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El clan por FiorelaN

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Capítulo XIV: “Destellos de inocencia”

Naruto

Durante el camino al orfanato, Itachi no me había habado más que para preguntarme acerca de mi salud, si me sentía bien o si necesitaba algunas cosas, a lo que le había respondido que no necesitaba nada más y que no había sido necesario que me comprara el inhalador extra, pero había vuelto a repetirme que no tenía ningún problema con eso.

Había existido un profundo silencio durante el resto del viaje, pero no necesariamente incómodo. Él era un hombre de pocas palabras al parecer y yo trataba de no abrir demasiado la boca, porque no deseaba perturbarlo, pero, cada vez que había soltado alguna tontería, él simplemente había mostrado alguna fugaz sonrisa que apenas me había dado tiempo a ver, casi haciéndome creer que las había imaginado.

Su presencia, aunque silenciosa, era agradable y me hacía sentir seguro. Sasuke era afortunado de tener a ese hombre como hermano, aunque sabía que no pasaba mucho tiempo con él y era el motivo por el cual mi novio sufría tanto, por más que no me lo dijera.

Me fue inevitable comenzar a pensar en que me habría encantado tener un hermano mayor o uno menor, un hermano como fuese o, aunque fuera, un primo al cual ver como un hermano, pero era que ni siquiera tenía padres o a alguien más. Jamás había conocido a nadie de mi familia, lo cual era muy extraño, porque, al menos, debería tener tíos, primos, abuelos… No había nadie. Solamente, estaba el sabio pervertido, que era mi padrino y jamás me había contado que yo tuviera a alguien más, además de él, así que había supuesto que no existía nadie más, al menos, nadie más a quien le importara.

Al llegar al orfanato, Itachi detuvo el auto frente a la puerta de éste y me desabroché el cinturón de seguridad ante su atenta mirada, lo cual me hizo poner ligeramente nervioso.

—Etto… Itachi, muchas gracias por haberme traído hasta aquí, dattebayo—sonreí al agradecerle.

—Fue un gusto—me respondió sin apartar los ojos de mí.

Su mirada me perturbaba un poco. De pronto, dejé de tener esa sensación de tranquilidad a su lado, porque me miraba como buscando algo que había perdido, pero en mi cara.

—Etto… ¿Itachi? —pregunté tratando de llamar su atención, pues no le había quitado el seguro a la puerta y deseaba bajarme ya.

—Naruto—apartó la mirada de mí y comenzó a mirar hacia el frente.

—¿Sí?

—Las puertas de mi casa siempre van a estar abiertas para ti. Puedes venir a visitarnos cuando quieras. No tengo problemas con la relación que tienes con mi hermano. No podría oponerme—volvió a mirarme con su seriedad de siempre y soltó una leve risa, como dándose cuenta de mi incomodidad al estarme mirando antes—. Perdona que te haya estado observando demasiado. Es que te pareces mucho a alguien que conocí hace tiempo—me comentó con una leve sonrisa que denotaba amargura.

—Entiendo—respondí volviendo a estar tranquilo, pero con ligera curiosidad—¿A quién me parezco? Digo, si se puede saber—me rasqué la nuca mientras reía.

—Bueno. No lo conoces—me respondió.

Entendí que Itachi Uchiha jamás me contaría nada sobre cualquier cosa personal. Qué estúpido de mi parte preguntar.

—Ya veo. Bueno, gracias de nuevo y nos veremos otro día, dattebayo—le sonreí mientras él le quitaba el seguro a la puerta y, entonces, pude abrirla.

Una vez fuera de su auto, me hizo una seña con su mano en señal de saludo y le respondí para después tocar el timbre de la puerta del orfanato. Shizune me abrió y yo entré para después dirigirme hacia mi cuarto.

La verdad era que no podía ocultar la alegría que tenía por muchos motivos: Sasuke me había perdonado, yo lo había perdonado, me había presentado a su hermano como su pareja y… habíamos hecho el amor. Bueno, no del todo, pero, para mí, significaba muchísimo y, la verdad, quería volver a repetirlo y, esta vez, completarlo. No me importaba si era demasiado pronto o no, porque yo estaba seguro de amar a Sasuke con todo mi corazón y, además, lo amaba desde hacía muchos años. No pude evitar ponerme rojo ante esa idea y sacudí mi cabeza, apartando esos pensamientos.

