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El voto de Parcas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, esperando se encuentren muy bien. Muchas gracias por estar atentos del fanfic.  Espero que les esté siendo agradable a todos.

 

Mil gracias por los mensajes, han sido pocos, pero son invaluables.  Gracias por tomarsen el tiempo de enviarlos. Nos motivan mucho.

 

 

Que disfruten la lectura. 

CAPÍTULO 5: HECHIZO DE SANGRE Y ESPEJO

 

 

Mientras tanto el caballero de bronce aún se encontraba en la cama algo avergonzado por las palabras de Hécate, pues sabía que ella se había percatado de lo que él y Hades habían estado haciendo.

 

–No debería darme tanta vergüenza–suspiró mientras se ponía de pie con algo de trabajo pues su parte baja le dolía bastante, haciéndole imposible olvidar aquella pasional noche.

 

–Le dije que era demasiado para mí–se asustó al escuchar la puerta,  viendo entrar a una doncella la cual no se inmutó al ver su desnudez.

 

–       Joven caballero ¿gusta que le ayude a limpiarse?

 

–       Yo… puedo hacerlo solo, simplemente ayúdame a llegar hasta la ducha– la joven doncella los ayudo a meterse a la tina pasándole todo lo necesario para que el castaño se limpiará, quedándose parada a un lado de la tina.

 

–       ¿Puedes...salir un momento? contigo observado cada movimiento que hago me cohíbe

 

–       Lo siento, estaré tras la puerta esperando–.La joven salió, el Pegaso dio un suspiro dejando que el agua que lo rodeaba lo relajara.

 

–       No puedo creer que no le inmute ver a un hombre desnudo… pfff– sin más comenzó a limpiar los restos de la noche anterior, notando que en efecto el azabache no se había contenido para nada.

 

–       ¿Cómo espera que saque todo eso?– dijo haciendo referencia a la semilla del azabache que yacía dentro de su cuerpo.

 

– ¿Seiya? - preguntó entrando al cuarto.

 

–Mi señor, el joven se está dando un baño – dijo la doncella.

 

–Entiendo, puedes retirarte, yo me ocupo. Prepara algo para comer, en breve bajaremos

.

–Si alteza– expresó la mujer y se retiró de los aposentos.

 

Hades entró al baño y vio a Seiya recostado en el borde. Aquella estructura tenía el tamaño de un baño público griego, casi una piscina moderna. Con cautela y aprovechando que el menor tenía los ojos cerrados, se introdujo y lo abrazó por la espalda.

 

–       Te veo muy relajado- comentó susurrándole al oído.

 

–       Lo estoy y mucho más ahora.

 

–       Mandé a preparar algo para comer, aunque se me antoja algo diferente- dijo para luego dar pequeños mordiscos en el cuello.

 

–       Mmm… ¿no quedaste satisfecho con lo de ayer?

 

–       Para mí no es suficiente cuando se trata de ti.

 

–        Eso quiere decir ¿qué quieres una ronda más?

 

–       Quizá no solo una.

 

–       A este paso voy a quedar paralítico…

 

Sintió como el azabache se pegaba más a él restregando su miembro ya erecto, lo que le hizo sentir un vuelco en el corazón, por la vergüenza y excitación.

 

–       Vaya, para tener miles de años en este mundo quien dijera que eres tan vigoroso– sin más,  el joven Pegaso comenzó a restregar sus nalgas contra el miembro de su amado.

 

–       Mng… tú haces que me vuelva un completo orate.

 

–       Es bueno, ese lado solo yo puedo verlo

 

El azabache pasó sus manos debajo de los brazos del Pegaso,  acariciando  su pecho, hasta poder rosar sus pezones. Comenzó a pellizcarlos y halarlos mientras lamía y mordía su cuello. Aprovechó que el joven estaba sobre su pelvis, con cuidado y aprovechando el agua como lubricante, entró nuevamente en su cuerpo.

Se quedó quieto esperando que Seiya se acostumbrara, su miembro estaba siendo absorbido de forma sofocante.

 

–       Mm… que estrecho… me gusta- mencionó mientras empujaba un poco.

