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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

Ron estaba preocupado.

 

Se dio cuenta que el comportamiento de Lucius había comenzado a empeorar. El hombre parecía que en cualquier momento iba a explotar, tenía a los elfos demasiado asustados, ellos no querían decirle nada que pudiera hacer al mayor enfadar, por lo que hacían todo lo que les ordenaba a una rapidez casi imposible. Por otra parte, aunque a él no lo tratase mal, había iniciado a tratar de evitar a Lucius lo mejor que podía y estaba escapándosele en la primera oportunidad que tenía.

 

Había querido restarle importancia a todo lo que estaba sucediendo recientemente. Incluso, hubo un momento en el que intentó convencerse a sí mismo que podía no ser nada, que solo eran ideas suyas y que podía estar tranquilo, pero él sabía que no era así; nada estaba bien que y simplemente ya no podía hacerlo e ignorarlo más.

 

Era demasiado.

 

Luego de aquel arranque en su oficina, comenzó a verlo cada vez más ansioso a tal grado de parecía angustiado y lo hizo cuestionarse la rara manera con la cual Lucius lo trataba últimamente. Mas seguía sin encontrar alguna respuesta a lo que le sucedía. Trató de buscar, por todos los medios que le fueron posibles, que era lo que le estaba molestando; no podía preguntarle a nadie dentro de la mansión porque iba a ser como delatarse y dar puerta abierta a que descubrieran lo que hacían a puertas cerradas, pero estuvo observando en silencio, escuchando detrás de paredes, haciéndose el dormido y cuanta más cosa se le pudo haber ocurrido, pero por más que buscó y buscó, no encontró nada. Pensaba incontables veces si era por su presencia o si era alguna clase de culpa por estar haciendo esas cosas con él o hasta algo que hubiese dicho, sin embargo, nada de lo que pudiese pensar tenía lógica.

 

Parecía hasta haber contagiado a Draco pues, en el último par de meses, se había consumido en un silencio que lo atacaba con más notoriedad pasando los días. Ron se había angustiado y trató de acercársele al menor, tratando de sacarle qué era lo que le pasaba, pero cada que intentaba acercarse, Draco le gritaba que se fuera, que lo dejará en paz y simplemente se dio por vencido con él. Ese repentino cambio no tenía pies ni cabeza, Lucius le había dicho que se quería casar, ¿no debería de estar alborotado por ello y no con una pesadez?

 

No lo iba a negar, más que asustado, estaba realmente preocupado.

 

Al principio, se sorprendió cuando descubrió que estaba preocupado por ellos, porque ¿en qué momento se habían vuelto tan importantes para tener su preocupación a ese punto? No sabía esa respuesta con exactitud, mas sí estaba al tanto del momento exacto donde había comenzado su preocupación; recordó un día en específico que miró a Lucius con detalle y observó que estaba aún peor de cuando llegó a la mansión, llegando a ser algo incluso físico y no solo los arranques que le daban cuando estaba con él. Así que, lo mejor que se le ocurrió ante la falta de respuestas, fue ignorar a cada uno lo mejor que le fuera posible y darles su espacio para que volvieran a alinearse o lo que ocuparan hacer para regresar a ser las mismas personas de antes.

 

Con Draco había sido fácil, simplemente no lo buscaba y el otro no pedía por su compañía, también había tratado de no quedarse en la misma habitación que él cuando estaba en la mansión y parecía que estaba funcionando su alejamiento, pero con Lucius había sido casi imposible al estar, prácticamente, todo el tiempo con él. Sin embargo, trató lo mejor que pudo y buscó también el ya no quedarse a solas con el patriarca por tanto tiempo, poniendo excusas de que tenía que realizar algunas tareas de limpieza y tardando más al realizar las actividades que le correspondían. Había pensado en dejar de asistir a sus encuentros nocturnos cuando así se lo pidiera, para darle su espacio y que descansará por las noches, mas lo meditó mejor y supo que esa no iba a ser buena idea al imaginar que podían empeorar las cosas, afligiéndose con ese pensar.

 

Lucius nunca se lo había dicho como tal, pero Ron sabía que el mayor lo utilizaba como un método para bajar el estrés y desahogarse. Él sabía que no había nada más que eso, por más que tratase de ver y buscar más allá de todo lo que Lucius le mostraba, intentaba con todas sus fuerzas de no engañarse a sí mismo, menos cuando lo tenía entre sus brazos y le brindaba su calor, porque él entendía que nada de eso era real y no había nada que existiera en realidad.

 

Pero dolía.

 

No podía explicarse que era lo que le sucedía, se sentía totalmente perdido. Había algunos días que sentía como su garganta quemaba al querer gritarle algo que él no entendía con exactitud que era y se desesperaba al no tener una respuesta; se frustraba tal cual un pequeño niño que apenas está descubriendo el mundo, que en su soledad buscaba responderse todas sus dudas y comenzaba a destapar emociones que no era de su total comprensión.

