Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Go back in time: First year. por Nakamura Yuuki

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“Primera semana de clases”

Draco descubrió cuan horrible era ser el centro de atención para Harry. El niño parecía querer huir cada que más de dos personas lo miraban a la vez. El rubio, en un momento, ya cansado de casi corretear tras el elegido a cada diez minutos, decidió que era suficiente.

— ¿Se les perdió algo a ustedes?, ¿No tienen una vida la cual atender?, ¿Por eso meten sus narices donde nadie los llamó? —exclamó en medio del pasillo, de camino a Transformaciones. Algunos tuvieron la decencia de apartar la mirada, y otros se sonrojaron.

Harry le agradeció fervientemente, mirando sus manos mientras esperaban a la profesora. Draco le dio un leve apretón en el brazo, sonriéndole con los labios apretados para tranquilizarlo. Su grupo formó una especie de coraza desde ese día. Harry y Draco en el medio, con las chicas y chicos rodeándolos, evitando aún más las miradas indiscretas. E incluso los mayores amonestaban a todo aquel que pasara más de cinco segundos con los ojos pegados a Potter.

Más allá de la atención poco apreciada, fue una semana tranquila. Incluso, si el rubio no lo supiera mejor, diría que no pasaría nada raro nunca más. Pero, claramente, eso era una utopía.

La primera clase de pociones llegó más rápido que nunca, y Draco no sabía si emocionarse o no por su materia favorita. Tenía cierta curiosidad, por sobre todas las cosas, de ver cómo iba a comportarse su padrino ese día.

También quería empujar la cabeza de Harry contra la de Weasley, para que alineen sus neuronas y ya dejen de mirarse mal en cada pasillo en el que se encuentran. Draco no extrañaba, en lo absoluto, sus discusiones diarias y miradas mortales. Podría vivir sin ellas, pero prefería que él fuese el blanco de ambas a tener que aguantarlos dárselas entre ellos. Era fastidioso.

Draco se sentó con Blaise, y dejó a Theo el cuidar de Harry Potter. Casi sonrió con burla cuando el castaño accedió sin problemas. Quizás, con la paciencia de Theodore, el niño que vivió podría entender mejor la materia. Con suerte podría pasar con notas un poco más que aceptables.

La puerta se cerró con un chasquido, y la figura del profesor Snape se alzó por entre sus mesas. Miró a toda la clase con ojos intimidantes. Draco casi puso los ojos en blanco cuando se detuvo más de la cuenta en el lugar donde estaba sentado Harry.

—Están aquí para aprender la sutil ciencia de hacer pociones. — comenzó, hablando casi en un susurro, pero los alumnos estaban tan callados que no se necesitaba mucho más que eso para escucharlo claramente. Definitivamente Snape no era alguien a quien desobedecer—. Aquí no habrá estúpidos movimientos de varita, y muchos de ustedes dudarán sobre la magia de esto. No espero que entiendan la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes. El delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñarles cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si son algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

Su capa ondeo cuando comenzó a moverse por entre las bancas, sus pasos no se oían, más parecía estar deslizándose cual serpiente. Para el horror de la parte granate, claramente. Los herederos de Salazar estaban calmados, mirando hacia el frente, con sus pergaminos acomodados y plumas al alcance.

Pansy rodó los ojos y codeo suavemente a Draco. El rubio miro hacia lo que causaba la diversión de su amiga, y vio a Granger al borde de la silla, con ojos grandes y brillantes, como si tomara las palabras como un desafío. Parecía lista para levantar la mano.

— ¡Weasley! —llamó el profesor, haciendo que el mencionado se sobresaltase. —Asumo que abriste alguno de los libros que pedí antes de presentarte en mi clase… así que, dime, ¿Qué se obtiene al añadir polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

La clase esperó en silencio, mientras el pelirrojo trataba de no temblar ante la atención total de esos fríos ojos negros. Draco quisiera poder sentir pena por él.

—No lo sé, señor.

Las serpientes arquearon sus cejas, pero Draco estaba mirando fijamente a su pergamino. Por el rabillo del ojo podía ver la mano temblorosa de Granger, ansiosa por responder ella.

—Intentémoslo de nuevo, señor Weasley. —pidió, burlonamente. Draco creía que podía oler el miedo del pelirrojo. — ¿Dónde encontraría un bezoar?

—No-no lo sé, señor.

Draco comenzó a escribir a ese punto, ganándose una mirada de Blaise. Luego de Pansy, pero Draco no las devolvió, sino que se concentró más en su escritura.

—Al parecer esperé demasiado de usted. —comentó el profesor, en tono mordaz. — ¿De qué sirve ser hijo de magos si no conoce ni lo más común del mundo en el que vive? Una última oportunidad, señor Weasley. Dígame la diferencia entre acónito y luparia.

