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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

 

Disfruten el capítulo.

 

 

Exactamente como desde que había iniciado toda esa tortura, quiso creer que estaba en una pesadilla.

 

«… me perteneces» era lo único que se repetía en su cabeza sin parar una y, otra vez, desde que había despertado en aquella habitación, parecía que Lucius Malfoy se encontraba aún ahí con él, susurrándole esas palabras al oído.

 

Abrió los ojos con demasiada pesadez. No quería encarar lo que ahora se le tenía deparado, pero para su desgracia, cada que recobraba la conciencia, se daba cuenta que no era así y que esa era ya su realidad. Ahora su realidad era mucho peor, o al menos ya no lo sabía. No sabía si se encontraría mejor con los mortífagos en aquel oscuro lugar o en la mansión de los Malfoy, los que eran la mano derecha del Señor Tenebroso.

 

Era tan ridículo todo aquello, un chiste de muy mal gusto y tan retorcido aquel que el destino le jugaba. Un destino que no quería aceptar, pero que sabía no podía hacer nada al respecto y, por eso, con resignación lo aceptó. Desde que tuvo enfrente a Lucius lo aceptó y la parte valiente de él, su parte Gryffindor, le decía que no se resignará, que aún había algo que hacer y que debía de llevar acabo un plan. De alguna manera tenía que salir de ahí y de esa situación. Esa parte de él, que lo mantenía aún cuerdo, le decía que no se rindiera tan fácil.

 

Ron quería escucharla, realmente quería hacerle caso, y a veces sentía que su corazón no lo dejaba perder la esperanza. Él mismo logró a darse aliento entre esa tempestad. Aunque justo ahora, cuando más la necesitaba, no lograba convencerlo, no tenía su corazón en ello. No todavía. No ahora que se encontraba tan triste, tan roto y queriendo llorar hasta quedarse seco.

 

El mundo para él en esos momentos era miserable. Era como si aún estuviera en negación por lo que había ocurrido, en lo que le estaba ocurriendo y en negación de todas las perdidas. Sentía que jamás tendría las fuerzas para superar todo el dolor al que su joven alma fue sometida de una manera tan apresurada.

 

Se levantó de la cama. Pudo apreciar por la ventana que era de día, pero se miraba tan deprimente, tan gris, como si el clima estuviera en sintonía con sus pensamientos. Arrastrando los pies, se encaminó a la puerta rogando que estuviera abierta. Lanzó un suspiro de alivio cuando la perilla se movió indicándole que no estaba encerrado y abrió la puerta con un cuidado para no hacer ruido alguno. Asomó un poco la cabeza. Tal vez Lucius había olvidado de encerrarlo y no quería que lo descubriera.

 

No había nadie afuera, solo era un desolado pasillo. Un pasillo pequeño, de paredes totalmente blancas y adornado con faroles de interior que le daban la luminosidad necesaria, guiando el camino recto hasta lo que parecía dar a unas escaleras. Trató de concentrarse y escuchar algo, pero no había ningún ruido que delatara alguna presencia.

 

Eso hizo que lograra plantearse una pequeña meta en un par de segundos. Su corazón comenzó a latirle, emocionado. Bien. Sabía que la mansión era grande, así que trataría de esconderse de Lucius y de Draco, al que por cierto no había visto. Algo Ron lo hizo molestarse al preguntarse si le habrá pasado algo. Era raro que aún no lo hubiera ido a molestar, no era propio de alguien como Draco Malfoy.

 

Voy a ir hasta al mismísimo infierno a traerlo de vuelta, el muy cabrón no pudo haberse librado de todo esto, muriéndose, pensó irritado. Y con esos pensamientos, salió de la habitación. Comenzó a caminar con sigilo y agradecía haber perdido tanto peso en el tiempo que lo tuvieron prisionero, ya que aligeró totalmente sus pasos y era casi imperceptible que alguien estuviera caminando por ahí.

 

Justo antes de llegar a las escaleras, miró a Lucius subiendo y fue como ver un fantasma.

 

Mierda, mierda, mierda, quiso darse la vuelta lo más rápido posible para regresar por donde vino y encerrarse otra vez, pero fue demasiado tarde. Ya lo habían descubierto.

 

— Miren que tenemos aquí. —Ron paró en seco al escuchar la voz de Lucius, justo a sus espaldas—. Parece que tenemos un animalito bastante escurridizo. ¿A dónde rayos creías que ibas?

 

No sabía si correr o darle frente. Estaba en una situación complicada y sentía que ambas la llevaban al mismo resultado, ¿qué más daba? Ya no se podía librar y, por supuesto, prefirió que la maldición le llegara dando la cara. Suspiró para, después, darse la vuelta y se sobresaltó al tener al hombre tan cerca.