Abrí la puerta de mi cuarto y me sentí incómodo al ver la mirada que Sai me estaba clavando. Estaba tumbado sobre su cama con una cara que denotaba algo de picardía, con una sonrisa extrañamente perversa y como si me hubiese estado esperando por horas allí. Gaara también estaba en el cuarto, pero estaba con sus libros estudiando.

No dije absolutamente nada y me fui directo a mi cama, donde me senté con una inevitable cara de idiota mientras me era imposible no pensar en los besos de Sasuke, lo cual provocó que me pusiera rojo hasta las orejas.

—¿Lo hiciste con el Uchiha entonces? —me sacó de mis pensamientos la pregunta de Sai.

—¡¿Q-Qué?! —me tomó por sorpresa e hizo que el calor se me subiera al cuerpo.

—Lo que escuchaste—me respondió.

—¡PERVERTIDO! ¡¿Cómo te atreves a preguntarme eso?! ¡Eres un entrometido y un pervertido asqueroso! —le grité muy avergonzado e irritado por sus estúpidas actitudes de siempre.

—Entonces, debo tomar eso como sí—me dijo mientras sonreía de esa forma tan irritante.

—¡No es de tu incumbencia! ¡No deberías meterte en los asuntos de los demás! —le lancé una almohada y vi cómo Gaara cerraba su libro mientras suspiraba con pesadez.

—¿Podrían comportarse? —preguntó con tranquilidad.

—¡Pues dile a este cochino que se comporte! —le dije muy irritado.

—¿Todo fue bien, Naruto? —me preguntó Gaara con seriedad.

—Sí, ¿por qué me preguntas eso? —pregunté, porque no entendía a qué se refería.

Ellos ni siquiera sabían que yo me había ido, porque no habían estado cuando todo había sucedido. Solamente habían estado cuando Sasuke había venido.

—Bueno, porque todo el orfanato se enteró de tu pelea con el Uchiha y de que saliste corriendo pidiéndole que no te abandonara—me dijo Sai y la vergüenza me invadió mil veces más.

—¿Q-Qué? —me sentí mareado por la información que acababa de recibir.

—Sí, Naruto. Se escuchó todo—me confirmó Gaara.

—No puede ser, dattebayo…—me llevé las manos a la cabeza muy avergonzado y perturbado.

—Pero, como viniste con una gran sonrisa, con cara de idiota y completamente rojo, supongo que hubo sexo de reconciliación—dijo Sai comenzando a dibujar sobre una hoja con toda tranquilidad, como si no le molestara hablar de temas vergonzosos.

—No pienso decirte nada sobre eso, dattebayo ¡Pervertido! —me tumbé boca abajo no deseando que siguieran viendo mi cara completamente roja.

—Entonces, debo suponer que, al menos, arreglaron las cosas, ¿no? —me preguntó Gaara.

—Sí, todo está muy bien, dattebayo. Ya dejen de hacerme preguntas, dattebayo…—les supliqué sintiendo que me iba a morir de la vergüenza.

—Qué sensible eres, pero recuerda comprar lubricante a partir de ahora. Dolerá menos—me dijo Sai y levanté la cara para mirarlo con ojos asesinos.

—¿Cómo sabes eso? —le preguntó Gaara queriendo hacer algo para defenderme.

—Lo leí en internet—le respondió mostrando su irritante sonrisa.

—Supongo—le dijo Gaara como si no le creyera demasiado.

En momentos como esos, deseaba tener un cuarto para mí solo donde pudiera fantasear con los besos de Sasuke tranquilo sin que me estuvieran observando constantemente.

Sabía que, posiblemente, le había dado una imagen muy inocente a Sasuke en el momento íntimo que habíamos tenido, pero era sólo por mi inexperiencia. Jamás había hecho nada con nadie. Él había sido mi primera caricia, mi primer beso, mi primer amor… Nunca alguien había tocado mi cuerpo ni me había dado besos donde él lo había hecho.

