Capitulo XLIV: Conversaciones de profesor y alumna.
Phoenix levanto la cabeza de su almohada al ver que el sol poco a poco comenzaba a iluminar los jardines de Hogwarts, no había podido dormir absolutamente nada, trato de restarle importancia al relato que les contó su padre Severus sobre su padre Sirius Black, como lo venía haciendo desde los ocho años, pero le fue imposible, quería saber más incluso aquello que podría decepcionarla, lo que su padre Severus le había dicho le resultó insuficiente. A pesar de que quería saber mucho más, no se atrevió a seguir preguntando, porque no quería saber mucho más que su hermana , por primera vez en su vida, quería conocer lo mismo que ella con relación a algo y aquello, en este momento era su padre Sirius Black.
Tenía sentimientos encontrados no sabía cómo solucionarlos, tampoco tenía ganas de estar en clases de pociones y ver a su padre, así que le resultó fácil pagarle a Cedric Diggory para que se hiciera pasar por ella hasta el almuerzo. Así que la primera parte de la mañana se quedó sentada en su cama, mirando por la ventana, pensando en todo lo ocurrido en la casa de los gritos, pero pronto sintió que se iba a volver loca si seguía un segundo más encerrada. Salió de la sala común de Slytherin y camino por los pasillos de las mazmorras, observando los cuadros que sólo hacían dos cosas: dormir o conversar entre ellos.
Dobló por uno de los pasillos que llevaba a la salida principal de Hogwarts, pero se sorprendió al chocar de frente con alguien, por unos segundos pensó que se trataba de su padre, quien había descubierto a Cedric, pero al levantar la mirada vio a Remus Lupin. Este le sonrió ladeo su cabeza curioso al reconocer aquel gesto, muchas veces lo había visto en Sirius cuando peleaba con su hermano Regulus en sus tiempos en Hogwarts.
—Ese gesto, significa confusión—pronunció al ver los ojos negros de Phoenix. Podía ser que la chica fuera físicamente igual a Severus, pero sus gestos eran de Sirius Black—Vamos por un chocolate caliente, hoy no tengo clases hasta después de almuerzo, podemos conversar un poco—invitó, tomando a la chica de los hombro y la guiaba a su estudio.
Phoenix se dejó guiar, realmente necesitaba hablar con una persona ajena a las cuales estaba acostumbrada. Se quedó en silencio, mientras veía como Remus preparaba chocolate caliente.
— ¿Es verdad que mi padre Sirius Black entregó a los padres de Harry?—preguntó Phoenix, había escuchado de la profesora Mcgonagall que el grupo del profesor Remus se hacía llamar los merodeadores.
Remus dejó de preparar el chocolate caliente por unos segundos, antes de voltearse con una sonrisa amable dejaba una taza en frente de Phoenix. Recordar todo lo que vivió durante esa noche en que Lily y James Potter fallecieron y que Harry se fuera a vivir con sus tíos maternos, le habían provocado un dolor profundo, que se profundizó cuando Sirius Black fue llevado a Azkaban. Si no hubiera sido por Severus que le dejaba estar con Aroa y Phoenix, es que pudo mantener la esperanza de volver a ver a Harry.
—Eso es todo lo que el mundo dice, como también que Sirius era un mortífago y mano derecha de Voldemort, pero nada de eso fue comprobado solo fueron rumores sin evidencia—recalcó serio, sorprendiendo a Phoenix— ¿Por qué estás interesada en saber eso?—Entendía perfectamente a Phoenix, pero eso no quitaba que se preocupara por la chica.
—Papá, nos contó un poco sobre Sirius Black, por lo ocurrido en la torre Gryffindor y porque Aroa actuó extraño una semana—comentó Phoenix, dándole un poco de contexto—Pero, los que nos contó me resultó insuficiente, por ello, quiero saberlo todo, incluso lo que puede llegar a decepcionarme—comentó ansiosa, ganándose una mirada seria de Remus— ¿Acaso es malo pensar así?