 

— Espero y no hayas estado pensando en escapar. —le dijo molesto—. Por más que lo intentes, será imposible.

 

— Iba a buscar la cocina, quería un vaso de agua. —mintió, arrastrando las palabras e interrumpiendo todo lo que Lucius tenía planeado decirle. No deseaba escuchar ya más cosas como esas, que le bajaran los ánimos y las esperanzas de ser libre.

 

Lucius le sonrió burlesco—. Bueno, si tienes tiempo para pensar en la sed, eso quiere decir que ya estás mucho mejor.

 

— Muchísimo mejor, gracias. —dijo con sarcasmo y pudo ver, por la mueca que le dirigió el mayor, que esa respuesta no le había agradado mucho.

 

— Aprenderás a agradecer la oportunidad que se te está dando, no cualquiera tiene la dicha de vivir bajo mi techo.

 

Ese hombre era un completo cínico ante los ojos de Ron y no pudo evitar rodar los ojos fastidiado. Debía de controlar un poco su temperamento, o aunque sea un poco para evitar el enojo de esa gente, pero no estaba en él y no estaba seguro que no lo lograría. No se iba a salvar de un par de maldiciones, así que mantendría un poco su actitud contestona.

 

Abrió un poco la boca para soltar un comentario, pero Lucius había saco su varita y le apuntó, tocándole el pecho.

 

— Ni vayas a abrir la boca. —le amenazó y Ron cerró la boca rápidamente, mordiéndose la lengua de paso—. Está será tu vida de ahora en adelante.

 

— Pues va a tener que obligarme.

 

Lucius rió y, creyó mal al haber esperado una simple maldición, pues le había propinado un gran golpe con su bastón en el área de sus costillas, haciendo que soltará un fuerte chillido de dolor.

 

— Te crees en la posición de decir esas estupideces. Pero sí, te voy a obligar. Recuerda que yo fui el que te pidió ante mi Lord, Ronald. Y aceptarás todo, quieras o no.

 

Lo había sorprendido, no había visto eso venir. Abrazándose a si mismo, miró a Lucius con los ojos llorosos y bastante molesto. Ron sentía que la sangre se le iba a su cara del mismo enojo y Lucius, al verlo así, recuperó su actitud de mofa. Era como si predijera como se iba a sentir al hacer o decirle tales cosas.

 

Trató de recuperar rápido el aliento para defenderse, pero Lucius ya lo había tomado firmemente del brazo y lo arrastró escaleras abajo. Le dio miedo de repente. Quiso soltarse, pero lo tenía muy bien agarrado, incluso ya lo estaba lastimando.

 

Llegaron a lo que parecía ser el salón principal y se sorprendió al ver que ahí estaba él. Bueno, al menos no está muerto. Draco los estaba mirando desde uno de los sillones que había en ese lugar, parecía que los estaba esperando. Lucius lo soltó bruscamente, haciendo que se tropezara con sus propios pies.

 

Recuperó la postura y puso sus ojos en Draco. Justo cuando puso su mirada en él, vio algo en su rostro, esa simple mueca que hizo que se llenará de una ira tan grande: lastima.

 

Había sentido como su sangre comenzó a hervir. Era el peor sentimiento que le podían lanzar a él y más viniendo de el Malfoy menor. Su relación nunca fue la mejor, todo el tiempo se la pasaban peleando, defendiéndose y molestándose mutuamente, era su enemigo declarado. Y no solo iba a ser su sirviente, ahora también le tenía lastima.

 

No supo si Draco se había dado cuenta de la manera en que lo vio, pero rápidamente cambio actitud y puso su máscara de seriedad. Se levantó y se posicionó delante de ellos, a cierta lejana distancia.

 

— Vaya, comadreja. Que placer tenerte en mis aposentos como mi sirviente. —le dijo en un tono engreído.

 

— Sirviente tuyo ni muerto, que eso te entre bien en tu cerebro de pájaro, Malfoy.

 

Draco se carcajeó—. Parece que sigues siendo igual de rabioso, Weasley. Creí que el haber estado encerrado, te había dejado muy en claro cuál era tu posición. Pero ya aprenderás, te sabré domesticar.

 

Apretó los puños y sintió como se hacía daño. Le quiso saltar encima y golpearlo, quiso molerlo a golpes, pero Lucius le había detenido con su bastón, posicionándolo en su estómago. La impotencia lo invadió haciendo que contuviera el aire.

 

Tenía ganas de llorar. Pero recordó que ayer había llorado frente a Lucius y sintió nauseas. Ya no más. Ya no lloraría enfrente de ese individuo ni mucho menos enfrente de Draco, aún su vida estuviera en peligro. No les iba a dar la satisfacción de verlo humillado.

