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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron y/o comentaron!

Disfruten el capítulo.

Ron sentía que no estaban llegando a ningún lado.


Aún se encontraban corriendo. Habían avanzado bastante extensión de bosque, adentrándose cada vez más a la tenebrosidad que solo un lugar como ese podía albergar, y por más que avanzaban, no divisaba la cueva a la que Lucius se refirió. Había tanto a su alrededor, mucho menos eso, solamente podía ver sombras de grandes árboles y sentir las ramas secas rasgando sus ropas junto con la piel que podían alcanzar, haciéndolo sentir como diminutas almas siendo engullidas por una pesada negrura.


Comenzó a pensar que estaban perdidos, que Lucius se había desorientado. No era un pensamiento tan descabellado, parecía realmente que Lucius había perdido la noción del camino al estar envueltos en penumbra casi absoluta; al encontrarse en un lugar como ese, de noche, no ayudaba para nada en el sentido de la orientación, mucho menos si no se conocían a la perfección los territorios; era tan fácil perderse y sabía que entre más se adentraran, más había probabilidades de que algo les sucediera o les alcanzará. Y, ante tal pensamiento, fue como percibir todos los sonidos del bosque en un solo golpe: viento, pasto quebrajarse, silbidos, animales.


Jaló a Lucius de la mano que lo sostenía, buscando que parara esa desastrosa carrera en la que se encontraban. Pero no funcionó, Lucius lo ignoró totalmente. Quiso optar por gritarle, mas estaba tan agitado que, de su garganta, únicamente había salido un quejido que fue opacado completamente por el fuerte rugir de los árboles; entonces, en absoluta frustración, comenzó a sacudir su mano para zafarse directamente del agarre.


Cuando logró soltarse, Ron se detuvo apoyando todo su cuerpo en un gran árbol que tenía a solo unos centímetros de él. El corazón le latía desbocado, lo sentía incluso latir en su garganta, también todo su cuerpo le pulsaba al ritmo frenético de sus latidos. Intentaba pasar saliva, pero no lo lograba, era como si no tuviese, estaba totalmente sofocado. Tenía que calmarse y recuperar el aire, así que se concentró en sus respiraciones mientras buscaba a Lucius con la mirada.


Lucius estaba en las mismas condiciones que él, agitado, sin aliento por haber corrido más minutos de los que el mayor tenía calculados o en mente. Pero, aunque su rostro seguía luciendo igual de afligido que cuando comenzaron con toda esa situación, sabía que no lo estaba. Su expresión corporal se lo decía. Estaba totalmente rígido, tenso, como si estuviese conteniendo todo aquello que pudiera estar sintiendo en circunstancias como esas, tratando de aparentar con todas las fuerzas que le quedaban que todo estaba bajo control cuando, comprendía, no era así.


Se sintió mareado.


— Lucius —lo llamó entrecortado, justo en el momento que sintió que la garganta se le abría para poder hacerlo—, no puedo más. Llevamos corriendo más de los quince minutos, estoy seguro de eso. Si nos seguimos adentrando, podemos toparnos con animales enormes o criaturas que no nos darán una agradable bienvenida.


— Lo sé. —susurró Lucius, intranquilo, cerrando los ojos con frustración.


A Ron no le gustaba lo que veía. El contemplar a alguien que siempre proclamó ser una persona perfecta, en un estado tan desaliñado y desesperado, le hizo encogerse. Lucius no se mostraba así, no era así. En ningún momento lo había visto de ese modo en todo lo que estuvo dentro de la mansión, ni en sus peores arranques. No sabía que decir o que hacer para brindarle su apoyo, simplemente no tenía nada adecuado con lo cual pudiera tranquilizarlo.


Pensó en guardar silencio, pero eso no era propio de él. Era algo insensible y él no se comportaba de ese modo. Sobre todo, cuando veía que alguien estaba alterado; porque, por ende, lo alteraba a él también y sabía perfectamente que al estar ambos en un estado de histeria, no iban a llegar a ningún lado.