 

Aun así, no puede dejar de sentir que algo lo estaba abrazando, sujetándolo tan fuerte que sentía que lo ahorcaba y no lo dejaba escapar. Intentó dejar de sentirse así, pero era como sentir que soltaba algo a lo cual se estaba aferrando y que, de alguna manera, sabía que si lo soltaba significaría perder eso que quería gritar con tanta euforia. Eso mismo lo estaba haciendo actuar de maneras que no tenía forma de explicarlas, al no poder dejarlo ir.

 

Entonces vinieron a él las palabras que Lucius le había dicho, hace varios meses atrás, y dolió con más intensidad al entonarlas con claridad: «No busques en mí lo que no estoy dispuesto a darte».

 

Le afectaba que Lucius no estuviera dispuesto a darle nada, ya que él poco a poco empezó a entregarle cosas de él, sin querer, y eso hacía que él esperará que le entregará algo también, buscando sentir algo mutuo. Le asustaba, pero no estaba realmente sorprendido. En realidad, él siempre supo que solo iba a ser cuestión de tiempo cuando la realización llegase a él así con una simpleza y, una vez que se dio cuenta, más que preguntarse cómo había sucedido, se preguntaba desde cuándo había confiado en alguien como él a tal grado de anhelar algo de regreso.

 

Pensó en qué pasaría si se lo dijera. Se preguntaba lo que él podía llegar a decirle al momento en que le dijera todo lo que por su cabeza pasaba sobre ambos, en que lo que podía pasar entre ellos al saber lo que había estado deseando y en si, cuando se enterase, él sería capaz de cambiar de parecer y dejarlo ser libre a su lado, comprendiendo entonces el lugar en donde se encontraba parado al pensar en si él correspondía sus pensares.

 

Presentía que estaba cayendo. Lo sentía muy dentro de él y como todo se complicaba de pronto.

 

Ron sentía ganas de llorar.

 

Era una pronta urgencia el hacer esa acción al ver que no estaba impresionado con sus pensamientos ni sus recientes sentimientos, haciéndolo sentirse más desorientado porque no era como si Ron disfrutase de toda esa situación. No era como si algo se hubiera instalado en su cerebro y le dijera que podía cambiar de opinión, no era algo que lo estuviera haciendo imaginar como si estuviera por fin a salvo y que podía adaptarse y hacer de esos momentos los mejores de su vida al entregarse por completo porque no, no lo estaba, no lo eran y no lo iba a hacer.

 

Sus ojos se perdían en él cada vez más y se repetía que, en cualquier momento, Lucius iba a reconsiderar lo que estaban haciendo, botándolo sin dudarlo. O que estaba esperando a que hiciera algo mal para tener la excusa de tratarlo mal de nuevo e ignorarlo.

 

Le pesaba saber que todo sería más fácil así.

 

La palabra reemplazo era lo que siempre se gritaba para recobrar el piso y mantenerse en su lugar, sintiendo el dolor más aplastante conforme pasaba el tiempo. A esa palabra siempre la acompañaban que era solo diversión y que no debería dejarse engañar más por Lucius, que era por el morbo de ser quien era y nada más, que le excitaba al imaginarse la cara de sus padres y eso lo motivaba a continuar, que no debía confiar más.

 

Ron quería llorar.

 

Un repentino susurro había comenzado a acariciarlo, lo acariciaba tan suave como el viento en una tarde primavera, y le decía levemente que ellos dos eran almas que estaban solas y que el mayor estaba tan solo como lo estaba él. Pero él sabía que eso era mentira, Lucius no estaba solo. Lucius ya tenía a alguien, alguien importante y eso le hacía preguntarse si hubiera habido otra persona en su puesto, hubiera recurrido a esa persona o hubiera optado por otros medios y el simple pensamiento le dolía cuando no tenía por qué, que en realidad eso no le debería de importar.

 

No obstante, en los momentos que lo acostaba en su pecho, sus respiraciones se acompasaban y los latidos de sus corazones se sincronizaban, todo repentinamente se bien, como su lugar, y entendía entonces que no se trataba de eso.

 

Sabía que, si solo se tratara de eso, él lo hubiera podido manejar con más facilidad y el odiarlo con cada poro de su ser hubiera tenido sentido.

 

Cedía. Cedía con tanta facilidad que le asustaba. Siempre cedía y ese era el problema. Se sentía débil cuando lo llamaba y él aceptaba sin pensar. Se sentía mal cuando no quería ni tenía excusas que pudiera darle para negarse, porque sabía muy bien que no existían realmente esas excusas y que a esas alturas ya le era imposible decir no. Iba contra todo su ser, con todo lo que era, no se sentía nada orgulloso de eso, pero por más que se regañara y entendiera que no era él mismo, no podía evitarlo. Y sabía que, así como no tenía ni quería poner excusas, no quería realmente evitarlo.

 

Ron sabía que estaba mal.

 

Estaba mal por estar pensando en cosas que no debería estar pensando.

 

Estaba mal por estar sintiendo cosas que no debería estar sintiendo.

 

Estaba mal por desear cosas que no debería de estar deseando.

 

Estaba mal por buscar cosas donde no debería estar buscando.

 

Aun así, no lloró.

