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Captive por rivaida

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Como el plan de Eren había fallado apenas fue puesto a prueba, los siguientes días que llegaron luego de haberle dado su número a Levi, los pasó de forma expectante. Y quién no lo haría cuando gustaba de una persona que se veía tan inaccesible.


Eren sentía que si se perdía su llamada una vez, no volvería a tener otra oportunidad. Se aferraba con todo lo que podía a esa idea, por lo que ni siquiera en la ducha dejaba el teléfono lejos en caso de que la llamada que tanto esperaba decidiera llegar.


Pero los días pasaron.


Y la llamada nunca llegó.


– Siento que perdí mi oportunidad, debí haber insistido más ese día.


– Eren, por milésima vez, deja de quejarte sobre el pasado, ya está, no puedes cambiarlo –. Armin le dio una mala mirada al castaño al verlo tan desanimado.


Habían pasado cerca de tres semanas desde el suceso y Eren aún albergaba esperanzas, aunque cada vez disminuían un poco más.


– Pero es que…


– Pero nada, ya no puedes cambiarlo, sigue adelante y busca algún otro hombre o mujer más accesible de quien sentirte atraído –. El rubio siguió comiendo su almuerzo y revisó la hora para comprobar que aún le quedaban unos minutos más de descanso.


Eren había llegado ido a visitarlo a su trabajo con intenciones de almorzar juntos, había comprado dos almuerzos recién hechos para disfrutar con su mejor amigo. Ya que era domingo, Eren tenía aquel día libre, por lo tanto había decidido salir a distraerse un poco.


Por suerte, con su trabajo no le quedaba demasiado tiempo libre como para deprimirse por aquel hecho que no estaba llegando a concretarse, y es que le había dado tanta ilusión el recibir la llamada del mayor, pero luego de haber pensado bastante sobre ello, se dio cuenta de que en realidad no debía esperar nada. Después de todo Levi ni siquiera quería cenar con él, aquello era más que suficiente para saber que tampoco había guardado su número de teléfono y probablemente se había lavado las manos hasta borrar la existencia de aquellos números garabateados con prisa.


Puede que incluso haya escrito mal algún dígito con la prisa y el nerviosismo…


Aquello solo le hizo suspirar nuevamente mientras miraba con tristeza el paisaje de aquel día de verano.


– Venga ya, no es el único hombre en la faz de la tierra.


– Es el único que me ha llamado la atención, no me había sentido atraído a nadie en mis veinticuatro años –. Comenta el castaño con pesadumbre.


– Estás bromeando ¿no?


– Ojalá –. Soltó un suspiro fuerte y luego se dispuso de pie para caminar hasta la barandilla de la terraza, mirando hacia abajo a la considerable altura en la que se encontraban. Tomó una gran bocanada de aire y gritó–. ¡Maldito seas, Levi Ackerman! ¡Tan importante te crees que te haces de rogar así!


Detrás de él, Armin comenzó a reír a carcajadas mientras veía al contrario despotricar a los cuatro vientos sobre su mala racha en el amor. Sin embargo, el rubio se sintió tranquilo al ver a su mejor amigo actuando de aquel modo, se notaba de lejos que el castaño había comenzado a sanar sus heridas internas, y eso no podía hacerle más feliz.


Por otro lado, a pesar de que Eren se sentía desdichado y ligeramente deprimido por aquel asunto, no se sintió derrotado ante la idea del amor y volver a intentarlo con otra persona. Ya asumía que después de todo, no tenían nada en común con Levi, y además, había una diferencia de edad que de seguro marcaba su importancia al momento de relacionarse.


Soltó un suspiro mirando el paisaje y sonrió ligeramente al sentir una cálida brisa golpearle el rostro. Después de todo, ya no se dejaba afectar tan fácilmente por los asuntos y no se comía la cabeza pensando en tonterías que no valían su tiempo. Había aprendido a controlar sus pensamientos para sentirse más ligero en cuanto a lo que sentía.


Todo gracias a la ayuda de su psicóloga.


– Armin, ¿Cuándo me vas a presentar a Annie? Quiero contarle las historias vergonzosas de tu pasado, a ver si de esa forma me siento mejor.


– Si es por ese motivo, entonces no la vas a conocer nunca –. Armin le dio una mala mirada pero luego rio por la mirada traviesa de su amigo–. Pero conociéndote bien, eres capaz de cualquier cosa cuando te lo propones, así que mejor accedo por voluntad propia.