— Podemos quedarnos aquí. —señaló, tratando de sonar tranquilo—. Creo que esperar a que amanezca será lo más ideal.


— No podemos. —contestó Lucius, firmemente, mientras abría sus ojos y los posaba fijamente en su persona—. Necesitamos aparecernos en otro lugar.


— ¿Tiene que ser desde esa cueva? —preguntó al mismo tiempo que trataba de seguir regularizando su respiración—. ¿No podías hacerlo desde la mansión? ¿O desde aquí?


— Ese lugar es el más seguro. —explicó Lucius justo cuando soltaba todo el aire contenido en sus pulmones, luciendo resignado ahora.


— Pero estamos perdidos. —razonó quedamente después de un silencioso momento, deseando no perturbar más al mayor—. Cuando amanezca podemos llegar a la cueva, en cuanto haya luz del día podrás orientarte de nuevo. 


— Puedo hacernos aparecer ahora.


— No. —Ron negó rápidamente—. Eso sí que no. Estás agotado-


— Ese no es ningún problema. —interrumpió Lucius, recuperando un poco de su postura arrogante.


Ron rodó los ojos. No era el mejor momento para que Lucius decidiera ser la persona presumida que ha sido toda su vida, él sabía lo complicado que era realizar el hechizo de aparición. No por nada se tenía que sacar hasta una licencia por parte de Ministerio, ese no era cualquier hechizo; aparte, Ron había sufrido incidentes que envolvían hacer mal ese hechizo en particular y, de solo recordarlo, aún podía sentir el dolor que le produjo esos percances.


No le sería nada grato volver a sufrir algo como eso y no tener como remediarlo.


— No. —volvió a negar, soltando un bufido—. Podrás ser mayor que yo y tener toda la experiencia que quieras, pero no quiero que nos ocurra una despartición* y la mitad de nuestros cuerpos se queden aquí solamente porque no puedes concentrarte bien en el lugar al momento de hacer el hechizo.


— ¿Me crees tan débil como para que eso suceda? —preguntó, molesto, viendo directamente, como si lo estuviese desafiando a que dijera lo contrario. Discutir no iba a llevarlos a nada, pero Ron no se iba a dejar intimidar por esa mirada, no se permitiría perder esa discusión y que terminarán en un desastre mayor únicamente por la terquedad de Lucius.


— En esas condiciones, sí. 


— ¿Cómo te atreves-?


— La enorme cicatriz que tengo en uno de mis brazos es gracias a eso, llegue hasta perder uñas de la mano —levantó su mano derecha, meneándola enfrente de ambos—, y créeme que no es nada encantadora la sensación.


Lucius guardó silencio. Ron levantó un poco su mentón y decidió no continuar hablando, sintiéndose victorioso al imaginar que había hecho entrar en razón a Lucius rápidamente. Pero la sensación no le duro demasiado, se asustó cuando el viento sopló con tanto empuje que levanto varias hojas esparcidas en el suelo contra ellos, golpeándolos en el cuerpo.


Ron cerró los ojos y se abrazó a sí mismo debido al escalofrío que lo recorrió. Por más que lo intentó, no pudo evitar que la piel se le erizara por los gélidos aires, llegó hasta los débiles temblores debido a eso y pensó en si las madrugadas de otoño siempre habían sido así de heladas o solamente lo eran hasta ese momento, en el menos oportuno. Y todo su cuerpo comenzó a protestarle de pronto, no estaba seguro si fue por el repentino clima o por el agotamiento que sintió una vez que la adrenalina de la salida empezó a menguar.


Recargó su espalda en el árbol y se deslizó con lentitud hasta quedar sentado sobre el amarillento pasto. Quejándose abiertamente al estarse estirando para buscar la posición más comoda posible que sus adoloridos músculos le permitieran disfrutar en esas condiciones, quedándose quieto por fin cuando su cuerpo dejó de reclamar. Abrió los ojos mientras soltaba un suspiro de total alivio.


