas, no eran unos sentimientos comunes y se cuestionaba si eran por la cuestión de las pesadillas o de los arranques de depresión, pero había comenzado a experimentar una clase de anhelos que no había tenido antes; fue hasta que los descubrió, por sus noches de desvelo, que comenzó a sentir esos anhelos con más intensidad.


Deseaba que alguien lo salvará.


Era como si estuviera exigiendo por ser salvado de la misma soledad que lo embargaba todos los días. Entendía esa soledad emocional, sabía que nadie podía comprender por todo lo que había estado pasando y esa soledad era la que parecía no querer irse con nada; pero, a pesar de eso, se dio cuenta que su alma estaba pidiendo a gritos una compañía que lo comprendiera para, entre ese alguien, reparar el daño.


Deseaba que alguien lo atrapará.


Ese era el más fuerte, experimentar ese anhelo repentino por querer una compañía que pudiera atraparlo entre sus brazos y darle palabras de aliento, que no había recibido por nadie desde que todo había acabado tan mal, lo ponía al borde de las lágrimas. No fue nada alentador saber que aquello era lo que más quería en los momentos cuando se despertaba llorando o rogando para que todo se detuviera; quería que ese alguien lo escuchará, le permitiera refugiarse y, al final, le dijera que estarían juntos en ese desastre, que todo estaría bien eventualmente.


Pero tenía miedo.


No tuvo ni siquiera palabras que describieran lo que sintió en el momento justo que una resolución le llegó a él una noche al darse cuenta quien podía ser ese alguien, porque simplemente no existía ninguna para él.


Ron sabía que tenía que irse, largarse, y buscar a los suyos. Sin embargo, le dolía el pensar que eso ya solo se había transformado en una simple idea y no en algo que quisiese hacer con la misma sinceridad y coraje; había días que pensaba que solamente se atribuía a que ya no sabía como irse o como ejecutar ese plan. Mas era cuando se preguntaba: «¿realmente tuve un plan todo este tiempo?», como si todo lo que estuviese haciendo previamente solo fueran tontas palabras para excusar sus acciones, entonces fue que sintió que todo tembló en él, llenándolo de miedo.


Tenía miedo de que ese alguien se enterará de todo lo que estaba pensando, sobre todo de lo que quería de su parte, ya que no sabía lo que podía hacerle. No podía ni pronunciar su nombre, porque sentía que, al hacerlo, todo lo que estaba experimentando se haría realidad y le embargaba el temor de solo pensar que podía utilizar eso a su favor y lastimarlo aún más de lo que ya estaba. No obstante, había otra parte le decía que no temiera, que podía confiar, que liberará su corazón y que podía estar tranquilo, no entendía que era esa voz que le decía que estaba bien, pero no podía ceder.


Tenía miedo.


Cada vez estaba más confundido.


Sentía que estaba cayendo, cayendo en algo que no comprendía, y no podía hacer algo al respecto porque realmente no sabía que pasaba con él.


Era estarse tambaleando constantemente entre pensamientos confusos, pero que lo hicieron llegar a la conclusión de que únicamente buscaba una cosa: consuelo.


A veces no pedía nada más, solo consuelo.


Ser consolado por ese alguien.


Ser salvado por ese alguien.


Ser atrapado por ese alguien.


Respiró profundamente para tratar de tranquilizarse y refundir esos pensamientos en lo más profundo que su mente le podía permitir. Estaba seguro que debía lucir decaído y los Malfoy no podían verlo así si su intención era que no notarán su verdadero estado de ánimo.


Ron había terminado con la limpieza que le correspondía por las mañanas y Lucius le había sutilmente ordenado que, al terminar, se fuese directo a su oficina, que ni se pensará en buscar en otro lugar porque ahí se encontraría con Draco. Y no le había mentido. Ambos hombres se habían metido en ese lugar después de desayunar y no habían salido durante el resto de la mañana.


… padre, no puedo encontrarlo por ningún lado. Ya hice de todo por buscarlo, pero no hay rastro, no puedo. —escuchó la voz de Draco tras la puerta antes de tocar. El tono con el que había hablado fue lo que hizo que detuviera su mano antes de hacerlo.


