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Crisantemo por Zils

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XIII

 

Zero, desde que llegó al lugar, se sintió hastiado.

Los nobles cuchicheaban entre ellos dedicándose sonrisas falsas, repartiendo rumores de tal o cual familia, comparándose entre ellos con comentarios agridulces. Era una reunión de ricos viejos chismosos, al igual que la mayoría de las reuniones de élites.

Su maestro y él se mantuvieron en un costado, vigilando a la distancia el evento. Algunos nobles les prestaron atención; les contemplaban brevemente para luego volver a lo suyo. Yagari, a su lado, bufaba irritado cada vez que su mirada chocaba con algún vampiro.

Cuando Kuran hizo su entrada, Zero se sintió realmente enfermo. Los nobles dirigieron sus cínicas sonrisas hacia Kaname, mirándolo con ojos codiciosos, como si fuera un animal exótico que ansiaban poseer y domesticar. Que miraran a su destinado de esa manera le puso los nervios de punta.

Quiso desenfundar a Bloody Rose y dispararles.

Desde que estaba consciente del vínculo que los unía, se había vuelto muy protector con Kaname. Si bien, sólo lo observaba de lejos, sentía un fuerte instinto de protegerlo; lo que era irónico si tomaba en cuenta que el sangre pura era mucho más fuerte que él.

Aunque, Zero bien sabía que la fuerza física no lo era todo.

Kaname mantuvo una expresión cordial en todo momento. Cada vez que alguien le hablaba, ponía una amable sonrisa y dirigía su completa atención a esa persona, dándoles confianza. Era todo un líder carismático.

Su vínculo, sin embargo, le transmitía lo contrario. El desagrado de Kuran igualaba al suyo. El tipo, simplemente, era un excelente actor.

Ambos estaban de acuerdo en algo: querían largarse de allí en ese preciso instante.

La llegada de la sangre pura sólo empeoró su sentir.

Zero observó incómodo el encuentro de ambos sangre pura. Shirabuki Sara se tomaba demasiadas confianzas con Kuran para su gusto; ella se había colgado de su brazo apenas terminaron los saludos, autodenominándose su acompañante en la velada.

Shirabuki tenía la misma mirada que esos repugnantes chupasangres.

Zero gruñó irritado. ¿Dónde estaban los fanáticos de la clase nocturna cuando se necesitaban? ¿No eran sus guardaespaldas o algo así? Si Kuran estaba incómodo, al menos deberían espantar al resto. Aido y Souen eran expertos en eso.

Pero, Kaname no demostraba sus propios sentimientos, así que, ¿quién lo notaría?

¡Él!

Ah, qué difícil es tener un destinado.

—Me gusta tu cabello, es muy lindo —una voz infantil llamó su atención. A su lado derecho, un pequeño niño le sonreía. — ¿Puedo tocarlo?

—A tus padres no les gustaría la idea. —Zero opinó suavemente.

Por mucho que fuera un vampiro, no podía ser borde con un niño. Consideraba a todos los infantes seres indefensos que requerían protección y un trato cariñoso. Le era impensable dañar a un niño, aún si fuera con una respuesta cortante.

El pequeño hizo un adorable puchero; sus curiosos ojos bicolores le veían suplicantes.

—Madre está conversando con la señora Iris, siempre me deja de lado cuando conversa con ella. Padre está con el señor Aido. —apuntó en ambas direcciones donde supuestamente estaban sus padres. — ¡Sólo será un momento! ¿Puedo?

Zero desvío la mirada hacia su maestro; Yagari se encogió de hombros, dejando el asunto a su criterio.

Suspiró. ¿Por qué tenía que ser tan débil ante los niños?

—Sólo un momento.

— ¡Sí!

Sin querer dilatar más el asunto, se agachó a la altura del menor. El pequeño inmediatamente acarició su cabello, parecía fascinado con él. Zero no entendía que veía el chico en su pelo, pero se dejó hacer.

Tal como habían acordado, fueron apenas unos segundos de contacto.

— ¡Gracias!—el pequeño vampiro sonrió—Hace tiempo conocí a alguien con el cabello plateado. Pero el tuyo es mucho más bonito.

—Gracias, supongo. —murmuró un poco cohibido por el alago—Ahora, ve con tus padres antes de que vengan a reclamarme.

—Sí. —el niño asintió con ganas. Dio un par de pasitos y se volteó, despidiéndose con la mano. — ¡Bye, bye!

Zero le dedicó una discreta sonrisa en respuesta.

Su atención volvió hacia Kaname.

La fiesta continuó sin contratiempos. Tras lo que pareció una eternidad, Kaname se despidió, retirándose del lugar. Tras él, poco a poco el resto de invitados fueron abandonando el salón, dando por finalizada la reunión y, por ende, su trabajo.

Zero, por fin pudo respirar aliviado.