 

–       Despacio… Hades… está muy duro- se quejó el caballero pues aún estaba un poco resentido por la noche  anterior.

 

Intentó aguantar lo que más pudo, así que con suavidad salía y entraba. Lo hizo con constancia por breves minutos, pero aquella estreches le estaba haciendo perder el juicio. No se percató en qué momento embestía con fuerza e impulso. Se hundía hasta el fondo, esperaba, salía y volvía hundirse. Todo realizado en un ciclo constante.

Pegaso no supo en qué momento estaba apretando con fuerza el borde del baño, estaba extasiado con aquella rudeza y pasión con la que lo perforaban. Cuando Hades salía de su cuerpo se sentía vacío, pero luego cambiaba esa sensación, cuando le metí al pene hasta lo profundo de sus entrañas.

 

–       Soy tu Dios… me perteneces en el pasado, presente y en tu futuro... haré que jamás lo olvides.

 

El Guerrero del santuario no sabía que pensar. Se sorprendía de lo posesivo que era el azabache y de lo apasionado que era a pesar de toda la mala reputación que tenía… pero era eso, falsedades de quien no lo conocía.

 

–       Mng… Hades… no… puedo más...si sigues así harás que me venga.

 

Sentía como en cada embestida hacía temblar todo su ser, como removía su interior haciéndole desear estar de esa manera para siempre. Sintió como el azabache se aferró a él penetrándolo con una mayor profundidad, llegando hasta ese punto que le hizo gemir con fuerza, sin importarle que los demás los escucharán.

 

–       ammmm...aaaah…- sin más llegó al clímax, su cuerpo temblaba descontrolado por el placer, sin embargo, el azabache no se detuvo, continuó arremetiendo contra él.

 

–       Es...espera estoy muy sensible...acabo de venirme.

 

–Bueno, hagamos que tengas muchos más orgasmos, haces una preciosa voz.

 

El azabache continuó arremetiendo contra el caballero, ignorando todo intento de este último por hacer que se detuviera. Entre caricias y besos, terminaron varias veces.  Seiya contaminando el agua del baño y Hades, dentro de aquel pequeño cuerpo.

Les tomó algo de tiempo alistarse, pero finalmente ambos bajaron al comedor.  El dios portaba su característica túnica negra y el castaño, seguía el juego con la indumentaria, solo que la túnica un poco más pequeña, amoldándose a su cuerpo.

 

El caballero se sintió algo incómodo al ver como la vista de doncellas y sirvientes eran puestos sobre sí, pero es que a los demás se les hacía extraño ver al dios con compañía. Obvió todo cambió, cuando apreció los deliciosos platillos que eran servidos en la mesa, e inició a ingerirlos.

 

–¡Esto está delicioso! - exclamó contento.

 

–       Me alegra que te gusté - mencionó tomando algo de café.

 

–       Es verdad… mmm… ¿qué hablaste con Hécate?, claro, si se puede saber.

 

–       Sobre cómo haríamos que recuperes la memoria.

 

–       ¿Y cómo?

 

–       Luego de que retire tu maldición, tendrás libre tu cosmos.  Hécate hará un hechizo de sangre y espejo.

 

–       ¿Y eso es…?- preguntó con duda.

 

–       Un espejo te mostrará lo vivido, pero con tu sangre.  Entre más sangre tome de ti, más recuerdos te mostrará.

 

–       ¿Y… por qué la sangre?

 

–       No puede ser con la sangre de nadie más, la sangre es algo muy valioso, por eso solamente se mostrarán los recuerdos del portador de esa sangre.  Es algo más legítimo.

 

–       Comprendo… sino hay otra manera, estoy de acuerdo.

 

–       Luego de que recuperes tus recuerdos… debes tomar tu decisión.

 

El Pegaso guardó silencio por un momento, eso de cierto modo le hacía sentirse incómodo, por el reciente sueño que había tenido. Sabía que habría recuerdos que quizá hubiese preferido dejar en el olvido, temía que la felicidad de la que ahora disfrutaban, no fuese real. ¿Qué pasaría si después de recobrar la memoria aun así decidiera estar de lado del Olimpo? ¿Ellos se volverían enemigos otra vez? Se limitó a tomar otro bocado tratando de ocultar el temor que en ese momento le invadía y qué sabía permanecería hasta que el momento de la verdad llegase.