¡Un Malfoy nunca dice que no puede! —la voz de Lucius sonaba furiosa y, sin poder evitarlo, pegó una de sus orejas en la puerta—. ¡Debe de estar por alguna parte! ¡No pudo haber desaparecido, así como así!


Se extrañó por unos segundos al no saber de qué estaban hablando, pero algo en su cabeza hilo rápidamente los cabos y supo quién era esa persona, ¡claro, nunca supo Draco que pasó con Snape!


Nadie me dice que fue de él, ¡ya no sé qué hacer! —Draco sonaba tan desesperado que sintió una culpa recorrer su cuerpo.


¡Que estúpido!, pensó mientras contenía la respiración. Cuando tuvo esa conversación con Draco sobre Snape, él estuvo decidido a decirle en ese momento, estuvo a nada de correr esa misma noche a su habitación a informarle, pero se detuvo al debatirse por lo correcto e incorrecto. Se trataba de Severus Snape, un adulto que había hecho tantas cosas mal y que todo el tiempo los trató como viles animales y enemigos, por lo que no tuvo más remedio que tomar unos días para analizar si era la mejor decisión el abrir la boca; aparte, le iba a servir para hacer un recuento de los hechos y contar todo lo que supiera, si optaba por hablar.


Con lo poco que Harry pudo decirles al respecto y lo que había alcanzado a escuchar al estar escondidos detrás de las cajas, había unas cosas que no le terminaban de cuadrar, parecía que había unos temas desconocidos flotando en el aire, por lo que simplemente necesitó pensarlo mejor. Pero cuando pensó que ya era muy tarde para estar dudando, creyó que lo mejor era darle la noticia en algún otro momento, tal vez cuando estuviera menos alterado para que no le afectara más de lo que debería. Había dejado pasar demasiados días hasta que lo olvido por completo.


Tenía que decirles cuanto antes, ya no podía dejar pasar más tiempo; la familia estaba sufriendo por su ausencia y él no era nadie para guardar esa información de ellos, le hicieran lo que le hicieran, el pasado que hubieran tenido, él no podía ser así de cruel.


Tocó para que no lo molestaran después, mas no esperó ninguna respuesta y entró sin más. Ambos se encontraban en medio de la oficina, cara a cara, discutiendo y voltearon a verlo en cuanto entró.


— Señor Malfoy, Draco-


— Te dije que yo no te había dado la libertad de llamar a mi hijo por su nombre. —Lucius le lanzó una mirada cargada de ira y, por un momento, pensó en salir de ahí. No, no lo iba a intimidar esta vez, por lo que tomó el privilegio de que ya podía encarar al mayor. Estaba seguro que hasta el fantasma de Snape iba a estar molesto con él por haber aplazado esa platica.


Profesor, no me moleste, suplicó a dónde sea que estuviera su alma mientras agarraba fuerzas para poder hablar.


— Señor Malfoy, lo siento, pero es sobre Snape. —dijo firme y observó como Draco volteó directamente con su padre.


— ¡Le dije que él podía saber algo!


Lucius no había apartado la mirada de él y vio como está iba cambiando, poco a poco, conforme los segundos pasaban, recuperando su característica seriedad.


— ¿Qué sabes tú sobre él? —preguntó, caminando en su dirección, deteniéndose a un par de pasos—. En este momento me dirás que sabes sobre Severus.


La orden hizo a Ron flaquear un poco, poniéndolo demasiado nervioso. Tenía planeado dar la noticia de la manera más suave posible, no sabía cómo los dos iban a tomarla. Tienen que saber, tienen que saber, pensaba repetidamente. No había de otra y no iba a acobardarse solo por sus nervios.


— Draco. —lo llamó y este se acercó, situándose a un lado de su padre—. Te dije que merecías saber la verdad y Snape… bueno, él… no sabemos que en serio nos estaba ayudando, o desde cuándo, pero le dio algo a Harry y Harry lo vio, no estoy seguro que fue, pero antes de eso él lo descubrió y-


— ¡Imposible! —lo interrumpió Draco y, la cara que le mostraba, le dio a entender que no le creía, volteó con Lucius, pero este lucía confundido—. No pudo haber descubierto a Severus, Weasley.