 

— Draco. —lo llamó su padre, logrando que Ron percibiera un tono de disgusto en su voz—. Serás el encargado de decirle que debe y que no debe de hacer. Ya tiene que ir sabiendo cuál es su lugar en esta casa.

 

— ¿Y si no quiere obedecer? —preguntó Draco, viéndolo directamente y dirigiéndole una sonrisa arrogante.

 

— Podrás hacerle lo que quieras.

 

Ron se aterró con esa sentencia y un frío le recorrió toda la espalda. Trató de no mostrar ninguna emoción cuando miró que Draco se le acercaba con más seguridad, fue muy tarde el siquiera pensar en retroceder, pues al igual que su padre, Draco lo tomó tan fuerte del brazo que lo había lastimado y lo arrastró hasta uno de los pasillos de la mansión.

 

Los pasillos parecían ser más largos que el anterior a donde estaba la habitación, paredes blanquecinas y seguían teniendo la misma decoración e iluminación, uno que otro adorno en ellos como espejos o cuadros de paisajes que le daban variedad. Pero permanecían casi igual conforme iban caminando. Y ya habían caminado bastante, continuaban y continuaban caminando, para solo darle la impresión de que no llegaban a ningún lado. Eso lo hizo darse cuenta que había algo raro con la actitud de Draco. Ron se puso a analizarlo un poco y, pensando que desde que no había llegado, no había ido directamente a burlarse de él y ahora no le había dicho nada desde que estuvieron lo suficientemente lejos de su padre. Había permanecido cayado y, contando con una personalidad como la suya, era como para que estuviera aprovechándose y lanzando palabras mordaces a como quisiera.

 

— Demonios, Weasley, estás tan delgado. —se quejó, haciendo que Ron se molestara por su comentario—. ¡No pesas nada!

 

— ¿Y qué querías? ¡Me tenían de prisionero, Malfoy! No estaba en un hotel de vacaciones. —le dijo, apretando sus dientes.

 

Draco ya no le respondió nada, aparentó que no le había prestado atención y, antes de que pudiera mandarlo a la mierda, logró ver como Draco volteó hacía atrás como asegurándose que nadie los siguiera. Consternado, ambos se detuvieron en una parte que daba hacía un balcón.

 

— Weasley. —le susurró tan bajo solo para que él pudiera escuchar—. No sé qué te habrá dicho mi padre hasta ahorita, pero no le creas ni la mitad.

 

— ¿De qué estás hablando, Malfoy? —extrañado, apenas y pudo formular la pregunta—. No me ha dicho nada extraño, si a eso te refieres.

 

— ¿Y te ha hecho algo? —preguntó Draco, para después carraspear, como si la sola pregunta le fuera tan difícil de soltar.

 

Ron miró a Draco con extrañeza, dudando si responderle o no. Lo seguía tomando del brazo y, al ver que no le respondía, sintió como lo apretó con más fuerza de manera insistente para que hablara de una vez.

 

— Nomás me ha golpeado. —confesó al final, después de meditar la respuesta—. Y fue hoy antes de ir contigo.

 

Draco buzó, fastidiado—. No te confíes de él y ten cuidado con y de él.

 

— Sí, está bien. No era como que tuviera planeado confiar en él.

 

O en ti, pensó, pero supo que lo mejor sería omitir esa parte.

 

— Hablo en serio, Weasley. —le advirtió Draco seriamente—. No bajes la guardia.

 

Pestañeó varias veces, tratando de digerir las palabras que Draco le había dicho. ¿Este era el mismo Draco que hace un rato lo estaba molestando a tal grado de que quiso llorar? Con más intensidad pensaba ahora que Draco estaba muy extraño. Pensó rápidamente si se encontraba en una ilusión o si habían cambiado de Draco en algún punto de la guerra. No le cabía en su cabeza que le estaba advirtiendo sobre tener cuidado con su padre y, estaba seguro que el Draco que él conocía, no le diría nada de eso y simplemente lo dejaría sufrir.

 

Ron asintió a lo dicho por Draco y apreció como este suspiró, aflojando un poco su agarre del brazo.

 

— Continuemos con esto entonces, comadreja. Te daré un recorrido.

 

¿Estaba pasando algo?, se preguntó. Supuso que lo mejor era no enterarse por ahora, no quería saber de que manera estaba en peligro, ya aceptó la advertencia y tendría mucho más cuidado con el patriarca de ahora en adelante. Si lo pensaba bien y quería salir de ahí, lo tenía que hacer ileso o, aunque sea, lo mejor que pudiera.

 

Con seguridad, ahora le seguía el paso a Draco Malfoy.

Notas finales:

Mi pequeño Draquito no es tan mala persona:(

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, disculpen de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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