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Before you go por Little Bully

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas las personitas que leyeron!

Disfruten el capítulo.

Para Ron, la situación en la mansión se había tornado extraña.


Desde que estuvo con Draco, aquel día, no fue tratado como él esperó. Todo estaba relativamente tranquilo, las cosas con ellos no habían mejorado, pero tampoco iban para peor. A veces, le agradaba esa calma, le hacía sentir menos cruel la situación en la que estaba. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, pensaba que eso era una vil trampa por ambos hombres. Ron estaba consciente de la rivalidad de sus familias todo el tiempo y estuvo seguro que, de ahí, se iban a agarrar para empezar con lo que le tuvieran listo para él y eso hacía que su mente imaginará mil escenarios que le podían tener preparado los Malfoy para torturarlo.


Él, en su cabeza, se había mentalizado y se había preparado para que su vida se terminará de transformar en el infierno sobre la Tierra. Pero ese infierno -que ya tenía bien clavado en su mente- no llegó ni llegaba.


Ron no quería que lo maltrataran o lo torturaran lanzándole hechizos y maldiciones a diestra y siniestra, o hasta que perdiera la conciencia; incluso peor aún, que lo hicieran algún tipo de esclavo en cualquier ámbito, llegando hasta lo sexual. Él no pedía nada de eso y lo único que podía hacer era pensar en los y sí. Podía asegurar que lo querían volver loco antes de empezar con lo físico. Lucius por dos días le estuvo jodiendo la existencia, ¡un golpe de su parte también!, y Draco hasta le había advertido que no bajara la guardia. Era obvio que iba a estar con los músculos todos tensos del miedo y nervios.


Ahora sí sentía que su sanidad mental estaba en juego.


Empezando por todo lo que Draco le había dicho que debía o no debía hacer, tanto dentro como fuera de la mansión.


Lo que tenía permitido hacer ya se lo imaginaba, aunque tal vez no a un grado tan extremista. Draco le había dicho que iba a aprender a vivir como un muggle, que si tanto era el agrado que les tenía, iba a hacer todo como ellos. Y, en realidad, lo que no tenía permitido hacer le había dolido más que saberse iba a ser sirviente de su archienemigo de escuela y de su padre.


No tenía permitido contactar con nadie. Draco le repitió, hasta que Ron tuvo ganas de grabárselo en la piel, que todas las ventanas y puertas al exterior reconocían la magia que no les pertenecía a los Malfoy y lo repelían antes de pensar en acercarse y que la red floo para él estaba totalmente bloqueada. Aún no entendía como podían estar las salidas de la mansión bajo un hechizo de esa magnitud, él no tenía conocimiento alguno de algo parecido, y no es como si hubiera tenido tiempo de preguntar porque justo después añadió que tampoco podía hablar con nadie que no fueran Lucius, Draco o los elfos domésticos, cuando hubiera gente dentro de la mansión.


A esa orden se le sumó que no podía seguir órdenes de nadie más que no fueran de aquellos dos Malfoy. Era exclusivo de ellos, por lo tanto, nadie más lo podía mandar.


No tenía derecho a una varita, por lo cual no podía usar magia. Ante esa orden Ron estuvo a nada de gritarle que no necesitaba una varita para usar su magia, pero prefirió guardarlo como su mayor secreto; nunca les diría que, gracias a sus entrenamientos con Harry, tenía la fuerza suficiente para realizar hechizos pequeños sin la necesidad de una varita.


No podía salir a los patios ni jardines si no estaba acompañado por alguno de ellos dos. Tenía que salir casi pegado a uno de sus brazos para que los hechizos de la puerta no le hicieran daño y servía que lo vigilaban para que no se escapara.


Tampoco ninguna de esas órdenes le habían causado ninguna sorpresa, era incluso predecible. Pero lo que le había causado ansiedad de esa conversación fue cuando le dijo la última clausura de ese imaginario contrato: No tenía permitido andar libre por la mansión. Una vez que sus labores terminaran, tenía que estar con Draco o con Lucius hasta que se pudiera ir a su habitación.


No creyó en esa última, había pensado que, con la victoria del Señor Tenebroso, la familia completa iba a estar a su total servicio y fuera de la mansión, así que inclusive sentía que rayaba en lo ridículo, pero le habían cumplido cada una de ellas. Y ya no sabía qué hacer.