— No sé qué paso en realidad, Draco. Por algo lo mató y fue por-


— No pudo haber sido eso, Weasley. Severus era la persona más cuidadosa respecto a eso, nadie sabía dónde estaba su lealtad más que… —Draco miró hacia su padre y cambió su expresión a una desconcertada—. ¡¿Lo vendiste?! ¡Usted le dijo!


— ¿Cómo te atreves a insinuar tal cosa? —encaró Lucius a Draco, quien retrocedió de su padre unos pasos, luciendo más enojado cada vez.


— ¡Antes de él, la última persona que habló con Severus fue usted!


— ¿Y eso en que me inculpa? Yo ni siquiera sabía que estaba ayudando al otro bando. —se defendió Lucius, indignado.


— ¡Pero si sospechaba! —contraatacó Draco.


— ¡¿Y quién crees que le cuidaba las espaldas?! —Lucius le gritó furioso a su hijo y siguieron gritándose otras cosas entre sí, que Ron ignoraba por estar pensando que sucedía. Ron ya no entendía en realidad que estaba pasando, llegó un punto en la conversación que lo hizo perderse totalmente.


Si Draco decía la verdad y Severus fue tan cuidadoso para no ser descubierto, entonces ¿por qué otra cosa lo pudo haber matado? Él realmente no supo que sucedió ese día, Harry fue la persona que alcanzó a escuchar parte de la conversación que tuvieron Severus y Voldemort antes de que este último lo matara. Harry no había podido hablar con ellos sobre eso tampoco, no tuvieron nada de tiempo para intercambiar información referente al tema y Ron no podía pensar en otra opción más lógica que esa: Severus Snape fue asesinado al haber sido descubierto por ayudarlos, o encubrirlos, o cuidarlos.


Pero fue entonces que recordó un detalle.


— Una varita. —soltó casi en un susurro, uno que fue bastante audible para haber sido escuchado por los Malfoy que habían dejado de discutir para voltear a su dirección.


— ¿Qué dijiste, Weasley? —preguntó Draco entre dientes.


— Una varita. —repitió, viendo en ambas direcciones, tratando de recordar más de ese momento—. Yo… ah, yo… no alcancé a escuchar nada más, lo único que pude escuchar fue que discutían por una varita.


— ¿Cómo que fue por una varita? —preguntó Draco, incrédulo.


— Discutían antes de que lo asesinará, según tú, ¿por una varita? —Lucius había utilizado el mismo tono que Draco y Ron estaba comenzando a sentir desesperación por no poder explicarse y porque no le creían.


— Sí, en serio no… algo dijo de… —seguía tratando de pensar, pero todo eran murmullos tras murmullos—. Harry escuchó, él-


— ¿Y qué quieres que haga, idiota? ¿Qué lo invoque para que nos ilumine? —preguntó Draco con ironía.


Ron lo miró molesto—. ¡Déjate de tonterías, Malfoy! Siempre hablando puras estupideces, todavía de que estoy tratando de ayudar y de recordar que pasó, sales tú con tus cosas.


— ¡Piensa más rápido, Weasley!


Sabía que enojarse con Draco en esos momentos iba a ser en vano, iba a perder la poca concentración ante su desesperación, ante lo que podía disponer e iba a terminar olvidando lo poco que podía recordar. Sin embargo, era muy difícil.


— Algo dijo que no le pertenecía y-


— ¿No le pertenecía que cosa a quién?


Ron rodó los ojos y soltó un gruñido exasperado—. ¡A Tú-ya-Sabes-Quien la varita! O algo así. Draco, en serio, no escuché casi nada.


Se sentía frustrado. No transmitía lo poco que había escuchado, seguían viéndolo sin comprender. Soltó un suspiro derrotado, pero entonces algo cambio en el rostro de Draco y parecía pensativo.


— El Lord quiso la varita de Dumbledore porque era especial y ahora la tiene. —informó para sí mismo—. Me enteré por Pansy que el Lord anda buscando a alguien que le pueda informar sobre ella.


— ¿Por qué? —le preguntó Lucius serio.


— Pansy no sirve para esto. —contestó con fastidio—. Lo único que pudo decirme fue que dijo algo como que no le respondía bien.


Ron no comprendió ese comentario y volvió a tornarse confundido, no sabía de qué estaban hablando entre ellos dos, pero al ver la cara de Lucius supo que, al menos, su padre si lo había hecho. 