 

El simple hecho de haber pensado en lo cálido que se siente cuando él jugaba con su cabello antes de dormir, en lo protegido que se sentía al momento de estar siendo abrazado entre sus brazos y en lo bien que se sentía el tenerlo cerca, parecía que todos esos sentimientos negativos que alguna vez tuvo sobre él, no hubieran tenido nunca cavidad en su cabeza, haciendo que simplemente no le pudieran salir las lágrimas.

 

Suspiró al no sentirse tranquilo. No iba a encontrar tranquilidad hasta que no llegará a buenos términos con sus pensamientos y emociones. Así que, trató de distraerse con lo que estaba haciendo para soltar todo eso que lo estaba agobiando.

 

En esos instantes, se encontraba acomodando unas velas en una pequeña sala de juntas que se encontraba en el primer piso; un lugar demasiado amplio, con libreros de madera cubriendo tres de las paredes y una larga mesa color negra posaba en medio de ese ancho lugar. No era común que estuviese ahí, pero había encontrado la excusa perfecta, según él, para limpiarlo y quedarse solo por un tiempo más. No sabía si los Malfoy le habían creído, realmente le había dado lo mismo, hasta hace unos momentos que había comenzado a sentirse nervioso.

 

La suerte no era amiga suya, Ron más que nadie lo sabía, se reía de él siempre y parecía que no iba a dejarlo en paz únicamente con el hecho de que él y los Malfoy estuvieran al borde de un colapso.

 

El sentimiento de sentirse observado en cada rincón de la mansión había vuelto. Ya había tenido esa clase de paranoia antes, el sentir ojos lo estuviesen viendo con cada paso que daba, pero lo había ignorado tan bien que dejó de tomarle importancia hasta que comenzó a pasar más tiempo solo. Se dio cuenta que había regresado y con más potencia esa ocasión.

 

Primero pensó que su mente estaba jugando con él, siendo algún producto de su exhausto cerebro. Mas algo le dijo que no lo era. Entonces, intentó hablar para ver si le respondían, pero nada pasaba y fue cuando empezó a buscar por todas partes; parecía que alguien o algo lo estaba persiguiendo y necesitaba encontraba la fuente o una solución antes de que terminará de enloquecer.

 

Aunque, siéndose sincero, le daba miedo y más aún en esos instantes pues sentía que lo observaban a sus espaldas. No quería voltear para ver si algo estaba parado detrás, pero el sentimiento le quemaba y tenía que hacerlo, no era ningún cobarde, por lo que, con cautela, volteó sobre su hombro y repitiéndose que no habría nada atrás como siempre y que debía calmarse. Todos sus intentos por ser positivo, se fueron a la basura; por el rabillo del ojo, observó una pequeña sombra negra moverse y salirse de la sala con rapidez.

 

No lo imaginé, no lo imaginé, se repitió tantas veces, perdiendo la cuenta. Ron paró de hacer lo que hacía y se quedó quieto. No sabía si gritar por ayuda o correr por su vida, pero un nudo se instaló en su garganta al saber que nadie lo escucharía, lo mejor que pudo planear fue en irse a buscar a Lucius y quedarse con él por el resto del día. No le importaba que lo encontrase histérico, ya no se iba a quedar más tiempo solo con esa cosa rondando por ahí.

 

Salió rápidamente de la sala y buscó, desesperado, la manera de llegar volando a las escaleras, pero su mente estaba bloqueada por el pánico y pasó todo el largo pasillo, trotando de prisa hasta llegar a las escaleras principales. Lucius debía de estar en su oficina y, al estar en el tercer piso, tenía que moverse lo más que sus piernas le permitieran. Estaba tratando de buscar otro camino, posible a tomar, para llegar más rápido a el mayor cuando se llevó un desagradable susto, encontrando a Seemey parada justo al doblar al pasillo que daba al segundo piso.

 

— ¡Seemey! —se quejó, llevando una de sus manos a su pecho debido a la impresión—. ¡No me asustes así! Este lugar ya es demasiado grande y silencioso como para que estés súper quieta ahí, parada.

 

 — Seemey no quería asustar al joven Ronald. —habló la elfina, preocupada—. Seemey pide disculpas.

 

— No pasa nada, Seemey, tranquila. —dijo Ron al tiempo que se recargaba en una de las paredes. Cerró los ojos para soltar respiraciones que ayudarán a tranquilizar su corazón, el cual le latía como para darle un infarto, por el reciente susto.

 

— Joven Ronald. —le llamó con suavidad la elfina. Ron abrió los ojos y observó a la pequeña elfina estaba nerviosa, acariciaba sus manos en un tic en busca de encontrar tranquilidad.

 

— ¿Pasa algo, Seemey? —preguntó, consternado.

 

— Seemey quería hablar con el joven Ronald sobre algo. —murmuró Seemey tan bajo que apenas logró escucharla, parecía como si estuviera queriendo hablar de un secreto que no debía compartir. Ron no logró adivinar de que pudiera ser aquello que la elfina quisiera hablar con él y en su estómago se hizo un nudo por una repentina intranquilidad—. Es sobre el amo Lucius.

 

— ¿Le pasa algo al amo Lucius? —trató de hacerse el desentendido. Su corazón le latía de nuevo desbocado y le rogó a todo ser poderoso que Seemey no supiera lo que creía que podría saber.