Miró a su alrededor, hasta donde la luz que desprendía la varita de Lucius le permitía ver. Pero no era capaz de ver demasiado, ellos eran los que estaban parcialmente iluminados, logrando verse uno al otro; sin embargo, el resto solo era ver sombra tras sombra y, aunque trató de darles forma, estás se hacían cada vez menos agraciadas al tomar forma de espantosas cosas que a su mente se le ocurrían. Pensó en los problemas que se meterían si llegase a parar ahí algún animal, sobre todo alguno rastrero, sus menos favoritos por mucho. Y sin querer, imaginó que arañas llegaban hacía ellos para atacarlos, arrancándole un tremendo escalofrío desde la punta baja de su espalda. No queriendo pensar más en eso, posó su vista de nuevo en Lucius.


El mayor había apartado sus ojos de él, ahora miraba un punto hacía la nada y estaba envuelto en una tensa seriedad, tan concentrado, aparentemente pensando en alguna manera de salir de ese desafortunado contratiempo, le pareció enternecedor. Ron sintió un calor pasando por su pecho al imaginar que Lucius estaba tan ensimismado pensando en alguna manera de buscar una solución que los sacara a ambos de ahí y no tardó nada en perderse en eso. En ese momento, lo único que él podía ver era a Lucius, concentrándose en su figura, en el aroma que el mayor desprendía y que el viento le hacía llegar en cada airosa corriente.


No pudo evitar sonreír levemente al estar ahí, tendido, mirándolo.


— ¿Y a dónde iremos? —preguntó, rompiendo el silencio en el que se encontraban sumergidos. Observó como Lucius relajó sus expresiones y regresó su atención a él.


— Con Draco y Astoria.


— Bueno… —vaciló Ron al no estar muy convencido con la respuesta que Lucius le dio, pues ni siquiera era una respecta concentra—, ¿están a salvo?


— Sí.


— Entonces creo que pueden esperar hasta en la mañana. —razonó. Ron se sintió aliviado por esa respuesta más certera—. Amanecerá en unas pocas horas, sirve y descansamos un poco. Aunque quieras seguir, no puedo moverme ya.


Lucius soltó un protestar inentendible. Lo más seguro es que haya sido una maldición que no fue capaz de escuchar, aun así, caminó hasta donde se encontraba y se sentó a su lado desplomándose, perdiendo toda esa elegancia que lo caracterizaba muy bien. Ron quiso reír, pero se contuvo al no sentirlo apropiado. En cambio, prefirió relajarse por la calidez de su cuerpo. Ambos ahora compartían el mismo espacio y Ron, al sentir el calor que emanaba del cuerpo de Lucius, le llegó el sentimiento de confort y se arrastró, con un poco de dificultad, para pegarse más a él.


Se preguntó como Lucius lucía tan sereno a pesar de todo. Él había perdido todas sus fuerzas. Fue una noche demasiado agitada desde antes de comenzar a correr, por lo que sus energías en ese preciso momento eran extintas. Estaba exhausto sin duda alguna, no estaba ni seguro que partes de su cuerpo le dolían más, era hasta cierto punto impresionante el cómo seguía con los ojos abiertos y el que Lucius pareciera estar como si el cuerpo no reclamara por tan ajetreada noche, le resultó admirable.


— Al menos estamos lo suficiente lejos. —dijo Lucius, inspeccionando con la mirada el lugar—. No creo que alguien llegue hasta esta altura del bosque.


— ¿Qué? —cuestionó, viéndolo con preocupación—. ¿Había gente en la mansión?


— No lo sé. —resopló—. Puede que sí, puede que no… no vi a nadie y tampoco nadie nos vio o salió en lo que corrimos hasta aquí.


— Por eso querías que nos fuéramos sin hacer ruido… —dijo Ron para sí—. Pero se supone que tienen todo con hechizos, ¿cómo pudieron haberse metido?


Lucius no respondió, envolviéndolos a ambos a un silencio que solamente era interrumpido por los ruidos que habitaban en el bosque en una temporada como aquella. Se encogió un poco en su lugar, Ron se estaba debatiendo entre preguntar qué era lo que sucedía o no, Lucius le había prometido en decírselo, pero no estaba seguro que estando a la intemperie lograría que accediera a hablar con él. Pero la urgencia que lo invadió, al necesitar información sobre toda esa situación, era demasiada.