—Al final no apareció ese bastado. Fue una pérdida de tiempo. —su maestro comentó frustrado mientras salían del edificio. Yagari estaba tras un vampiro noble que supuestamente asistiría a la fiesta; por lo que su maestro le había comentado, el tipo formaba parte de una red de tráfico de personas. — ¿Volverás a la academia?

—Sí.

—Dale mis saludos a esa pequeña perfecta.

—Lo haré.

—Y sé más discreto con ese tipo.

Ugh.

Zero quiso ocultarse por la vergüenza. Primero Yuuki y ahora su maestro. Definitivamente, cuando se trataba de Kuran era un inútil disimulando.

—Cross te contó.

—Me llamó esa madrugada. Ese idiota estuvo esperando ansioso este momento. —Yagari suspiró. —Las cosas se complicarán desde ahora. Tu situación ya es mala en la Asociación; si se llegan a enterar de su vínculo, será mucho peor.

—Seré expulsado.

Zero no había pensado mucho en ello. Dejó el tema de la asociación enterrado profundamente en su mente. Aún no se sentía preparado para tomar una decisión al respecto.

—No, serás usado como moneda de cambio. —Yagari encendió un cigarrillo. Le dio una profunda calada antes de continuar. —Ellos buscarán controlarlo a través de ti. ¿Crees que la directiva se preocupa por sus miembros? No, sólo les importa el poder. Y tú, niño, puedes ser su llave maestra. Así que piensa bien qué quieres lograr y quiénes son tus aliados.

¿Qué quería lograr?

Shizuka había muerto, estaba en buenos términos con su hermano y ya no estaba preocupado por caer a nivel E. Jamás imaginó que llegaría tan lejos, por lo que no tenía claro que hacer ahora. Por el momento, estaba centrado en asimilar su vínculo.

Lo que sucediera después… Bueno, debía pensar en ello.

Su mundo cambiaba a un ritmo vertiginoso, y él no podía quedarse atrás.

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

—Entonces, ¿te quedarás? —Ichijo preguntó mientras terminaba de organizar los documentos de la semana.

Ambos se encontraban en la oficina del sangre pura, atiborrados de trabajo. Takuma odiaba esa época del año, donde los proyectos finalizaban, el turismo se reactivaba y los informes abundaban. Como secretario autonombrado del sangre pura, era su deber ayudarle a comprobar el estado de las empresas familiares. El dinero no caía del cielo, después de todo, y los Kuran nadaban en dinero.

—Sí. Ya hablé con Cross. —Kaname respondió distraídamente mientras dejaba en una pila el documento recién firmado.

El período de vacaciones comenzaría en un par de días; lo que usualmente significaba estrés para él. Debido a que no podía—y no quería— alejarse de su destinado, tenía que ir y volver constantemente entre las fiestas del Consejo y la Academia. Terminaba agotado.

Sin embargo, ese año sería distinto.

—Hanabusa llorará mucho. —Takuma rio al imaginar la escena. Habían acordado quedarse en la residencia Aido ese año y Hanabusa y Ruka eran los más entusiasmados con la idea. Harían un gran berrinche.

Kaname asintió de acuerdo. Los demás no estarían contentos con su decisión, pero era lo de menos.

En ese momento no podía pensar en alejarse de su destinado.

Desde hace un tiempo se dio cuenta que su vínculo estaba estrechándose; ahora podía sentir claramente las emociones de Zero—cosa que en un principio no percibía—, así como se veía aún más atraído por su presencia. El cambio ocurrió desde que Zero recibió su sangre por voluntad propia; así que supuso que tenía que ver con la aceptación mutua.

Aunque le causara algunos problemas, Kaname estaba feliz con la nueva situación. Ignoró esa insistente voz que le decía que tuviera cuidado, que no debía acercarse más o terminaría pagando las consecuencias; la ignoró en pos de su frágil felicidad.

Sí, seguía avergonzándose cada vez que Zero le miraba por más de 10 segundos, pero también disfrutaba de esa atención porque no le transmitía la hostilidad de antaño. Parecía que finalmente su destinado había decidido que no era digno de su odio; esperaba no arruinarlo.

En fin, Kaname recibía atención de quien estaba enamorado, y eso era suficiente para tenerlo flotando en su nube de azúcar.

—Me haré cargo de todo, así que puedes disfrutar de tus vacaciones.—Takuma sonrió contagiado de ese entusiasmo que emanaba su amigo.

—Gracias.

Después de mucho tiempo, Kaname esperaba ansioso las vacaciones.

 

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

El tan esperado día de vacaciones había llegado. La clase nocturna era la primera en marcharse, por lo que esa mañana la entrada estaba atiborrada de lujosos autos esperando a sus jóvenes amos y vampiros impacientes por irse.