 

Seemey comenzó a jugar con sus manos, incómoda—. Primero Seemey quiere explicarle todo-

 

— Seemey- —trató de interrumpirla, pero la elfina levantó una de sus manos, haciéndolo callar.

 

— Desde que el joven Ronald llevó a la mansión, el amo Lucius ha estado más tranquilo y diferente… —explicó—. Comenzó a tratar a Vadkey, a Boorey y a Seemey con más amabilidad y ninguno quiso decir nada para no hacerlo cambiar de nuevo. Creíamos que el cambio se debía a usted y observamos que, al joven Ronald, el amo Lucius lo trataba bien, por eso lo ayudamos a que estuviera más cómodo aquí y se adaptara rápido... hasta que el amito Draco notó ese cambio también.

 

La elfina paró con su explicación y empezó a lucir más nerviosa todavía. Ron se quedó paralizado y estaba comenzando a no agradarle el rumbo que estaba tomando la conversación.

 

— ¿Notó el cambio? —preguntó Ron, fingiendo extrañeza—. ¿Qué cambio?

 

— El amito Draco notó como trataba el amo Lucius al joven Ronald y le pidió a Seemey observarlos a todo momento para descubrir si sucedía algo.

 

Ron abrió su boca, sorprendido ante esa oración que la elfina había soltado. Nunca imaginó que Draco sospechase algo pues, a su parecer, ellos estaban siendo demasiado cuidadosos al respecto. Cuando Draco estaba presente, ambos actuaban de la misma manera con la cual se trataban desde que él recién llegó a la mansión, también sabía que Lucius usaba algunos hechizos para que su hijo no pudiera darse cuenta al estar dentro de su hogar; no era posible que solamente Draco haya comenzado a sospechar de la nada ni por más que le hubiera querido buscar, entonces eso quería decir…

 

— He sentido desde hace meses como si unos ojos me observaran. —puntualizó, viendo fijamente a Seemey—. ¿Eras tú?

 

Seemey asintió—. Seemey sabe el secreto entre usted y el amo Lucius.

 

Ron contuvo la respiración, entrando en pánico y no sabiendo que responder porque ni siquiera sabía que pensar ante aquello.

 

— ¡Seemey-!

 

— Seemey quiere ser sincera con el joven Ronald… —susurró la elfina, interrumpiéndolo. Unió ambas manos y las apretó contra su pecho. Parecía tragarse su nerviosismo al verlo a él con determinación—. Seemey nunca pensó en decirle nada al amito Draco, pero si pensó en hablar con usted y pedirle que no dejará que el amo Lucius lo tocará aquí.

 

Confundido, contempló como la elfina apretaba más sus manos contra su pecho—. ¿A qué te refieres?

 

Sus enormes ojos lo miraron ahora con cierta preocupación—. Está elfina quería pedirle al joven Ronald que no dejará que el amo Lucius tocará su corazón, porque el amo Lucius destruye todo lo que toca.

 

Ron se encontró sin palabras y su corazón dio un doloroso latido ante la idea de la elfina, por lo que no quiso escuchar más.

 

— Oh, no, por favor-

 

— Seemey sabe que no debe de estar hablando así de su amo, pero Seemey aprecia mucho al joven Ronald como para dejar que le hicieran daño de ese modo. Algo la detuvo, fue cuando lo sintió, no pudo decirle nada al joven Ronald al sentir su magia... —la elfina pausó y Ron la miró más que sorprendido al ver el cambio en la mirada de la elfina, ya que pareció agarrar valentía de algún lado—. Entonces la hizo comprender que todo estaba bien al sentir la magia del amo Lucius también. Desde aquel día que Seemey los pudo sentir, juntos, supo que el joven Ronald y el amo Lucius se sentían felices-

 

— Seemey, basta-

 

— Sabe que es gracias a su persistencia y ahora el amo Lucius lo considera alguien preciado, por eso Seemey no ha revelado su secreto. Pero todos notamos el cambio de ahora y que no están actuando como lo hacían, con esa calma. Ninguno de estos elfos lo dice, pero sabemos que tiene algo que ver con el joven Ronald que el amo Lucius sienta esa repentina inquietud. Es por eso que Seemey quería pedirle algo. —la mirada de Seemey estaba fija en él y se sintió mareado por todo lo que salía de la boca de la elfina. Ron guardó silencio por un par de segundos al no poder responder y solo soltó logro soltar un monótono «¿Sí?» y, sin esperarlo, la elfina había alzado sus manos para tomar las suyas—.  El amo Lucius lo necesita y nosotros solo queremos que sea feliz otra vez, así que hablen.

 

— No puede ser… —susurró. Ron no tenía nada que decir a base de la impresión.

 

— Por favor, joven Ronald, no abandone ahora al amo Lucius, no vuelvan a su soledad, resuelvan por lo que se hayan alejado y regresen a su felicidad. —terminó la elfina su suplica. Pudo imaginarse cualquier otra cosa que le pudiera estar pasando, menos algo como eso, donde la elfina le suplicaba el no dejar a Lucius.

