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Wrong House por NNK

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Notas del capitulo:

Como siempre los personajes pertenecen a J.K Rowling y algunos son de mi completa autoria.

 

Capítulo LI: Medianoche.

 

Aroa abrió sus ojos, asustada al mismo tiempo que llenaba sus pulmones de aire, por unos segundos su mirada borrosa se encontró de frente con el techo de la sala común de Gryffindor, bajo un poco la mirada, viendo que una manta cubría su cuerpo, mientras que el libro que le había regalado su padrino, descansaba a su lado. Se sentó en el sillón aún confundida, la manta cayó al suelo, miró la chimenea, el fuego apenas y la iluminaba, Llevó su mano a su pecho al sentirse ahogada, respiró profundo un par de veces para evitar un nuevo ataque de ansiedad.

Mordió su labio, liberando un par de lágrimas que limpió con brusquedad. Llevo sus manos a la cara recordando lo dicho por Sirius en la casa de los gritos. Todo lo que su padre hacía le resultaba tan contradictorio en este momento, por un lado su padre Severus le decía que Black, era una buena persona, pero todo lo que le había hecho en esos meses le resultaba tan contradictorio que le confundían por completo. Giró su cabeza asustada, cuando sintió que alguien se sentaba a su lado, sonrió al ver que el gato de Hermione se echaba en el sillón, sin quitarle la mirada de encima. Intentó leer su libro para disfrutar de la compañía del animal, pero al final no pudo evitar sentirse incómoda y salir corriendo de la sala común de Gryffindor.

Camino sin rumbo fijo por los pasillos, observando a los cuadros dormir o conversar entre ellos, dobló en un pasillo, llevando sus brazos a su cara al sentir que una luz le llegaba directamente a los ojos.

— ¿Qué estás haciendo Aroa?—preguntó Remus al reconocerla—Deberías estar durmiendo, en medianoche—comentó preocupado. Guardó silencio unos minutos al ver la expresión desanimada de su ahijada—Ven, vamos por un chocolate caliente—invitó, tomando su mano para dejarla entrar en su despacho.

Aroa se sentó en uno de los sillones que daba a la chimenea, aceptó el chocolate caliente que se extendió en cuando se colocó a su lado en silencio. Ambos escucharon el sonido de la leña crepitar al fuego, mientras bebían de su chocolate caliente.

—Aroa, hay una historia muggle que dice así’—llamó a su ahijada con una sonrisa—Un día había un niño que se ahogaba en sus problemas, sus pensamientos y sentimientos estaban confusos, sus familiares llegaron y le dijeron “Te acompañamos a superar esto” y el niño les contesto “no se preocupen sé cómo salir de esto”, los familiares confiaron en su niño y se fueron—contó Remus, llamando la atención de Aroa, quien se volteó a escucharlo con sus ojos llenos de curiosidad.—luego llegaron sus amigos y le dijeron “Te acompañamos en esto”  y el niño volvió a responder “No se preocupen, sé cómo salir de esto” ellos creyeron en su amigo y se fueron—comentó Remus, mirando a su ahijada a los ojos, su mirada era tristeza pura, realmente quería borrar esa expresión—El niño no pudo salir y como consecuencia murió. Llego al cielo y le consultó a uno de los ángeles que le cuidaba “¿Por qué no me ayudaron a superar esto?” y el cuidador le dijo “Te enviamos a tu familia y a tus amigos y no acudiste a ninguno, cariño” —Termino Remus, viendo que Aroa bajaba la mirada y dejaba su tasa en la mesa. Remus sintió miedo. —Tal vez no quieras contárselo a tu familia, pero haz el intento de contárselo a un compañero, por favor—pidió Remus con una sonrisa al ver que Aroa se acercaba a su puerta.

—Debo volver a la sala común, padrino—murmuró Aroa, antes de salir del despacho de su padrino.

—Aroa, espera—pidió Remus, dejando la tasa en la mesa junto a la otra.

Tomó a la niña del brazo, obligándola a entrar nuevamente a su despacho. Aroa le miró sorprendida por unos segundos, pero su mirada se oscureció por completo, asustando a Remus, quien le soltó para que la pequeña no se sintiera intimidada por su acción.

