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Plan de Verano: Helados, amor y matemáticas por StefyEskig

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La primera semana de vacaciones fue considerablemente tranquila para Kagome. Dedicó la mayoría de sus mañanas en ayudar a su abuelo con las tareas del templo. Más tarde siempre trataba de aprovechar para pasar el rato con su hermanito Sota jugando videojuegos o simplemente molestándolo, antes de que ambos empezaran sus actividades de verano. Además, como cualquier adolescente, se la pasó leyendo y hablando sin parar un momento con su mejor amiga, Sango.

-"¡Esto te va a encantar! El chico es un demonio y ella una princesa, ¡es tan romántico!"-Decía el mensaje de su amiga, seguidos de varios emojis en KakaoTalk.

-"No quiero romanticismos TT"- Contestó Kagome, recostada en su recamara con el pijama puesto. Constaba de un short y una remera de tirantes, ambos color negro, con estampados de conejitos rosas. Fue un regalo de su madre, así que casi no le daba pudor usarlo. De todas formas, si salía, solo iba a dormir a la casa de su mejor amiga.

-"…Pero encontré un dōjinshi de Kuroshitsuji".- Respondió al poco tiempo Sango, usando el emoji de "guiño". Ambas eran fangirls de ese anime. Cuando Kagome entró en la misma academia que Sango, la nueva vio como la castaña guardaba, no lo suficientemente cauta, el segundo tomo del manga de Kuroshitsuji. Fue entonces cuando reunió el valor de acercársele, y como quien dice, el resto es historia.

-"¡Eso no cuenta! ¡Pásamelo, por favor!"-Rogaba Kagome, mirando el celular divertida, tratando de no reírse demasiado alto. Sin embargo, sus risas fueron mermando al ver la hora en el celular: 1:30am. –"Maldición TT Sango-chan, debo irme a dormir, mañana empieza el curso de verano TT."- Ahora solo miraba el celular con frustración, mientras lo dejaba sobre su cama y se ponía de pie para apagar la luz.

Kagome estaba nerviosa, pues no sabría qué alumnos habría en el curso. Se supone que serían simples clases de tutoría para alumnos de último año de secundaria. Por lo que ella había oído, la diferencia entre la exigencia del Secundario con la Preparatoria en esa Institución era demasiado, tanto que muchos levantaron quejas hacia la dirección. Como respuesta, algunos alumnos superiores se habían ofrecido a dar estas tutorías a cambio de puntaje. Sango le había contado que al principio solo iban los más empollones, pero cuando los alumnos superiores del equipo de deporte eran bochados poco a poco de la preparatoria, comenzaron a pedirles a sus kōhai que asistieran a las tutorías. Desde entonces, ese lugar era bastante parecido a una ensalada. La cabeza de Kagome no dejaba de expulsar preguntas: ¿Serían muchos? ¿Pocos? Si asistían los revoltosos de último año… quizás vaya a estar Inuyasha. El solo pensarlo la desalentó un poco, pero sacudió su cabeza para borrar esas ideas. Quizás hasta sería bueno que él estuviese, así se daría la oportunidad de conocerlo y dejar sus prejuicios de lado. Aun conociendo todos los rumores sobre él, no podía terminar de creérselos. Después de todo, él era amigo de su tan admirada Kikyō-senpai, ¿verdad?

Kagome le dio una pausa a sus pensamientos. En la vida real, no la conocía tanto, quizás hasta la misma Kikyō era una rebelde en cubierto… Luego de tan solo pensarlo, sacudió la idea de su cabeza, dejando escapar una pequeña risa. Aunque no se había animado a acercársele, la había estado observando. A pesar de tener un semblante frío, siempre estaba más que dispuesta a ayudar a los demás y saludaba a sus ex-profesores con una sonrisa. Cuando la veía interactuar con Inuyasha, también notaba sus facciones relajarse. No estaba segura si es que el peliplata realmente no era lo que decían, o el corazón de Kikyō era tan bueno que no le importaba. Cuando eso cruzó por su mente, tampoco pudo evitar sonreír. Eso la hacía admirarla más.

