Chocolate
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Monoma abrió la puerta y se topó con esos ojos color púrpura. Shinsou estaba ojeroso como de costumbre y se llevó una mano al cuello en señal de incomodidad, eso era nuevo.
Entonces el rubio alzó el mentón con altanería al ver que mostraba lo que llevaba en la mano.
—¿Ofrenda de paz?
—Dime que no es chocolate.
—Dicen que el azúcar te hace sentir mejor, que el chocolate estimula la producción de endorfinas —explicó Shinsou, asumiendo que eso justificaba la elección de su regalo de disculpas.
El rubio se movió con un bufido, dejando entrar al chico a su cuarto. Cerró la puerta y apoyó las manos en sus caderas.
—Sí, las sensaciones de placer aplacan el enojo. Pero yo no hubiese elegido una maldita barra de chocolate para hacerme sentir mejor —dijo Monoma cruzándose de brazos esta vez y frunciendo el ceño.
Estaba molesto porque Shinsou había olvidado que quedaron para ver una película la noche anterior, aludiendo a que había tenido un entrenamiento demasiado exhaustivo con Aizawa y cuando llegó a su dormitorio se quedó prácticamente inconsciente sobre la cama. De todos modos le había avisado que no iría porque se había quedado dormido, aunque una hora más tarde de lo acordado para ver la película.
Monoma lo entendía, porque admiraba que se esforzara por usar su quirk para ser un héroe y no tomara en cuenta los prejuicios de su poder, además, si avanzaba y llegaba a unirse a la Clase 1-B, podrían hacerle frente a esos jodidos presumidos de la Clase 1-A que sólo se robaban el crédito. Pero también disfrutaba de hacerlo sufrir un poquito.
—¿Entonces que hubieses elegido? —preguntó Shinsou de vuelta, cruzándose de brazos también y mirándolo retador.
—Te la hubiese chupado hasta que olvidaras el enojo y solo pudieras pensar en correrte en mi boca. Eso sin duda es mejor que un chocolate —soltó sin más, lamiéndose los labios y sonriendo triunfal al ver el sonrojo violento que se expandía por las mejillas de Shinsou.
—¡Monoma! —soltó llevándose una mano al rostro.
El rubio siempre lo tomaba desprevenido. Llevaban saliendo unos meses ya, pero le costaba acostumbrarse a lo directo que podía llegar a ser. Aunque cuando se dejaba llevar por esa pasión, no podía quejarse por lo caliente y desenvuelto que era Monoma.
—¿Es un desafío?
—Podría ser —respondió el rubio arrodillándose frente a Shinsou—. Pero no soy yo el que tiene que pedir disculpas, ¿o sí?
—En serio, lo lamento —se disculpó Shinsou inclinándose hacia el rubio y perdiéndose en esos ojos color bígaro.
Monoma era mordaz y sarcástico, su personalidad era muy difícil de entender y tratar, pero cuando tenías su afecto o interés, él era muy perceptivo y atento de vuelta. No había sido difícil para Shinsou dejarse arrastrar por sus sentimientos.
Lo besó entonces, profundo, haciendo que sus bocas chocaran cuando se separaba, volviendo a chupar, morder un poquito y meter la lengua, ganándose un gemido complacido por parte de Neito.
—Mi boca también puede ser mejor que el chocolate.
—Quiero ambos —soltó Monoma con una sonrisa, tomando la barra de chocolate de la cama y sentándose a un lado de Shinsou—. Pero el chocolate primero, ya estás medio perdonado.
—¿Cuál veremos hoy?
—#VIVO —respondió el rubio—. Ya sabes que me va la sangre.
Ambos se acomodaron y Monoma encendió la televisión dándole la barra de chocolate a medio abrir a Shinsou mientras buscaba la película en el menú de la pantalla.
Definitivamente lo que tenían era mejor que cualquier otra cosa que pudieran hacer o probar.