Secreto
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Sus ojos de color calipso lo atraparon desde el primer momento. Sintió cada músculo bajo su piel estremecerse ante esa mirada. El color era frío pero la intensidad lo abrazaba tan caliente como el fuego que expulsaban sus manos.
Hawks no podía hacer más que derretirse bajo esa mirada caliente. Se suponía que él estaba entrenado para ese tipo de trabajo, para mantener sus sentimientos a raya y no involucrarse más allá de lo profesional.
Él estaba ahí para descubrir los planes de La Liga de los Villanos y poder detenerlos.
Lo sabía, había asumido esa tarea porque él era capaz de realizarla. Pero cuando esas manos ásperas se posaron en su pecho, subiendo hasta sus hombros y quitando la chaqueta, aquella templanza se le estaba esfumando como vapor del cuerpo.
Sus ojos bajaron a esa boca, la sonrisa ladina y sensual, tan letal como el mismo Dabi, que capturó sus labios en un choque bruto. Caliente. Todo era dientes que jalaban y la lengua que se deslizaba entre sus labios.
Hawks ahogó un gemido complacido y las piernas le temblaron.
Mierdamierdamierda.
No podía detenerse, no quería detenerse.
Estaban en el baño de ese mugroso bar donde la Liga se reunía, Dabi lo tenía contra el lavamanos y sus miradas se encontraron a través del espejo. Sintió los dedos del azabache meterse en su boca y el sabor ahumado pegado a su paladar, al igual que su olor. Olía a madera chamuscada, era salvaje.
Sus alas vibraban y estaba intentando abrirlas un poco para poder ver mejor la expresión de Dabi, que rozaba su duro falo entre sus glúteos.
—Voy a follarme al Número 2, ¿quién dice que las fantasías no se hacen realidad? —soltó con la voz ronca y vibrante por el tono mordaz, sonriendo ladino.
—Ah, mierda.
Hawks se aferraba al lavamanos, se agarraba con fuerza a algo porque sentía que todos los secretos que encerraba iban a estallar en ese momento. Era un traidor. No, él fingía ser un traidor, pero si lo pensaba en ese momento… follar con Dabi también era un tipo de traición hacia los que realmente tenían su lealtad.
En realidad, ¿a quién estaba traicionando? ¿De qué lado estaba? ¡¿Qué carajos estaba haciendo?!
—Fóllame de una vez, maldita sea —jadeó Hawks a punto de desmoronarse, entonces sintió el desliz entre sus glúteos y como ese miembro se abría paso en su interior de improviso.
Duro y caliente. Lo sentía hasta el fondo.
Se sentía doloroso y real y ya no quería pensar en los secretos ni en un plan. No quería ser Hawks, quería ser Keigo. Quería que Dabi lo follara tan duro que nada en su mente pudiera mantenerse unido.
Quería olvidar y dejarse llevar.
Con cada rápida estocada, el rubio soltaba gemidos que no le importó que los otros oyeran. Algunas veces escuchó la risita traviesa de Dabi, que lo miraba a través del espejo con los ojos brillantes, era puro deseo.
Entonces lo supo, el secreto que ambos compartían: se deseaban, eran química pura. Con todo el contraste de sus personalidades.
Hawks se dejó caer contra el lavamanos, cerrando las piernas y temblando por el brutal orgasmo mientras Dabi lo sostenía por debajo de las alas, acabando también. Por primera vez, Hawks lo vio con una expresión diferente, débil. Fruncía el ceño y abría la boca soltando un gemido ronco. Un orgasmo tan intenso como el propio.
Se acomodaron la ropa sin decir nada, para ambos no había nada que decir. Aunque Hawks quisiera arrepentirse, no podía. Aquello había sido demasiado liberador. Pero era otro secreto que agregar a su lista. Otra cosa que esconder.
Iba a salir del baño cuando Dabi lo detuvo de la muñeca y lo giró para atrapar sus labios, mordiendo más fuerte esta vez. Cuando se alejó, se llevó un dedo a los labios a modo de silencio.
Secretos, demasiados secretos.
Hawks solo se giró y salió por la puerta sin mirar atrás, aunque sabiendo que aquello se iba a repetir. Sin duda.