Se acercó a la cama con lentitud y tanteó su acolchado hasta encontrar su celular. Por un momento pensó en entrar a Instagram y "stalkear" a su senpai. Se resignó al volver a posar sus ojos sobre la hora que le indicaba el teléfono. Kagome no era una muchacha de malas notas, de hecho, era bastante inteligente, pero una simple materia había hecho que su promedio bajase brutalmente: Matemática, malditas matemáticas. Sabía que su dificultad para mantener la coherencia entre las extrañas mezclas entre números y letras para finalmente encontrar la dichosa "x" iba a acentuarse más si llegaba a las clases sin dormir.

-"Buenas noches, Kagome-chan. Sueña con Pitágoras. Te quiero."- Saludó su amiga, acompañado de un risueño emoji. Por supuesto que Sango comprendía la dificultad que tenía su amiga con esta materia, hasta la compartía pero se negaba a ir al curso, pues necesitaba conseguir un trabajo de verano para ayudar a su familia. Habían prometido que si Kagome aprendía algo, ella le iba a ayudar, y Sango le pagaría con un almuerzo en el caso de conseguir trabajo.

-"Sango-chan, toooonta. También te quiero."- Escribió como saludo final, enviando un pequeño corazón violeta. Muy a su pesar, programó la alarma bastante temprano y bloqueó la pantalla. Apoyó el celular en su mesa de luz, alejando cualquier tentación de seguir viciando, y se acomodó para dormir. Mañana debía volver a abrir los condenados libros de matemática.

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La noche pasó demasiado rápido para el gusto de Kagome. La alarma de su celular comenzó a hacer un horroroso ruido apenas llegadas las 7.30am. Por supuesto, normalmente para ir clases se levantaba a una hora similar sin rechistar, pero, ¡eran vacaciones, maldita sea!

El curso comenzaba a las 10am, así que hizo un sencillo cálculo mental. Si descansaba un poquitín más, hasta las 8am, podía ir más descansada, desayunar algo, y salir con tiempo de sobra. No vivía tan lejos de la academia. Podría pedalear tranquila sin necesidad de tomar el tren. ¡Todo calculado! Pensado y hecho, tomó su celular y reprogramó la alarma. Se acomodó sobre la almohada y se dispuso a descansar esa media horita reparadora.

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...

...

9.15am

¡Maldición! Kagome se levantó con desesperación al ver la hora en su celular. No podía creer que se había quedado dormida. Su subconsciente estaba tan emperrado en querer seguir su horario de vacaciones de verano que le jugó en contra. Se puso su uniforme a la velocidad de un rayo. El lazo de la camisa lo tenía mal anudado, y tenía una media más alta que la otra. Hasta la camisa le había quedado mal abrochada. Solo su falda verde había quedado más o menos en su lugar. Pero no había tiempo de pensar en eso, siquiera pudo tomar un mísero jugo de naranja. Apenas se dio una cepillada en el cabello y salió corriendo.

-¡Me voy~!-Saludó a su abuelo, el único presente de la casa.

-Que te vaya bien.- Contestó este, con pereza, pero dedicándole una sonrisa a su acelerada nieta.

Optó por pedalear unas cuadras hacia la estación y terminó tomando el tren. Normalmente le gustaba viajar relajada en su bicicleta, pero esta vez no iba a poder ser. La academia estaba a unas cuadras de la otra estación, así que también se apuró en pedalear cuando bajó del tren. A duras penas llegó 10.10am al instituto. Entró corriendo hasta quedarse sin aliento. Se detuvo unos momentos en el descanso de la escalera. Decidió tomar una bocanada de aire y recapitular la poca información que tenía sobre el curso: este tendría lugar en la tercer aula del segundo piso. Por lo tanto, ya no le quedaba casi nada para llegar. Se incorporó para retomar su camino, sin embargo, algo hizo que volviese a perder el aliento.

-Kikyō-senpai...- Susurró mientras observaba a la nombrada en lo alto de las escaleras. Kikyō se encontraba ya en el segundo piso, observándola extrañada desde el final de las escaleras. Por supuesto que el uniforme de la mayor estaba perfectamente arreglado, hasta traía un maletín de lo más formal. Un pequeño sonrojo se asomó por las mejillas de Kagome. De todas las personas, a la última que esperaba ver allí, en verano, era a su senpai. Y justo el día en el que peor me puse el uniforme, se maldecía interiormente.