 

Ron era un torbellino de emociones en ese momento. Una parte de él se sintió conmovida al ver que, a pesar de lo mal que trató a los elfos, aún la elfina se preocupaba por Lucius a tal grado de implorarle a él que arreglará lo que ni él era consciente que podía pasarle; era ese pensamiento el que le ganaba a no terminar por sentir algo cálido dentro de él. Seemey lo sabe. Él no quería creer en lo que la elfina le estaba diciendo, era absurdo que Lucius pudiese estar sintiendo felicidad al estar con él. Una cosa es lo que él estaba imaginando y deseando que pasará, y otra muy diferente era la realidad en la que se encontraba, una realidad que, por más que idealizará, no iba a cambiar para él, ya que era el único que estaba solo en eso y Lucius se lo recordaba, se lo recordaba en sus fotos, al mencionarla en descuidos y al no querer hablar sobre ella.

 

Aún no sabía que había sido de ella, no se había animado a preguntarle a nadie y él comprendía que era porque no quería saber. Era un sentimiento que el calificaba como egoísta al no desear saber sobre ella porque no quería saber la respuesta realmente. Sabía que, si la mujer decidía regresar, todo eso que tenía con Lucius se acabaría.

 

Pensaba que era una especie de castigo por esos sentimientos extraños que había tenido recientemente, por eso era cuando Lucius le recordaba que siempre había alguien importante en su vida y que él era solo un producto para aliviar su soledad. Él sabía que no debía dejarse engañar por lo que la elfina le decía ante esa situación en la que solo decidió meterse. Él siempre lo supo, más allá de solo haber buscado una manera de ganar su confianza, él no sabía en qué momento había querido ver más allá de simples encuentros casuales por parte del mayor; él no era ajeno ante el hecho de que cada vez que se veían, en la habitación de Lucius, era para satisfacer sus deseos solamente. Era sexo y nada más que eso. Las caricias suaves que le dedicaba, las palabras que salían de su boca morían en el aire una vez que todo terminaba y el fuego se apagaba.

 

En su mente pasaba la pregunta de en qué momento había cambiado todo. Es Lucius, y debería de ser solo Lucius Malfoy, no más.

 

Entonces, aún con todo eso pasando por su cabeza, no pudo alejar el sentimiento de felicidad que lo embargó con el solo hecho de pensar que tal vez podía estar equivocado y que realmente había algo sincero entre ellos.

 

— Hablaré con él, Seemey, no tienen de que seguir preocupándose. —aceptó aún después de las inmensas ganas que le dieron por soltarse a llorar está vez. Aunque no pudo dejarlas salir al ver como el rostro de Seemey se iluminaba por una sonrisa que nunca había visto en ella, una sonrisa tan llena de alivio que parecía quitarle un gran peso sobe sus pequeños hombros.

 

— ¡Seemey está agradecida, joven Ronald! —exclamó Seemey mientras lo rodeaba con sus delgados brazos a la altura de los muslos, apretándolos en lo que debía ser un abrazo—. Está elfina ha de irse para que pueda hablar con el amo Lucius.

 

Ron no logró contestar nada porque la elfina lo había soltado de repente y corrió escaleras abajo, sin mirar atrás. Se extrañó, pero sintió un hormigueo en su estómago, algo que conocía muy bien como dicha y soltó una carcajada, contento siguiendo su camino.

 

Eso fue lo más extraño que pudo haberle pasado. Tenía el conocimiento de que los elfos eran seres poderosos, más de lo que ellos tenían la certeza de llegar a saber y entendía que la magia llegaba a actuar de maneras extrañas cuando de emociones se tratase, podía recordar vagamente a Hermione decirle a Harry que había teorías en las cuales se hablaba sobre que dentro de ellos había una clase de núcleo que reservaba toda su magia y que, este núcleo, podía percibir las emociones haciendo actuar la magia de acuerdo a todo lo que se estuviese sintiendo en esos momentos. Pero nunca imaginó que esos seres pudiesen sentir las emociones que la magia transmitía.

 

Seemey lo sabe.

 

Si realmente era verdad lo que la elfina le dijo, tal vez todo podía cambiar y tal vez podía encontrar entre ellos algo en lo que pudiera comenzar a formar algo nuevo y toda esa situación oscura ahora podría comenzar a cambiar a gris, sin más. Se sentía aliviado ahora que podía ver que, en realidad, algo había cambiado entre ambos, de modo que ya se podía percibir y sintió una creciente emoción al pensar que tal vez Lucius había cambiado por él, al pensar que tal vez era sincero al estar con él y al pedirle su confianza.

 

Le seguía asustando lo que pudiese pasar, no estaba feliz de que Draco se llegase a dar cuenta, pero podría ser capaz de pensar en una solución y aún no sabía que era lo que sentía, no tenía un nombre que darles a sus sentimientos, pero Ron percibía que ya no tendría por qué sentir temor. Sin embargo, no entendió porque el sentimiento de que algo lo abrazaba con fuerza se había intensificado, de tal modo que sintió una clase de soga en su cuello.

 

—… ¡ya dije que tú se lo dirás! —más decidido que nunca, iba a tocar la puerta de la oficina, pero esa voz alterada de quien supo inmediatamente se trataba de Lucius, acompañado de un seco golpe, detuvieron su acción.