Él solo no podía pensar en alguna respuesta ante lo que estaba pasando. Varias razones, por las que pudieran estar en esa situación, pasaron por su cabeza. Unas menos alentadoras que otras. No obstante, había una que podía ser la más coherente, la que más fuerte le sonaba, una que ya había pensado de algún modo u otro, pero no con la debida claridad y, aunque ya había estado preparándose para lo que pudiera ocurrir si pasase, nunca imaginó que pudiese pasar tan repentinamente.


Iban por ellos. 


A Ron lo querían para entregarlo.


A los Malfoy los querían muertos.


Un hecho inevitable el que los fueran a buscar. Fue solamente cuestión de tiempo para que algo así se desatara, por ese motivo el matrimonio había buscado la protección de adicional en alguien más y poder cuidarse entre todos las espaldas. No se habían querido a esperar a que llegaran a ellos, deseaban defenderse, aferrarse a la vida y se habían preparado para ello. Pero pensó en si él había estado dentro de esa ecuación todo el tiempo, si bien Draco le había dado el modo de defenderse, no había servido de nada todo el secreto.


Al haber dejado la varita en la mansión, lo único que estaba ocasionando era que cargaran con él. Por más que Lucius le dijera que podía protegerlos a ambos, sabía que traer a un desprotegido era una desventaja en caso de un enfrentamiento. No iba a poder ayudarlos bajo ninguna circunstancia. No era justo para ellos si continuaba con ellos de ese modo. Podía provocar que, lo que hubiesen planificado para ponerse a salvo, se fuera a la basura solamente porque lo tuvieran que cuidar a él por no tener como atacar.


Pensar en ello lo estaba sobrepasando.


Buscó una solución viable, alguna donde no tuviera que volver a sufrir en las garras de un desconocido. Sin embargo, lo mejor que podía pensar era que lo dejaran ahí para que buscará algún refugio por su cuenta, o pudiera llegar a la mansión y buscar la manera de entrar a ella para recuperar la varita, o simplemente quedarse a que lo alcanzaran y que lo llevasen con quien lo estuviese pidiendo. De cualquier modo, le daría libertad a los Malfoy para que continuaran con lo que tenían que hacer sin necesidad de andar arrastrando con él y abrumándose por tener que socorrerlo.


Era alguien fuerte. Ron lo sabía. Había sobrevivido antes a diversos problemas, había sobrevivido una vez a la tortura, entonces podía hacerlo otra vez más, o hasta donde pudiera aguantar, con tal de poder salvarlos a ellos.


— Si crees tú poder llegar a ellos, entonces hazlo. —habló Ron finalmente. Miró a Lucius con decisión ante sus palabras y trató de que sus ojos transmitieran la disposición que por su cuerpo estaba pasando. No iba a lamentarse ni culpar a nadie. Si tenía que quedarse y enfrentar lo que fuera, lo iba a hacer y la situación no iba a ganarle.


— ¿De qué hablas? —preguntó Lucius, viéndolo sin entender.


— Déjame atrás. —contestó con determinación—. Vete tú con ellos y-


— ¿Pero qué estupidez estás diciendo? —habló Lucius, molesto, apretando más la varita en su mano mientras lo hacía—. Por supuesto que no, vendrás conmigo y eso no está en discusión.


— Lucius, solo estás cargando conmigo-


— Dije que no.


Ron desvió la mirada, indeciso. Se habían malogrado sus intenciones en un abrir y cerrar de ojos, aunque le hubiese gustado seguir y tratar de convencerlo, realmente lo último que deseaba era hacer sentir a Lucius más fuera de sí de lo que ya estaba. Pero, aun intentando pensar si había alguna otra posibilidad, no era capaz de concebir otra opción que fuera factible, o aceptable, en la que pudieran tener todos una salida.