– Así es, mi querido Armin –. El castaño se acercó a su amigo y pasó un brazo por sus hombros mientras se encaminaban devuelta a las instalaciones del hospital.


– Podría ser el próximo fin de semana, Annie se tomará un día libre y planeo hacer lo mismo.


– No quiero interrumpir su nido de amor, puede ser otro día, es importante que descansen los dos, trabajan mucho.


– En ese caso te avisaré cuándo podemos.


– Suena bien –. Eren le revolvió los cabellos al más bajo y se separó de él cuando vio que llegaban a la zona de urgencias–. Ve a salvar algunas vidas, nos vemos pronto.


– Cuídate, Eren ¡Y deja de pensar en ese enano! –. Le advirtió levantando su dedo índice de forma amenazadora hacia él.


– Oye, no le digas enano, él y tú son de la misma estatura.


– Cállate, lo que pasa es que eres un gigante.


– Siento tu envidia.


– Son solo diez centímetros, no me jodas, Eren –. El semblante de Armin se volvió arisco y se acercó al castaño para levantar el rostro y mirarlo hacia arriba, poniéndose de puntitas para alcanzarlo un poco.


– Trece centímetros –. Le corrigió el más alto conteniendo una risita divertida por el actuar de su amigo–. Ahora deja de pelear y ve a trabajar, enano.


Lo empujó situando su dedo índice sobre la frente del rubio y luego se quedó allí hasta que lo vio desaparecer tras las puertas de urgencias, viéndose todo enfurruñado y dando pasos fuertes contra el suelo, lo cual hizo que Eren se contuviera la risa.


Había extrañado a Armin en todos esos años.


Suspiró con emociones más tranquilas en su interior, y se encaminó a la salida, sacando su teléfono para revisar las notificaciones. Tenía un par de llamadas perdidas de un número desconocido pero supuso que no era nada importante, como siempre, solo recibía llamadas de sus compañeros de trabajo o de publicidades.


Por lo que desestimó aquel ínfimo brote de esperanza que surgió al pensar que podría tratarse de Levi, pero no, sabía que si fuera el pelinegro habría llamado una sola vez y no hubiera insistido.


Volvió a guardar su teléfono y se encaminó al estacionamiento para buscar su auto. Aquel día lo aprovecharía para hacer las compras del mes, así que se dirigió al supermercado más cercano a su departamento, sin preocuparse de nada más que del momento presente en el que estaba viviendo.


***


No había sido ni de cerca la mejor época del detective. Desde que había sido abordado por Eren hacía un par de semanas, Levi había enfrentado un tiempo difícil, casi como si toda su suerte hubiera sido arrebatada junto con sus días de gloria.


Fue tanto así que no tuvo tiempo para nada, ya que se vio fuertemente absorbido por un caso al momento en que llegó a la estación el día siguiente de su encuentro con el menor, el cual debía destacar como uno que se podía encasillar como “en extremo peligroso”.


Desde allí, estuvo cuatro semanas investigando el paradero de una niña que había sido tomada como rehén, por un grupo de narcotraficantes que se vieron atrapados en una redada de la tercera división de los escuadrones de campo policial activo.


El caso se le había salido de control a la división de crimen organizado, por lo que como consecuencia del secuestro, se terminó involucrando el escuadrón de la cuarta división, donde se encontraba Levi bajo la autoridad de la teniente Hange.


Ese era el principal motivo por el que había estado tanto tiempo sin siquiera parar en su escritorio o en la estación de policía, ya que la vida de una niña estaba en riesgo. Se desplegó el escuadrón completo en ese caso, se realizaron planes para dar con el paradero de la menor y cada uno fue guiado al fracaso en cada expedición.


Tanto así que Levi nunca había experimentado una frustración tan grande. Sentía que con cada paso que daban, se alejaban más del objetivo. Tenían los ojos vendados, sin ninguna pista ni negociación recibida, era muy poco lo que se les permitía hacer dentro de aquellos límites.


Los peores miedos de Ackerman salieron a flote dentro de las interminables noches de insomnio.  


Hasta que Levi optó actuar por su propia cuenta, contra toda orden de Hange, se encaminó a una pista que adquirió casi por mera casualidad. Algo que no habría logrado de no haberse planteado miles de escenarios una y otra vez.


Y allí se encontró con un desenlace la mitad favorable y la otra mitad una mierda. Razón por la cual, en el momento actual, se pudo ver a Levi con el ceño fruncido y con el brazo derecho siendo sostenido por un cabestrillo.