Los prefectos debían vigilar el proceso, por ende, Yuuki y él  estaban con lista en mano checando la salida de los vampiros. Formalidades tediosas pero necesarias.

— ¿Estás bien?—Yuuki preguntó al terminar de verificar el nombre de una vampiresa.

—Sí.

—No lo pareces. —insistió.

Zero le dirigió una de sus más frustradas miradas.

Por supuesto que no estaba bien.

No entendía por qué se sentía tan inquieto con la idea de que Kuran se fuera. Ya había pasado antes— además, seguramente volvería entre las vacaciones— y, que recordara, jamás se había sentido así de incómodo con la situación.

Respiró hondo, buscando tranquilizarse. No podía permitir que Kaname se percatara de sus emociones. Sería muy vergonzoso.

— ¿Vas a anotar mi nombre o seguirás mirando el piso?—Aido le dio dos golpecitos a la planilla para llamar su atención.

Zero volvió a la realidad. Anotó el nombre del noble y luego le extendió el papel para que firmara, como dictaba el protocolo. —No olvides avisar si hay algún retraso en tu regreso.

—Sí, sí. —Hanabusa le devolvió la planilla. El rubio se removió incómodo en su lugar, como si quisiera decirle algo pero no estuviera seguro si debía hacerlo. Zero estuvo a punto de preguntar qué sucedía cuando Aido le apuntó amenazante—Tú…Más te vale comportarte.

¿Qué?

— ¿Disculpa?

— ¡Ahg! ¡Nada!—Aido se marchó refunfuñando, dejando a Zero confundido.

Seguramente el sol le estaba afectando. Era medio día, después de todo.

Al menos, logró distraerlo de Kaname.

¡Y volvía a pensar en él!

Yuuki, por su parte, había terminado la lista que le fue asignada. Revisó las hojas tres veces antes de acercarse a Zero para preguntar por su descubrimiento; en su lista no estaba el nombre de Kaname. Además, estaban recibiendo más atención de la usual por parte de la clase nocturna. Una mala atención. 

¿Sería posible?...

— ¿No sientes un aura diferente a la normal?—preguntó cautelosa a Zero. —Parecen molestos con nosotros.

—Ahora que lo mencionas…—Zero miró discretamente a su alrededor. No sólo el grupito que seguía a Kuran, sino varios otros les miraban irritados.

Una actitud bastante extraña, tomando en cuenta que la mayoría solía ignorarlos.

Las miradas cesaron cuando Ichijo, quien hasta el momento había estado hablando con el sangre pura, se paró frente al grupo. De repente, todos los nobles hicieron una profunda reverencia hacia Kuran.

—Nos retiramos, Kaname-sama. —corearon, sorprendiendo a ambos prefectos.

Kaname, quien estaba unos pasos más atrás que ellos, les hizo una perezosa seña de despedida. —Disfruten sus vacaciones.

Tras sus palabras los nobles retomaron la marcha, no sin antes dirigirles las últimas miradas cargadas de odio a ambos prefectos.

Yuuki y Zero salieron de su estupor.

Entonces, ¿Kaname se quedaría?

Yuuki fue la primera en reaccionar. Corrió hasta donde estaba Kuran, jalando a Zero con ella. Kaname apenas contuvo la risa ante la escena.

—Kaname-senpai, ¿Te quedarás en la academia durante las vacaciones?—preguntó Yuuki, al llegar a su lado.

—Sí.

Así que por eso estaban molestos.

Zero suspiró aliviado. Todas sus preocupaciones se esfumaron, dejando sólo esa conocida tranquilidad que causaba la presencia de su destinado.

Kaname, por su parte, luchaba por encontrar sentido al torrente de pensamientos que cruzaban por su mente. Había sentido la inquietud de Zero durante la mañana; naturalmente pensó que se trataba algún problema con la Asociación o algo por el estilo, pero cuando sintió el alivio de su destinado ante su respuesta, su corazón dio un brinco emocionado.

Acaso, ¿Le preocupaba que se fuera?

¡¿De verdad?!

Una bola de calidez explotó en su pecho. Le fue imposible contener la sonrisa boba en su rostro.

Valió la pena escuchar los lloriqueos de Hanabusa y Ruka.

Yuuki no perdió detalle de las reacciones de quienes consideraba sus hermanos mayores. Se notaba a leguas que estaban felices por estar juntos, y ella haría lo posible por generar esas oportunidades, ya que esos dos parecían reacios a hacer algo.

—Entonces, si Kaname-senpai se quedará, ¿Qué tal si vienes a cenar con nosotros? ¡Como en los viejos tiempos! —sugirió.

Kaname, llevado por la emoción del momento, no tardó en responder. —Si no les molesta.

— ¡Decidido, entonces!—Yuuki sonrió. Ahora que había planteado la posibilidad, era hora de dejarlos solos. —Bien, iré primero para avisarle al director y ayudar a Yori-chan con su equipaje. ¡Nos vemos!