— Esto es un desastre. —susurró Ron al golpear su cabeza contra el árbol en total frustración. Sintió la mano de Lucius deslizarse y posarla sobre uno de sus muslos, acariciándola, como si quisiera transmitir todo en una suave caricia.


— Todo es un desastre. —Lucius asintió—. No es como imagine que sería.


La confesión le hizo cerrar los ojos. Sintió que esa oración llevaba acarreada el dolor, el arrepentimiento, el pesar y, por alguna razón, las sintió propias. En ese momento, fue como si cayeran con fuerza, haciendo que temblara el piso debajo de ellos y Ron se quedó sin que decir para darle consuelo. No encontraba las palabras adecuadas para decirle que malas decisiones los habían llevado hasta donde están ahora, pero que no todo era malo dentro de eso; él ya lo se lo había dicho, dentro de la oscuridad siempre hay algo de luz, y simplemente así tenían que pasar las cosas para poder encontrarse.


Solo pudo atinar a deshacer el abrazo en el que se había sumergido él mismo y llevar una de sus manos hasta donde Lucius había puesto la suya, para tomarla y apretarla con ligereza, esperando que con ese gesto pudiera decirle lo que su garganta se había negado a soltar.


» Están haciendo purgaciones. —continuó después de una corta pausa.


— ¿Purgaciones? —preguntó sin emoción, aunque estuviera pasmado por el hecho de que Lucius había decido hablar sobre la situación afuera—. ¿Qué clase de purgaciones? 


— Debes de imaginar a qué clase de purgaciones me refiero, Ron. —contestó Lucius del mismo modo.


Ron suspiró, cansado—. Sí… supuse todo el tiempo que era peor a cuando tomó el Ministerio.


— Lo hacen como si nunca hubiesen querido hacerlo con esas libertades. —dijo irónicamente—. Están acabando con todo aquel ser mágico que se oponga al nuevo régimen del Lord, sin distinción. Y ahí es donde vamos también todos aquellos que estuvimos en Azkaban.


— ¿Qué? —preguntó Ron, asombrado—. No es cierto...


— Los que estuvimos en Azkaban somos seres inútiles que no pudimos servirle como se merece. —lanzó una carcajada al mismo tiempo que negaba con la cabeza—. Le fallamos y tenemos que pagar por esas fallas.


Ron sintió como un temblor pasó por todo su cuerpo, el escalofrío fue tan grande que estaba seguro que Lucius fue capaz de percibirlo bajo su mano. Realmente no sabía de qué se sorprendía, tuvo mucho tiempo para imaginar todo tipo de escenarios en los cuales estuviera sufriendo lo que fue parte de su mundo y lo que Lucius le acababa de revelar no estaba para nada lejano a lo que llegó a visualizar. Desde que había sucedido lo inesperado, no intentó ignorar lo que pudiese estar existiendo.


El terror había sido el lado victorioso.


No esperaba menos de un ser tan miserable como ese.


Lo único que si le sobrecogía era como estaba aniquilando a las personas que lo siguieron para que lograra estar donde estaba en esos momentos. Solamente alguien como él podía ser tan desagradecido. No iba a negar que estaba teniendo diversas emociones, contrariándose, merecedores o no merecedores, y le estaba siendo difícil controlarla cada una de ellas y el silencio solo las aumentaba.


— ¿A ese grado se ha llegado? —preguntó, amargamente—. ¿Draco participa en esas purgaciones?


— Draco no es y nunca será un asesino. —contestó con certeza.


— Lo sé. —Ron asintió ante la confirmación—. Solo quería escucharlo de ti. Lo que no comprendo es ¿cómo es posible-?


— Sabía que, si te confesaba lo que sucedía, ibas a querer salir a pelear. —expresó Lucius, interrumpiéndolo. Ron lo miró confundido por el repentino cambio de tema y el mayor le sonrió ladino—. No me veas de ese modo cuando sabes que es cierto.


— No sé qué quieres decir.


— Tu espíritu no te iba a permitir estar encerrado sin hacer nada. No ibas a estar tranquilo sabiendo que gente estaba muriendo y estabas dejando que sucediera.


