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Captive por rivaida

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Pasaron tan solo unos veinte segundos en lo que Levi comenzaba a reaccionar y dar un paso tras otro hasta iniciar una carrera desesperada para llegar al lugar desde donde se originó la explosión. Sabía que tal vez había llegado demasiado tarde, pero aun así llamó una ambulancia sin saber realmente cuál sería el estado de los dos individuos.


Al ver el fuego, se sorprendió repentinamente por la baja cantidad de llamas que provenían del interior. La estructura de hormigón se encontraba casi intacta de no ser por algunas llamas que habían hecho explotar las ventanas, y a lo lejos, dentro de la bodega, el detective fue capaz de ver una figura en el suelo.


Su cuerpo se tensó y tragó saliva en seco.


Había visto docenas de cuerpos de víctimas en el pasado. Ninguna le había creado una reacción. Pero el solo hecho de pensar que podría ser uno de los dos muchachos que había conocido en el pasado, le hacía brotar un sentido de responsabilidad que no entendía del todo.


Dio pasos dubitativos hacia adelante, ciegamente enfocado en la puerta que se encontraba abierta.


Un quejido alertó sus sentidos y le hizo abandonar aquel estado de trance en el que había entrado mientras se encaminaba a la bodega.


Miró alrededor con algo de confusión, encontrando un cuerpo tendido en el suelo, con múltiples quemaduras en el cuerpo, pero lejos de aquello, conservaba todas sus extremidades y no había ninguna herida sangrante que alertara de una posible hemorragia.


Frunció el ceño, temblando ligeramente al reconocer el rostro de Eren. Habían pasado cerca de diez años desde la primera y última vez que lo había visto, sin embargo su rostro seguía siendo el mismo, a excepción de las líneas más marcadas de las facciones que le daban un aspecto varonil.


A simple vista envidió su contextura y estatura.


Suspiró con fuerza y se acercó a su lado para llevar una mano al rostro inconsciente, el cual parecía ser la única parte de su cuerpo que se había salvado de recibir el impacto de las quemaduras, solo algunos rasguños y cortes superficiales habían marcado la piel de sus mejillas. Había sangre seca en su nariz, lo cual indicaba que había estado recibiendo golpes, imaginó el detective que aquellos golpes pudieron ser obra de Mikasa.


– Eren ¿Puedes escucharme? –. El tono de voz del Levi era bajo pero profesional. Al no obtener respuesta, evaluó el cuerpo adverso y comprobó que no hubiera alguna herida grave la cual tratar de urgencia, por lo que solo se quitó la chaqueta y la dobló de tal modo que simuló una pequeña almohada que situó bajo la cabeza del menor.


Se alejó luego de aquello para dejarlo unos minutos en lo que se acercaba a la bodega e ingresaba para retirar el cuerpo de Mikasa. No corría peligro a esas alturas, las llamas casi se estaban extinguiendo, dado a que no había ninguna pertenencia o material extra que pudiera avivar las llamas. Por lo que simplemente se acercó al cuerpo de la muchacha y la tomó en brazos para cargarla fuera del edificio, caminando con ella hasta dejarla recostada junto a Eren.


– Así que finalmente llevaste a cabo tu plan –. Musitó sentándose a un lado luego de comprobar los signos vitales de la contraria.


Pero ya era muy tarde. Mikasa había muerto antes de la explosión, y las quemaduras en su cuerpo no eran tan graves como para haberle causado el deceso.


En cosa de minutos, Ackerman había encontrado la causa de muerte de Mikasa, intoxicación por monóxido de carbono. Solo necesitó atar cabos y unir el rompecabezas que había dejado atrás la muchacha, era claro luego de olfatear un poco dentro de la estructura y al ver lo bien que se encontraban selladas las ventanas en el resto de la estancia. Ella había intentado matar a Eren de nuevo, pero al parecer quedó inconsciente antes de comprobar que el menor realmente hubiera dejado de luchar.


Se sentó junto a Eren y lo observó en silencio, asegurándose de que estuviera respirando todavía. Lo único que se atrevió a hacer, fue a mantener su mano izquierda sobre el corazón del muchacho. Vigilando que no dejara de latir ni de darle vida, lo suficiente hasta que llegara la ambulancia y le entregaran el tratamiento adecuado.


Por más que estuviera preocupado por el estado de Eren, quien respiraba de forma tan superficial que parecía que en cualquier momento dejaba de hacerlo, no podía hacer nada más que estar ahí y esperar a que llegara ayuda profesional. Estimaba que en cosa de quince minutos estaría llegando la ambulancia.


– Por favor, no mueras en mi turno –. Murmuró formando un puño con su mano y dándole un suave golpe en el pecho antes de volver a situar la palma extendida para sentir sus latidos.


Sentía muchas emociones a la vez que no le dejaban aclarar su mente. Y en lo que se tomaba el tiempo para discernir entre lo que debía y no debía, su mirada se enfocó en el rostro adverso, detallando sus facciones para actualizar de forma completa el recuerdo del muchacho que había conocido con catorce años.