— ¿Para qué quiere que le cuente mis problemas? Yo lo vi, usted sabe dónde está Sirius—le reclamó, viendo como Remus le miraba sin entender—Usted, envió un patronus en forma de lobo, que se encontró con un perro, usted mejor que nadie sabía que yo me encontraba en la casa de los gritos, pudo haberme sacado—le recrimino, enfadada.

—Aroa no se dé que estás hablando, no tenía idea de que no eras tú, pensé que estabas así porque se acercaba a Luna llena, cuando tu padre me contó fui a buscar a Sirius Black en la casa de los gritos, pero él ya no estaba allí—le contó, tomando a la pequeña de ambos brazos, no iba a dejar que se le escapara—Aroa, lo siento, si pudiera hacer algo.

—Si quieres hacer algo, encuentra a tu amigo y dile que me deje en paz de una vez, porque si vuelve a hacerme daño, le contaré a mi padre Severus, todo—le reclamó, soltándose del agarre de su padrino—Ahora, debo volver a mi sala común.

Salió del despacho de su padrino y corrió hacia el vestíbulo, una vez allí, se detuvo para respirar y recuperar un poco la calma que le hizo perder el relato de su padrino, llevó su mano a sus ojos, limpiando esas lágrimas, llenas de impotencia. Sus ojos se concentraron en la puerta del vestíbulo al escuchar que estaba abierta. Se sorprendió al ver entrar a Luna y Phoenix con urgencia, ambas se miraron con la intención de subir las escaleras a la sala común de Gryffindor, pero se sorprendieron al ver a Aroa detrás de ellas.

— ¿Por qué estás llorando?— preguntó Luna preocupada, mientras se acercaba a la menor para abrazarla.

Aroa se sorprendió cuando Luna la abrazó, miró a Phoenix, pidiendo ayuda para que luna a soltará, pero esta simplemente sonrió.

— ¿Por qué estás afuera de tu sala común? Si la profesora Mcgonagall te descubre—pronunció Phoenix con un tono de burla, mientras sonreía.

—No le hagas caso, la profesora Mcgonagall está ronroneando como un gatito en la carpa del curso de tercero—le hizo saber a Aroa para que no se asustara más todavía—Me demore media hora en sacarla de la carpa, porque la profesora dejó más de treinta trampas para que no se escapara ningún alumno, fue una aventura divertida—comentó, sacándole la lengua a Nix, mientras soltaba a Aroa.

—Pero, ¿Por qué la sacaste?—preguntó Aroa a Luna, viendo como su hermana se sonrojaba.

—Tú no preguntes y toca esto —habló Phoenix, mostrando una tasa—Venga, te va a gustar la sorpresa, te lo envían los gemelos Weasley, necesitan que pruebes su nuevo inventó de dulcería—inventó con una sonrisa.

Aroa observo con duda la tasa antes de tocarla, sus ojos mostraron entusiasmo al ver unos bombones dentro, los tomó sin darse cuenta de que Luna y Phoenix le miraban atentas a cada uno de sus movimientos. La vieron sacar los bombones  y ambas notaron como la tierra de debajo de los dulces, se movía con cuidado formando una figura. Phoenix fue la primera en tomar la primera en tomar la tasa y observarla con cuidado, mientras su hermana se guardaba los dulces.

Luna observo a Phoenix, quien asintió con una sonrisa. Tenían lo que habían sospechado desde un principio.

—George dice que mañana te preguntara cómo están los dulces—anunció Phoenix, retrocediendo—Yo voy a volver a la carpa antes de que la profesora Mcgonagall me quite puntos y ustedes vuelvan a sus salas comunes sin que les quiten puntos—anunció con una sonrisa antes de salir.

—Nos vemos en el almuerzo, Nix—se despidió Luna con una sonrisa.

Luna se acercó a la puerta al ver que Aroa se iba fuera del castillo, ambas vieron que Oliver les sonreía para después ayudar a Phoenix a subir a la escoba para volver nuevamente al campamento. Aroa la observo irse en la escoba, miró a Luna, quien le sonrió con una sonrisa nerviosa. Alzó una ceja al entender que tanto su hermana como su hermana le habían tendido una trampa y ella por ser adicta a los dulces había caído de la forma más tonta posible.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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