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El clan por FiorelaN

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Notas del capitulo:

POR FAVOR, LEE LAS NOTAS DE AUTOR DEL FINAL

Capítulo VIII: “El luto de las rosas”

 

Punto de vista de Naruto

 

Me había despertado desorientado, con dolor de cabeza y dolor en la caja torácica. Lo primero que había visto al abrir mis ojos había sido un techo blanco, lo que me dio a entender que ya no estaba en el último lugar donde recordaba estar, y me había imaginado dónde podría estar.

Mil recuerdos atormentaron mi mente, haciendo que el pecho me doliese.

“Sasuke…”—pensé con tristeza al recordar sus palabras tan horribles.

Efectivamente, me había usado como un escudo. Me sentía tan patético y estúpido al creerle, al darle mi corazón sin ninguna armadura, entregarme completamente desarmado a mi enemigo confiando de que era mi mejor amigo y mi novio por sobre todas las cosas, pero ya no más.

No deseaba verlo, oír su nombre y tampoco saber de su existencia. No podía soportar que él estuviese en mi cabeza y deseaba arrancármelo, pero no podía. Estaba tan enojado y triste que no pude evitar que mis ojos se humedecieran.

De pronto, oí cómo la puerta de aquella blanca habitación se abría y un doctor entraba. Me vio despierto y se acercó.

—Jovencito, qué bueno que esté despierto—me dijo mientras sonreía.

— ¿Qué pasó? —le pregunté.

La verdad, estaba bastante confundido y no sabía con exactitud por qué estaba en un hospital.

—Verás…—comenzó a decir—Tuviste un episodio de asma causado por una fuerte emoción, causándote una asfixia y, finalmente, perdiste la conciencia, por lo que, de ahora en más, deberás cuidarte un poco. No es que te has vuelto asmático. Solamente que si experimentas emociones negativas demasiado fuertes podrías volver a sufrir otro ataque y para poder controlarlo y prevenirlo deberás llevar un inhalador contigo a donde vayas, por si acaso—me explicó.

Me sentí bastante frustrado y enojado por la noticia. Solamente bajé la mirada con resignación sintiéndome muy mal, porque sabía que todo esto me lo estaba causando el amor que tenía por ese teme.

—Entiendo…—dije simplemente.

—Muy bien, joven Uzumaki. Debes saber que las enfermedades de este tipo suelen ser psicosomáticas. Claro que el asma puede ser por dos razones: una puede ser causada por una patología previa o una exposición prolongada al frío. También por afecciones en el sistema respiratorio y secuelas de otras enfermedades graves. La segunda, como en su caso, es psicosomática. Si logras controlar tus emociones, entonces, no necesitarás el inhalador—terminó de decir mientras me sonreía.

—Sí, está bien…—le respondí no prestando demasiada atención a lo que me decía— ¿Qué hora es? —le pregunté y miró su reloj.

—Las doce del mediodía en punto—me respondió sonriendo y luego se dirigió hacia la puerta—Hay algunas visitas si quieres recibirlas, ¿sí? —me informó y deseaba que ninguno de los que habían venido fuera Sasuke.

— ¿Hay algún… chico de cabello negro y ojos del mismo color? —le pregunté para estar seguro.

—Hay dos muchachos con esas características—me respondió.

—El… que se llame Sasuke no deseo que entre…—le dije bajando la mirada.

—Bien, entonces, Sasuke no entra. De acuerdo. Te veré luego, jovencito, y podrás irte por la tarde—me dijo antes de salir.

Fin del punto de vista de Naruto

Narración en tercera persona

Había llegado a la puerta de la escuela con el alma en un hilo sin saber qué hacer realmente o cómo empezar, aunque había estado ensayando en su mente desde que se había comprometido a ser el portador de malas noticias.

Allí lo vio salir del edificio con sus ojos azules buscando a quien ya no iba a aparecer nunca más en su vida y sintió tristeza, porque le recordó el día en el que tuvo que decirle a su hermano que sus padres ya no existían. Le sudaban las manos de sólo pensarlo.

El rubio lo había visto desde que había salido del enorme edificio, pero había decidido ignorarlo, porque no se llevaban del todo bien y, además, él estaba esperando a su amado novio pelirrojo para una hermosa cita.

Itachi traía en el asiento trasero las prometidas rosas que había comprado el pelirrojo, pero éstas estaban manchadas con la sangre de Sasori. Tenía que dárselas, porque el pelirrojo así lo hubiese querido.

Aunque al rubio le molestase cuando se enterase de que Itachi sabía todo sobre él, porque Hidan debía informarle cada detalle para tener control sobre su persona, era lo más acertado, ya que Deidara era muy impulsivo y, encima de eso, no le decía nada a nadie más que a Hidan, pero trataría de no delatar al de ojos púrpuras.