La manera tan segura que esos ojos grises lo miraban y la confianza con la que Lucius habló le hizo difícil el querer hacerlo cambiar de parecer. Si negaba algo de lo que él mismo estaba seguro que haría, era estar queriendo envolverlos en una mentira, ya que no había manera de que negara algo que era verdad o, al menos, una verdad a medias. La diferencia radicaba en que él ahora estaba dispuesto a luchar por más que solo ayudar a quienes los apoyaron en su momento, porque tenía más por lo que continuar su lucha.


Había encontrado su motivo, su reanudación a una esperanza después de toda la tormenta. Era algo que no iba a dejar ir tan fácil.


» Menos sabiendo que tus hermanos están desaparecidos. —siguió y afianzó más el agarre de su muslo—. Ibas a salir corriendo a buscarlos-


— No voy a negar que no haría justo eso —cortó lo que Lucius iba a decir. No deseaba hablar sobre ese tema en específico bajo esa situación, era una fibra sensible todavía y el no poder verlos le causaba conflicto; no necesitaba agregarle aún más a esa conversación por lo que sentirse angustiado—, pero no lo haría de ese modo porque-


— Lo sé. —dijo Lucius, buscando la manera de que sus manos quedaran fuertemente entrelazadas—. No te fuiste, después de todo. Me he dedicado a pensar en que no merecemos lo que tratas de hacer por nosotros, no cuando hicimos lo que hicimos.


Ron sintió una presión en el pecho, no supo asemejarla a otro sentimiento más allá de la compasión. Sus ojos comenzaron a picarle, debido a las lágrimas que deseaban formarse con garra. Cuando Lucius se abría de ese modo ante él, lograba removerle todas sus emociones, tanto así que le hubiese gustado lanzarse a sus brazos y quedarse de ese modo toda la noche, asegurándose que estaban bien así. Pero sabía que estaban en medio de una situación bastante complicada y tuvo que controlarse, tanto sus ganas de llorar como las de impulsarse a Lucius.


No era el lugar ni el momento indicados. Lo sabía más que nadie. Por eso, ya que amaneciera, y estuvieran bajo un techo, podrían compartir lo que su corazón anhelaba.


— Dicen por ahí que todos se merecen una segunda oportunidad. —le dijo Ron, convencido.


Lucius acalló por unos segundos—. ¿Incluso personas como nosotros?


— No por ser ustedes quiere decir que vaya a dejarlos, Lucius. Ya no. —confesó mientras recargaba su cabeza en el hombro de Lucius. Dio un apretón a la mano que sostenía la suya, transmitiéndole la seguridad de sus palabras—. Estoy aquí y no me iré a ningún lado.


— ¿Eso es lo que realmente quieres?


— ¿Me quieres aquí, contigo? —preguntó con atrevimiento. Le sorprendió que, aunque sintiera que se habían dicho lo que necesitaban, aún pudiera sentir cierto temor a una negativa de su parte.


— Sí. —susurró Lucius esa afirmación, pero tal susurro se escuchó tan fuerte en sus oídos que no pudo evitar sentirse dichoso y una débil sonrisa bailó en su rostro.


— Entonces aquí me quedaré.


Ron cerró los ojos. Se sintió tan relajado de pronto, fueron tantas emociones en un solo rato que pensó no iba a ser capaz de calmarse. Pero lo hizo, a tal grado que no tardó en quedarse dormido, sintiendo entre sueños como Lucius daba suaves caricias sobre su rostro junto con la manera en la que el viento los cobijaba a ambos.

Notas finales:

* Cuando no se concentran bien en el lugar en el que los magos/brujas quieren aparecer, parte del cuerpo puede quedarse atrás. A Ron le pasó con su ceja, parte de su brazo y un par de uñas.

La situación con Voldy no es la mejor, los tiene huyendo a todos. Ron de pollito y Lucius sintiendo que no va a poder retenerlo, cuando ya lo tiene más que ganado o ¿ustedes que creen?:)

¡Espero les haya gustado el capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a subir el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, una disculpa de antemano.

¡Nos leemos! ♥


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