Se las había ingeniado para marcar en la madera, por la parte de atrás del mueble y que tenía al lado de la cama, los días que llevaba en la mansión, y si sus cálculos no le fallaban, ya llevaba metido ahí tres semanas. Y eran tres semanas en las cuales los tenía pegados todo el tiempo, estaba demasiado tenso, no se podía quitar de encima a esos dos guaruras, los tenía respirando detrás de su nuca a todo momento. Su exclusivo momento de paz era cuando estaba limpiando, cocinando -y solo porque estaba acompañado por los elfos- o en la habitación que le habían asignado.


Con Draco las cosas no habían sido tan complicadas, ya era alguien con quien estaba familiarizado y la convivencia no era tan pesada. No se hablaban demasiado: Draco con sus asuntos y Ron con lo que pudiera mantener la mente ocupada. No obstante, con Draco no era el problema, el problema radicaba en Lucius. Entendía que eran amo y sirviente y que no debía de tener una estancia agradable, más el patriarca de la familia le hacía imposible la convivencia.


Lucius era un hombre demasiado serio, demasiado exigente, demasiado correcto, simplemente demasiado. Daba miedo con esa aura que desprendía y él le temía. No demostraba dicho temor, o intentaba no hacerlo, no deseaba que el mayor se diera cuenta de ello y que pudiera usar eso en su contra. Aunque, cada vez, sentía que fallaba más y más en esos vahos intentos porque, para su desgracia, la mayor parte del tiempo estaba con él. Hasta lo que había logrado alcanzar a escuchar, Draco se mantenía ocupado aprendiendo de los negocios familiares y saliendo de la mansión, lo cual lo dejaban a solas con Lucius -casi siempre en su oficina o en la biblioteca- y apenas podía respirar o moverse. Trataba con todas sus fuerzas que ni eso pudiera molestar al hombre y le lanzará maldiciones, sin cesar, solo por eso.


Incluso, ya estaba empezando a experimentar la paranoia. Era tanto su temor y tensión que, cuando estaba solo, miraba todo el tiempo a su alrededor, mas no veía nada y juraba que podía sentir como si unos ojos lo estuvieran viendo. No quería pensarlo, porque para él sería ir a confirmarlo, pero pareciera que lo estaban siguiendo a donde quiera que fuera y no tenía ningún deseo de saber cuál de los dos Malfoy era. Y, para su colmo, ya había empezado a sentir esa sensación en la habitación, por lo que no lo dejaba dormir bien.


Solo había algo que hacía que no perdiera la cordura por completo y era pensar en su familia y en sus amigos. Él sabía que, donde quiera que se encontraran, lo iban a recibir con la mayor de las alegrías e iban a terminar con todo esto juntos, todo lo que él quería era algo de compañía sincera, una muestra de afecto y ya no se lo negaba ni a él mismo, no era tan fuerte como pensó. Ya necesitaba de ese confort y calidez que se le fueron arrebatados.


Estaba encerrado, lo sabía. Estaba solo y lo sentía en cada poro de su ser.


Toda esa condición le llenaba de una gran pena y se sentía tan abatido. Trataba de estar lo más neutral posible delante de sus amos, no quería volver a ver lastima reflejada en el rostro de Draco ni burla en el de Lucius.


Sin embargo, su estadía era tranquila quitando todo eso. Al poco tiempo de su encierro, se dio cuenta que la mansión no era tan tétrica como todo mundo la pintaba, era fría y desde que llego había un aire de pesadez y penumbra por todas partes, pero no era ese espanto que se decía ser. Muchos de los pasillos tenían el mismo elegante diseño, paredes blanquecinas, tirándole a grisáceas, cuadros de pinturas, fotografías y espejos era lo que adornaba esas inmensas paredes; uno que otro mueble los acompañaba para terminar con la decoración y bastantes faroles desprendían una tenue luz que era suficiente para iluminar aquellos inmensos pasillos. Le faltaba enumerar tantas cosas que había notado de aquella inmensa casa, pero se perdía en uno que otro rincón favorito de ese lugar.


Nunca pensó en que le gustaría esa mansión, mucho menos que le gustara contemplar los cuadros y las pinturas en las paredes. La mayoría se trataban de paisajes y, si se concentraba lo suficiente, se imaginaba que caminaba libremente por alguno de esos lugares.