Deidara se estaba impacientando. Sasori no llegaba y habían pasado más de veinte minutos. El único que estaba allí era Itachi, así que decidió acercarse a él porque había supuesto que esperaba a su hermano menor.

Golpeó suavemente el cristal de la ventanilla sacando de sus pensamientos a Itachi, quien, al ver a Deidara allí, bajó el cristal.

—Si esperas a tu hermanito, se fue hace rato antes de que terminasen las clases. Supongo que te llegará una nota del director en su cuadernito de comunicaciones—le informó entre burlas.

Itachi se sorprendió de lo que estaba oyendo.

— ¿Cómo es que Sasuke se fue antes de que se terminaran las clases? ¿Por qué? ¿A dónde? —preguntó preocupado y molesto.

—El atolondrado mejor amigo o novio, no sé, de tu hermanito dejó de respirar y se lo llevaron en una ambulancia. Tu hermano estaba como loco y se fue al hospital para verlo—le dijo.

Itachi soltó un suspiro largo pensando que todo se le estaba juntando demasiado pronto.

— ¿El niño está bien? —preguntó con interés hacia Naruto, pero, sobre todo, por su hermano, quien estaría muy preocupado por el rubio.

—No sé. Tal vez murió. Estaba morado y le pusieron oxígeno. No me importa de todas formas. Ya te dije que tu hermano no está, así que adiós—dijo mientras se daba la vuelta para irse.

—Deidara—lo llamó y el rubio volvió a mirarlo.

— ¿Qué?

—Yo luego llamo a mi hermano, pero… quiero que vengas conmigo—le dijo.

— ¿Sabes? No puedo. Estoy ocupado—le respondió.

—Sasori no vendrá a buscarte—le dijo sin más.

Deidara se sorprendió increíblemente por lo que le había dicho Itachi, pero más sorprendido estaba por el hecho de que no entendía cómo era que él sabía que Sasori iría a buscarlo.

— ¿Cómo sabes tú eso? —preguntó frunciendo el ceño.

—Será mejor que subas a mi auto—le dijo suspirando y poniendo el marcha el auto.

Deidara pensó por un momento qué hacer. Estaba algo molesto, porque pensaba que tal vez Itachi había mandado a su pelirrojo a hacer algún trabajo para arruinarles la cita, pero deseaba saber a ciencia cierta qué era lo que había ocurrido, así que no tuvo más opción que subir al auto del pelinegro.

Se sentó en el asiento del acompañante e Itachi comenzó a mover el auto. Estuvo unos segundos en silencio pensando por dónde debería empezar.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Deidara impaciente por saber la respuesta.

Itachi guardó silencio por un instante, porque Deidara no permitiría que él permaneciese callado.

—Itachi, ¿qué pasa? —Insistió—Es raro que tú vengas a buscarme a la escuela para trabajar. Siempre me llamas. Además, no sé cómo rayos te enteraste de que Sasori vendría a por mí y me dices que él no iba a venir al final. ¿Qué ocurre? Dímelo—lo miraba con intriga y algo de enfado mientras su impaciencia aumentaba por el silencio del otro— ¡Oye! Te estoy hablando. No me ignores y dime qué pasa. Te advierto que, si este es uno de tus trucos para fastidiarme, te romperé la cara—lo amenazó.

— ¿Por qué no me dijiste lo tuyo con Sasori? —preguntó sin desviar la vista del camino.

— ¿Qué? —se sorprendió por la pregunta.

—No es que haya sido una sorpresa. Lo sospechaba, pero me hubiera gustado más que me lo informaras.

—Yo no tengo por qué informarte sobre mi vida privada—se cruzó de brazos.

—Sí debes. Debo saberlo todo, porque, si metes la pata en tu vida privada, nos perjudicas a todos. ¿Puede tu mente infantil comprender eso? —lo miró por menos de un segundo.

—No me regañes como si fueras mi padre—le respondió con molestia.

—A partir de ahora, me dirás todo lo que haces y con quiénes te relacionas o te olvidas de trabajar para mí y jamás en la vida me volverás a ver la cara. Tú decides—le dijo en un tono severo y con una seriedad nunca vista marcada a fuego en su rostro.

Deidara suspiró sabiendo que podría perderlo todo si se ponía en rebeldía y la seriedad del mayor le mostró que hablaba más que en serio, pues antes le había hablado de esa manera.

—Está bien…—dijo casi en susurro— ¿Para eso me viniste a buscar? ¿También regañaste a Sasori por lo nuestro? —preguntó mirando por la ventana del auto el paisaje.

Itachi apretó el volante.

—No—dijo simplemente.

— ¿Y por qué a mí sí? Solamente me regañas y amenazas a mí, ¿verdad? Siempre yo debo ser el chivo expiatorio—reclamó con frustración.

Itachi no dijo nada ante eso.

— ¿Al menos, podemos seguir estando juntos o está prohibido? —preguntó Deidara temiendo la respuesta negativa de Itachi.