– Te dijimos que no actuaras por tu cuenta, esa bala estuvo muy cerca de darte en el corazón –. Auruo se acercó para regañarlo, mientras tanto el más bajo simplemente lo ignoró y se encaminó a la salida del hospital luego de haber escuchado el parloteo del médico, quien a su parecer, era un incompetente.


– Ni siquiera sabes dónde está el corazón –. Gruñó de mala gana–. Escuchaste al médico, la bala golpeó de lleno en el hombro, fue un tiro limpio, entró y salió, estaré bien mañana.


– Un mes –. El mayor levantó la licencia médica para situarla frente al rostro de su compañero, quien arrugó más aun el entrecejo al escuchar aquello y luego comprobar lo dicho al leer las letras de la orden médica.


– ¡Estás bromeando! Malditos doctores, no saben nada… –. Le arrebató la hoja de papel al mayor y volvió sobre sus pasos, mascullando un par de palabras para nada educadas contra el médico que lo había atendido hacía unos minutos.


Si se había mordido la lengua para reclamar algo antes, ahora ese incompetente le iba a escuchar de lo lindo.


– ¡Levi, vuelve aquí! –. Auruo lo detuvo al arrastrarlo del brazo izquierdo, devuelta a la salida y lejos del médico que se encontraba llenando unos formularios–. Nos vamos, y más vale que obedezcas o le diré a Hange y la tendrás en tu departamento todos los días.


No había mejor amenaza que aquella.


Desde luego que Levi le siguió el paso en silencio, mordiéndose la lengua antes de refunfuñar algo más, después de todo, el mayor sabía cuáles eran sus puntos débiles.


– ¿Se puede saber por qué un mes de licencia?


– ¿No escuchaste? Debes tomar terapia física luego de que cicatrice la herida. Tendrás una movilidad reducida en el brazo, y debes recuperarla con ejercicios.


– Qué fastidio, maldición –. Levi se restregó los ojos con la mano libre, soltando un gruñido de frustración antes de abrocharse el cinturón de seguridad.


Mal tercio hizo aquel pedazo de tela cuando no quiso ceder y se trabó por el jalón brusco que le dio el menor.


Y siguió tironeando de aquella extensión hasta que soltó un grito de frustración y dio un par de patadas al interior del vehículo.


Estaba en el punto culmine de su estrés, viéndose limitado no solo por su condición, sino también por todo el mundo que intentaba alivianarle las cosas.


No le gustaba recibir compasión ni ayuda de nadie. Pero vaya que la iba a necesitar en ese tiempo, sabía que no podía mover el brazo, porque solo un ligero golpe en el hombro, enviaba oleadas de dolor por su sistema, dejándolo paralizado y siseando del dolor.


Nunca había sido delicado en cuanto a las heridas, pero si algo le dolía, debía de ser extremadamente fuerte para afectarlo a ese nivel.


Lo único bueno que había sacado de todo aquello, era que la niña había vuelto a casa sana y salva, y la banda de narcotraficantes había sido inmovilizada y capturada a medio vivir, que era más de lo que le podían pedir a un detective en solitario.


Pudo haberlos matado, pero solo los dejó desangrándose un poco antes de pedir refuerzos.


– Te vendrá bien el tiempo libre, Levi. Necesitas descansar de una buena vez. Tómalo como vacaciones obligadas, busca un pasatiempo y aprovecha, incluso puedes salir con amigos, relajarte –. Puso mucho énfasis en la última palabra, viéndolo con recriminación luego de que su preciado auto recibiera un ataque de su ira.


– Cállate de una vez y llévame a casa –. Levi masculló aquello con lo poco de paciencia que le quedaba.


Todo había ido en caída libre desde que se encontró con ese sujeto.


Desde luego, Levi atribuía todos sus fallos y desventuras a ese factor, porque lo había tenido muy presente desde el primer momento.


Y no, no había olvidado a Eren.

Notas finales:

MUY BUENAS NOCHES, GENTECITAAAAA.


Como verán, este capítulo me salió un poco más extenso de lo habitual *sudo*, pero se debe a que probablemente no pueda actualizar en los próximos días. 


¿La razón? Tengo un par de proyectos que entregar por lo que me quedo corta de tiempo e inspiración al quedar un poco cansada. 


Pero prometo volver cuanto antes. Rueguen por mi pobre alma. 


En fin, como siempre, muchísimas gracias por leer hasta aquí, saben que lxs quiero un montón así que cuídense mucho!


Besos para todxs!!! <3


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