-¿Estás bien?- Se limitó a preguntar la muchacha en lo alto, escrutando a la joven. Con solo verla, pudo deducir lo que ocurría. -Se quedó dormida. Muy dormida.- Entre tantas veces que su mejor amigo se paraba a mirar a la muchacha, ella terminaba observándola también. A veces llegaba con el cabello algo alborotado o la escuchaba quejarse por haber dormido poco, pero jamás la había visto tan apurada y desalineada. Aunque en el fondo, no pudo evitar sentir algo de ternura. Sin embargo, tampoco sabía qué hacía exactamente esa muchacha ahí. Según Inuyasha, tenía buenas notas, y no había tenido problemas con el examen de ingreso a la preparatoria.

-Eh... sí, claro.-Atinó a contestar, algo torpe, mientras comenzaba a subir las escaleras lentamente. Una vez que estuvieron a la misma altura, Kagome se giró para estar frente a Kikyō. Según recordaba, era la primera vez que estaban tan cerca, a solo unos pasos de distancia. Así era más notoria la diferencia de altura: no era demasiada, pero la mayor le llevaba por lo menos media cabeza de alto. Kagome tenía que levantar un poco la barbilla para mirarla directamente.

-Creo que no nos hemos presentado formalmente.- Dijo Kikyō, tratando de hacer la situación lo menos incómoda posible. Se tragó el impulso de acomodar el uniforme de la más pequeña. Notaba como sus mejillas estaban cada vez más rosas y titubeaba al contestar, bastante nerviosa. Asumió que esta era la reacción lógica al encontrarse tan desarreglada delante de la "famosa alumna modelo", título que Kikyō escuchó a más de un alumno o profesor designarle, y que tampoco le molestaba.

.Mío, es cierto. Debe pensar que soy rara por saber su nombre sin haber hablado nunca TT- Pensaba Kagome, no tan alejada de las conjeturas que había hecho la otra muchacha. Si bien Kikyō era conocida por toda la escuela, siempre se cruzaron en el pasillo y la más joven jamás expresó su admiración por esta. -¿Pensará que soy maleducada y que la ignoré?- Los pensamientos tan pesimistas de Kagome viajaban bastante rápido considerando lo dormida que estaba. Bajó la mirada avergonzada. -Soy Higurashi... Kagome Higurashi, es un gusto, senpai.- Hizo una pequeña reverencia con la cabeza, sin perder el sonrojo de sus mejillas.

-¿Está... actuando linda?-Pensó Kikyō inconscientemente al ver a la muchacha sonrosarse nuevamente y escucharla hablar tan bajito, en contraste con el tono habitual con el que siempre la oía hablar con sus amigas o, muy de vez en cuando, con InuyashaSe extrañó ella misma al encontrarse pensando así, pero inmediatamente volvió a la normalidad. -Me llamo Jung Kikyō. Mucho gusto, Higurashi-san.- Y contestó a la leve reverencia.

-Es verdad, su apellido es extranjero.- Recordó Kagome.-¡Suena chick, genial como Kikyō-senpai!... ¿Espera, qué estoy pensando? Tonta, haz algo, te está mirando, ¡reacciona!-Se perdió en sus pensamientos por unos instantes, pero finalmente volvió en sí, para dirigirse a su senpai quien, efectivamente, la estaba mirando bastante divertida a su parecer.-Ehm... yo... voy tarde para el curso.- Dijo, tratando de sonar lo más natural posible. Agregó un pequeño ademán con la mano, señalando hacia delante, por donde quedaba su aula.

-Entonces vamos por el mismo lado.-Contestó Kikyō, dándose la media vuelta para avanzar hacia el salón. Kagome se quedó atrás, algo perpleja. -¿No vienes?...- Frenó su paso y volvió a encarar a la muchacha. Decidió tomar las riendas del asunto. Le pareció bastante encantador dejar de verla desde las sombras con Inuyasha, pero sabía que si extendía más este momento incómodo, a la joven iba a darle un infarto o algo.

-Sí... ¡Sí!-Respondió Kagome, quien al fin espabilada. Se adelantó con rápidos pasos para alcanzar a la mayor. -Es solo que me sorprendí. No pensé que Kikyō-senpai también asistiría al curso, y que también llegase tarde.-Alegó Kagome, una vez la hubo alcanzado. Sentía que retomaba algo de su confianza. Contuvo una pequeña risita y sus mejillas seguían rojas.

Kikyō la miró de reojo, y la otra muchacha le devolvió la mirada. La mayor se limitó a levantar la ceja, sin intención de contestar. Volvió a posar sus ojos en el frente y adelantó el paso, llegando antes al aula.