— Snape fue quien asesinó a Dumbledore. —Lucius seguía luciendo serio, pero alcanzó a percibir un tono que indicaba el desespero—. No fuiste tú.


— Así es, yo no lo asesiné, pero… —Draco parecía meditar muy bien la respuesta que le iba a dar a su padre. A Ron se le hizo sorprendente como podían hablar de quién había asesinado a quién tan fácil, por lo que pensaba en no decirles nada mejor y dejar que Snape se quedase tieso en donde estuviera—. Pero fui yo quien lo desarmó.


Lucius pareció razonar lo dicho por su primogénito—. ¿A qué quieres llegar con eso?


— Si es cierto lo que dice Weasley, el Lord pudo haber asesinado a Severus creyendo que la varita le pertenecía a él y, con Severus vivo, nunca le iba a responder.


Asombroso, Voldemort no le temblaba la mano para matar a uno de los suyos, que podía esperarse de aquellos de repudiaba. Aunque, que lo matará por esa varita, también le parecía bastante lógico; si tanto la quería y era tan especial como decía que lo era, todo encajaba desde ahí.


— Matará a quien le pertenezca esa varita. —dijo, analizando lo dicho por Draco.


— Sorprendente, si piensas. —dijo Draco, irónico.


Prefirió ignorar el comentario y seguir pensando que pasaba. Pero, como si de una revelación se tratase, Ron vio a Draco boquiabierto, entendiendo inmediatamente al punto al que quería llegar.


— ¡Lo va a descubrir! Tienes que irte, Draco, no estás a salvo aquí. —dijo Ron, escandalizado. Ante tal comentario, Draco y Lucius, lo miraron extrañados—. ¡La varita te pertenece a ti!


— ¡¿Qué?!


— ¡Claro que no! ¡En tu vida vuelvas a decir eso, imbécil! —gritó Draco a Ron, horrorizado—. Potter me desarmó cuando estuvo aquí, ¡esa varita no es mía!


— ¡¿Potter te desarmó?!


— Entonces la varita era de Harry. —concluyó Ron sin entender aún muy bien por qué había algo ahí que no concordaba—. Pero Harry al estar… al estar ya sabes, la varita le pertenece en su totalidad a él, ¿por qué no le responde?


Draco se encogió de hombros—. ¿Y yo cómo rayos voy a saber eso? ¡Pero ese no es el punto, inútil! ¿Está vivo o no Severus?


Ron había cerrado la boca en cuanto escuchó que el nombre de Snape. Aún no estaba seguro de si sería buena idea contarles el poco tiempo que pasaron con Snape antes de que muriera, si bien ya había mencionado que le dio algo a Harry antes de pasar al otro lado, no había dicho que había sido ese algo y los Malfoy parecieron ignorar esa parte; no creía tan prudente ahora el decirles sobre las memorias, podían no tomarlo bien y él ni había podido verlas, no tenía caso informarles sobre ello.


Negó con la cabeza.


— ¿Qué fue de Severus? —le preguntó Lucius, hablando entre dientes. Ron pasó saliva, entonces supo que no había tiempo para largas historias, por lo que omitiría lo de los recuerdos.


— Es verdad que él murió, bueno no, lo mató Nagini. Él lo hizo. —dijo incómodamente e hizo un esfuerzo increíble por no desviar la mirada a cualquier parte de la oficina, debido a la calma de padre e hijo.


— ¿Dónde? —preguntó Draco sin emoción alguna.


— En la Casa de los Gritos.


— ¿Cómo sabes lo que le sucedió? —está vez fue Lucius quien le preguntó.


— Llegamos minutos antes y… llegamos a Snape cuando él ya se había ido, estaba agonizando, lo vimos morir.


No se sorprendió cuando Draco dejó de lucir serio y su rostro se contrajo por diferentes emociones que alcanzó a percibir, finalizando en la que más le ganó: tristeza. En cambio, con Lucius si se sorprendió un poco, el mayor había dejado rastros de seriedad llevando una de sus manos a su boca, cubriéndola, dándole paso a la misma expresión de su hijo.


A Ron lo invadió una sensación de querer confortarlos, entendió completamente la situación y sabía lo que se sentía que nadie te diera aliento, pero antes de levantar su mano para alcanzar a alguno de los dos, Draco cambió totalmente su expresión viendo a su padre furioso.