Itachi suspiró. Detuvo el auto, pues se encontraban ya en las afueras de Konoha, en un camino pavimentado dentro del bosque.

— ¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué te detienes? —preguntó confundido e intrigado Deidara.

—Si por mí fuera, podrían haber hecho lo que quisieran siempre y cuando me lo hubiesen informado. No soy quién para controlar sus vidas, pero, al menos, si yo sé lo que pasa, puedo prevenir tragedias. ¿Lo entiendes? —miró al rubio a los ojos.

—Entonces,… ahora que lo sabes, ¿sí podemos estar juntos él y yo? —preguntó con algo de ilusión.

Itachi suspiró, bajó la mirada y se llevó una mano a su frente.

—Bájate del auto…—le dijo mientras se quitaba el cinturón de seguridad y abría la puerta del automóvil.

Deidara, confundido por ello, solamente pudo obedecer. Ambos estaban fuera del automóvil. Deidara se había puesto frente a Itachi y éste se acercó a la puerta trasera del auto.

—Sasori había comprado unas rosas para ti y estoy seguro de que le hubiese encantado entregártelas él personalmente—le dijo Itachi mientras abría la puerta y sacaba el ramo de rosas que estaba manchado con sangre—Supongo que eso ya no será posible…

Extendió el ramo a Deidara, quien no entendía nada y solamente se limitó a tomar las rosas, pero la expresión de confusión se borró al ver la sangre que cubría las flores y comenzó a sudar frío.

— ¿Por qué… las rosas tienen sangre, Itachi…? —preguntó con temor.

Itachi se recargó en el auto sin decir nada, pero sabía que debía darle una respuesta a Deidara, y pronto.

—Esta mañana…—comenzó a decir mientras miraba hacia el cielo y soltaba un suspiro pesado—Sasori se dirigía a la empresa a muy alta velocidad por la carretera alterna de Konoha y, entonces…—fue interrumpido.

—No…—dijo Deidara dando pasos hacia atrás y deseando con todas sus fuerzas que Itachi no siguiese, pero debía confirmar lo que su cuerpo le estaba diciendo.

En la escuela se había estado comentando sobre un fatal accidente en esa carretera y comenzó a sentir náuseas al unir la información en su mente.

—Sí…—dijo Itachi mientras se llevaba una mano a la frente—Luego se informó a las autoridades de que había ocurrido un accidente. Cuando llegaron, el auto estaba hecho pedazos y Sasori estaba…—fue interrumpido nuevamente.

—Cállate… Cállate… Cállate…—susurraba sin parar sintiendo que el aire le faltaba y deseando no oír esa palabra que impidió que saliese de la boca de Itachi.

Se aferraba a aquel ramo de rosas. Observaba la sangre. Llevó sus dedos a esos pétalos ensangrentados y los manchó con el color escarlata de su novio. Las manos le temblaban, sentía que todo le daba vueltas y se estaba ahogando mientras no podía detener las lágrimas que caían a esas rosas mezclándose con la sangre. Se observó los dedos manchados y cayó de rodillas al suelo.

—Deidara… —pronunció su nombre e intentó acercarse.

—No te acerques…—le pidió sintiendo que la furia se apoderaba de él.

El dolor era tan intenso que no podía soportarlo. Salía de su cuerpo rebalsándolo todo, ahogándolo y torturándolo lentamente. No sabía que podía llegar a sentir tanto dolor, pero sabía que ese dolor tenía el mismo tamaño que el amor que le tenía a Sasori. Le dolería en la misma medida en la que lo amaba y eso lo quebró por dentro.

Su interior se hizo miles de pedazos como de cristales que cortaban todo a su paso, dejando solamente heridas profundas y sangrantes. Se ahogaba con la sangre de su interior y ya no soportaba estar en su propio cuerpo. Su alma deseaba escapar e irse lejos para dejar de sufrir esa agonía.

Como si su alma intentase escapar, soltó un grito que desgarró todo a su paso, haciendo que las aves del bosque huyeran a otro sitio. Ese grito salido de sus entrañas estremeció todo el interior de Itachi e hizo que se le erizara la piel sintiendo que le apuñalaban el corazón al ver el sufrimiento de Deidara. Un segundo grito, aunque más débil que el anterior, apuñaló por segunda vez a Itachi, quien comenzó a sentir que el aire le faltaba, pero debía soportarlo y mostrarse fuerte por su querido protegido.

Deidara soltó las rosas y éstas cayeron al suelo junto con sus manos, que se apoyaron en el pavimento. Sus lágrimas mojaron aquel suelo mientras sentía que sus esperanzas, ilusiones y sueños morían sin que él pudiese hacer nada.

