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Crisantemo por Zils

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XVIII

 

Takuma realmente odiaba enfrentarse a su abuelo. No había algo más desagradable que mantenerse firme ante el escrutinio de Asato, pero ahí estaba, a unos días de terminar las vacaciones, frente a la oficina de su abuelo por voluntad propia.

La idea de dar media vuelta, correr hacia la academia y refugiarse entre los brazos de Kaname sonaba muy tentadora. Pero no podía retirarse; necesitaba con urgencia alguna noticia de Senri.

Al día siguiente de arribar donde los Aido, Takuma llamó cientos de veces a Senri, sin obtener respuesta. Los primeros días se convenció a sí mismo de que estaba muy ocupado con su madre y su trabajo como para responder sus llamas, o que nuevamente había perdido su teléfono. Tras dos semanas, su cabeza comenzó a hacer nuevas teorías y la preocupación le hizo imposible pensar en otra cosa que no fuera el paradero de su amigo.

Ya desesperado, llamó a Kaname, con la esperanza de que él supiera algo al respecto. Por suerte, no se equivocó. Kaname efectivamente sabía sobre Senri, sin embargo, la información que le dio, lejos de calmar sus nervios, avivó su preocupación.

—Senri está con el Consejo. Comenzarán a moverse dentro de poco, tienes que estar preparado.

Takuma realmente deseaba que sus días de paz hubiesen durado un poco más.

—Ya puede entrar, joven amo. —anunció Hitomi, una agradable señora que trabajaba para los Ichijo desde que él era un bebé.

Takuma apenas le dirigió una suave sonrisa a la vampiresa, mientras se adentraba en el despacho de su abuelo.

—Amo, Takuma-sama ha regresado a casa.

Asato clavó su azulina mirada en él, analizándolo. Takuma le dedicó una suave sonrisa, manteniendo esa perfecta máscara carismática que había creado desde niño.

—Viniste por tu cuenta.

—Sería problemático si fueras a la academia, abuelo.

Asato volteó hacia sus papeles. Al parecer, Takuma había pasado la prueba.

—Es natural visitar a mi protegido. Como tutor de Kaname-sama, tengo derecho a preocuparme por él. —su abuelo se excusó despreocupadamente. Takuma tuvo que morderse la lengua para no soltar un comentario ácido de inmediato.

—Para Kaname es incensario tener un guardián. Además, el mismo declaró ante el Consejo que no desea intrusos en su territorio.

—Mientras Kaname-sama mantenga relación con los Aido, estaré preocupado por él. —Asato nuevamente alzó la mirada hacia él, la ira brillo en sus ojos. — ¿No lo entiendes, Takuma? Esos niños son un peligro.

Takuma sintió su máscara flaquear. Detestaba esa actitud tan codiciosa de su abuelo, esa que le impulsaba a pasar sobre todos para conseguir más poder. Él no quería ser como Asato. Jamás aspiraría a ocupar su lugar.

—Puedo asegurar que Kaname no está interesado en su pelea de poderes. Lo digo como su amigo. Kaname tiene otras preocupaciones en mente.

Como cierto joven cazador por quien no deja de suspirar.

Asato dejó escapar una pesada exhalación ante su respuesta.

— ¿Amigo? ¡Ja!... Debes deshacerte de esos ingenuos pensamientos. Te crie para ver más allá. Lo entiendes, ¿no?

No.

No entendía nada de esos “valores familiares”. Esos “valores” por los cuales su padre fue brutalmente repudiado por la familia Ichijo. Esos valores por los cuales jamás se le permitió conocer a su alma gemela hasta que fue demasiado tarde.

Él no quería ser parte de eso.

—Pero no te llamé para hablar de nuestros valores. –Asato se levantó de su asiento y emprendió la marcha fuera de la habitación. Takuma le siguió de cerca, desconfiado—Hay alguien a quien debes conocer.

¿Alguien a quien conocer?