— ¿Valió la pena, padre? —preguntó Draco, dolido—. ¿Valió la pena haberlos perdido solo para que él ganara?


Lucius pareció regresar a la realidad, tomó con fuerza su bastón y recuperó la compostura.


— Draco, lárgate de aquí. —le exigió, enfurecido, sin encararlo, y comenzando a tener un tono rojizo en su rostro.


— ¡Solo respóndame! ¿Ha valido la pena? —Draco comenzó a levantar su voz, sonando menos irritado que su padre, pero si demasiado afligido—. ¿Esto era lo que tanto quería?


Ron de pronto sintió que sobraba, si ellos dos decidían pelear no deseaba estar en medio y menos que estaba desarmado. Así que, con mucho cuidado, empezó a retroceder.


— ¡Te dije que te largarás! —gritó Lucius, colérico y Ron vio como levantó su bastón, dispuesto a pegarle a Draco con el. Sin pensarlo, Ron volvió al sitio en el que estaba y tomó el brazo de Lucius; este saltó de la impresión, volteando hacía él. Se asombró por su propia acción, a buen momento quería ser héroe, pero no soltó el brazo de Lucius ni aunque este lo miraba entre anodadado y molesto.


— Malfoy, Seemey quería ver contigo lo de la comida de hoy. —pudo decir lo primero que se le ocurrió, pero sin desviar la mirada del mayor. Sentía que si lo hacía iba a empezar a correr por su vida y no era el momento.


— Weasley-


— Draco, por última vez, lárgate. —siseó Lucius lentamente y Ron no tuvo fuerzas para voltear a ver a Draco. La mirada de Lucius estaba siendo pesada sobre él y se encontraba paralizado, viendo al mayor.


Draco no dijo nada más, guardó silencio y dejo la oficina cuanto antes, cerrando la puerta tras él. Ron mordió su labio inferior. Draco lo había dejado encerrado con su padre y todavía no lo soltaba. Sintió un fuego burbujear en su interior, mas trató inmediatamente de calmarse. No iba a ayudar en nada que sintiera esa sensación, en lugar de eso tenía que pensar, no importaba que ya no lo tratara mal, nunca se había tomado ese tipo de atrevimientos y tenía que pensar cómo salir ileso de ahí.


Como si el brazo de Lucius le quemara la palma de repente, lo soltó al mismo tiempo que trataba de retroceder para irse de ahí. Cada paso que daba hacía atrás, eran pasos que Lucius daba con él hasta que su espalda logró chocar con la puerta de la oficina. Quiso hacerse a un lado, pero, para su sorpresa, la mano libre de Lucius la puso en la pared, impidiendo que se moviera.


— Perdieron su vida para salvar a tu amigo. —le dijo Lucius en modo de reproche y Ron lo observó un poco asustado. Tenía tiempo que no veía a Lucius de esa manera, pero comprendía la molestia y dolor por la noticia de Snape, no ganaría nada si comenzaban a pelear en el nombre de Harry.


Decidió no decirle nada y trató escabullirse por el otro lado. Pero, tan pronto como se movió, la otra mano de Lucius se estampó fuertemente en la puerta, inmovilizándolo. Ron se hizo todo lo que podía hacía atrás, pegándose más a la puerta y sintiendo un extraño presentimiento.


— Todos perdimos en está guerra, señor Malfoy. —dijo con falsa valentía—. Usted no fue el único que perdió a alguien.


— ¿Crees que Draco está a salvo aquí? —preguntó Lucius al ignorar su comentario. Ignoraba que venía esa pregunta, no podía analizar el propósito de ella al sentir a Lucius cada vez más cerca de su cuerpo. Pensaba si era buena idea empezar a moverse.


— Puede ser. —dijo sin pensarlo—. No sé. Estás tú aquí con él.


— Sí o no, Weasley. —ordenó Lucius, enojado. Ron seguía totalmente en blanco al no saber que le sucedía—. ¿Crees que está a salvo aquí?


— Sí. —contestó rápidamente, encarándolo y ocultando su nerviosismo. Definitivamente, no lo dejaba pensar que Lucius estuviera tan pegado a él, parecía que lo quería intimidar.


— Y tú, ¿crees que estás a salvo aquí? —Ron se sorprendió y contuvo el aliento ante esa pregunta—. ¿Te sientes a salvo aquí?


