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Crisantemo por Zils

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XIX

 

Aido realmente intentó disimular su desconcierto, mirar a otro lado y hacerse el desentendido. Lo intentó con todas sus fuerzas, ¡Pero ver a Kaname junto a Zero rodeados de esa aura tan íntima, le superaba!

¡¿Desde cuándo esos dos eran tan cercanos?! ¡Sólo se fueron por tres semanas! 

Hanabusa cubrió su rostro apenado.

Esa tarde, al llegar a la academia, Kaname los recibió junto a los prefectos; para la clase nocturna fue una agradable sorpresa, pues todos esperaban que el presidente estuviera en el dormitorio. Hasta allí todo iba bien para Hanabusa. El problema comenzó cuando Kiryuu se acercó a Kaname, al parecer para corroborar unos datos en su lista, y comenzaron una extensa conversación. Se notaba a leguas que ambos estaban cómodos con el otro, incluso vio a Zero sonreír, ¡Ese mocoso gruñón podía sonreír!

Y ni hablar de Kaname. Su presidente tenía la guardia completamente baja, como si nadie más en el mundo existiera aparte del pequeño cazador.

¿Acaso Zero ya sabía que eran destinados? ¿Estaban saliendo o algo por el estilo?

Aido dijo a sí mismo que apoyaría a Kiryuu, que estaría de su lado frente a los demás. Creyó que estaba preparado, pero no. ¡No, señor! ¡Era tan extraño que fueran destinados!

Aun así, tuvo que admitir que lucían bien juntos.

Tenían ese algo, esa aura rosita bañada en pétalos de rosas, que hacía que automáticamente se vieran como una linda pareja.

Evidentemente, Aido no fue el único que se percató de éste hecho. La mayoría de la clase nocturna notó el cambio de actitud entre el prefecto y su presidente; cosa que a más de alguno le desagradó.

Más temprano que tarde comenzarían los rumores, éstos se esparcirían como pólvora por la sociedad vampírica llegando a oídos indeseados. Hanabusa advirtió los problemas acercarse.

Sólo rogaba que esos dos estuvieran preparados.

—Oye. —Akatsuki, sin previo aviso, palmeó su hombro, consiguiendo que pegara un salto nada elegante. Aido le dirigió su mirada más fría. Estaba seguro que algún día su primo lo mataría de un susto.

— ¡¿Qué?!

Kain, ya acostumbrado a la faceta pensativa de su primo, se limitó a apuntar al frente donde una alegre Yuuki se acercaba con libreta en mano, lista para anotar sus nombres.

—Aido-senpai, Kain-senpai. Espero que hayan disfrutado sus vacaciones. —Yuuki los saludó sonriente, ajena a los oscuros pensamientos de Aido. Él hubiera disfrutado sus vacaciones si Kaname los hubiera acompañado—Necesito que firmen aquí.

—Sí, sí. —Hanabusa tomó la hoja primero, firmó rápidamente y la extendió a Akatsuki, quien hizo lo mismo.

Un segundo…

¡Ella seguro sabría algo! Yuuki había pasado sus vacaciones con ellos, así que ella obviamente sabría algo al respecto. Él no quería parecer chismoso, pero necesitaba saber si sus sospechas eran correctas y realmente esos dos estaban juntos como pareja.

Para poder ayudarles, por supuesto.

— ¡Cross!

Yuuki casi suelta las hojas por su repentino llamado. — ¿S-sí, Aido-senpai?

— ¿Desde cuándo Kaname-sama y Kiryuu están juntos?

— ¿D-disculpa?—ella lo miró alarmada. Incluso Akatsuki volteó a verlo con extrañeza.

Oh, eso no había salido como esperaba.

—Me refiero a que, se ven muy, emm, i-íntimos. ¡Como si fueran amigos! Sí, eso, amigos. ¿Estuvieron juntos durante las vacaciones? —Aido se reprendió una y otra vez por su pésima habilidad comunicativa.

—P-pues…—Yuuki desvío la mirada al suelo, sintiéndose presionada. ¡Ella no podía decir una sola palabra al respecto! Su deber como amiga era proteger a quienes veía como hermanos mayores, y guardar su secreto hasta que ellos mismos decidieran contarle a otros. ¡Sí, ella podía con eso! Con renovado vigor, miró firme a Hanabusa— ¡Creo que ambos lograron llegar a un acuerdo!

Aido miró a Yuuki con sospecha. ¿Qué demonios significaba eso? ¿Acaso ella sabía que eran destinados? ¡¿Esa mocosa sabía más que él?!

Estuvo a punto de preguntar cuando Yuuki hizo una rápida reverencia como despedida y soltó atropelladamente un:

— ¡Tengo que seguir revisando la lista! ¡Hasta luego!

Y salió corriendo, dejándolo con la palabra en la boca.

Akatsuki, que observó el extraño momento con una ceja alzada, se encogió de hombros restándole importancia al asunto. No era su problema y tampoco quería entrometerse. Se limitó a jalar a su primo de la manga para que avanzara.

—Vamos, el presidente nos está llamando.