El día anterior, había construido un palacio de sueños, pero ahora todo estaba derrumbado y había ocurrido en un instante frente a sus ojos. ¿Cómo podría soportarlo? ¿Qué haría después de todo eso? Ni siquiera deseaba seguir viviendo, porque la vida que él quería vivir ya no existía. Había muerto junto con su amado Sasori y esas rosas que le había comprado con tanto amor para decorar un hermoso momento juntos ahora servirían para decorar su luto.

Itachi se acercó al rubio y se agachó para quedar más cerca de ver su rostro, pero Deidara no levantaba su cabeza. Respiraba agitado y sus lágrimas seguían cayendo al suelo.

—Deidara—lo llamó.

— ¿Quién fue? —exigió con furia en su voz.

Itachi sabía que su compañero no era tonto, pero no podía permitir que Deidara se enterase de que alguien había asesinado a su novio o la impulsividad que traía en su interior le jugaría una mala pasada y terminarían asesinando al rubio también. Debía protegerlo.

—Nadie. Sasori fue imprudente. Solamente eso… Fue un accidente—le respondió con seriedad.

Deidara apretó los ojos, apartó las manos del asfalto y se quedó arrodillado mientras elevaba la vista al cielo sintiendo una soledad repentina que le golpeaba el pecho junto con un vacío abismal.

— ¿No me estás mintiendo, Itachi…? Dime la verdad…—pidió casi en súplica.

—Es la verdad. Fue un accidente—le respondió con seguridad en sus palabras.

— ¿Qué lo causó…? —preguntó.

Sus ojos parecían desorientados. Había entrado en un estado de ausencia por el shock y solamente deseaba tener respuestas.

—Era un automóvil nuevo que no estaba acostumbrado a ir a tamaña velocidad, porque nunca lo había conducido de esa manera. Alta velocidad de una forma brusca y repentina no es buena. Debió ir de a poco—respondió buscando la mirada del rubio—Perdió el control en la curva además de todo.

Deidara comenzó a sollozar de nuevo bajando la mirada al suelo y cubriéndose la cara con las manos.

—Vamos. Ponte de pie. Debemos irnos…—dijo mientras tomaba uno de los brazos del rubio.

Deidara no tenía fuerzas para nada. Parecía un cuerpo sin vida que solamente podía sollozar. No tenía las fuerzas para ponerse de pie e Itachi lo notó, así que no tuvo más remedio que ayudar a ponerlo de pie sujetándolo de la cintura y, finalmente, lo cargó en sus brazos para caminar hacia el auto.

No importaba cuán mal pudieran haberse llevado en el pasado. Ver al rubio de esa forma le partía el corazón y sentía que deseaba ayudarlo a mejorar, protegerlo y darle todo lo que necesitara, hacer lo imposible para que fuese feliz. Definitivamente, quería ver muerto a Kakuzu.

Nunca había visto tan indefenso a Deidara, tan tranquillo, porque se había colapsado entre sollozos. Todo había sido demasiado y, en cuanto abrió la puerta del auto como pudo para poder dejarlo sentado en el asiento del acompañante, Deidara se había quedado dormido. Lo observó por unos segundos mientras aún lo tenía cargado en sus brazos y contempló su rostro sereno, uno que jamás había visto, empapado de lágrimas y con una paz que solamente existía por fuera, porque sabía que dentro de ese rubio había una tormenta que estaba destrozando todo a su paso, una tormenta que él deseaba calmar costara lo que costara.

Lo depositó lentamente y con cuidado en el asiento, le colocó el cinturón de seguridad y se quedó observándolo un momento más. Jamás lo había visto de esa forma. Le llamaba mucho la atención.

No sabía qué era eso que estaba sintiendo en ese instante al mirar el rostro durmiente del rubio, con sus cabellos dorados descansando sobre su cara. Deseaba quedarse viendo esa imagen por toda la eternidad y, sin que él pudiese darse cuenta de qué estaba haciendo, llevó una de sus manos a ese rostro durmiente y acarició con sus dedos una de las mejillas de Deidara. Le pareció tan suave, tan cálida, tan… adorable.

Llevó esa mano a su frente pensando mejor las cosas y borrando todo pensamiento imprudente de su cabeza. Cerró la puerta del auto y fue a tomar su lugar en el asiento del conductor. Puso en marcha el auto y se dirigió hacia el orfanato donde debía dejar a Deidara.

Al llegar al orfanato, tomó a Deidara en sus brazos nuevamente para ir con él hasta la puerta del lugar. Tocó el timbre como pudo y Tsunade abrió la puerta, la cual, al ver al rubio en brazos del Uchiha, se asustó.

— ¡Por Dios! ¡¿Qué fue lo que pasó?! —preguntó a los gritos.

—Tsunade, no se preocupe. Deidara sólo tuvo un shock emocional y por eso se quedó dormido. Está dormido. Nada más. No se asuste—le explicó tratando de calmarla.

Tsunade le dio paso a Itachi para que entrara al lugar.