, fue lo que le hubiese querido responder, pero estaba tan pasmado, al haber siquiera pensando en esa afirmación. que prefirió callar.


— No. —mintió finalmente, pero sonando bastante convincente que, de no haber sido él, lo hubiese creído. Él no podía responder esa pregunta con sinceridad, algo se haría algo realidad al hacerlo y le entregaría algo a Lucius que todavía no estaba dispuesto a darle, por el miedo a lo que pudiera pasar con él si se enterase.


Pero, entonces, Lucius guardó silencio y Ron sintió un frío pasar por su espalda al mirar la expresión decidida en la cara del mayor. Sin siquiera pensarlo, como pudo, dio media vuelta para buscar la perilla y abrir la puerta. Necesitaba salir de ahí, no entendía por qué, pero fue como si algo le estuviera advirtiendo que saliera de ahí rápido.


Ron no logró ni mover bien los brazos cuando fue tomado fuertemente por sus ellos y tumbado al piso de la oficina. Antes de intentar levantarse, sintió un peso que lo detuvo, Lucius se había presionado entre sus piernas y tomó sus muñecas, clavándolas en el suelo. Esas repentinas acciones lo hicieron jadear de sorpresa y abrió la boca para defenderse, pero Lucius se reclinó para capturar sus labios.


El beso no fue como otro que se hubieran dado, este se sentía más agresivo, más sofocante y se removió incómodo al tratar de zafarse. Ese acto hizo que Lucius apretará más el agarre de sus muñecas y su corazón comenzó a latir desenfrenado en el momento que Lucius se presionó más sobre él, haciéndole sentir su erección. Sin poder impedirlo, soltó un sonoro jadeo. Lucius, en medio del beso, sonrió de medio lado y Ron comenzó a sentir su cuerpo arder. Estaba sorprendido por el repentino asalto, pero también estaba confundido porque estaba despertando ante la presión ejercida sobre su ingle.


La parte razonable de su cerebro trataba de decirle que eso no estaba bien, iba a pasar, si bien había comenzado a estar confundido respecto a Lucius, eso no quería decir que quería que pasara así, así no debía de ser, debía ser especial y con calma, no en un arranque de furia y en el frío suelo de una oficina.


Lucius había abandonado su boca para pasar a su cuello, comenzando a besarlo y succionarlo. Otro fuerte gemido salió de sus labios cuando sintió una mordida, logrando que se arqueara contra Lucius, comenzó a sentir oleadas de placer mientras seguía atacando su cuello y Ron comenzó a restregarse contra él.


El mayor soltó sus muñecas para empezar a desvestirlo con una de ellas y con la otra recorría la piel que iba quedando expuesta. Quería decirle que se detuviera para, aunque sea, irse a otro lugar, pero se mordía sus labios en el instante que intentaba hacerlo. Escuchó un gruñido que salió de la garganta de Lucius y su mente se fue hacía las nubes.


Su cuerpo estaba reaccionando ante el tacto de Lucius y le ardía su cuerpo con cada toque, sentía que debía gritarle y rogarle por algo, rogarle por lo que su cuerpo le pedía a gritos desde hace tiempo.


Deseaba más.


Deseaba más de eso.


Deseaba que Lucius siguiera jugando con su cuerpo.


Deseaba que llegara hasta el final y saber lo que se sentía entregarse, entregarse a él.


— Lucius. —Ron gimió en un tono suplicante.


Su vista estaba borrosa por el repentino placer, aún así, logró ver como Lucius buscaba desesperado su varita y, al alcanzarla, en rápidos movimientos y susurros inaudibles, los dejo a ambos desnudos. Clavó un poco sus pies en el piso y levantó sus piernas, rodeando con ellas la cintura de Lucius y se restregó con más fuerza en él, sintiendo ambas erecciones chocar.


Pudo escuchar otro susurro entre dientes, sintió de repente algo escurriendo entre sus piernas y como un dedo se presionaba en su entrada, haciéndolo saltar.


— Nunca… yo… no hemos hecho-


— Lo sé. —susurró Lucius contra su oído y Ron vaciló por unos segundos—. Relájate, no quiero lastimarte.