Había vivido tantas sensaciones nuevas ese día que no podía conmigo mismo y me avergonzaba pensar en todo ello, porque debía mirarlo a la cara nuevamente y, al recordar todo, me daba mucha vergüenza verlo de nuevo sin evitar recordar cómo me había besado y cómo me había probado y tocado con sus manos donde nadie más lo había hecho. Solamente quería que él fuera el único que pudiera acceder a cada rincón de mi cuerpo.

Tenía conocimiento de muchas cosas, como le había dicho a Sasuke. Bueno, no le había dicho “muchas cosas”, pero sabía cómo se tenían relaciones sexuales entre hombres y mujeres, porque Sai me había mostrado en muchas ocasiones unos cuantos vídeos sobre el tema y yo no había podido evitar mi curiosidad, por lo que había accedido a mirarlos con él. Ese chico siempre se había mantenido tranquilo desde el inicio de cada vídeo hasta el final, pero yo no había podido evitar avergonzarme y sentirme muy provocado por todas las cosas que había mirado, pero por estarme imaginando con Sasuke a cada momento.

No era tan inocente como le había hecho creer a Sasuke con mi inexperiencia, pero él parecía que sabía lo que hacía y eso… me molestaba muchísimo, porque era obvio que tenía experiencia y hasta yo había sido testigo de su experiencia cuando lo había visto con Orochimaru, pero… sabía que eso no iba a volver a suceder, así que debía quedarme tranquilo. Me habría gustado ser la primera vez de Sasuke, pero podría conformarme con ser la única a partir de ahora.

Sasuke

Me sentía extrañamente emocionado por el día en el que estaba: domingo. Suponía que, para mi situación, eso era muy normal, ya que las parejas solían verse mucho los fines de semana, pero jamás me había sucedido a mí y era muy nuevo. De todas formas, eran cosas que sólo me permitía tener como pensamientos, porque jamás los soltaría hacia afuera en forma audible. Sería muy patético de mi parte y vergonzoso por el hecho de que los demás se enterasen de que jamás había tenido nada con nadie y de que la única persona con la que había tenido algo en mi cabeza como una fantasía solamente había sido la persona que era mi pareja actual. Bueno, Orochimaru también, pero muy fugazmente.

Nunca había sido una persona que se alborotara demasiado, que se la pasara fantaseando o a la que le diera por buscar ciertos contenidos para adultos. Tal vez había sido por la estricta vida de hijo perfecto que me había dispuesto a tener para seguirle los pasos a mi perfecto hermano mayor. Todo eso no me había dejado concentrarme en tener la vida de adolescente común, pero, por otro lado, eso me gustaba. No era como los demás y me alegraba.

Sin embargo, estar tan metido en tener calificaciones perfectas y en prestar poca atención al mundo y en lo que sucedía a mi alrededor me había pasado factura, porque ahora debía investigar algunas cosas que, para otros, tal vez eran obvias.

Tampoco era tan ignorante, pues sabía muchísimas cosas, pero no en concreto lo que estaba investigando: qué elementos extras se necesitaban para tener relaciones íntimas entre varones. Los resultados eran obvios: lubricantes. Así que debía comprar un lubricante, lo cual implicaba ir a una farmacia y pedirlo, por lo que… debía pasar vergüenza.

Otra cosa que había aprendido muy bien leyendo muchos artículos sobre el tema era que no debían utilizarse los típicos aceites de bebé ni la saliva, pues no eran buenos lubricantes y tampoco servían demasiado, era decir…, no eran buena idea. Lo mejor era algo como la vaselina o algún otro producto similar neutro. Era perfecto. Lo único que necesitaba saber, porque el resto… lo sabía.

Me sudaban las manos por los nervios, pero era una investigación que debía hacer. Me sentía bastante ridículo y patético, pero lo había tomado como una investigación más, tal vez algo apresurada, porque nadie decía que iba a hacerle algo a Naruto ese domingo, pero… debía estar preparado.

Naruto me había dicho que no le importaba si era muy rápido o lo que fuera, lo que había hecho que yo me sintiera ligeramente ansioso por sus palabras, como si me diera permiso para hacerle algo y yo quisiera hacerlo. Quería controlarme, de verdad, pero… me era imposible.