Se esforzó por recordar algo al respecto. Una lejana conversación con su abuelo vino a la mente.

— ¿Te refieres al sangre pura de la familia Shirabuki que mencionaste antes?

—Lo sabrás cuando lo veas.

Asato lo guio a través de la mansión hasta el ala oeste, donde se alojaban invitados importantes, incluyendo la habitación de Kaname. Estar en esa área le dio mala espina. Pocos vampiros ocupaban un lugar tan importante como para ser considerados merecedores de un espacio en esa ala de la mansión.

Takuma apenas contuvo el impulso de cubrir su nariz cuando estuvieron frente a las puertas de la última habitación. El aroma a sangre humana que se colaba a través de la puerta era abrumador.

—No olvides tu lugar. Eres el futuro líder de la familia Ichijo. —su abuelo dio una última advertencia antes de que las puertas corredizas fueran abiertas.

Takuma sintió que su corazón se detenía ante la imagen frente él.

—Lamento la tardanza, amo. Espero que haya sido de su agrado.

Él sonrió. Una sonrisa arrogante, cínica, que jamás esperó ver en ese rostro de facciones infantiles.

—No estuvo mal.

No podía ser cierto…Se negaba a creer que eso fuera cierto.

El sujeto sentado en medio de la habitación, regodeándose de los cuerpos a sus pies, no podía ser Senri. Aunque ese fuera su cuerpo, aunque esa fuera su voz, ese tipo no era Senri.

Las palabras de Kaname resonaron en su cabeza.

El Consejo había hecho su jugada y Takuma no estaba preparado.

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

A dos días de terminar las vacaciones, Kaname aún flotaba en su hermosa nube de azúcar. Contrario a su naturaleza precavida, durante esas dos semanas y media pateó todos sus problemas con el Consejo para el final de las vacaciones; dejándole todos sus problemas a su yo del futuro.

En su mente sólo hubo espacio para su destinado y lo bien que se sentía en esa acogedora rutina familiar; sin mayores preocupaciones que el no sonrojarse demasiado cuando Zero le miraba, o cómo ayudar a Yuuki con su pronunciación de alemán.

Kaname daría lo que fuera para que se mantuviera así por la eternidad. Pero, como todo en la vida, las cosas tenían un fin; y ese día era el suyo.

—Kaname-sama, Takuma-san se reunió con el Consejo hace dos días. Desde entonces ha permanecido en la mansión Ichijo.

Seiren mantuvo una expresión estoica mientras esperaba una respuesta de su parte. Ella detestaba ser portadora de malas noticias, pero, viendo la situación actual, ese sería su trabajo.

Kaname, si bien no estaba contento con la noticia, esperaba que algo así ocurriese. Después de todo, los Ichijo y los Shiki eran las familias que respaldaban al Consejo y, por ende, a Rido.

—Ya comenzó. —Kaname se levantó del diván donde estaba sentado. Era hora de mover sus piezas también— Desde ahora, quiero que permanezcas junto a Yuuki. Tu deber es protegerla a toda costa.

Seiren hizo una profunda reverencia. —Sí, señor.

Ya no podía retrasar lo inevitable. Necesitaba ayuda para derrotar a Rido y el único en su mente era Kaien Cross; alguien que no haría más preguntas de las necesarias y tenía la fuerza suficiente para derrotar a un sangre pura.

Aprovechando que Zero dormía su siesta en los establos y que Yuuki conversaba con Sayori, se dirigió a la residencia del director junto a Seiren.

Al llegar al edificio, Seiren hizo una ligera reverencia para luego partir a cumplir su nueva misión. Kaname, por su parte, dio dos golpecitos suaves en la puerta. Para su sorpresa, Kaien, como si hubiese estado esperándolo de ante mano, abrió la puerta de inmediato.

— ¡Bienvenido, Kaname-kun!—Cross le recibió con una enorme sonrisa y su típica actitud entusiasmada—Zero no está, aunque eso ya lo sabes. 