 

–       Bueno… me alegra saber que puedo recobrar la memoria, aunque no me dejes morir desangrado, debo recordar toda una vida.

 

–       No morirás por derramar un poco de sangre, has derramado más en las batallas que has librado y sigues aquí.

 

–       ¿Insinúas que soy difícil de matar?

 

–       No lo dije de una mala manera, simplemente que eres un caballero formidable, sin olvidar que en tu vida pasado fuiste un semidiós.

 

–       ¿Puedes contarme sobre eso?

 

–       Por supuesto, igualmente, será algo que recordarás luego- mencionó mientras sorbía un poco de café- eres hijo de mi hermano Poseidón y Medusa.

 

–       Cof.. cof - tosió el Pegaso atorándose con el alimento- ¡¿Qué?!

 

–       ¿Sorprendido?- mencionó el dios mientras sonreía complacido.

 

–       Por supuesto… es decir… vaya… no lo esperaba.

 

–       Hay muchas cosas que también irás recordando, y no esperabas… - dijo mientras tomaba la mano del menor y la acariciaba con sensualidad.

 

–       Hades… - mencionó sonrojado- no juegues conmigo.

 

–       Jamás podría- sonrió- bien, eras uno de los más grandes guerreros del reino marino, aunque antes eras arrogante porque seguías la voluntad de mi hermano y querías ser un dios.  Todo fue hasta que Poseidón te ordenó cuidar a Atenea en el Olimpo y allí nos conocimos.

 

–       ¿ Y qué pasó después?...

 

–       En el reino marino, sentías  inmensa soledad hasta que nos conocimos. Tu personalidad cambió volviéndose más alegre, feliz,  temperamental, terco, impulsivo, imprudente y necio algunas veces- rio al decir lo último.

 

–       Gracias por lo último- fingió indignación, la cual se borró al ver y escuchar la risa de aquel hombre que empezaba a atraerle demasiado.  Su masculinidad, su aura y sensualidad, lo estaban haciendo sucumbir.

 

–       Son cualidades tuyas que amo, no te pediría que las cambiaras.  Retomando, nos amábamos tanto, al grado de que  renunciaste a tu cargo de príncipe y vivir como un simple mortal.  Lo siguiente de la historia, es mejor que lo recuerdes - dijo algo sombrío- luego de la maldición y de qué te ofrecieran al servicio  de mi sobrina- murmuró molesto- lastimaste a muchos dioses y guerreros, llevando el título del "gran pecador".

 

El escuchar parte de su pasado sorprendió bastante al castaño.

 

–       Vaya no esperaba que mi vida fuese tan dramática, un semidiós y ¿que lo deje por ti? Vaya que te amo– al instante guardo silencio sonrojando se al darse cuenta de lo que acababa de decir. Al notar el semblante burlón del Dios del inframundo, se sonrojó aún más.

 

–       No te emociones.

 

–       Pero si yo no he dicho nada, solo me siento complacido de saber que me amas- dijo mientras acariciaba la mano del caballero el cual permanecía inmóvil sin poder mirarle a los ojos.

 

–       ¿Y tú siempre fuiste igual de molesto?, orgulloso y…–al notar que el azabache lo miraba fijamente no pudo evitar susurrar – ¿Y tan… apuesto?

 

–       ¿Apuesto dices? Bueno no lo sé, solo sé que gustabas de mí y que ahora también lo estás, sino no te pondrías tan nervioso frente a mí.

 

–       No estoy nervioso, solo dije cosas sin pensarlo mucho.

 

***

 

Dos días transcurrieron lento, algo provechoso para Hades y su acercamiento con su amado.  Tras consumir las pociones y menjurjes de Hécate, finalmente su cosmos se restableció en totalidad. En este momento se preparaban para retirar lo que quedaba de maldición en el caballero del santuario.

 

–       ¿ Estás listo, Seiya?

 

–       Creo… ¿es doloroso?

 

–       Así es, pero puedes soportarlo, eres fuerte.

 

–       Gracias Hades- dijo agradecido por las palabras de ánimo.

