Debido a un capricho repentino de Furihata, acto el cual es casi inesperado que suceda con frecuencia, o mejor dicho, prácticamente sólo ha sucedido un par de veces en lo que llevan, no de pareja, sino desde que se conocen. Los dos caprichos más grandes que ha tenido el castaño han sido querer conservar a Akai, el gato y ahora, de repente, pidió instalar una cámara especial para mascotas. Esta cámara se coloca más o menos a nivel de piso, cuando detecta el movimiento del animal, envía un mensaje al celular del dueño y se puede comenzar una vídeollamada entre mascota y dueño.
— ¿¡En serio!? ¿¡Podemos tener una!? — Exclama con gran emoción Furihata, quien hasta estaba decidido a poner de sus ahorros para costear la cámara. — Este final de semestre me ha tenido más en la universidad que en casa. Extraño mucho a Kou-chan y Akai-chan.
— Pienso que los mimas mucho, Kouki. — Replica el pelirrojo, mientras que su vista está fija en los modelos más actualizados sobre las cámaras comentadas. — Esta debería estar bien.
— No, es demasiado costosa.
— Puedo pagarla solo.
— Ambos somos los dueños de Kou-chan y Akai-chan.
Para estos casos es mejor evitar discutir contra Furihata, así que Akashi se dio por vencido, decidiéndose por una cámara económica, pero altamente funcional. Si iba a comprar algo barato, al menos debería ser de buena calidad.
En unos días llegó el pedido, el técnico hizo su trabajo, instalando correctamente la cámara en el punto adecuado para que los animales pudiesen llegar a ella sin dificultad.
Al día siguiente, Furihata disfruta su hora libre entre clases, no es un receso tan largo como para volver a casa, pero sí es tiempo suficiente para descansar en alguna parte del campus aprovechar ese tiempo estudiando, cualquiera era opcional. Por ahora, el castaño está disfrutando la brisa, sentado en una banca.
Un sonido interrumpe su calma, era el mensaje advirtiendo movimiento en cámara. Furihata sin dudarlo presionó el botón para iniciar una vídeollamada. Allí, pegados a la cámara, están Kou y Akai olfateando la pantalla instalada con anterioridad.
— ¡Oh! Kou-chan, Akai-chan. ¿Pueden oírme?
Akai se quedó mirando la cámara, parecía confundido, podía ver a su dueño, podía escuchar a su dueño, pero se había vuelto considerablemente más pequeño. En cambio, Kou parecía asustado, pensando que su dueño estaba atrapado, se dispuso a escarbar la cámara, desafortunadamente no consiguió nada. El panel era resistente para situaciones así.
— Tranquilos, tranquilos. Estoy bien. — Le fue imposible evitar carcajearse ante las actitudes tomadas por ambos animales sobre la situación.
— Ya veo. — Una voz repentina se escucha cerca del castaño. — Furihata-kun instaló esa cámara.
Al voltearse, Furihata vio a Kuroko detrás de él, asistían a la misma universidad, aunque no tenían clases juntos, porque Kuroko estudiaba para ser maestro de jardín infantil.
— Kuroko… Hace tiempo no hacías eso.
— Lo siento. Estuve un rato mirando a tus mascotas mientras estaba detrás de ti.
— ¿Qué tal Nigou? ¿Se encuentra bien?
— Por supuesto, si tuviera casa propia, también me gustaría poder instalar ese tipo de cámara.
— Yo estoy feliz. Realmente quería conseguirla. A veces pienso que Akai-chan y Kou-chan deben sentirse solos en esa enorme casa cuando Sei y yo estamos fuera.
— ¿Crees que Akashi-kun se sentirá solo ahora mismo?
Esa pregunta deja pensante a Furihata. Akashi no debería sentirse solo, ahora quizás estaba en su práctica de básquet, sin embargo, una parte de Furihata le obligaba a hacer una vídeollamada con Akashi. No lo pensó más, se despidió de sus mascotas y le marcó al pelirrojo, esperando que estuviese con un receso.
— ¿Kouki? — Akashi contesta rápido, al parecer sí estaba tomando un descanso. — ¿Qué pasó? ¿Sucedió algo?
— No… Es que… Ku-Kur- — Apartó la mirada para buscar a Kuroko, pero él ya se había desaparecido en total silencio, igual debía irse, tenía clases. — Yo-Yo... — Se pone bastante nervioso, siendo que es sólo una llamada en vídeo. — ¡Te-Te… VERÉ EN CASA!
Grita y luego corta, en realidad quería decirle “Te amo”, lamentablemente, como ya es costumbre, la vergüenza le derrotó.
Los compañeros de Akashi escucharon ese grito desde el celular, sonó fuerte, llegó a crear un eco dentro del gimnasio donde entrenan.
— Lamento eso. Mi pareja suele tener dificultades comunicativas en casos así.
— Aun así se te ve muy feliz, Akashi. — Le dijo un Senpai al notar esa sonrisa nada disimulada.
Ambos siguieron su día con toda normalidad, al llegar a casa, Furihata sólo podía hablar maravillas sobre la cámara y las reacciones graciosas de Kou y Akai. Akashi simplemente escuchaba poniendo especial atención. Si hay algo que ama, es escuchar a Furihata feliz. Haber comprado esa cámara había valido la pena.