— ¿Cómo que sufrió un shock emocional? ¿Qué sucedió, Itachi? Debo llevarlo al hospital—preguntaba con preocupación.

—No es necesario. Solamente necesita dormir y que no lo molesten—le dijo dirigiéndose a la habitación de Deidara.

—Entiendo, pero dime qué pasó, por favor—exigió con preocupación.

—Ya le explicaré. Primero, debo dejarlo en su cama—le dijo y Tsunade le abrió la puerta del cuarto, donde vieron a Hidan allí.

— ¿Qué le pasó? —preguntó con algo de susto al ver a su mejor amigo así.

—Hidan, largo de aquí—exigió Tsunade muy nerviosa.

—Ok, ok—respondió el peli plata sin ganas de lidiar con la rubia.

Hidan salió rápidamente de la habitación, pero se quedó tras la puerta para escuchar todo lo que hablaban.

Itachi depositó con cuidado a Deidara sobre su cama.

—Ahora sí. Habla, Itachi, por Dios—pidió Tsunade desesperada.

—Deidara estaba saliendo con un chico y ese chico tuvo un accidente—le explicó brevemente.

—Por Dios…—dijo Tsunade llevándose una mano al pecho— ¿E-El chico está bien?

—Está muerto…—respondió con pena Itachi llevándose una mano a la frente—Yo sé que Deidara hizo mal en salir con alguien. De hecho, yo tampoco lo sabía, y eso que se trataba de un empleado de mi empresa. Lamento mi irresponsabilidad, Tsunade—se disculpó con la rubia.

Tsunade suspiró.

—No importa, Itachi. Tú no sabías nada… —suspiró con pesadez—Dios, este niño… Siempre tan rebelde y problemático. Pobrecito…—dijo Tsunade sentándose al lado del durmiente rubio.

La rubia acarició el rostro de Deidara de forma maternal mientras sus ojos se humedecían.

—Si ya no deseas que vaya a la empresa, lo comprendo. Tal vez lo mejor sea que se quede aquí y, cuando cumpla la mayoría de edad, que haga lo que quiera—sugirió Itachi.

—No, no… Tranquilo. Estas cosas pueden pasar. No tiene la culpa de haberse enamorado. Además,… todo estaba bien hasta que su novio se accidentó, ¿no? —miró a Itachi con una sonrisa mientras se limpiaba las lágrimas.

—Sí. De todas formas, tendré más cuidado y tendré más ojos sobre él para que no haga más tonterías. Te informaré todo. Lo prometo—le dijo poniendo las manos en sus bolsillos.

—Gracias, Itachi. ¿Sabes? No quiero que Deidara deje de ir a la empresa, porque, a pesar de todo, él ha mejorado mucho desde que está a tu lado. Ha cambiado mucho y sus travesuras y sus malas actitudes han disminuido muchísimo desde que te ofreciste a darle un pequeño puesto solamente para que aprendiera de responsabilidades. Muchas gracias—le dijo poniéndose de pie y abrazando al Uchiha con mucho cariño.

—No tienes que agradecerme, Tsunade. Ha sido un placer ayudar a tus jóvenes a mejorar sus vidas—le correspondió brevemente al abrazo de la rubia.

—No solamente haces eso, Itachi—se separó de él y miró hacia sus ojos—Tú mantienes este lugar en pie con tus donaciones constantes. Has sido muy generoso con nosotros, sobre todo… —pasó a susurrar para no ser oída para poder decir lo siguiente—… con ofrecerte a pagar la educación de Naruto y todo lo que él necesita, aunque sabías que eso no le hacía falta.

—Es lo menos que puedo hacer por el hijo del mejor amigo de mi padre—le respondió susurrando—Además, aunque él tiene la fortuna de su familia, no quiero que gastes un centavo de ella para su educación y sus cosas hasta que él termine sus estudios universitarios. El dinero de la herencia podrá usarlo para su vida de adulto y para ver qué hace con la empresa Namikaze, la cual no quebró, por supuesto. No dejé que eso sucediera. Tengo gente mía administrándola y el dinero que genera va directo a la cuenta destinada al futuro de Naruto. ¿Me entiendes, Tsunade? —le explicó Itachi con seriedad.

—Sí, está bien. Eres un alma generosa, Itachi—le sonrió cálidamente—Su padrino no ha querido que le digamos que tenía una fortuna esperándolo cuando cumpla sus dieciocho años ni quiénes eran sus padres para que creciera con humildad y no con aires de superioridad. Pronto vendrá a verlo para contarle todo él.

—Es su decisión. ¿Qué podemos hacer? —le preguntó seriamente para luego suspirar con pesadez—Bueno, me retiro. Avísame cómo sigue Deidara, pero que se tome unos días libres. Cuando esté mejor, puede volver a la empresa—le informó saliendo de la habitación.

—Claro. Adiós, Itachi—le dijo Tsunade sentándose al lado de Deidara nuevamente.