 

¡Por supuesto que no! —escuchó la voz de Draco negar intensamente—. ¡Usted será el encargado de decirle!

 

¡Pero tú eres su amigo! —en cambio la voz de Lucius se escuchaba molesta. Parecía que padre e hijo habían decidido pelear, aparentemente por alguien, haciéndolo extrañarse; a pesar de las cosas estar demasiado tensas entre todos, Ron tenía tiempo que ya no había escuchado a ambos discutir.

 

¡No quiera chantajearme otra vez con eso! Además, usted se ha vuelto muy cercano a él últimamente y bien puede decirle. —dijo Draco, indignado. Pensó Ron que, si estaban discutiendo de ese modo, era mejor poner hechizos silenciadores mientras había comenzado a moverse e irse, pero justo esa oración que fue soltada por Draco, le llamó la atención y algo le dijo que podrían estar hablando de él, logrando que detuviera su paso. Se acercó más a la puerta para poder escuchar con más atención.—. ¡Y no me vea con esa cara de asco que sabe que es cierto!

 

¡¿Cara de asco?! Ugh, Lucius, definitivamente estaban hablando sobre él. Pero, para empezar, Ron no entendía por qué lo estarían. Con lo poco que había logrado escuchar hasta ahora, al parecer algo le querían decir e intuía que esa era la razón por la que padre e hijo estuviesen actuando extraños a su alrededor porque, era evidente que, ningún cobarde se animaba a decirle. Se alarmó al pensar que debía de ser algo bastante grave para haberlos puesto de ese modo, al no tener motivos, como para estarle ocultando algo durante meses y se debatía en si seguir escuchando desde la puerta o entrar a que le dijeran lo que estaba pasando.

 

Tú eres el más indicado a decirle, no tienes por qué desobedecerme-

 

Tanta preocupación de repente, ¿cree que me hace idiota o algo así? ¡Sé que algo trae! —reclamó Draco, irritado, ante lo dicho por Lucius. Ron pensó que era mejor quedarse escuchar un poco y que, de esa manera, a alguno de los dos podría gritar lo que ocultaban—. ¡Ni siquiera quiere que le pida que nos ayude-!

 

¡Entiende que eso no! —interrumpió Lucius, enfadado y Ron cada vez entendía menos lo que estaban discutiendo dentro de esa oficina. Por lo cual, se pegó lo más que podía a la puerta, procurando no ser escuchado—. Tú ni deberías estar haciendo lo que haces, pero últimamente haces todo lo que quieres, no te interesa lo que yo te diga, así eres. Nunca has sabido seguir reglas y siempre mandándote solo-

 

¡Está cambiándome de tema! —puntializó Draco. Ron no pudo evitar estar de acuerdo, sabía que cuando a Lucius no le gustaba alguna conversación o le incomodaba, lo desviaba totalmente. Aunque, ya se había perdido en su totalidad, se preguntaba en qué rayos podía ayudar él y en qué, también en qué cosas podía estar Draco metido para tener a su padre así—.  No empiece a querer desviar este asunto que así hemos estado y ya no puedo más… ¡usted le va a decir, no yo! ¡Me tiene harto con todo esto!

 

¡No me hables así, insolente! —atacó Lucius en un siseo. Uh, que ganas, si Draco seguía de ese modo iba a tener que entrar para evitar que Lucius le hiciera daño—. Yo no soy ningún amigo tuyo, soy tu padre, por lo tanto, te jodes y me respetas. Ya fue suficiente con tanta falta de respeto, te has salvado, pero la siguiente no me voy a contener.

 

¡Ahora me amenaza! —Draco dijo, indignado—. ¡Nos está volviendo locos y todo porque no quiere asumir-!

 

¿Asumir qué? —cortó Lucius, exaltado—. ¡No me quieras echar más culpas con algo que yo no hice!

 

¡Dígale entonces!

 

¡Una más, Draco, una más! —advirtió Lucius, enfurecido. Ron supo que ya era suficiente, Draco tentó su suerte hasta donde pudo e hizo molestar demasiado a su progenitor—. ¡Cállate y lárgate antes de que termines de agotar mi paciencia que te voy a-!

 

Tocó la puerta varias veces para detener la discusión y percibió que había funcionado cuando no escuchó ninguna voz salir sobre la puerta después de sus toques. Pero la puerta no se abrió. Volvió a tocar para ver si le abrían, mas solo escuchó ligeros murmullos inentendibles, pegó la oreja a la puerta, tratando de captar alguno y solo percibió lejanos: «… hechizo silenciador…», «… tú te encargas…», «… te lo dije…», «… era lo único que tenías…» hartándose, tomó la perilla y se dio paso él solo dentro de la oficina. Al cerrar la puerta tras de él y ver a hacía ambos Malfoy, estos estaban parados en medio de la oficina, Draco traía unas hojas en la mano que parecían haber sido arrancados de algún lado por lo arrugadas que se veían, ambos estaban bastante colorados por la reciente discusión y lo miraban fijamente.

 

— ¿Pasa algo? —cuestionó Ron, aparentando que no había escuchado nada. Rápidamente imaginó que lo mejor era parecer desentendido ante el tema y, de ese modo, podía acorralar a los Malfoy con preguntas que los podían llevar a confesar.