También había aprendido a hacer muchas cosas en el proceso. Supo como hacer cosas de la forma muggle y los elfos eran de mucha ayuda, aprendiendo también de ellos en esas semanas. Boorey, Vadkey y Seemey, dos elfos y una elfina, le tenían demasiada paciencia para enseñarles las cosas sin tener que usar magia. Aún tenía la duda de si debía confesarles a ellos que podía usar su magia sin varita, si bien le temían a los Malfoy, les eran leales y corría el riesgo de que fueran y le dijeran, así que, todavía se debatía en si decirles o no. No obstante, eso no quitaba que no estuviera tan agradecido con ellos por su ayuda y por su compañía.


Su posición le dolía tanto en su orgullo, pero no era como que pudiera quejarse. No al menos hasta que tuviera un plan para salir de ahí.


Y ahí era también donde se encontraba uno de sus más grandes problemas: aún no había planeado nada para salir.


Tanto miedo, tristeza, nerviosismo, cansancio y tener a esos dos detrás de él todo el tiempo no le daba para pensar en algo para poder quitárselos de encima para que pudiera explorar la mansión a su antojo. Ese era su único plan principal: explorar. Quiso explorar el lugar para buscar una posible salida, tal vez hasta hacer un hueco por alguna de las paredes, pero no podía. Era una de las cosas que lo tenían frustrado, pensando en las posibilidades que tenía, sabía de sobra que no había más que una a este paso y no quería pensar en esa posibilidad, porque hasta mal se sentía consigo mismo y sentía que traicionaba a todos allá afuera. Pero, cada que lo pensaba, llegaba a la misma conclusión una y otra vez.


Debía de simpatizar con el enemigo.


Simpatizar con Draco lo tenía sin cuidado, podía buscar una manera de convivir con él, sin llegar a gritarse o terminando matándose; con lo poco que llevaba ahí, se dio cuenta que no era la persona tan desagradable y engreída que aparentaba, había pequeñas acciones para con él que le demostraban lo contrario. Aunque con sus comentarios era otra cosa, dentro de él sabía que Draco no había tenido otra enseñanza y que así era su manera de comunicarse.


Definitivamente simpatizar con el soberbio de Draco no era lo que lo tenía dudando. Lo que no quería era simpatizar con Lucius Malfoy.


De solo pensarlo se le revolvía el estómago.


Escuchó unos pasos detrás de él, aproximándose y no se molestó en voltear para ver a quien le pertenecían. Con el solo pisar sabía de quien se trataba. Fue una de las habilidades que adquirió con el tiempo que estuvo encerrado en el calabozo, podía distinguir por la forma de las pisadas quien era la persona que iba hacía él, evitándose sustos y sorpresas.


A pesar de que la mayor parte del tiempo se la pasaba con Lucius, cada que Draco llegaba a la mansión o estaba fuera de su radar, lo iba a buscar. Al principio creyó que solo lo buscaba para burlarse de él y recordarle que era su sirviente, pero no fue así. Draco solo se mantenía al margen, guardando silencio e inspeccionándolo por unos segundos antes de ocuparse y quedarse con él un tiempo. Le costaba creer eso de él, pero Ron tampoco le decía nada, como si entendiese que lo único que Draco quería era asegurar que aún estuviera en una sola pieza; de ese modo, también se evitaba problemas con él.


— ¿Y mi padre? —preguntó Draco, dejando de caminar. Ron decidió voltear a verlo—. No creo que le guste mucho la idea de que estés aquí solo en el comedor. Si te encuentra, te puede hacer algo.


— Fue él el que me abandonó aquí. Estaba leyendo unos papeles, se levantó y se fue. —le explicó, frunciendo su ceño—. Preferí quedarme aquí a esperarlo, pero ya me estaba quedando dormido.


Draco rodó los ojos—. ¿Y no pensaste en seguirlo, Weasley? En serio, eres estúpido, ¿hace cuánto que se fue?


— Como una hora o más, no lo sé, perdí la cuenta.


Ron lo observó mientras caminaba y se sentaba en una de sillas de ese largo comedor, quedando frente a él.