Ese último susurró fue suficiente para que Ron continuase dejándose hacer. No le quedaba más que confiar ciegamente en él, a fin de cuentas, era consciente que el mayor sabía lo que hacía. Soltó un suspiro cuando el dedo entró en él, ardiéndole todo el cuerpo en el proceso y, en el momento que comenzó a moverlo, el ardor se intensifico. Estaba tan distraído en la nueva sensación que, cuando un segundo dedo entró, se sorprendió por el repentino dolor. Dolía, y el dolor causó que regresara un poco a la realidad, estaba diciéndose que estaba mal donde lo estaban haciendo, no comprendió cómo, pero al mismo tiempo sentía que era el lugar y momento correctos.


Antes de que pudiera pensar en algo más, los dedos presionaron en su interior y soltó un sollozo de placer.


— ¡Oh, Merlín! —gritó y se empujó para volver a sentir esa sensación. Su cuerpo comenzó a actuar por sí solo.


— Sentirás algo mejor pronto. —Lucius soltó una ligera carcajada antes de besarlo intensamente.


Correspondió al beso sin chistar y sus brazos fueron a parar al cuello de Lucius, empujándolo más hacía él, tornando el beso en uno desesperado y necesitado. Ambos respiraban fuertemente entre el beso y Lucius gruñó, recostándose más en Ron y presionando más sus dedos dentro de él, tocando aquel punto que lo estaba haciendo volverse loco.


Escuchaba como soltaba alaridos de placer sin poder contenerse, y no es que lo hubiera intentado hacer del todo. Sentía como Lucius movía sus dedos cada vez con más urgencia. Y, antes de que pudiera rogar por más contacto, este saco sus dedos, logrando que soltara un suspiro de decepción.


— Te mostraré algo mejor. Pero antes de hacerte sentir placer en cada poro de tu ser, necesito que aguantes un poco.


Ron no pudo cuestionar nada, ya no era dueño de él. Lucius puso una de sus manos en su cadera y con la otra tomó su miembro, posicionándolo en su entrada y lentamente comenzó a entrar en él.


Pudo sentir como iba entrando, poco a poco, parte por parte, haciendo que soltará suspiros de dolor. Sentía como algunas lágrimas se acumulaban en sus ojos gracias al dolor abrazador que lo atacó. Apretó los dientes. Podía soportarlo. Quería continuar y debía de aguantar. Cuando Lucius, finalmente, estuvo dentro, se tomó la libertad de soltar el aire contenido en sus pulmones. El mayor comenzó a besar sus mejillas en cortos y rápidos besos, logrando relajarse y haciendo más llevadera la intromisión.


Después de unos minutos, que los sintió eternos, sin ninguna advertencia, Lucius salió y entró de su cuerpo en un rápido movimiento, arrancándole un quejido.


Las manos de Ron viajaron hasta la espalda desnuda de Lucius ante las primeras embestidas y clavó sus uñas ahí. El dolor fue rápidamente reemplazado por placer y no pudo parar ninguno de los fuertes gemidos que salían de su boca. La fricción entre sus cuerpos era demasiada y las embestidas eran dadas con más fuerza cada vez, sus cuerpos haciendo sonidos en cada choque.


— ¡Lucius! —Ron sentía como golpeaba con más profundidad, haciendo que tuviera el sentimiento de sentirse completo.


— Eres tan estrecho, Ron, justo como pensé que serías. —Lucius gimió en su oreja para después pasar a uno de sus hombros y morderlo. Oyó un fuerte jadeo de su parte cuando sus uñas se clavaron con más fuerza en la espalda del patriarca.


Ron temblaba de puro placer y de la necesidad de sentirlo más dentro de él. Lucius tomó sus piernas y las colocó en sus hombros, profundizando las embestidas y presionando más sus cuerpos de ser posible. Lo tomó de sus rojizos cabellos haciendo que lo besara con esa misma intensidad.


— Ahora me perteneces por completo. —murmuró ronco, su voz sonando tan seria que logró hacer a su respiración agitarse aún más. Asintió sin pensarlo, como si eso no significara nada—. ¡Dilo! ¡Di que me perteneces!


— ¡Sí! ¡Sí, te pertenezco! ¡Lucius! —gimió con más fuerza ante una profunda embestida que recibió y el placer comenzaba a hacerse tan deliciosamente doloroso. Ron se comenzó a desesperar y a moverse con más insistencia. Necesitaba venirse, su cuerpo se lo estaba pidiendo.