 

— ¿Qué haces aquí, Weasley? —preguntó Draco después de un momento.

 

— Terminé con la limpieza. —contestó con simpleza mientras se encogía de hombros.

 

Un silencio se hizo presente entre los tres, uno bastante aplastante. Observó a Lucius antes de soltar algún comentario y este estaba totalmente rígido haciéndolo dudar; últimamente se encontraba tensó, pero ahora lo estaba aún más y Draco no estaba en mejores condiciones que su padre. Ninguno de los dos le había apartado la vista a su persona y, a ese punto, Ron estaba comenzando a tener una clase de mal presentimiento.

 

— Antes que nada, Weasley. —Draco suspiró—. Quiero que sepas que nosotros no participamos en la última batalla de Hogwarts.

 

— ¿Qué? —preguntó, confundido. Le había tomado por sorpresa el comentario de Draco y un escalofrío recorrió todo su cuerpo—. No seas mentiro-, pero estaban ahí-

 

— No participamos, nos fuimos de ahí sin herir a nadie. —interrumpió Lucius, serio. Ron comprendía que algo pasaba, pero no hilaba que tenía que ver lo que discutían antes con lo que le comentaban ahora. Para él, el si ellos participaron o no en la batalla, le daba lo mismo porque eso no borraba todo lo que habían hecho antes de eso, era ahí que se confundía al informarle eso a él.

 

— A ver, ¿por qué necesito saber eso yo, en caso de ser verdad? —cuestionó con curiosidad y temor a la vez—. Algo les está pasando.

 

Ninguno de los Malfoy dijo nada y seguían con sus ojos fijos sobre él, haciéndolo sentir incómodo. No se movían, no hacían nada más que estar de pie frente a frente a él. Trató de leer la expresión en ellos, mas no le decía nada, era tanta la seriedad de sus rostros que no reflejaba ni la molestia anterior antes de que él entrara.  

 

Draco le extendió las hojas que sostenía—. Ten.

 

— ¿Qué es esto? —preguntó con voz temblorosa, pero Draco no respondió y solo seguía con su mano extendida. Las tomó sin pensarlo más y comenzó a leerlas sintiendo, con cada hojeada, como todo su mundo se venía abajo—. Tiene que ser una broma.

 

Eran pedazos de hojas en donde venía una fotografía e información de cada uno de los miembros de su familia. Su corazón se aceleró al seguir leyendo, una y otra vez, cada hoja y era como si, con leída tras leída, en su cerebro todas las palabras se impregnarán con insistencia. Para él, era imposible creer lo que estas decían.

 

Arthur Weasley. Status: Fallecido.

 

Molly Weasley. Status: Fallecida.

 

William Weasley. Status: Desaparecido. Última vez visto en: Julio 1998, Paris Muggle.

 

Fleur Weasley. Status: Desaparecida. Última vez vista en: Julio 1998, Paris Muggle.

 

Charles Weasley. Status: Desaparecido. Última vez visto en: 1998, se desconoce.

 

Percy Weasley. Status: Vivo. 1998, ha aceptado. Trabaja en el Ministerio de Magia. Londres.

 

Fred Weasley. Status: Fallecido.

 

George Weasley. Status: Desaparecido. Última vez visto en: Octubre 1998, Paris Mágico.

 

Ronald Weasley. Status: Vivo. 1998, capturado. Familia Malfoy. Wiltshire.

 

Ginevra Weasley. Status: Desaparecida. Última vez vista en: Febrero 1999, Edimburgo Mágico.

 

Negaba que eso estuviese siendo verdad, no lograba pensar con claridad y su respiración comenzó a cortarse. Muertos, desaparecidos, muertos, desaparecidos. Esto no podía estarle pasando a él y quiso apartarse, quiso soltar esas hojas al sentir que le quemaban los dedos.

 

— Weasley-

 

— Por favor, Draco, dime que esto es una broma. —logró suplicar ante la falta de aire. Miró a Draco y, al ver la misma expresión seria, pasó a ver a Lucius, soltando un ligero sollozó cuando el mayor apartó la mirada. Rogó que todo eso fuera irreal y fuera una de sus pesadillas, una cruel y terrible pesadilla.

 

Draco negó—. No lo es. Yo-

 

— ¿Y Hermione? —preguntó, desesperado. Buscó inútilmente, de nuevo, entre las hojas por alguna que dijera el nombre de la chica, pero su familia era la única que ahí estaba y todavía faltaba ella, necesitaba saber sobre ella. —. ¿Qué pasó con Hermione?

 

— Ron. —le llamó Draco y sus ojos volvieron a él. Una punzada se disparó por todo su pecho al ver la forma con la cual apretaba sus labios; se notaba que no quería decirle sobre su mejor amiga e imaginó que había sucedido con ella. Sollozó, no lograba creerlo y ese extremo dolor, esa extrema pena de su destrozado corazón, hicieron que se diera que todo eso era real. No tenía nada que pudiera decirte ante esa silenciosa sentencia y se quedó quieto en su sitio, apretando los ojos para tratar de apartar el dolor y las lágrimas que comenzaron a acumularse en sus ojos.