 

Tocó el pecho de su amante y con su cosmos, poco a poco retiraba la maldición. Seiya aguantaba el dolor lo más valiente que podía, apretando con fuerza los respaldos de la silla donde  se encontraba sentado. 

Hécate también se encontraba presente, por si algo extraordinario acontecía, ella auxiliaría.

El dios mayor veía como lo que quedaba de la espada fantasma se fragmentaba, hasta totalmente desaparecer. Observó a Seiya, quien se encontraba con los ojos cerrados, algo pálido y sudoroso de soportar el dolor.  Odiaba verlo así, siempre lo habían utilizado como carne de cañón en la guerra y estaba agotado de verlo, de sufrir cada vez que se iba a combatir.

 

–       ¿Estás bien?- preguntó mientras acariciaba su mejilla.

 

–       Si… solo… agotado - dijo entrecortadamente.

 

 

–       Mi señor, por favor dele este brebaje, le ayudará- le extendió la diosa.

 

Hades le dio de beber al cansado Pegaso, este haciendo una cara de asco, terminó por beberlo todo. Con cuidado, el dios lo cargó y lo llevó hasta sus aposentos para dejarlo descansar, se acomodó a su lado y acarició varios mechones marrones.

 

–       Descansa, lo hiciste muy bien…

 

***

 

En otro escenario, el santuario era un caos puesto que hace días había desaparecido el caballero de bronce.  Saori desplegaba a todo su batallón en la búsqueda de Seiya pero era infructuoso, no habían dado con su paradero.

 

–       No puedo creer que Seiya no aparezca - comentó preocupado Shun.

 

–       Es porque todos son unos completos inútiles - mencionó el fénix apareciendo.

 

–         ¡Hermano! - dijo Shun contento al verlo - no hagas esos comentarios, ya tenemos suficiente con no encontrarlo.

 

–       Es la verdad Shun, ¿cómo de un santuario desaparece un moribundo?, se nota la importancia que tiene nuestro hermano - espetó sin tacto- hemos salvado a Atenea y a la tierra, ¿pero a qué costo?, al parecer los dioses nos han dado la espalda y la tierra es un caos por la pérdida de Hades, no se me hace raro que alguien haya secuestrado a Seiya para vengarse de Saori.

 

–       No hables así Ikki, hemos hecho lo correcto - puntualizó Hyoga-

 

–       ¿Lo correcto?, la tierra es un verdadero caos, ¿que no lo ven?, ¿creen que las personas arreglarán todo con amor?, ¿qué se abrazarán, estrecharán su mano y habrá paz?,  esas son puras patrañas que Atenea metió en sus cabezas.

 

–       No te permito que hables así de nuestra diosa - expresó con indignación Shiryu.

 

–       Adelante Shiryu, podemos arreglar esto a los golpes, pero no me harás cambiar de idea.

 

–       Deténganse los dos, estamos muy estresados y debemos unirnos para encontrar a Seiya - intervino Shun-

 

–       Yo buscaré a Seiya por mi parte, pero el santuario no contará más conmigo y mucho menos Atenea.

 

 

Mientras tanto el caballero castaño se encontraba compartiendo cama con el dios del inframundo, habían pasado varias horas desde que había caído dormido. Sus ojos avellana se abrieron encontrándose con el rostro tranquilo que el Dios mostraba mientras dormía.

 

–       No conocía este lado tuyo– susurró mientras lo miraba fijamente tras unos segundos los ojos azul profundo se abrieron mirando fijamente los avellana.

 

–       Bueno es un lado que no debo mostrar a cualquiera.

 

–       ¿Estabas despierto?- dijo con sorpresa.

 

–       No, acabo de despertar al escuchar tu voz.

 

–       ¡Solo lo susurre!

 

–       No debes avergonzarte, eso quiere decir que eres especial para mí.

 

Acarició la mejilla del castaño mientras se acercaba a darle un delicado beso. Mientras acariciaba los tersos cabellos del caballero.

 

–       ¿Sabes que estoy pensando ahora mismo?

 

–       No, ¿cómo lo sabría pervertido- un sonrojo apareció en sus mejillas.

 

–       Si no sabes ¿por qué te sonrojas?

