Ha pasado casi medio año desde que Akashi y Furihata se casaron, sus vidas han sido de lo más normal, sin muchos incovenientes mayores, además de la llamada que tuvo Akashi con su padre. Quitando eso último, todo ha sido como un sueño. Sus cotidianas vidas están perfectas tal y como están.
Una mañana, por motivos de fuerza mayor, Akashi tuvo que ir a casa de su padre, afortunadamente sólo estuvo un día fuera y volvió al día siguiente con una sorpresa para Furihata, era una caja llena de álbumes con fotos familiares.
— ¡Oh! — Los ojos del castaño parecían brillaban emocionados.
— Muchas veces tus padres y hermano me mostraron sus álbumes familiares, aproveché la oportunidad para traer esto y verlo juntos.
Fueron a sentarse al sofá, donde Akai y Kou tuvieron que reacomodarse para dar espacio a sus dueños.
Akashi abre el álbum para ver las primeras fotos: Había fotos cuando apenas llevaba unos días de nacidos, fotos cuando aprendió a tocar el violín, algunas otras probando varios platillos distintos por primera vez. En todas las fotos se veía tan pequeño y adorable para Furihata, quien no era capaz de apartar la vista del álbum. Cada foto parecía la entrada a todo un enorme recuerdo que Akashi contaba a detalle, sin embargo, la felicidad pareció irse apagando poco a poco, cuando las fotos de su madre comenzaron a hacerse presentes: Cuando estaba embarazada, cuando le enseñó a jugar básquet. También una foto teniendo una tarde tomando té, juntos. Ahora los recuerdos eran memorias llenas de melancolía. Inmediatamente Furihata se dio cuenta y decidió parar.
— Lo siento… — Se sintió culpable al querer seguir viendo las fotografías.
— No hiciste nada malo por lo que debas disculparte, Kouki. — Su tono sonaba anormalmente serio, pero tampoco había una sensación o sentimiento relacionado al enojo. — Había olvidado que este álbum traía fotos de mi madre.
— Pi-Pienso que te pareces mucho a ella… — Es el primer comentario que vino a su cabeza. — Tie-Tienen una sonrisa similar. Se veían felices en las fotos. — Furihata cerró el álbum, lo apartó a un costado y tomó las manos de Akashi. — Nunca olvides esos recuerdos felices, Sei.
“Atesora los recuerdos felices, Seijuuro.”
De la nada, sin motivo aparente, una lágrima cayó por la mejilla del pelirrojo, justo en ese instante, Furihata sólo podía entrar en pánico. Las lágrimas no paraban de brotar, Akashi estaba tan sorprendido como el castaño, quizás incluso más. Aquellas lágrimas no eran ocasionadas por la tristeza, fue un sentimiento nostálgico que las hizo salir. El detonante fue la frase de Furihata, la cual tenía parecido con una frase de antaño dicha por su madre. Había olvidado algo valioso y gracias a Furihata, lo recuperó.
— ¿Se-Sei? ¿Estás bi- — Furihata siente los brazos del pelirrojo rodeándole.
— Gracias. — Quería quedarse así un rato, tenerlo cerca, sentirlo. Momentos como este, quería recordarlos para luego atesorarlos. Tal y como su madre le dijo que hiciera. — Los recuerdos que día a día creo junto a Kouki, quiero atesorarlos por el resto de mi vida. Tú eres mi felicidad.
Diciendo todas esas palabras bonitas, Furihata se abruma, sólo opta por corresponder al abrazo; trata de evitar que sus propias lágrimas y llanto hagan acto de presencia, se siente demasiado bien cuando escucha a su pareja hablando sobre su pasado. Esos momentos de confianza son especiales para él.
— ¿Te sientes mejor?
— Sí.
Se separaron para volver a acomodarse en el sofá, esta vez, las mascotas se sintieron desplazadas y fueron al regazo de sus dueños. Kou se colocó sobre las piernas de Akashi, mientras que Akai hizo lo mismo encima de Furihata.
— Kouki…
— Lo sé, sé lo que vas a decir. — Así es, porque la visita de Akashi hacia el hogar de su padre tenía otras intenciones. — Trajiste el álbum sabiendo que habría fotos de tu mamá. Querías encontrar la fuerza para mañana enfrentarnos a tu padre, ¿No es así? — Furihata puede ser perspicaz cuando se lo propone.
— Es cierto. Mañana es el día. Mi padre nos ha citado a ambos. El día de ayer sólo fue una disputa entre nosotros, sin embargo, mañana quiere hablar expresamente contigo. ¿Tienes miedo?
— Mentiría al negarlo… — Su risilla nerviosa lo delata al instante. — Aunque ni creas que voy a huir. Quiero dejarle en claro sobre nuestra relación. Le diré a la cara cuánto amo a Akashi Seijuuro y nada del mundo me hará pensar lo contrario.
Los miedos e inseguridades de ambos se van desvaneciendo con cada pequeño recuerdo donde tuvieron que vencer un obstáculo. Ellos saben lo difícil que ha sido el camino a la felicidad y no permitirán que alguien, ni si quiera el padre de Akashi, se las arrebate.
Mañana es el día de la visita.