 

— ¿Dónde? ¿A manos de quién? —preguntó Ron en un susurro, tratando de calmarse.

 

Draco vaciló antes de responder—. Granger estaba con la familia Zabini. Fue con ellos.

 

— ¿Por qué?

 

— No necesitas saber es-

 

— ¡Ella era mi familia! —gritó Ron, dolido, al mismo tiempo que abría sus ojos—. ¿Por qué la asesinaron?

 

— Intentó escapar. —contestó Draco sin más.

 

Demasiado tarde, no cumpliste tu promesa. Su pecho se apretó ante aquella voz que murmuró dentro de su cabeza, su respiración se cortó por unos segundos al querer decir tantas cosas, su garganta le quemaba al querer gritar algo que no sabía con exactitud que era. Siempre supo que algo así podía suceder, estaban en una realidad donde la guerra te arrastraba hasta la muerte sin importar lo que hicieras, ella no preguntaba todo lo que te esforzarás, lo bueno o malo que fueras, llegaba siempre por ti.

 

Murió por tu culpa. Ella hizo lo que tú no hiciste. Todo se apagó dentro de él ante esa idea, porque sabía perfectamente que fue su error. Su error desde un principio fue descuidarse y dejarse capturar, su siguiente error fue el no haber escapado en la primera noche que estuvo en la mansión y su último error el haber creído en esas personas. Fueron errores tras errores que por fin lo habían golpeado en la cara con todas sus consecuencias. Mataste a tus padres, mataste a Hermione.

 

Pero entonces un pensamiento llegó a él, logrando que el suelo le temblara bajo sus pies y Ron ya no pudo ignorar más el dolor en su corazón. No distinguió cuál de las emociones fue la que le llegó primero ante la idea, si el dolor o la traición, quizás fueron ambas, haciendo que le propinara una emoción que no reconoció del todo.

 

— ¿Era por eso que me preguntabas si confiaba en ustedes? —su voz tembló, no sabiendo cómo tuvo fuerzas para preguntar aquello. Miró a Lucius, esperando una respuesta de su parte, un movimiento, un gesto, algo, que le dijera que no era cierto eso que estaba pensando. Pero, el mayor, solo guardó silencio y lo observó sin expresión alguna, dándole lo que era su respuesta—. Claro, tenías que estar seguro que ya me habían ganado para que no les hiciera nada al enterarme que terminaron de hacer de esta vida una porquería.

 

— No es así-

 

— ¡Claro que es así-! —interrumpió a Lucius, no queriendo escuchar la excusa barata que iba a lanzarle. Se sintió traicionado, sin embargo, no tenía por qué sentirse traicionado, principalmente porque ahí no había nada en primer lugar, todo había sido un elaborado engaño por parte de Lucius al final, justo como pensaba y se sintió tan estúpido al haber sentido felicidad al creer que podía estar con él y que podía llegar a corresponderle. Entonces, fue que el sentimiento de dolor apaciguó el resto de emociones en su ser, un dolor que comprendía muy bien y al que estaba familiarizado.

 

— No queríamos que esto pasará-

 

— ¡Descarado, por supuesto que querían que esto pasara! ¡Era lo que tanto querían por años! ¡Por años! —recalcó lo último, queriendo golpear a ambos hasta destruirlos para transmitir y que sintieran su dolor—. ¡Todo esto es su culpa, que les quede muy claro eso!

 

— Ron-

 

— Tú —apuntó a Lucius, ignorando a Draco—, una de las cosas que me dijiste al llegar aquí fue me acabarías poco a poco hasta que no quedara nada de mí, ¿era esto lo que necesitabas para terminar de quebrarme? Porque todo te salió excelente, felicidades, te guardaste lo mejor para el final.

 

— Escúchame-

 

— Me quitaron todo lo que tenía. —sollozó, nuevamente, sin derramar lágrimas. Quiso decirle que se callará, que se detuviera, que no era justo con él, que ya era suficiente, que era demasiado.

 

— Es que no entiendes-

 

— Lo peor era que yo lo intuía, Lucius, yo lo sabía y aún así yo que creía que…

 

podías quererme.

 

Su cuerpo se aflojó ante tal revelación y su corazón latió de prisa al saber que había fallado una vez más. Ahí estuvo su respuesta todo el tiempo y, sinceramente, no le sorprendió. Lo único que hizo fue negárselo a sí mismo y solo fue cuestión de tiempo para que le estallará en la cara y lo aceptará por fin. 

 

No podía sentir alivio ante su realización, no cuando todo su cuerpo había comenzado a temblar ante todas las emociones, tenía demasiado miedo, demasiada desesperación, demasiada culpa y tantas preguntas sin respuesta, las lágrimas picaban sus ojos, amenazando con salir en cualquier momento si parpadeaba.

 

Ron sentía ganas de llorar.

 

Ron quería llorar.

 

Aun así, no lloró.

 

Estaba solo.

 

Y fue en lo último que pudo pensar antes de que la oscuridad lo envolviera por completo.

Notas finales:

Ay, se nos murieron los señores Weasley y Hermione:( ¿Ustedes que piensan, le creemos a Seemey o no?

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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