Kaname tuvo que usar todo su auto control para no fruncir el ceño. Desde que oficialmente se presentaron ante Cross y Yuuki como destinados, Kaien se vio en obligación moral de tomar registro de su creciente amistad, lo que incluía vergonzosos comentarios de cómo serían una linda pareja. Kaname agradecía que esos comentarios los hiciera solamente en su presencia, como si intuyera que el único enamorado allí era él.

—En realidad, quería hablar contigo.

— ¿Conmigo?—Cross le observó curioso mientras le guiaba a hacia su oficina— Bueno, me acaba de llegar un nuevo té. Dicen que es perfecto para tomar por la mañana. ¡Estuve esperándolo por muchísimo tiempo!

Eso explicaba por qué estaba frente a la puerta cuando llegó.

Tras acomodarse en los sofás y esperar a que el dichoso té estuviera listo, Kaname habló.

—Necesito tu ayuda, como cazador.

La mirada de Kaien adquirió un matiz serio. Por la expresión severa de Kaname, intuyó que el tema a tratar ameritaba su absoluta concentración.

—Hace años que no realizo ese trabajo. Estoy retirado.

—Lo sé, pero esto es muy importante y eres el único que tengo en mente para hacerlo. —Kaien asintió y Kaname continuó.—Kuran Rido fue despertado y tomó el cuerpo de uno de los integrantes de la clase nocturna. Él vendrá tras nosotros, pronto. Y, por cuestiones personales, no puedo matarlo yo mismo.

—Así que Rido…Después de todos estos años decide mostrarse. —Kaien dejó escapar un profundo suspiro. Algo intuyó cuando Kaname mencionó eso de “cuestiones personales”— ¿Qué tienes en mente?

—Actualmente, Rido está bajo la protección del Consejo, por lo que no podemos atacar de inmediato. Pero, en una semana, aproximadamente, él vendrá a la academia. Planeaba interceptarlo en el camino.

—Evitar que llegue aquí.

—Exacto.

—Creo que sería mejor dejarlo entrar. —Kaname inclinó ligeramente su cabeza hacia un costado, ¿acaso ese tipo estaba loco? —No sólo es Rido quien está bajo la influencia del Consejo, sino que la Asociación de Cazadores también lo está. Aún no tenemos las pruebas suficientes, pero si el Consejo decide atacar la academia, la Asociación aprovechará la oportunidad para sacarme del camino y se pondrán en evidencia.

El problema era más grande de lo que ambos imaginaron. Un sangre pura vicioso con sirvientes codiciosos de ambos bandos, era una pésima combinación.

—Si eso llega a suceder, ¿no estarían los estudiantes en peligro?

Kaien sonrió.

—Claro que no. Jamás pondría a mis estudiantes en riesgo. La clase nocturna los protegerá muy bien.

Kaname asintió suavemente. La clase nocturna velaría por los estudiantes diurnos, mientras él se encargaba de despertar a Rido de forma correcta. Kaien terminaba con Rido, él se encargaba del Consejo y luego Cross se encargaba de la Asociación.

Necesitaría afinar detalles, bastantes detalles, pero el plan en bruto estaba.

—Cuento contigo, entonces.

—Todo sea por proteger a mi familia. —afirmó Kaien con resolución—Sé que no debo entrometerme, pero ¿le has contado a Zero sobre esto?

Uhg.

—No.

Contarle sobre Rido implicaba contarle sobre su pasado, sobre la identidad de Yuuki y los secretos de la familia Kuran.

Kaname no estaba preparado para eso.

¿Qué pensaría Zero si supiera que su destinado tiene más de diez mil años? ¿Qué era el responsable de esa eterna guerra entre cazadores y vampiros? ¿Qué había recibido la vida de un inocente para estar ahí?