 

Aquella reacción divirtió al dios, pero luego su rostro se tornó sombrío.  Quería seguir reviviendo estos momentos con su pareja, pero luego de recuperar sus recuerdos, no sabía si tendrían más oportunidad.

 

–       Seiya

 

–       ¿Qué pasa?

 

–       Quiero que estemos juntos antes de que recuperes tus memorias.

 

–       ¿Crees que podría dejarte luego de que los recupere?

 

–       No lo sé, es tu decisión y hay muchas cosas en juego, eres quien debe decidir qué quieres sacrificar.

 

El castaño en un impulso, se aferró al cuello del mayor y comenzó a besarlo con necesidad.  Tenía miedo, quería seguir disfrutando de ese ser y de sus atenciones, pero se sentía cobarde porque deseaba quedarse escondido con él allí, sin tener que tomar responsabilidad de sus actos…

Con desesperación quitó la túnica negra y acarició el fornido pecho, ¿acaso en sus vidas pasadas también deseaba de esta forma al dios?, lo ignoraba, pero su yo actual, lo anhelaba sin medida. Se hincó entre las piernas de Hades y como si fuese un hambriento por semanas, se llevó el miembro a su boca.

 

–       Mmm… - jadeó el dios, quien no había movido un solo dedo.  Estaba dejando que el menor desbordara toda la pasión que tenía contenida y el solo ocupaba el papel de espectador momentáneamente. Tomó los cabellos del menor y los acarició con suavidad, dándole a entender que lo hacía fantástico.  Su virilidad estaba humedecida por la saliva, se movía en todos los sentidos cardinales, arriba topando con el paladar, abajo con la lengua traviesa de Seiya y al oeste y este, contra las mejillas internas.  A veces sentía los dientes rozar su piel, y eso lo encendía más. 

La mente del mayor se nubló de pasión,  intentaba mantener su cordura pero  al ver su pene saliendo y entrando de la boca del mortal, no ayudaba.  Conducido por la excitación, tomo con un poco más de fuerza los risos marrones y empujó más su miembro, sintiendo como este golpeaba la úvula de su pareja.

Escuchó el sonido de arqueadas y se detuvo para mirarlo con concupiscencia.

 

–       Seiya, te voy a poseer, ahora mismo.

 

El joven castaño continuo lamiendo y jugueteando con su miembro, el escuchar que lo deseaba con tanta fuerza le excito demasiado. No pudo terminar su labor, pues el Dios lo tumbó sobre la cama y se posó sobre él, ubicándose entre sus piernas.

 

–       Creo que no me entendiste.

 

El castaño sonrió abrazando al dios por el cuello. –Claro que entendí, solo que me gusta verte así de posesivo cuando no te obedezco.

 

Sin poder esperar más sus labios se unieron en un profundo y apasionado beso, mientras rosaban sus entrepiernas, jadeando sin apartarse del apasionado beso.

 

–       Mng…. Ha...Hades

 

–       Nunca dejas tus travesuras…

 

Sin cohibirse más, rozó su pene en la entrada del menor y con lentitud ingresó en su cuerpo. Se empujó hasta entrar por completo y allí se quedó por un buen tiempo.  La cavidad lo estrechaba fuertemente, como queriendo aspirarlo.

Se aferró con sus manos al firme trasero y salió de su cuerpo para arremeter hasta el fondo, lo hizo algunas veces, extasiado con el sonido de sus gónadas golpeando la retaguardia del menor. No obstante, las ganas de aumentar la sensación en su virilidad lo llevaron a aumentar la velocidad.

Seiya estaba tan perdido en las sensaciones, que no se dio cuenta cuando Hades lo había girado y lo había puesto en cuatro.  El mayor estaba fuera de sí y también se lo estaba llevando  en ese descontrol.  Apretó tan fuerte la sábanas que sus nudillos estaban pálidos y de su boca, caían riachuelos de saliva.

 

–Ahhhhh….. - gritó de placer al sentir la rudeza de Hades y es que el dios, le había tomado los brazos hacia atrás, el único soporte que tenía, era ese pene que entraba y salía desbocado. 

