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El clan por FiorelaN

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Capítulo XXIV: “Imagen confusa”


 


Narración en tercera persona


Oh, el existir. Qué terrible circunstancia tan penosa. Obito lo sabía muy bien. Existir solamente era un tormento, porque lo había perdido todo en tan poco tiempo. Él también les iba a hacer perder todo a todos. Sus planes estaban más que listos y la persona que amaba, poco a poco se iba acercando más a él.


Iba a dejar el apellido Uchiha en la ruina y en la vergüenza, les arrancaría el alma a todos. Ya se la había arrancado a Itachi al manipularlo para que matase a sus padres y a Sasuke iba a terminar de arrancársela en cuanto le dijese quién había sido el asesino de su familia. Aunque los Namikaze no tenían nada que ver con él, habían descubierto a Madara en muchas cosas fraudulentas que involucraban a la empresa Uchiha. Ambas empresas iban a asociarse, pero como los Namikaze no querían cometer ni un solo delito, solamente eran un estorbo, pero tenía que deshacerse de los niños que habían dejado atrás, porque estaban relacionados con sus sobrinos y eran unos estorbos para sus planes.


Había estado informado sobre la relación que tenían Naruto y Sasuke; también se había enterado de que Deidara había ido a visitar a Itachi todos los días al hospital y de que se habían vuelto muy cercanos. El plan era muy sencillo… Solamente debía acercarse un poco a Sasuke y recordarle que sus padres aún no habían tenido justicia. Él iba a ayudarlo con eso y fingir que no sabía absolutamente nada, que luego de un largo trabajo de investigación había podido encontrar unas cintas de vídeo y se las mostraría al pequeño Uchiha. Luego de eso, debía acercarse a Deidara y convencerlo de que Itachi había asesinado a Sasori. En cuanto Sasuke fuese a buscar a Itachi para confrontarlo, Deidara estaría allí con el pelinegro mayor y después de que Sasuke actuase impulsivamente, debía ser Deidara quien se encargaría del Uchiha menor y, finalmente, él se desharía del rubio más tarde. Naruto quedaría completamente solo y el resto era historia. ¿Cuánto de ese plan podría salir mal?


—¿En qué piensas tanto, Obito? —preguntó Kakashi, quien se encontraba tumbado sobre el pecho del pelinegro en la cama.


Obito se quedó pensativo unos segundos antes de responder.


—¿Qué probabilidades hay de que vuelvas a traicionarme? —le preguntó seriamente.


—Sino hubiese creído que estabas muerto, jamás habría ido a los brazos de nadie—le contestó cabizbajo.


—Pero luego traicionaste a Itachi.


—Eso es porque no lo quería realmente. Solamente estaba intentando llenar el vacío que tú me habías dejado al creer que habías muerto…—dijo casi en susurro, aferrándose más a su cuerpo.


—Entonces, si yo te confío algo. ¿No le dirás a nadie? —preguntó.


—Así es. ¿Qué es lo que tienes que decir?


—Te necesito, Kakashi… No confío en muchas personas a mi alrededor. Si no vas a traicionarme porque me amas, entonces necesito que hagas algo por mí—le dijo para luego besar su cabeza.


—¿Qué es lo que necesitas que haga?


—Tú eres el profesor de Naruto Uzumaki en la escuela, ¿verdad?


—Sí. ¿Por qué? —preguntó extrañado.


—Naruto es una pequeña piedra en mi zapato y esa piedra confía en ti. ¿Crees que puedes encargarte? —le preguntó y Kakashi se sentó en la cama muy sorprendido.


—¿Qué planeas, Obito? ¿Qué es lo que me estás pidiendo que haga? —le dio la espalda estando sentado en la cama.


Obito llevó su mano a la espalda del peli plata y lo acarició con delicadeza.


—Ayúdame, Kakashi… Quítame esta piedra del zapato y el mundo será tuyo. Luego de esto, haré todo lo que tú me pidas. Pondré el mundo a tus pies, si es lo que deseas—se acercó a besar el hombro del peli plata mientras acariciaba sus brazos.


—No puedo hacerle nada a mi estudiante… Lo que me pides es una locura—le dijo muy serio y perturbado.


—No te pido que le pongas las manos encima. Castígalo por lo que sea o simplemente déjalo unas horas extras en el salón de clase. Del resto me encargo yo.


—¿Por qué quieres deshacerte de Naruto? Sólo tiene 16 años. ¿Qué pudo haberte hecho con esa edad? Lo que sea que haya hecho, solamente fue una tontería de adolescente.