Al salir de la habitación, se encontró con Hidan, quien se puso nervioso al encontrarse con la mirada fría y seria del Uchiha.

—Hola, Itachi—le dijo rascándose la nuca con nerviosismo y riendo.

Itachi suspiró con pesadez.

—Eres una tumba, Hidan. ¿Me oíste? O irás a dormir a una—le dijo mirándolo directo a los ojos.

—Soy sordo y mudo, Itachi. No te preocupes—le dijo asustado.

—Bien. Te veo mañana y, si me entero de que hablaste, te vas a arrepentir—dijo por último para salir del orfanato.

Itachi se subió a su automóvil y se dirigió hacia su casa pensando en llamar a Sasuke al llegar para saber qué había sucedido y cómo estaba Naruto. Obviamente, no le había informado nada a Tsunade para no sobrecargarla con preocupaciones en un mismo momento, pero tarde o temprano la llamarían para avisarle lo sucedido.

Sasuke se había escapado de la escuela para ir a ver a Naruto al hospital. Unas dos horas después, habían llegado algunos de sus compañeros, los que eran amigos de Naruto, por supuesto. Entre ellos estaba Gaara.

Sasuke estaba parado frente a la puerta de la habitación donde había visto que habían dejado a Naruto descansando y no pretendía apartarse de ese sitio hasta haber visto a su rubio. Pese a las constantes llamadas de atención de las enfermeras pidiéndole que aguardara en la sala de espera, él no se había movido de ese lugar. Con resignación, lo dejaron quedarse.

Los demás habían entrado al pasillo de las habitaciones al ver a Sasuke detrás de la puerta enorme que separaba la sala de espera de dichas habitaciones, ya que la puerta era mitad de cristal. Al cabo de un instante, una de las enfermeras les ordenó regresar a la sala de espera, pero Gaara la ignoró y se quedó junto a Sasuke.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Gaara con sus manos en los bolsillos y una expresión seria.

Sasuke lo miró un instante no sabiendo qué responder. Aún le molestaba que Gaara fuese tan atento con Naruto, que se preocupara de la misma forma que él por su amado rubio, pero sabía que no era una amenaza y no había razones para no responder.

—Lo arruiné. Eso pasó—dijo simplemente para dejar conforme al pelirrojo.

—Lucían muy bien esta mañana en el patio anunciando su relación. Pude verlos a lo lejos y me puse muy feliz de ver a Naruto contento. ¿Qué hiciste para arruinar esa felicidad? —preguntó deseando saber más.

Sasuke soltó una leve risa y se llevó una mano a la frente pensando que Gaara posiblemente hubiera estado fingiendo todo este tiempo y estuviera esperando la oportunidad de que él lo arruinase para poner ganar terreno.

— ¿Tú para qué quieres saber eso? —le preguntó Sasuke bastante irritado, pero con una sonrisa torcida en el rostro.

—Me estás malinterpretando de nuevo, Uchiha. Sólo quiero la felicidad de Naruto y él es feliz a tu lado… Sólo quiero ayudarlos a estar bien—le respondió y Sasuke notó la sinceridad en sus palabras.

— ¿Serás nuestro consejero matrimonial o qué? —se burló.

—No son un matrimonio, así que no. Todo lo estoy haciendo por Naruto, no por ti. Eso tenlo claro. Tú… no me importas en lo absoluto, Sasuke Uchiha—lo miró directo a los ojos al decirle aquello.

Sasuke suspiró de forma pesada y miró hacia el techo.

—Naruto me oyó diciéndole a la persona con la que me vio ayer que él no me importaba y que solamente estaba con él para que no nos delatara, porque… la persona en cuestión es… el director—le explicó y, finalmente, pasó a mirarlo con los brazos cruzados.

Gaara hizo un silencio profundo que duró alrededor de un minuto, el cual desesperó a Sasuke, llegando a hacerle pensar que éste podría juzgarlo o delatarlo. Aunque sabía que Gaara nunca mentía, que sus palabras eran sinceras, su instinto de precaución no le permitía confiar del todo en él, así que pensó que se había equivocado en decirle algo tan delicado como eso.

— ¿Y por qué le dijiste eso a Orochimaru? —preguntó con interés.

—Para proteger a Naruto…—respondió Sasuke casi en susurro.

—Entiendo—dijo finalmente Gaara—Bueno, solamente debes ser sincero con él y decirle lo que en realidad pasó. Estoy seguro de que Naruto lo comprenderá.

Sasuke se sintió aliviado por las palabras comprensivas de Gaara.

—Y puedes estar tranquilo. Yo no diré absolutamente nada a nadie… Si quieres, puedo ayudarte a que Naruto te escuche—le dijo dejando de mirarlo y pasando a mirar hacia la puerta de la habitación del rubio.