El sonido de balizas alertó la llegada de los refuerzos, por lo que se levantó y corrió a encaminarlos al lugar correcto, dejando el espacio necesario para la llegada de la ambulancia, la cual esperaba que no tardara mucho más, temía que el único sobreviviente se transformara en un difunto.


– ¿Qué pasó aquí? –. Su compañero, Auruo Brossard, se bajó de la patrulla con una de las aprendices que les habían asignado en la última semana.


– Señor Ackerman, Petra Ral a su servicio –. El saludo militar hizo que Levi frunciera el ceño con extrañeza, pero lo dejó pasar luego de indicarle al mayor de todos que lo acompañara.


– Encontré a Eren, medio vivo –. Auruo se detuvo junto al cuerpo de Eren y tuvo que correr hacia los matorrales para vomitar de forma ruidosa–. Petra, vigila que la ambulancia llegue al camino correcto.


Levi se cruzó se brazos mirándolo con asco. Siempre era lo mismo cuando lo llevaba a ver los cadáveres, a pesar de que tenía más años de experiencia que él. Se sacó un pañuelo del bolsillo del pantalón, y se lo extendió al mayor cuando éste volvió a su lado masajeándose el estómago.


– ¿Ambos están muertos? –. Preguntó con el rostro descompuesto, casi pudo imaginar el leve tono verdoso en su rostro, salvo que no estaba imaginando, así era realmente.


– No, Eren aun respira –. Musitó el detective inclinándose un poco para mirar el subir y bajar del pecho del susodicho.


– Levi... No soy muy letrado en primeros auxilios, pero no lo veo respirando... –. Auruo sostuvo el pañuelo contra su boca mientras se acercaba al cuerpo de Eren. Le picó una mejilla y luego situó su dedo índice bajo las fosas nasales para constatar la respiración–. Efectivamente no está respirando –.


Levi apartó al mayor de un empujón y se arrodilló junto al cuerpo, sintiendo su corazón latir desbocado ante aquella situación imprevista. Acercó su oreja al pecho del menor para escuchar los latidos de su corazón, y grande fue su sorpresa al descubrir que eran tan lentos y bajos que parecían nulos. Lo peor era que solo iban en descenso, hasta que no hubo más latidos y el pánico se apoderó de sus facciones.


– Mierda, qué dije sobre no morir en mi turno –. Le dio una mala mirada al muchacho y luego apartó la almohada improvisada para que su cabeza no estuviera inclinada. Le separó los labios y levantó ligeramente su barbilla para prepararlo.


– Auruo, ve con Petra a esperar la ambulancia, no necesito que te quedes mirando aquí sin hacer nada –. Ordenó el detective, a pocos segundos de perder la compostura.


Situó una mano sobre el pecho de Eren y luego la otra sobre la misma para después inclinarse sobre su cuerpo y comenzar a dar compresiones. Contó rápidamente hasta treinta y luego le cubrió la nariz antes de situar sus labios contra los adversos para dar las dos respiraciones de rescate.


Comprobó el pulso del menor y maldijo en voz baja al no ver progresos. Entonces retomó nuevamente la maniobra de reanimación, realizando un poco más de fuerza en las compresiones.


El sudor frío recorrió su espalda por debajo de la camisa, haciéndole apretar la mandíbula con fuerza ante la inminente sensación de que estaba perdiendo a quien acababa de encontrar. No podía morir.


– Vamos, Eren, no te rindas, pelea conmigo –. Musitó el detective quien se encontraba casi al borde de la desesperación al sentirse limitado en cuanto al qué hacer.


Su cuerpo temblaba al darse cuenta de la responsabilidad que había tenido en ese desenlace fatídico. Si tan solo hubiera ocupado menos tiempo intentando obtener más información, si no hubiera dudado cuando escuchó la explosión, si no se hubiera alejado de su lado para vigilar que siguiera respirando.


Ni siquiera se percató del momento en que llegó la ambulancia, hasta que los paramédicos lo apartaron y se hicieron cargo de la situación.


Levi simplemente se quedó sentado a un costado, mirando lo que hacían y esperando a que lo hicieran volver a respirar. Tanto fue su trance que cuando subieron a Eren a la camilla, él los siguió hasta la ambulancia, y estaba a punto de subirse como acompañante cuando Auruo lo detuvo.


La mirada que recibió del mayor fue de compasión en su estado más puro, y Levi se permitió descansar un poco de su peso en el contrario, quien lo sostuvo por el brazo sin dudar, mientras veían la ambulancia marcharse con Eren y Mikasa.


 

Notas finales:

Muy buenas noches, mis queridxs lectorxs, espero que hayan tenido un bonito fin de semana! Aquí reportando con un nuevo capítulo de esta historia, que debo confesar, me emociona mucho, y les diré que se viene lo mejor, así que por favor, anticipen los próximos capítulos.

 

Muchas gracias por leer hasta aquí, nos vemos mañana si así lo quiere mi inspiración!!

 

Lxs quiero, cuídense mucho y descansen bonito! Besos y abrazos <3


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