A este punto, Draco, podía vislumbrar el cuerpo de Granger parado casi frente al profesor Snape, y se sintió incómodo. Eso no haría que el profesor le tomara atención, en lo absoluto.

—No lo sé. —escuchó la voz temblorosa, y Draco quiso auto meterse en un pozo. La primera vez ¿Cómo disfrutó de esto?, Es jodidamente incómodo, para todos—. Pero Hermione parece tener las respuestas, ¿podría preguntarle a ella…?

El rubio casi gimió por la idiotez, sintió un golpecito en su hombro y volteo a ver a Harry, quien lucía confundido. Hizo una seña con la mano hacia la escena de los Gryffindors, y luego arrugó la cara. El azabache sonrió con diversión, y Draco le devolvió la sonrisa. Su incomodidad se disipó un poco.

Snape se volteo hacia la niña y casi le gruñó al hablar—Siéntese, señorita Granger.

Snape se volteo precipitadamente y sus ojos brillaron en Draco, que seguía parcialmente volteado. Lo señaló y el rubio se levantó inmediatamente, manteniendo sus ojos en el entrecejo de su profesor.

—Lo escuchamos, señor Malfoy.

—La mezcla del polvo de raíces de asfódelo y el ajenjo producen una poción para dormir muy poderosa, conocida como el “filtro de muertos en vida”. —Snape asintió, agitando la mano, para que prosiguiera—. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra, sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos conocidos. Y el acónito y la luparia son la misma planta.

La imagen del profesor era de pura indiferencia, pero el rubio vio el brillo orgulloso titilar en sus ojos. Se sentó, apresurándose a terminar de escribir aquello, en tanto su profesor se dirigía nuevamente al frente de la clase.

—Diez puntos para Slytherin por sus respuestas correctas. —anunció, moviendo su varita en el aire para borrar lo que allí estaba—. Espero que hayan escrito las respuestas del señor Malfoy. Ah, y cinco puntos menos para Gryffindor por el desacato del señor Weasley. Lo espero la semana que viene en mi oficina ni bien termine de cumplir con sus horarios.

Sin esperar más, el profesor comenzó a anotar en el pizarrón una receta para curar furúnculos, y les indicó la página a la que debían ir. Draco comenzó a anotar todo casi sin mirar al pizarrón, ya sabiéndose estas cosas de memoria.

Notó la mirada del hombre, pero no dio ni un solo indicio de ello, siguiendo con lo suyo, incluso llegando a buscar los ingredientes para comenzar, mientras Blaise aún estaba copiando ociosamente todo.

La clase en sí no fue la gran cosa, no para Draco, que hacia todo en automático, inclusive evitando que Harry estropeara la poción, y que Theo muriera de estrés. Lo más relevante fue la explosión en el caldero de Longbottom, pero el rubio apenas y parpadeo ante eso. Sabiendo un poco más sobre el torpe niño… hasta él se sentía un poco mal de reírse, por lo que permaneció estoico.

Harry era el otro que ni siquiera estaba haciendo una mueca de diversión.

La clase acabo rápidamente luego de eso, y Draco salió con sus amigos, sin prestarle mucha atención a nada realmente. Harry estaba en silencio, a su lado. Se miraron unos segundos, pero rápidamente se perdió el contacto cuando alguien empujó al rubio al pasar.

— ¡Oye, mira por dónde vas! —Exclamó Pansy—. Ah, claro, un Weasley tenía que ser.

El rubio suspiró, negándose a ser parte de aquello. Suficiente ya tenía por un día de Weasley.

Comenzó a alejarse, para sorpresa de todos, sin dirigirle ni una sola mirada al pelirrojo. Crabbe y Goyle se apresuraron a ir tras él, acostumbrados a seguirlo. Los demás se quedaron un poco más atrás, pero terminaron por reunirse en el comedor. El gran grupo de Slytherin se juntó en la punta de la mesa que estaba más cerca de la entrada, aun murmurando sobre lo grosero que se comportaba Weasley.

Harry le dio un golpecito de hombros y Draco volteó a verlo arqueando sus cejas. Tenía las mejillas algo rellenas por la comida, y el pelinegro arrugó la nariz divertido.

— ¿No dirás nada sobre lo que pasó?

Draco lo pensó, mirando hacia la mesa de los leones.

—Creo que es algo estúpido. Él estaba enojado con el profesor, pero como no puede desquitarse con él, viene a lo más cercano… no es sorprendente. Me da igual, la verdad. —se encogió de hombros (era extraño hasta para él lo que estaba diciendo. Draco del pasado-presente debía ser más irritante pero simplemente no encontraba en él las ganas de enojarse por algo tan infantil) —. Soy un Heir, debo comportarme como tal… pelearme con un honorable de la familia Weasley no sería decoroso.