No me quedó más remedio que ir a la dichosa farmacia. Me atendió una fastidiosa farmacéutica que no dejaba de hacerme preguntas del tipo: ¿para qué quería un lubricante? ¿En qué iba a usarlo? ¿De qué tipo quería? Solamente quería que me diera cualquiera y yo vería cómo me las arreglaba después.

No entendía cómo era que uno iba a comprar algo y terminaba siendo interrogado por el vendedor. Eso hacía todo el proceso mucho más vergonzoso. Yo solamente quería entrar, hacer mi pedido y largarme después de pagar. No más de cinco minutos allí adentro.

En cuanto salí de la farmacia con lo que necesitaba dentro de una bolsa, mi teléfono sonó en un mensaje de WhatsApp. Vi quién era y no pude evitar sonreír como un idiota al darme cuenta de que era Naruto.

—Sasuke. Hola…

—Hola. ¿Qué sucede?

No había pensado que fuera a enviarme algún mensaje. De hecho, pensaba llamarlo más tarde para ver si quería que fuera a verlo al orfanato o pasarlo a buscar para ir a mi casa. No para hacer algo, sino para hablar y estar juntos.

—No ocurre nada. Quería saber cómo estabas.

—Estoy bien. Iba a llamarte más tarde. Te adelantaste.

—¿En serio? ¿Qué ibas a decirme?

—¿Quieres venir a mi casa hoy?

—¡Me encantaría! ¡Dattebayo! ¿Tu hermano estará?

—No. Estaré solo.

—¿Quieres que vaya ahora?

—Pasaré por ti ahora. Estoy cerca…

—Bien. Estaré esperando. Oye, Sasuke…

—Dime.

—Etto… Te amo

Y, de nuevo, no pude evitar sonreír como un completo idiota ante eso. Me costaba aún responder ante esas muestras de cariño. Sólo las hacía en momentos desesperados, pero… tampoco quería hacerlo sentir mal, así que debía tragarme un poco el orgullo.

—Y yo.

Él no se limitó a enviarme un millón de caras con corazones en los ojos al recibir mi seca respuesta, pero parecía haberle bastado. Eso me dejaba bastante tranquilo.

Guardé mi celular en el bolsillo de mi pantalón y me fui a mi casa para guardar lo que había comprado. Primeramente, porque no iba a ir a recoger a Naruto con eso en las manos. Se preguntaría qué era y se pondría insoportable hasta saber qué era lo que yo llevaba, así que, una vez que dejé eso en casa, me fui a buscarlo al orfanato.

A medida que iba caminando hacia ese lugar, reflexionaba sobre todas las cosas que yo deseaba y, pensándolo mejor, no deseaba dejarme llevar por mis impulsos y quería formar una relación fuerte, estable y llena de confianza. No quería algo que empezara demasiado rápido, porque estaba seguro de que acabaría muy mal, así que, por más autorización que tuviera de él, no haríamos nada como eso por ahora, pero podría tocar su cuerpo y disfrutar con él de muchas manera previas a lo demás. De todas formas, tampoco estaba tan seguro de hacer eso.

Llegué hasta la puerta y toqué el timbre. No tardó en abrirme la puerta Shizune.

—Sasuke—me nombró con una sonrisa—¿Qué haces aquí?

—Hola. Vine a bus…—fui interrumpido.

—¡SHIZUNE! ¡¿Es Sasuke?! —gritó Naruto llegando con prisa hasta la entrada y empujó a la mujer.

—¡Naruto! ¡Sé cuidadoso! ¿Por qué me empujas? —le reclamó molesta.

Estaba acostumbrado a verlo así de emocionado, pero, esa vez, me sentía diferente a todas las veces anteriores. Esta vez…, era por mí. Había estado esperándome y, seguramente, al oír que el timbre había sonado, había salido corriendo de su habitación para ver si se trataba de mí. Eso me estremeció en cada parte de mi ser. Nunca me había sentido tan esperado y deseado… No me sentía así desde la última vez que mi madre me había esperado en casa con el almuerzo luego de clases.