Kaname no se atrevía a abrir esa caja de pandora. Porque así como él mismo no podía perdonarse, tal vez, Zero tampoco podría hacerlo.

La sola idea de ser rechazado le hacía temblar de miedo.

Kaien, ajeno a sus pensamientos, le dedicó una mirada preocupada.

—Creo que deberías decirle. Son más cercanos ahora, ¿no? Él se va a enojar mucho si descubre que le ocultaste algo tan importante.

Kaname estuvo a punto de responder cuando una angustiante sensación se transmitió a través de su vínculo.

Kaien le miró curioso.

— ¿Kaname-kun?

—Hablaremos luego. —respondió distraído mientras se levantaba.

Si había algo que Kaname últimamente no podía contener, era el impulso de ir tras Zero cuando lo sentía angustiado o triste. Su cuerpo reaccionaba por su cuenta, llevándolo a donde sea que estuviera su destinado.

¿Sería el efecto de beber su sangre? Tal vez. No había pensado mucho en ello.

Kaien suspiró al ver a Kaname partir sin dar mayor explicación.

Esos dos eran tal para cual.

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

El viento traía consigo el desagradable aroma a muerte y sangre, junto a los gritos agónicos y llantos desesperados de quienes luchaban por su vida.

Frente a él se extendía un feroz campo de batalla: miles de niveles E contra cientos de cazadores poco experimentados. Zero sintió la angustia apretar su pecho. Eso más que una batalla era una masacre; los niveles E atacaban en grupos, desgarrando a quienes tomaban desprevenidos en una grotesca muestra de bestialidad.

Zero jamás había visto una escena tan brutal.

— ¡General!—gritó una temblorosa voz juvenil a su lado—¡Son demasiados, señor! ¡No resistiremos mucho más!

Quiso voltear, encarar al muchacho a su lado, pero su cuerpo, una vez más, no obedeció a sus órdenes. Mantuvo la mirada fija en la batalla, impregnándose de la desgarradora imagen.

Zero se resignó a ser un mero espectador en esa lucha.

—Reúnan a los heridos y levanten un campamento. Descansaremos aquí hoy. —Ordenó la conocida voz de Kuran. Su voz, durante ese sueño.

— ¡Sí, señor! 

Su cuerpo comenzó a moverse. El peso de las armas en sus manos le dio a Zero un poco de seguridad mientras avanzaba directo hacia ese caos.

Los niveles E instintivamente se apartaron de su camino, soltando a los cazadores que tenían como presas. Zero observó impotente como caían los cuerpos destrozados de los cazadores.

Su mano derecha se alzó, balanceando una enorme guadaña que barrio con los niveles E a su paso. Cientos de vampiros fueron eliminados de un solo movimiento. 

Zero quedó impactado.

Los cazadores, que estaban inmersos en la batalla, soltaron gritos de júbilo, como si su héroe hubiera llegado a salvarlos. Él no dudaba que realmente fuera así. Rápidamente, los sobrevivientes comenzaron a replegarse tras Kaname, con renovado ánimo.

La lucha, de un momento a otro, tomó un giro esperanzador.

Zero perdió la percepción del tiempo en medio de la batalla. No supo cuántas veces su mano derecha balanceó la guadaña, o cuantas veces tuvo que detenerse a curar a algún cazador mortalmente herido; pero se sintió como una eternidad.

Poco a poco el número de niveles E se redujo a ¼ de su cantidad original. Dejando únicamente el aroma a muerte y las cenizas que eran llevadas por el viento.

— ¡General! ¡Los heridos han sido evacuados! —Kaname volteó hacia el joven cazador que gritó a unos metros de distancia. Zero notó que el chico tenía el cabello plateado atado en una desordenada coleta baja.

—El sangre pura está al frente. ¿Pueden con el resto de ellos?

— ¡Sí, señor!

El chico hizo una rápida reverencia y corrió en dirección a sus compañeros más cercanos gritando las instrucciones que había recibido. Kaname, por su parte, atravesó rápidamente el campo de batalla.