—No. Puedo hacerlo sólo… No necesito de la ayuda de nadie—le respondió mostrando indiferencia y frialdad en sus palabras.

—Como quieras—le respondió encogiéndose de hombros.

En ese momento, un doctor abrió la puerta del pasillo viendo a ambos jóvenes.

— ¿Ustedes también son visitas del joven Uzumaki? —preguntó sonriendo.

Ambos asintieron.

— ¿Cómo está Naruto? —preguntó Sasuke con preocupación.

—Está fuera de peligro y se pondrá bien. Iré a ver si está despierto, así se ponen de acuerdo entre todos para ver quiénes entran primero—les dijo antes de entrar en la habitación.

Ambos aguardaron a que el doctor saliese de la habitación. No pasó mucho tiempo hasta que eso ocurrió.

— ¿Y bien, doctor? —preguntó Sasuke.

—Por favor, vayan a la sala de espera con los demás—indicó el doctor amablemente sonriendo.

Ambos obedecieron, porque deseaban escuchar el veredicto del doctor con respecto a la salud de Naruto, si había despertado y si estaba mejor. Para cuando entraron a la sala de espera, Tsunade estaba con los demás aguardando al doctor.

—La señora Tsunade Senju—llamó viendo quién respondía a ese nombre.

—Soy yo—respondió Tsunade acercándose al doctor.

—Señora, venga conmigo—le dijo el doctor volviendo con ella hacia el pasillo de habitaciones.

Tsunade estaba muy preocupada por Naruto. Estaba casi temblando y con impaciencia por saber cómo estaba su niño.

— ¿Cómo está Naruto, doctor? —preguntó mordiéndose las uñas.

—El joven Uzumaki sufrió un episodio de asma causado por una fuerte emoción que, al parecer, fue negativa, pero está fuera de peligro y ya ha despertado. Todo estará bien mientras controle sus emociones. Hasta que eso ocurra, deberá llevar consigo un inhalador por si acaso. Tendrá la receta cuando pueda llevárselo esta tarde de nuevo a su hogar—le explicó mientras sonreía.

Tsunade suspiró aliviada al saber que Naruto se encontraba fuera de peligro.

—Entonces,… ¿él será asmático a partir de ahora? —preguntó preocupada.

—Oh, no. No, sólo fue un episodio. Él no es asmático. Solamente es como si hubiese sido un infarto por emociones violentas, lo cual no quiere decir que tenga o vaya a tener problemas cardíacos. Naruto es un joven sano. Solamente deberá cuidarse y jamás volverá a sufrir otro ataque de asma. Puede estar tranquila, señora Senju—le dijo sonriendo amablemente.

—Entiendo. Qué feliz me hace saber eso—respondió muy aliviada por las buenas noticias— ¿Puedo verlo? —preguntó.

—Claro. Solamente cinco minutos, así pueden entrar sus amigos que también desean verlo—tocó el hombro de Tsunade antes de retirarse y ella entró en la habitación.

El doctor se dirigió hacia la sala de espera, donde aguardaban todos impacientes.

—El joven Sasuke—anunció ese nombre.

Sasuke se acercó rápidamente hacia el doctor sin dudarlo ni un segundo.

—Soy yo. ¿Qué pasa? ¿Puedo verlo? —preguntó ansioso.

El doctor decidió hablar con la voz un poco baja para que nadie más escuchara.

—Hablé con el joven Uzumaki y me pidió expresamente que el jovencito que se llama Sasuke no entrara a su habitación, porque no desea verlo—le informó apenado.

El rostro de Sasuke no pudo evitar poner una expresión de decepción y enfado.

—Quiero verlo de todas formas. Es muy importante—le dijo casi con exigencia.

—Lo lamento, jovencito. Mi tarea es velar por el bienestar de mis pacientes y, en el caso de Uzumaki, su ataque se debió a emociones negativas y no puedo permitir que algo así ocurra de nuevo bajo mi cuidado. Si él no desea verlo, será por algo. Deberá esperar a que él salga del hospital esta tarde o decida por su propia voluntad verlo a usted, muchacho—le explicó el médico, pero, esta vez, con una expresión seria, aunque sin dejar de ser amable.

Sasuke miró hacia otro lado con enfado, pero sabiendo que debía resignarse a lo que el médico pedía para que su rubio pudiese estar mejor y salir en la tarde, pero sin dejar de pensar en qué haría para poder ver a Naruto, porque no podía esperarlo afuera del hospital. Tsunade no dejaría que lo viera, porque desearía llevárselo pronto al orfanato, así que debía poner su cabeza a pensar. De ese día no pasaba. Debía hablar con Naruto ese mismo día.