—¡Sasuke! ¡Llegaste! —me dijo muy emocionado y vi ese sonrojo en sus mejillas que traía alegría a mi vida.

—Hola, Naruto—traté de sonar lo más normal posible, pero la emoción que él traía me abrumaba de forma positiva.

—Bueno. Vamos—dijo saliendo hacia afuera, pero Shizune lo sujetó del cuello de su camiseta.

—¡Espera un momento! ¿Cómo que “vamos”? ¿A dónde crees que vas? —preguntó molesta.

—Voy a ir a casa de Sasuke ¡Suéltame! —intentaba zafarse.

—¿Y a quién le pediste permiso para salir? Ni siquiera te tomaste la molestia de avisar. Cada día, estás más irresponsable, jovencito. No sé si darte permiso—le dijo con mucha molestia.

—¡Ah! ¡SHIZUNE! —gritó Naruto muy molesto tratando de zafarse aún.

—Shizune—la nombré con calma—¿Puede Naruto venir a mi casa? Prometo que no llegará muy tarde.

Naruto se asombró al oírme hablar. Suponía que no era muy normal en mí decir ese tipo de cosas. Mejor dicho, pedirlas, y de forma amable, pero solamente deseaba estar con Naruto y quería que le dieran el permiso adecuado.

—Solamente hasta las ocho de la tarde a más tardar—me respondió luego de una breve pausa para pensarlo.

—Por supuesto—respondí.

—Y avísame cuando llegues a casa de tu amigo, ¿entendiste? Y envíame un mensaje cuando salgas de su casa para volver aquí, Naruto—le pidió y me pareció algo exagerado tanto aviso.

—Sí, sí ¡Suéltame! ¡Dattebayo! —exigió para después ser soltado.

—Nos vemos en la tarde—dijo Shizune antes de meterse dentro de orfanato y cerrar la puerta.

—Es exigente—comenté.

—Sí. Es muy mandona, pero cocina delicioso—me dijo riendo un poco, pero se sonrojó al darse cuenta de que no podía dejar de mirarlo.

Aparté mi mirada enseguida. No quería ser demasiado obvio. Aunque él ya sabía que me gustaba mucho, no quería parecer una adolescente enamorada que se la pasara mirando al chico que le gustaba.

—Entonces, vamos—le dije finalmente para empezar a caminar.

Él caminaba a mi lado mientras sonreía bastante y tenía las manos sobre su nuca. Lo miraba de reojo tratando de que no se diera cuenta de que lo miraba, pero, a veces, él me miraba de repente y sabía que no era tan estúpido como para no darse cuenta de que iba mirándolo como un idiota.

—¿Cómo has estado, Sasuke? —me preguntó con mucho interés.

—Bien, ¿y tú? —fui seco y mostré poco interés en mi pregunta, como si fuese algo automático.

—Bueno… Estuve bien, pero… estuve pensando mucho en ti—me comentó bastante sonrojado.

—Ya veo—de nuevo una respuesta seca.

Noté el cambio de expresión en su rostro, porque venía sonriendo mucho y, de pronto, expresó un poco de decepción.

Hasta ese momento, ni siquiera me había dado cuenta de que no lo había besado cuando Shizune nos había dejado solos y solamente me había dispuesto a caminar sin más. Lo único que le había dicho había sido un simple: “Hola, Naruto”. Lamentablemente, otra cosa no me salía y no entendía todavía cómo me había salido una confesión el día que le había dicho que lo quería y cómo hasta el último día que nos habíamos visto le había podido decir que lo amaba o alguna cosa acerca de mis sentimientos. Estaba consciente de una sola cosa con respecto a eso: solamente le había dicho lo que sentía en situaciones desesperadas.

Confesarme a él solamente lo había hecho por la simple razón de que me había enterado de que se había intentado suicidar y de que sabía que estaba completamente destrozado por lo que había visto el día anterior. Luego, solamente habíamos tenido charlas normales como amigos hasta que le había dado el ataque de asma y había tenido que ir a expresar mis sentimientos para convencerlo de que realmente lo quería a él y a nadie más. Después de eso…, nada más hasta el mensaje de ese día, que había sido un simple: “Y yo”.