Ambos vampiros vieron como Yuuki desaparecía a la distancia, sin dejar espacio para réplicas. Realmente era rápida para correr.

Retomaron el camino hacia el edificio principal en silencio, envueltos en la cómoda sensación de estar junto a su alma gemela.

Los estudiantes diurnos, en ese momento, continuaban en la ceremonia de finalización de año, por lo que estaban a salvo de miradas indiscretas. Caminaron a paso relajado, disfrutando del agradable clima veraniego. A lo lejos se escuchaba el cantar de los pájaros y el movimiento del follaje creando una sinfonía relajante.

Un grato ambiente.

O, tal vez, lo sentían así por estar junto a su destinado.

—Kuran…—Zero llamó suavemente mientras se detenía, ganándose la atención del sangre pura.

En ese momento, cuando definitivamente quería permanecer junto a Kaname, sintió correcto decirle la verdad.

Porque aunque jamás había esperado encontrarle, su alma gemela estaba frente a él. Ya no importaba que fuera un sangre pura y él un cazador.

Eran compañeros. Nadie podía cambiar eso.

Zero miró a su destinado unos segundos. Le contempló como si fuera la primera vez que lo veía. Kaname en ese momento no era el rey de los vampiros, no era un sangre pura de cientos de años, era simplemente su alma gemela, esa que no esperaba encontrar pero la vida se empeñó en poner en su camino; a quien deseaba conocer y proteger.

Aunque las cosas se complicaran y tuviera que enfrentar mil dificultades, si estaba a su lado, Zero estaba seguro que podría superarlo.

Esa era la magia de los destinados.

Sus ojos se detuvieron en el cuello de Kaname, allí donde la marca que los identificaba como almas gemelas se encontraba oculta. Extendió su mano, recorriendo la zona con los dedos. Apenas sus dedos tocaron la piel ajena, sintió la sorpresa y el temor de su destinado.

Kaname estaba asustado.

Un miedo que le hizo querer escapar.

Zero tomó su mano, tanto para tranquilizarlo como para evitar que se fuera. —Está bien…Sé que somos destinados.

Kaname quedó en blanco al escucharlo. Apenas Zero tocó su cuello supo a donde se dirigía esa conversación, pero aún no estaba preparado. Tenía miedo. Y, aunque su vínculo solo le transmitía paz, aun así la idea del rechazo acaparaba su mente.

Miró su mano siendo sostenida por su alma gemela. Zero le trataba con paciencia, a pesar de que era él quien debería estar asustado con la situación.

—Pensaba que me sentía atraído hacia ti por recibir tu sangre, jamás se me ocurrió que pudiéramos ser destinados. Así que necesité ayuda para darme cuenta. —Zero explicó suavemente, sin soltar su mano. —Y seguramente todo se complicará por nuestras posiciones, pero está bien. Somos compañeros, ¿no? Nos ayudaremos mutuamente.

Kaname tuvo que parpadear varias veces para contener las lágrimas. Estaba emocionado, muy emocionado. La mezcla entre alivio y esperanza era asfixiante.

Parecía un sueño.

Tal vez, lo era. Tal vez, realmente seguía dormido en su habitación y pronto Takuma le despertaría para despedir al resto de clase nocturna.

Pero no le importaba. Le daba igual si al despertar se daba de cara contra la cruda realidad. En ese momento su destinado le aceptaba, esa insistente vocecita negativa se había esfumado y él no podía sentirse más feliz.

Carraspeó, buscando su voz entre el nudo que cerraba su garganta. Ni siquiera sabía que decir, pero no podía quedarse callado. —Supuse que me odiabas, por ser un sangre pura como ella…Mientras me mantuviera cerca, podrías seguir tu vida sin saberlo.

Zero pudo sentir esa avalancha de emociones a través de su vínculo: la felicidad, el alivio… Comprendió que ese secreto había atormentado a Kaname, no porque se avergonzara de tener como destinado a un nivel E, sino por el miedo a su rechazo.

—No te odio. No ahora, al menos. —Kaname sonrió ante el despliegue de sinceridad— Entiendo por qué lo hiciste y, para ser honesto, lo agradezco. Hace cuatro años definitivamente hubiera reaccionado mal.

Kaname asintió levemente. —Supongo que podemos comenzar desde cero, ¿no?

Zero sonrió, dando un ligero apretón a la fría mano que aún sostenía. —Kiryuu Zero, un gusto.

Kaname devolvió la sonrisa. —Kuran Kaname, un placer conocerte.

Sí, seguramente sería un camino difícil considerando que eran un cazador de vampiros y el rey de ellos, que había muchas cosas que desconocían del otro, que muchos estarían en contra; pero estaban bien con eso. Irían paso a paso.

Tenían la eternidad por delante.

 

 


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