Aido aguantó a duras penas su berrinche. Se prometió a sí mismo que estaría pendiente de Kaname y Kiryuu; después de todo, él había decidido apoyarlos a toda costa.

 

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

—Kaname-sama, ¿Cómo estuvieron sus vacaciones? ¿Fue muy aburrido quedarse en la academia?—Emmy, una de los tantos nobles que habían decidido rodearlo al llegar al salón de clases, preguntó.

— ¡Por supuesto que fue aburrido! ¿Te parece un agradable panorama estar encerrada en este lugar?—Ruka fue la primera en reaccionar. Cruzándose de brazos, encaró a su compañera. 

—Ciertamente, no.

Kaname emitió un largo suspiro en su mente. ¿Mencionó alguna vez que extrañaba a esos niños? Bien, fue un error, un delirio de la vejez. Definitivamente prefería la tranquilidad de su rutina familiar, gracias.

—Si esos chicos molestaron a Kaname-sama…

Uhg.

Tratar con adolescentes era más difícil de lo que pensó.

Pero, a pesar de lo agotado que se sentía, Kaname estaba satisfecho. Esa mañana pudo hablar unos minutos con su destinado; fue una conversación trivial sobre el sistema de las clases nocturnas, pero Kaname estaba feliz de que Zero estuviera a gusto hablando con él en público y por iniciativa propia.

Kaname no sabía que esperar de esa vuelta a clases, donde todo volvería a la normalidad. Pasó por su mente que Zero elegiría apartarse de él, y lo entendería si lo hiciera, pues era diferente el pasar tiempo juntos en un ambiente seguro donde todos sabían que eran destinados y los apoyaban, a estar rodeados de personas que desconocían esa relación y que estaban acostumbrados a verlos como enemigos.

Estaba preparado para eso.

Sin embargo, Zero le demostró una vez más que sus pensamientos eran absolutamente equivocados. Ignorando a todo el mundo, Zero conversó con él como si estuvieran solos; y durante el cambio de turno, esa tarde, ambos se dedicaron un cálido asentimiento.

Kaname estaba seguro que las preguntas incómodas al respecto llegarían tarde o temprano—apostaba que más temprano que tarde— y, si bien estaba preparado para dar una verdad a medias, tenía curiosidad respecto a la posición de Zero.

¿Querría mantener que eran destinados en secreto o hacerlo público? Kaname prefería la primera opción. Él siempre escogería el anonimato, era una posición que le permitía asegurar su paz mental, pero como rey era sumamente difícil mantener su vida privada fuera del alcance de los chismes.

Eventualmente, su destinado se vería envuelto en el incómodo ojo público y eso le generaría problemas en la Asociación. Aunque si su plan salía bien y Kaien tomaba las riendas de los cazadores, eso al menos podría asegurar la permanencia segura de Zero en la Asociación.

Pero no podía adelantarse.

Debía tener un abecedario de planes de respaldo por si algo salía mal. Después de todo, su único objetivo era: permitir a Zero y a Yuuki una vida lo más amena posible. 

Para ello debía deshacerse del segundo gran obstáculo: Kuran Rido.

Podía sentir la sangre de ese tipo revolverse en su interior, ansiosa por controlarlo, en un constante recuerdo de que su “dueño” estaba despertando.

Kaname exhaló lentamente, manteniendo su máscara ante esos niños que consideraba sus protegidos. Pronto se verían envueltos en una lucha donde tendrían que escoger un bando.

La cuenta regresiva comenzó en ese momento.

 

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

Había pasado una semana desde el comienzo del nuevo año escolar y, para su frustración, él no lograba adaptarse al cambio.

Demasiadas cosas habían pasado en esas tres semanas de vacaciones.

Más rápido de lo que esperó, se acostumbró a sentir la presencia tranquilizadora de Kuran la mayor parte del día, a su rutina de divertidas clases y las cálidas cenas familiares. Resultó ser una pausa que secretamente anhelaba. Un momento donde pudo respirar tranquilo a pesar de todos los cambios que implicaba relacionarse con su destinado.

Pero ahora esas escenas cotidianas habían desaparecido, y Zero se encontró extrañando más de lo que esperó esos momentos con Kaname.

Yuuki y él volvieron a sus respectivos dormitorios, al horario de aburridas clases que terminaban con los chillidos de las chicas al ver a los nobles. Si anteriormente consideraba esa rutina agotadora, ahora lo era el doble.

Además, la reciente inquietud de Kaname no le ayudaba.

Al comenzar las clases, Zero notó una ligera inquietud a través de su vínculo. En principio, decidió restarle importancia; sin embargo, al pasar los días, esa inquietud aumentó, preocupándole. Era como si Kaname estuviera anticipándose a algo, y eso le dejó un mal sabor de boca.

Durante las vacaciones no le preguntó a Kaname sobre Rido y la información que le había dado Ichiru. Llevado por esa sensación de paz, dejó el tema olvidado en su mente con la excusa de que luego preguntaría; pero el momento nunca llegó. Ahora temía que Ichiru tuviera razón y Rido apareciera mágicamente atacando la academia, y él sin saber nada por no haber preguntado antes.