 

El lugar fue inundado por el sonido de sus cuerpos chocar, sus jadeos y gemidos.

 

–       Amng…amng…

 

–       ¿Te gusta que sea rudo? En este momento estás tan húmedo y me succionas con tanta fuerza– dijo sin dejar de arremeter contra el joven castaño, el cual se encontraba absorto en el placer que el Dios le daba.

 

–       Mng...ha….ha….Hades.

 

–       Me… gusta escucharte decir mi nombre

 

Arremetió con más fuerza, sintiendo como tras cada estocada el cuerpo frente a él se estremecía y retorcía del placer, apretando su virilidad cada vez más, signo de que pronto llegaría al clímax.

Finalmente, el menor llegó a la cúspide y de la mano, llevó al dios. El azabache cayó sobre el menor, aprovechando esta posición para acariciarle el cabello y darle pequeños besos en la frente.

 

–       No quiero que esto termine, Hades- dijo con angustia Seiya.

 

–       No terminará, si eliges la respuesta correcta- contestó para acunarlo en sus brazos.  Él también sentía angustia por todo lo que se avecinaba, una cosa era batallar contra Atenea y otra, contra todo el Olimpo, además, si Seiya no luchaba a su lado, eso sería peor que la misma batalla.

 

Así se quedaron un rato en cama, no querían alejarse porque sabían que luego de eso, no había vuelta atrás.  Hades dio un último beso y tomó la iniciativa de levantarse. – Es el momento–  indicó para ver el rostro desfigurado de Seiya- tranquilo, lo harás bien, deja que tu cosmos te guíe- lo tranquilizó mientras lo ayudaba a ponerse de pie.

 

Ambos se alistaron y cuando bajaron a la sala de estar, Hécate ya se encontraba allí.  La estancia estaba adornada con varias varitas de incienso y eucalipto que le daban olor al lugar. Parecía un pequeño santuario en ese cuarto. Seiya alcanzó a observar una gran tinaja de agua conectada con un espejo.

 

–       El espejo te mostrará los recuerdos- aclaró la bruja.

 

–       Yo me retiro- anunció el dios-

 

–       ¡ No! - exclamó alterado Seiya- no te vayas, quédate a mi lado.

 

El mayor vaciló un poco, pero ante el asentamiento de la mujer, optó por quedarse.  No quería que su presencia perturbara de alguna forma a su pareja, pero entendía la angustia del menor.  Le tomó una mano y se la besó. – Me quedaré.

Aliviado por la respuesta, el mortal dio el aval para continuar.  La palma de su mano izquierda fue cortada levemente y gotas de sangre comenzaron a manchar el agua de la tinaja.

 

–       Afíste to teletourgikó tou aímatos na xekinísei - pronunció Hécate mientras usaba su magia.

 

–       ¿Qué dijo?- preguntó Seiya.

 

–       Que el ritual de sangre comience.

 

El agua cada vez se tornaba más carmesí, lentamente el espejo frente a el castaño comenzaba a mostrar los recuerdos. Algunos de ellos eran sus recuerdos como el semidiós Pegaso, su primer encuentro con el Dios y como se conocieron, ambos estaban en una fiesta festejada en el Olimpo, tras algunos días muriendo de aburrimiento por fin se acercaron él y el dios.

Acto seguido, sus recuerdos de ambos caminando por el inframundo. Los campos Elíseos y su llegada al palacio donde vivía Hades.

El recuerdo se centró en una pequeña plática que se encontraban teniendo el Pegaso y el dios:

 

–       Tienes una vida bastante interesante, nada que ver con la mía, para serte sincero la mía es muy simple, solo soy un semidiós que no hace más que seguir las órdenes de Poseidón y Zeus, en realidad,  tampoco tengo interés en objetar sobre mis deberes asignados, pero ahora que te conozco veo que incluso el inframundo tiene su lado interesante, quizá la tierra de los mortales sea igual y ahora entiendo un poco el por qué cometen perjuicios.

 

–       No me importa que los demás hablen de mí y me tiene  sin cuidado lo que piensen, pero por alguna razón, si me importa tu opinión–  mencionó mientras tomaba el menor del mentón – desde el primer momento en que te vi supe que eres especial, no por ser un semidiós ni tampoco por ser el hijo de mi hermano, sino porque tu alma tiene una chispa especial.