Todos los que entendieron se estremecieron. Si bien tanto Blaise como Theo eran herederos como él, ninguna de sus familias tenía tanto poder como la familia de Malfoy. Todas las chicas asintieron, entendiendo a donde quería llegar, aunque ninguna de ellas tenía el peso de un título en sus hombros, no aun al menos. Crabbe y Goyle solo siguieron comiendo, acostumbrados a que Draco les diera conferencias sobre la decencia de un heredero.

Harry era, por lejos, el más confundido.

Draco, que ya había asumido que su amigo no era consiente de muchas cosas sobre el mundo mágico, se dirigió hacia él. Harry se enderezó, casi familiarizado con la mirada del rubio, esa que le decía que explicaría algo de suma importancia.

—La sociedad mágica está dividida por títulos y cargos, Potter. La gran mayoría son duques o marqueses, pero hay rangos más altos. Blaise, Theo y yo somos herederos, en un futuro tomaremos el lugar de nuestros padres en el Wizengamont, portaremos el título que nos corresponde. Seremos los lores. —Hizo una floritura, mientras que Theo y Blaise se inclinaban parcialmente. —Las chicas aquí, exceptuando a Daphne, poseen el título de lady. Mientras que la señorita Greengrass es una futura condesa.

La rubia se inclinó un poco más que los muchachos, y las otras más aún. En el rango que les permitía la mesa, claro está.

—Tu, por otro lado —el azabache se volvió hacia Draco, sorprendido—, eres un lord, según lo que tengo entendido. Tu padre era la cabeza de la familia Potter, pero al estar… fallecido. —Draco tuvo dificultades al hablar de esta clase de cosas, Harry se sentía parcialmente comprendido al ver lo difícil que la pasaba el chico cuando hablaba de muertes. Se preguntaba si había sufrido una pérdida profunda antes—. Tú pasas a ser el indiscutido lord. Aunque solo podrás tener tu puesto en el Wizengamont cuando tengas dieciséis años.

Todos asintieron, dándole la razón a Draco, mientras que Harry tardó un poquitito más, asimilándolo todo. En tanto, los demás se pusieron a comer, tratando de dejar el tema caer sobre Harry.

Si luego tenía dudas, no había nada que ellos no pudieran manejar.

Cuando estaban por abandonar el comedor un búho marrón pardo llegó a posarse en el hombro de Draco. El rubio reconoció inmediatamente el sello en la carta, por lo que se apresuró a quitársela al pájaro, y darle algo de comer.

Querido Heir Malfoy, me comunico con usted debido a una serie de nuevos acontecimientos.

Como le he estado comentando en cartas anteriores, investigué sobre el caso  de Sirius Black durante un largo tiempo, y esta carta es para actualizarle sobre la situación.

En hora buena, Heir, usted en definitiva tuvo razón ante sus sospechas del caso. Ayer mismo se dio lugar al juicio de su tío, y luego de un extenuante interrogatorio, veritaserum y la exigencia del ministro de utilizar el uocen palmis para llamar a los señores Potter como sus últimas memorias, se dictó un veredicto. Así que dentro de unos días le llegará la carta de un medimago y un psicomago, contándole más a fondo sobre la salud mental de su tío, y también deberá de decidir quién lo cuidará de ahora en más, porque necesita una escolta permanente en tanto esto se asienta en la sociedad mágica.

Le sugiero ir planeando lo que hará cuando el diario “El Profeta”, y todos los demás, saquen la historia a la luz.

Sinceramente, Susan Bones.

Draco releyó la carta una vez más antes de darse cuenta de que acababa de sacar a un prisionero de Azkaban por medios legales, sin que sus padres siquiera lo sospecharan.

Miró a sus amigos, que lo veían con diferentes niveles de interés, mientras que el resto lo ignoraba completa o parcialmente. Agradecía ser uno de los pocos que reconocería el sello característico, puesto que eso era algo que comúnmente solo se utilizaba entre amigos cercanos o familiares.

 —Luego.

Eso fue todo lo que dijo antes de guardar la carta entre las páginas de un diario que solo se abriría ante su firma mágica. Nadie insistió, aunque todos sestaban curiosos sobre la misteriosa carta, más aun después de ver la sorpresa en los normalmente neutros ojos plateados.

Tenían el resto de la tarde libre, pero ya tenían tarea de pociones, por lo que todos fueron a la sala común, en un acuerdo tácito de eliminarlo lo antes posible.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).