Observó como Lucius volvió a acomodar sus piernas en su cintura y se apoyó mejor en él. Sentía cuerpo comenzaba a tensarse. Lucius mordió profundamente entre su cuello y hombro, el intenso dolor combinado con el placer fue demasiado para él, logrando que se corriera sobre su estómago sin siquiera ser tocado.


Poco después sintió como Lucius lo embestía de manera errática, un par de embestidas más y se tensó al venirse dentro de él, llenándolo con su esencia. Lo mordió con más fuerza aún donde ya tenía sus dientes, sintiendo el dolor tan lejano. Todavía no podía bajar de su nube de placer, lo único que podía sentir por el momento era el miembro de Lucius aún dentro suyo y como palpitaba en su interior.


Soltó un suspiro cuando Lucius, lentamente, comenzó a salir de cuerpo y se atrevió a verlo al rostro. Sus ojos no enfocaban bien aún debido al placer, pero lo embargó una necesidad repentina de verlo, de verle el rostro. Se sobresaltó cuando Lucius parecía verlo con la misma necesidad.


— ¿Por qué? —logró susurrarle.


Lucius parecía meditar su respuesta, ya que lo veía con una intensidad que hizo que se sintiera avergonzado de pronto. Aún sus cuerpos estaban presionados uno con el otro y seguía sin poder pensar correctamente, pero su corazón necesitaba saberlo; por lo menos, quería saber la razón del repentino arranque o, si lograba sacarle, el motivo de tanto interés por acostarse con él.


— Al principio creí que sería divertido, pensaba en lo divertido que sería verle la cara a Arthur cuando supiera que uno de sus hijos sucumbió ante mí. —confesó sin vacilar y Ron sintió como su corazón se detenía.


Siempre supo que las intenciones de ese hombre no eran buenas, le había dicho que cubriría sus necesidades íntimas, pero nunca esperó que fueran tan desalmado. Se tomó tantas molestias con él para solo burlarse, no sabía porque se sorprendía, era lo menos que podía esperar de una persona como él. Más eso no ayudaba a que no le doliera.


Había dicho que podía aceptar lo que hiciera con él, pero no.


Se equivocó.


Se sintió traicionado.


Draco se lo advirtió.


No tuvo cuidado y dejó que lo usara a su libertad.


Sintió unas fuertes ganas de llorar por la humillación, pero se aguantó. De seguro eso era lo que él quería lograr, que llorará, verlo llorar, verlo lastimado y acabado. No se lo iba a permitir. Se comenzó a remover, tratando de librarse de su agarre e ignorando el dolor en su espada baja y donde lo había mordido. Llevó sus manos hasta el pecho de Lucius, tratando de empujarlo y apartarlo de una vez. Pero cada intento era en vano, no se movía y se ponía más rígido ante sus intentos de apartarlo.


— Suélteme. —le dijo entre dientes bastante molesto. Se seguía sacudiendo para librarse, no quería ni verlo a la cara—. Ya se divirtió, ahora déjeme ir.


Las manos de Lucius se movieron, una tomando su cadera y la otra acunando una de sus mejillas, haciendo que Ron se detuviera en su intento de separarse. Regresó su mirada a la de Lucius. Era difícil leer alguna emoción en él, pero el extraño brillo que vio en sus ojos, lo paralizó.


— Eso fue al principio, sí. Pero no sé qué hiciste, te quisiste acercar con tanta insistencia hacía nosotros, hacía … —pausó al mismo tiempo que trazaba sus labios con sus dedos, inclinó su rostro y lentamente presionó sus labios, juntándolos en un corto beso—. … totalmente mío ahora.


Ron no supo cómo responder ante aquella declaración. Tenía demasiados sentimientos encontrados en ese momento, no pudo hablar, su corazón le latía desbocado y sintió una emoción que hormigueaba en su estómago. Sin embargo, por alguna extraña razón, no pudo rehuir el pensamiento de que había firmado alguna clase sentencia.

Notas finales:

Ja, ya se estrenaron a Ron, y quién sabe, ¿creen que si haya firmado alguna sentencia o que haya dobles intenciones? ;)

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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