Todos los amigos de Naruto pasaron a su habitación de dos en dos para hablar con él y animarlo, lo que funcionó, porque Naruto se puso muy contento, se conmovió y hasta se había puesto a llorar un poco de la emoción, porque no esperaba que todos fueran a verlo. Aunque no les contó lo que había pasado y ellos sólo se quedaron con que había sufrido un ataque de asma, enfermedad que no sabía que tenía, pero nada más. Se sorprendieron al saber que Sasuke no había entrado a verlo, pero Naruto les dijo que había sido al primero al que había visto para que no le hicieran preguntas y para que no pensaran que su relación había sido un fracaso por haber durado menos de cuatro horas.

El último en entrar fue Gaara, quien se sentó en una silla al lado de la cama de Naruto.

—Gaara, pensé que no estabas aquí y que no habías venido. Nadie me dijo que estabas—le dijo Naruto sonriendo de oreja a oreja al verlo allí.

—No podía faltar. Sólo esperé a que vieras a todos tus amigos—le respondió— ¿Estás bien?

—Sí, me siento muy bien, ¿sabes? Verlos a todos me hizo muy feliz, dattebayo—respondió con mucha alegría.

—Sasuke también vino a verte—le informó.

El semblante alegre de Naruto cambió a uno pensativo y triste de repente.

—Me lo imaginé—respondió simplemente.

—Él quería verte. Estaba muy preocupado por ti y fue el primero que llegó al hospital. Hasta se escapó de la escuela y le harán una fuerte amonestación por ello—le dijo Gaara apelando a que eso funcionara para que Naruto notara el amor que le tenía Sasuke.

— ¿Y eso es culpa mía? —preguntó con algo de molestia, porque no deseaba escuchar nada de Sasuke.

Naruto no creía demasiado en que Sasuke podría hacer todo eso por amor. Más bien pensaba que era para no ser delatado.

—Él te quiere, Naruto. Está dispuesto a mucho por ti. No dudes de eso—le dijo mirándolo a los ojos.

— ¿Viniste a convencerme de algo, Gaara? ¿Qué sabes tú de lo que sucedió? —preguntó molesto Naruto dándose cuenta de que su pelirrojo amigo sabía demasiado.

—Sasuke me contó todo—le confesó.

—Y tú le creíste—le dijo cruzándose de brazos.

— ¿Y por qué no? —preguntó con más seriedad de la normal—No hay razones para no creerle. Si no le crees a él, entonces, confía en mí, que tengo un sexto sentido para los mentirosos y el Uchiha no es uno de ellos—le extendió la mano.

—Gaara…—susurró bajando la mirada sin saber qué hacer, pues Gaara lo ponía en duda.

—Naruto, si le pidieses a Sasuke que se fuera a otro continente solamente de rodillas para que lo perdonases, lo haría sin dudarlo—le dijo aún con la mano extendida.

—Entonces, ¿por qué le dijo a Orochimaru que yo no le importaba y que…—comenzó a respirar con agitación de nuevo—…que solamente estaba conmigo por… no ser delatado? —sus lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

—Naruto relájate y respira profundo. Yo te diré por qué lo hizo—se puso de pie y colocó sus manos sobre el pecho de Naruto para poder calmarlo—Aunque le corresponde a él hacerlo, te lo diré sólo para que te calmes. ¿Entendiste?

Naruto comenzó a inhalar el oxígeno y a exhalarlo para poder calmarse asintiendo a lo que Gaara decía, porque confiaba en él y parecía que todo lo que le estaba diciendo era la verdad.

—Orochimaru es una persona muy peligrosa. Eso lo sé sin que Sasuke me lo dijera. El tipo está metido en cosas que tú no te imaginas y es alguien a quien temer si fastidias. Sasuke se metió con él sin pensarlo, pero ya no desea saber nada de todo eso y le dijo que tú no le importabas para protegerte, porque Sasuke está seguro de que Orochimaru intentará hacerte daño si sabe que tú le importas—le explicó.

Naruto miró la mano del pelirrojo y la tomó creyéndole. Se sintió muy aliviado al saber que Sasuke solamente lo estaba protegiendo, pero le hubiese gustado saber el contexto de todo para que nada malo hubiese pasado. También le hubiese encantado saber la verdad de la boca de su amado pelinegro, pero no le había permitido explicarse y no habría decidido permitirlo si no hubiera sido por Gaara.

Las horas pasaron y Naruto había salido del hospital al fin. Aunque se sentía feliz de estar fuera, estaba bastante triste por cómo Sasuke podría sentirse, pero sabría que podría verlo en algún momento o llamarlo por teléfono para hablar, aunque no sería lo ideal. Deseaba hablar con él personalmente. Ya vería cómo hacía para encontrase con Sasuke, porque se estaba sintiendo desesperado por tenerlo cerca de su persona, abrazarlo y consolar su malestar.

 

Notas finales:

Nota de autor: ¡Hola! Si te gustó, comenta. Quiero saber tu opinión. Sigue la historia para que el sitio te avise cuándo subo nuevo capítulo.

¡Nos vemos en el siguiente! ¡DATTEBAYO!


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