 

La deidad sentía como su cosmos fluía y se entrelazaba con el del menor. Lo percibió desde que lo conoció y en este recorrido a su lado lo confirmó. Se acercó lentamente a esos finos labios y al no sentir protesta, tomó esa boca con parsimonia.

 

No esperaba que el dios del inframundo pensara eso sobre su persona, aunque entendía a qué se refería. Por alguna razón el cosmos de Hades le había atraído desde el momento en que se habían conocido. Estaba inmerso en sus pensamientos hasta que sintió como el mayor tomaba sus labios, no le desagradaba así que le correspondió profundizando el tacto con el mayor.

 

En este punto el joven caballero estaba inmerso en sus recuerdos, ya no lo veía como si fuese un espectador mirando solo atreves del espejo, sino como si fuese el que vivía esos momentos. Sentía la calidez del beso que en ese momento ambos se encontraban disfrutando, siendo rodeado por los cálidos brazos del azabache, el cual comenzaba a acariciar su cuerpo guiándolos lentamente hasta su cama, dónde lo recostó lentamente.

 

–       Si decides continuar no planeo detenerme.

 

–       No esperaba que lo hicieras, o ¿acaso temes no poder satisfacerme?–. El joven Pegaso en su vida como semidiós era más extrovertido y altivo.

 

–       Bueno, no acepto reclamos.

 

–       ¿Tengo cara de ser un quejumbroso?

 

Sin más el joven castaño tomo de la túnica a su ahora amante y comenzó a besarlo en un demandante beso, la excitación crecía tras cada rose, poco a poco sus cosmos se entrelazaban, lo que los uniría para toda la eternidad, aunque en ese punto ellos desconocían eso.

 Luego de esa escena, el recuerdo cambió y ahora se encontraba en el fondo marino. Poseidón lo miraba molesto y el correspondía de igual forma su mirada.

 

–       Ya te lo ordené, vas a ser el guardián de Atenea, es un favor que le estoy haciendo a Zeus.

 

–       No quiero, ella tiene a muchos caballeros a su mando, que alguien más lo haga.

 

–       Ella te quiere a ti, ha visto tu potencial en las olimpiadas, has vencido a todos y eso la ha dejado admirada. Vas ayudarle a entrenar su ejército.

 

–       Lo siento padre, pero no lo haré- dijo retadoramente.

 

–       Si sigues con esa actitud, te revocaré como heredero de los mares.

 

–       Hazlo, ya no me interesa ser un príncipe, es más, este reino no se compara en nada al Inframundo.

 

–       ¿Acaso estuviste en el averno sin mi permiso?

 

–       Lo estuve.

 

Aquella revelación hizo enfurecer tanto al dios, que los mares se movían con violencia. Las olas eran enormes y varios remolinos se formaban. Aun así, el joven no se inmutó, iba aceptar cualquier castigo. 


– Me obedecerás, ya no voy a tolerar más faltas de tu parte. 

 

–       No lo haré padre, seguiré mi propio destino. 

 

–       Bien, has de ser castigado. 

 

El tridente de la deidad marina brilló y luego apuntó en contra del Pegaso. El joven gritó de dolor pues sentía que le arrancaban parte de su alma. Quedó tendido y débil, como si hubieran drenado sus fuerzas. 

 

–       Ahora eres un humano, tal vez así aprendas a obedecer. 

 

–       Padre… ¿qué has hecho? - mencionó lastimeramente-

 

–       Ahora prepara tus cosas, te marcharás de inmediato a la tierra.

 

–       Prefiero morirme - escupió con veneno. 

 

–       Si eso quieres, eso tendrás. No aceptaré desobedientes y traidores en mi reino.

 

 

El tridente volvió a brillar contra el joven. Este cerró los ojos pues sabía que su padre no era un ser de paciencia y al que se le debía absoluta obediencia. No obstante, escuchó el sonido de metales chocando y cuando abrió sus orbes, suspiró con alivio cuando vio a Hades. El Dios del averno había sacado su espada y había detenido el ataque del tridente. 


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