—No es malo que quieras saber de Canuto—comentó Remus, viendo la mirada confundida de Phoenix—Era como llamábamos a Sirius Black. Pero creo que primero debes darte un pequeño tiempo para asimilar cada tramo de información—aconsejo, un poco preocupado por la menor. —Y creo que Severus es el indicado para saber qué contar y que no, ambos lo único que han querido es protegerlas.
—Lo sé, es solo que desde la semana antes de la tormenta, no me han salido las cosas como las planeo y eso me tiene bastante frustrada, se lo que quiero, pero no puedo pensar con claridad cómo llegar a conseguirlo—confesó, bebiendo un poco de su chocolate caliente para sacar ese nudo en su garganta que le molestaba tanto—Además me siento impotente, papa Sirius se hizo pasar por Aroa y yo ni cuenta me di de que no era mi hermano, ni mucho menos reconocí a Sirius sin que mi padre o Eli me lo dijeran. También está el hecho de que al llegar a la casa de los gritos y encontrar a Aroa de aquella manera, me hizo recordar a cuando estaba en la enfermería luchando por su vida y siento que me estoy convirtiendo en una bomba de tiempo a punto de explotar—comentó molesta, para luego soltar un fuerte suspiro, ante la mirada atenta y preocupada de Remus.
—Respira, primero no debes sentirte frustrada, mucha gente del colegio no se dio cuenta de que Sirius estaba disfrazada de Aroa, yo me di cuenta por la caligrafía. —comentó Remus con una sonrisa, mientras la mayor le miraba atenta—Por otro lado, sobre sentirte una bomba de tiempo a punto de explotar, ponte a pensar ¿Cuál fue el primero que surgió? Y comenzar a solucionarlos desde el más lejano al más cercano—aconsejo Remus, viendo que Phoenix mostraba un gesto pensativo— y luego pregúntate ¿Qué es lo que quieres?
—Quiero volver a ser amiga de Hermione, pero no tengo el valor para pedirle perdón por no haberla defendido de que Draco la tratara de sangre sucia, quiero estar con Luna porque me gusta, pero no quiero que ella piense que puedo engañarla con Hermione, por lo que pasó en la escalera, porque eso no pasara—comentó viendo que Remus le miraba con curiosidad, pero luego asimilaba que ese no era su problema—Quiero también que Aroa sea sincera conmigo, porque siento que desde que la atacaron con sus compañeros, siento que está constantemente mintiendo y por último, quiero conocer todo de Sirius Black para saber si puedo confiar en él, porque pareciera que mi padre Severus lo hace o al menos eso quiere aparentar—reconoció, admitiendo todo lo que quería, pero no sabiendo cómo realizarlo.
—Y porque no comienzan a ser sincera con las personas de las cuales quieres algo, se directa con Hermione, Luna y Aroa—ánimo Remus—tu solo se sincera Nix, si no quieren creerte, ya es problema de ellos, no tuyo. Lo importante es que te sientas aliviada, ellos no importan mucho la verdad.
Phoenix guardó silencio, mientras bebía lo que restaba de su chocolate caliente, pensando en las palabras de Remus, sonaba fácil decirlo, pero difícil llevarlo a la práctica, no le gustaba para nada estar entre la espada y la pared contra sus propios sentimientos, necesitaba solucionar esto antes de convertirse en una bomba de tiempo que haría más daño que bien. Sonrió al pensar en una idea, mientras enfrentaba su mirada con la de su profesor, ya sabía perfectamente qué hacer.
—Muchas gracias por el chocolate caliente, profesor Lupin…—agradeció, levantándose de la silla con una sonrisa radiante.
Remus sonrió al ver el cambio de humor de Phoenix, definitivamente era ver a Sirius. Cada gesto de esas hermanas le recordaba a su amigo Sirius. James y Lily hubieran estado encantados de conocerlas.