Kagome la miró unos pasos más atrás, sorprendida. Inmediatamente, cubrió su boca arrepentida y sintió su confianza caer nuevamente. -¿La habré incomodado? Hablé con demasiada confianza y siquiera somos cercanas, seguro me odia TT - se lamentaba internamente. A veces su inconsciente de adolescente no la dejaba tranquila.

Finalmente, Kikyō abrió la puerta y entró, esperando a su acompañante en la entrada. Kagome se apuró un poco hasta quedar frente a la puerta también. Abrió sus ojos con asombro: el aula estaba vacía. Kikyō hizo un movimiento con la mano, invitándola a entrar. Así lo hizo, y la mayor volvió a cerrar la puerta corrediza.

-No asisto al curso como alumna, yo soy una de las tutoras.- Aclaró Kikyō, mientras se acercaba al banco principal, dejando su maletín en el asiento principal. -Y tampoco llego tarde. Cambié el horario del curso a 10.30am, ¿nadie te avisó por KakaoTalk?-Inquirió a la más joven, esta vez mirándola de frente.

Kagome se sintió abrumada. Sus neuronas, antes demasiado dormidas como para hacer sinapsis, finalmente parecían funcionar: -¡Claro! ¡Era tan obvio! Kikyō-senpai es de las mejores alumnas, por supuesto que ella iba a dar tutorías.- Se dio un palm-face mental, regañándose por caer tan tarde ante hechos tan obvios. Otra vez la invadieron los nervios mientras observaba a Kikyō, inmaculada, sentada en el banco. Sin embargo, se armó de valor y tomó el asiento que estaba justo enfrentado al de la otra muchacha.

-Entonces... un gusto, "Jung-sensei"- Bromeó, mirándola con una pequeña sonrisa. Tales palabras causaron una leve risa en Kikyō. Se notaba aún el nerviosismo de la joven, pero se apreciaba el esfuerzo de hacer la situación lo menos tensa posible.

-Un gusto, Higurashi-san.-Contestó la "docente", seguido de una risa de ambas. -Ya pronto llegarán los demás.- Finalmente el aire comenzaba a ser menos denso.

Kagome asintió y comenzó a sacar sus materiales. El libro, la calculadora y la cartuchera. Volvió a mirar al frente, donde Kikyō estaba anotando cosas en un cuaderno grande, con una expresión de concentración. Decidió llamar su atención con una pregunta algo boba. –Sensei, puedo usar calculadora, ¿verdad?- A lo que la mayor se limitó a asentir, algo divertida. Kagome se relajó sobre su asiento, algo más cómoda. –Solo tengo que actuar normal… quizás el curso no sea tan malo, quizás vaya a ser un buen verano.-

...

Un estrepitoso golpe la sacó de su ensoñación, y también vio como Kikyō dio un pequeño y tierno brinco en su asiento por el sobresalto. La puerta había sido abierta de par en par, dejando ver a un muchacho de ojos dorados, que siquiera tenía puesto el uniforme.

-Oi, Kikyō! ¡¿Tienes los apuntes o…?!- Había sido la introducción de Inuyasha, en un volumen considerablemente alto. Sin embargo, su tono de voz cayó al notar que su mejor amiga no estaba sola. Se sonrojó levemente y puso una sonrisa tonta. -¿Kagome? ¿Qué haces aquí? Jaja… Jamás imaginé que…- Aunque fue callado por la mirada algo molesta de la mencionada.

Kikyō, quien decidió que ya había tenido suficientes momentos incómodos por el resto de la mañana y, de paso, salvando a su amigo, decidió intervenir. –Inuyasha, se va a caer el mundo, llegaste a tiempo.- Aprovechó a burlarse un poco de su atónito amigo. Se levantó con delicadeza y se acercó hasta la puerta, tomándolo por el hombro para llevarlo hacia afuera. –Vamos Romeo, que tengo que explicarte unas cosas…- Antes de terminar de salir del aula, se volteó a ver a la otra muchacha. –Higurashi-san, adelántate y marca los ejercicios que no entiendas. Vuelvo en unos minutos.- Y con una sonrisa, dejando a la jovencita algo perpleja, cerró la puerta detrás de sí.

Notas finales:

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Alguna crítica, algún comentario? Se acepta de todo, y se aprecia mil que dejen su opinión! Y como siempre, espero que les haya gustado! Voy a tratar de ser constante con las actualizaciones~.


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