—Etto… Sasuke—me dijo con la mirada clavada en el suelo y algo cabizbajo.

—¿Qué? —respondí sin dejar de mirar hacia el frente y con mis manos dentro de mis bolsillos.

—¿Todo está bien? —me preguntó con obvia preocupación y sabía la razón.

Él esperaba que yo fuese más expresivo de forma física y oral por la simple razón de que éramos pareja. Me conocía muy bien como amigo y muy pocas veces había admitido que éramos amigos, pero él creía que yo iba a ser diferente siendo su novio. Yo no podía ser de la forma en la que él quería. ¿Debía esforzarme y ser más afectuoso? Quería expresarme, pero solamente me salía tener ciertos detalles esperando que él se diera cuenta. Sinceramente, no sabía hasta qué punto eso podría funcionar.

—Sí, ¿por qué lo preguntas? —fingí no haber entendido.

—Estás algo… —interrumpió sus palabras—Nada. No importa—me sonrió.

Nos detuvimos en ese momento, ya que habíamos llegado a la puerta de mi casa. Saqué las llaves de mis bolsillos y abrí la puerta.

—Naruto—lo nombré teniendo intención de dejarle claras algunas cosas para no tener que ver su decepción.

—¿Qué sucede? —me preguntó entrando en mi casa y cerré la puerta.

Me acerqué a él para hacer un acto que le dejara en claro que no debería sentirse decepcionado cuando no me viera ser tan afectuoso. Suponía que era otra situación desesperada en la que debía mostrarme desnudo ante él emocionalmente. De hecho…, él era el único con el que podía mostrarme de esa forma.

Se sonrojó muchísimo cuando, de tanto acercarme y que ya no tenía hasta donde retroceder, porque había puesto mi mano sobre su hombro empujándolo para obligarlo a retroceder, cayó sentado sobre el sofá de la sala donde estábamos y me subí al mueble en cuestión apoyando mis rodillas una al lado de cada pierna del rubio y mis manos una cada lado de su cabeza, acorralándolo por completo.

—S-Sasuke…—me susurró completamente rojo y sorprendido.

—Naruto—lo mencioné e hice que todo su cuerpo se estremeciera con sólo pronunciar su nombre—Bienvenido—le dije antes de atrapar sus labios con los míos en un beso que ansiaba desde el día anterior.

Correspondió a mi beso con todo gusto y puso sus manos sobre mi pecho con timidez, pero debía separar mi boca de la suya para darle el mensaje.

—No te decepciones si no soy como esperabas. No es algo que iba a suceder, pero, por más que no actúe como un novio común y corriente, tú sabes cuáles son mis sentimientos, ¿verdad? Quiero saber si tienes eso claro—le dije mientras clavaba mis ojos sobre los suyos y pude ver cómo esos orbes azules temblaban ante mi mirada.

—S-Sasuke…—tartamudeó mi nombre mientras arrugaba mi camiseta entre sus manos por la zona de mi pecho.

—Respóndeme—le pedí al ver que estaba idiotizado mirándome.

Él pensaba que yo no me daba cuenta de las cosas, pero era difícil no adivinar sus pensamientos. Naruto era como un libro abierto, el cual yo podía leer con suma facilidad de principio a fin.

—¿Tienes en claro que no puedo vivir sin ti y que no hay otra persona que ocupe mis pensamientos todo el tiempo más que tú? Naruto… —le susurré en su oído—¿Eres consciente de que, por más que no sea demasiado afectuoso físicamente y que no te diga todo el tiempo lo que siento, es de ti de quien está compuesto todo mi ser?

Al hacerle esa pregunta, noté cómo atraía con fuerza mi cuerpo hacia el de él, por lo que no pude evitar quedar sentado sobre sus piernas y observé su rostro por curiosidad. No pude evitar sentirme sorprendido al ver una expresión que nunca había visto, pero parecía estar sumido en mil sensaciones que desconocía, igual que yo… Estaba cegado por el amor y el deseo…, igual que yo.

—Sasuke…—susurró cerca de mis labios, lo cual me hizo estremecer—Hazme tuyo para que me quede más claro…


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