—Últimamente, estás distraído. ¿Ocurre algo?—Yuuki preguntó entre bocado y bocado, observándolo sobre su caja de almuerzo. Ella, como buena glotona, no aguantó a que Sayori regresara de la biblioteca antes de comenzar a comer. En cambio, lo convenció de acompañarla a las desoladas bancas de la entrada, donde los árboles daban una agradable sombra, y comenzó a devorar su almuerzo.

Zero desvío la mirada a sus manos, incómodo con la repentina pregunta. A veces, se preguntaba si su pequeña amiga tenía un don telepático que le estaba ocultando.

Se tomó unos segundos antes de responder.

—Kaname está inquieto. Algo le preocupa.

Yuuki dejó de lado su almuerzo; esa conversación requería su total atención.

— ¿Y si vas al dormitorio de la luna? Así puedes preguntarle qué sucede y si necesita tu ayuda.

Él frunció el ceño. Eso sonaba mucho más fácil y práctico que seguir partiéndose el cráneo. Sí, lo había pensado antes, pero no se animaba a hacerlo. 

—Ya no estamos solos. No es cosa de ir y ya. —Yuuki le miró como si le hubiera dicho que los cerdos bailaban flamenco.

—Pero ya has ido antes. No necesitas una excusa para ir. Sólo ve, di que quieres hablar con Kaname-senpai y si insisten en saber el motivo les dices: “No es tu puto asunto, metiche de mierda.”–dijo la última parte con una mala imitación de gánster de tercera que le hizo reír.

—      ¿Dónde aprendiste eso? —a su pequeña amiga se le ocurría cada estupidez, pero tenía un punto. A él jamás le había importado lo que dijeran a sus espaldas. ¿Por qué habría de importarle en ese momento?

Porque podrían causarles grandes si llegaban a enterarse de que eran destinados.

Así como la Asociación querría usarlo como moneda de cambio, estaba seguro que muchos vampiros harían lo mismo para dañar a Kaname. No sólo ellos saldrían perjudicados por eso, sino que quienes les rodeaban también serían un blanco de ataques, y él aún no tenía la fuerza suficiente para proteger a quienes apreciaba.

Quería sentirse seguro de sí mismo antes de exponer a otros.

—De ti. —Yuuki sonrió inocente, sacándolo de sus pensamientos— ¿Te preocupa que se enteren?

—Es complicado. Ni siquiera hemos hablado sobre eso.

— ¡Por supuesto que lo es! Su situación es complicada, pero, ¿cómo esperan entenderse si apenas hablan de cosas importantes? Una cosa es sentir lo que otro siente, y otra muy distinta es entender lo que piensa.

Otro punto a favor.

Ya que recién se estaban conociendo, evitaron profundizar en temas complicados; su infancia y sus deberes como cazador y sangre pura, eran uno de esos temas intocables. Querían respetar sus tiempos, para no incomodar al otro. Pero había cosas que tendrían que hablar sí o sí, más pronto de lo que imaginó. 

— ¿Otra vez Aido-senpai?— Yuuki, de repente, señaló a lo lejos una característica cabellera rubia junto al uniforme blanco acercarse a ellos.

Zero de inmediato sintió su ánimo bajar tres niveles.

—Ni se te ocurra ofrecerle asilo. No pienso cocinar para él, nunca más.

—No estuvo tan mal…creo. —Por más que ella quisiera defenderlo, Aido le complicaba las cosas. Lo cierto es que Yuuki tampoco entendía a ese noble, bueno, a ninguno de los nobles en realidad.

Hanabusa, por su parte, se removió nervioso mientras avanzaba hacia ellos. Ése era el momento. Era ahora o nunca. Estuvo toda la mañana vigilando a Kiryuu, buscando la oportunidad en que estuviera solo para abordarlo, pero no la consiguió y debía regresar al dormitorio de la luna antes de que notaran su ausencia. Así que no quedaba otra que llamarlo frente a Cross.

Respiró hondo.

Aido le dio muchas vueltas al asunto antes de tomar la decisión de hablar con Kiryuu. Él pensaba observar desde las sombras, atento por sí debía intervenir a favor de alguno de los dos, pero la situación había cambiado. En la clase nocturna había una sensación general de inminente desastre, difícil de pasar por alto, todo gracias a los movimientos del Consejo.

Esa mañana, recibió una intrigante carta de su padre, donde le recordaba su posición como parte de la familia Aido y los valores que defendían como facción. Su padre era de los que daban discursos morales antes de enfrentar los problemas. A juzgar por la extensión de su misiva, se acercaban grandes problemas.

No fue el único que recibió una carta de su familia.

La desaparición de Senri y Takuma sólo era la punta del iceberg. Aido estaba seguro que pronto habría un levantamiento contra el rey, y él ya había decidido su papel en esa batalla.

Su deber era proteger al destinado de Kaname-sama, y si pudiera advertirle un poquito para que estuviera atento a su alrededor, lo haría.

Cuando estuvo frente a ambos prefectos, puso su expresión más seria.

—Kiryuu, necesito conversar contigo.

 

 

 


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