— ¿Has estado todo este tiempo ahí parado? —asintió ante su pregunta y Draco soltó un suspiro molesto—. Me voy a quedar aquí contigo hasta que regrese. No te vayas a meter en problemas por tu incompetencia.


— Perdón. —se disculpó sinceramente y se sentó en la silla que daba directamente con Draco, sin que este lo invitara a sentarse. De sobra sabía que, con él, no había problema si hacía eso.


— Deberías. Además, sabes que nada más lo hago porque eres un inútil.


— Lo que digas, Malfoy.


Ron ya no se molestaba por esa clase de comentarios, o ya no como lo haría en sus tiempos de escuela. Le picaban un poco, pero sin querer se estaba adaptando a la manera de ser de Draco. De alguna forma se sentía agradable, era como si las cosas no estuvieran mal y siguieran con esa rivalidad que los caracterizaba.  


— Draco, ¿te puedo preguntar algo?


— ¿Qué? —le contestó con fastidio, alzando una de sus cejas.


— ¿Por qué no me han hecho nada todavía? —Ron cuestionó sin querer. Era una duda que lo venía hostigando desde hace tiempo. Si bien estaba agradecido de que no le hicieran absolutamente nada de lo que imaginó, no dejaba de ser molesto el tener que estarse cuestionando cuál era la razón de aquel comportamiento por parte de sus, supuestos, enemigos. 


— ¿A qué mierda te refieres? —siseó Draco enseguida. Por la manera en la que lo miraba, parecía sorprendido por su pregunta.


Ron carraspeó y se removió un poco en la silla—. No me tratan bien, pero tampoco me tratan mal. Solo quería saber el porqué.


No le había contestado de inmediato, lo miró fijamente haciendo una larga pausa.


— ¿Quieres que te tratemos tan mal hasta matarte, Weasley? ¿Eso es lo que quieres? —le preguntó a modo de respuesta, apretando sus dientes. Se le notaba molesto y Ron se sintió incomodo de repente, sin embargo, decidió ignorar dicha disgusto, ya que era algo que lo estaba carcomiendo y necesitaba saber.


— No me malinterpretes, no puedo quejarme de ustedes y de lo que me ofrecen, pero es algo extraño, empezando porqué me eligieron a mí y solo me gustaría saber la razón. —Ron le fue franco, no tenía motivos para esconder su duda. Lo que si temía era haber causado que, por estar de curioso, ahora lo empezará a tratar mal.


Contempló como Draco parpadeó un par de veces y su rostro se ponía más serio que de costumbre con cada segundo que pasaba. Ron se mordió la lengua para no decir que olvidara contestarle. No se iba a echar para atrás.


— San Potter, la sangre sucia y tú nos salvaron de aquel incendio en la Sala de Menesteres. Vida por vida, Weasley. No podía deberles ese favor, menos a ti, comadreja. —respondió con un deje de ironía en su voz, pero la sonrisa que tenía en los labios no daba crédito a las burlas. Ante esa confesión, Ron no se movió y contuvo su respiración sorprendido—. ¿Contento? Sabía que te iba a dar otro motivo más para llorar en las noches.


— ¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó Ron mientras se tallaba uno de sus ojos. La repentina sacudida de emociones que le dio la respuesta de Draco, había causado que estos se le pusieran borrosos.


Draco se cruzó de brazos—. ¡Es obvio! Lo tienes en todo el rostro y, a este paso, vas a caer por deshidratación en cualquier momento.


Ron le sonrió abiertamente y Draco le regresó la sonrisa, a su manera claro.


¿Le habrá mentido con su respuesta? ¿Por qué rescatarlo a él después de todo? Ese podía ser un motivo banal, pero al parecer Draco tenía algo de honor que cubrir, y ya que importaba si era mentira o no, le había hecho sentir bien. Parecía que había conseguido la empatía de el menor y eso lo hizo sentir extrañamente bien, cálido, un cálido en su corazón que no sentía desde que lo habían capturado y sintió un ligero cosquilleó en el estómago, atribuido a su ligera y repentina emoción.

Notas finales:

Ron va a terminar volviéndose loco con tanta cosa.

¡Espero les haya gustado este capítulo!

¡Díganme que les pareció! Estaría muy agradecida y me motivaría a seguir subiendo el resto de la historia. Si hay alguna falta de ortografía, disculpende antemano

¡Nos leemo! ♥ 


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