En un par de segundos estuvo frente a la sangre pura que había mencionado antes: una mujer de ojos verdes que le miró con ira.

— ¡Eres un traidor! ¡¿Por qué estás con ellos?! ¡¿Después de todo lo que nos hicieron, tú los defiendes?!—gritó mientras ponía distancia entre ambos, lista para luchar.

—Te daré la oportunidad de rendirte y formar una alianza con nosotros, si retiras tus tropas ahora.

Una mueca de asco deformó el hermoso rostro de la vampiresa.

— ¡Ja! ¿Retirarme? ¿En serio crees que me voy a vender a esos humanos? ¡Olvídalo! ¡Jamás van a pisotearme otra vez! ¡Esas criaturas sólo son comida!

La rabia y la desesperación en su voz hicieron temblar a Zero, pero su cuerpo no dudó. Kaname no dudó. Por primera vez, su mano izquierda se alzó apuntando su arma hacia la sangre pura.

Zero reconoció perfectamente a Bloody Rose y supo qué vendría a continuación.

Su arma desplegó múltiples raíces que rodearon su brazo y atraparon a la vampiresa. Cuando jaló el gatillo, la bala anti vampiros junto a las raíces perforaron el cuerpo de la mujer.

La sangre pura se convirtió en finos cristales de arena.

Y todo a su alrededor se oscureció.

 

 

Despertó con la angustia apretando su pecho y su cabello siendo jalado por Lily. Las imágenes se repetían en bucle en su cabeza; gritos, llanto, sangre, muerte, la expresión aterrada de la vampiresa…Zero había presenciado muchas escenas violentas en sus cortos 17 años, pero jamás había estado en medio de una guerra.

Fue el sueño más desagradable y agobiante hasta el momento.

Realmente no lo entendía, ¿Por qué seguía soñando esas cosas? Todos esos sueños, parecían de épocas muy diferentes. El Kaname de su primer sueño no era el mismo que ese general que luchó junto a los cazadores, o el pequeño niño junto a su madre, o el que jugó con su pequeña hija. Eran épocas muy distintas.

Como si hubieran pasado cientos de años entre ellas.

Simplemente, no le encontraba sentido. Esos sueños parecía como si fueran… Recuerdos.

Lily relinchó inquieta, golpeando el suelo con sus cascos para llamar su atención. Zero de inmediato acarició su cabeza, intentando calmarla.

—Estoy bien. Gracias por despertarme. —murmuró a su compañera. Lily siguió moviéndose inquieta, intuyendo su mentira.

La verdad era que estaba lejos de estar bien.

Zero no quería volver a ese campo de batalla. No quería volver a luchar en ese lugar. Eso era absolutamente distinto a su trabajo como cazador, donde la mayoría de las peleas eran de tres o cuatro contra uno, donde solo existía él y su fiel compañera. Eso fue una masacre de cientos de compañeros.

La angustia seguía apretando su pecho. Pero pudo respirar más tranquilo cuando sintió la conocida presencia de Kuran llegar al establo.

Kaname, sin decir palabra alguna, se apoyó en la barandilla cerca de él, manteniendo una distancia prudente para no incomodarlo.

Tras unos minutos, Kaname preguntó suavemente.

— ¿Una pesadilla?

Zero, dudó.

Quiso contarle sobre esa batalla, sobre ese niño y sobre ese hombre desesperado que vio en sus sueños. Quiso expresarle sus dudas y teorías, pero cuando volteo a mirarlo y vio la preocupación en sus ojos, decidió restarle importancia al asunto.

Después de todo, sólo eran sueños. No podían dañarle.

—Sí, sólo fue otra pesadilla.

Zero tampoco quería arriesgar esa delicada paz que habían creado durante esas vacaciones. Aun cuando sabía que con el retorno de la clase nocturna, las cosas volverían a cambiar.

 

 

 


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