—Él es un cabo suelto; un vestigio de su familia que ayudó a arruinar a la mía. ¿Cómo puedo dejarlo por ahí con una fortuna y con ganas de vengar a sus padres? Él va a arruinarme si lo dejo crecer—le explicó y mordió delicadamente la piel de Kakashi.


Éste se sonrojó un poco por las caricias y mordidas del pelinegro.


—He oído que Sasuke, tu sobrino, está con Naruto. ¿Podrías hacerle eso a tu sobrino? —le preguntó.


—Sasuke… Él no durará tanto como para enterarse de esa pérdida—respondió, haciendo que Kakashi se sorprendiese muchísimo.


—¿Qué es lo que estás diciendo? —preguntó confundido.


—Ellos no son mi familia. No tengo parientes ni amigos. Solamente estás tú, Kakashi… Solamente te tengo a ti. Ellos sólo son un estorbo. Una vez que todos desaparezcan, tú y yo seremos felices juntos por fin y no tendremos que preocuparnos por nada más. Eliminé a todos los que nos hicieron sufrir y, ahora que Itachi ya no me sirve y Sasuke dejará de servir pronto, no hay razón para que continúen existiendo como estorbos—le explicó y suspiró al sentir la fragancia de la piel de su amado.


Kakashi estaba muy perturbado. Sentía escalofríos por todo su cuerpo al oír esas palabras. ¿Cómo podía ser posible? ¿Itachi también moriría? No quería que eso sucediese, pero no podía hacer mucho. Aunque se negase a ayudarlo, Obito conseguiría eliminarlos a todos igualmente. ¿Qué podía hacer? Lo único que se le ocurría, era seguirle la corriente y fingir ayudarlo. La única manera de salvar a esos niños y a Itachi, al cual quería muchísimo, a pesar de que se había dado cuenta de que no lo amaba, era deshacerse de Obito antes de que alguien saliese lastimado, pero amaba a ese pelinegro psicópata con todo su corazón. ¿Qué haría?


—Debo irme ahora, Obito...


—¿Deseas que te lleve a tu casa? —preguntó con interés.


—No. Quiero pensar un par de cosas. Tú cuida lo que haces por un tiempo hasta que te dé una respuesta, ¿sí? —pidió con una leve sonrisa en su rostro algo fingida.


—Entonces, debes darte prisa. No voy a esperar por mucho tiempo, Kakashi... —besó su espalda causándole un escalofrío.


—Sí...


Terminó de vestirse y se fue de aquel departamento con el alma en un hilo. El Obito que había conocido hacía unos años ya no era el mismo. Todo había cambiado y sabía perfectamente que parte de la culpa de ello era suya.


Mientras tanto, Obito se había puesto su traje, pues sería una noche de desvelo. Pasaría esas horas de oscuridad mirando por su gran ventanal la ciudad entera mientras enviaba algunos mensajes a su sobrino.


“No has olvidado a tus padres, ¿verdad, Sasuke?”


Aquel mensaje le llegó justo a las 23:15 pm al pelinegro menor. Se encontraba acostado en su cama con el celular sobre su pecho. Había estado releyendo el mensaje de su rubio informándole que estaba bien, analizando cuánto de cierto tenían aquellas letras. Pensó que se trataba de Naruto cuando su teléfono vibró en su esternón, pero se sorprendió al ver en la pantalla: “Nuevo mensaje de tío Tobi”. Lo abrió con poco interés, pero sus ojos se abrieron mucho al leer lo que el mensaje decía. Se incorporó inmediatamente y se sentó al borde de su cama. No podía dejar pasar aquello u obtener una respuesta de por qué le había enviado aquel mensaje por medio de un chat, así que decidió llamarlo.


—¿Qué quieres? —preguntó Sasuke muy serio y algo alterado por dentro por aquel mensaje.


No pensé que me llamarías tan pronto como lo leyeras. Al parecer, te perturba un poco.


—¿Por qué me escribiste eso? ¿Qué es lo que quieres al preguntarme si no olvidé a mis padres?


Voy a sugerirte que, si Itachi se encuentra en casa, bajes la voz. No deseo que se entere. Esto nos concierne sólo a nosotros —las alarmas de Sasuke sonaron en su interior.


Todo era tan extraño. ¿Por qué un asunto que también debería incluir a Itachi por tratarse de sus padres lo dejaba fuera? Además..., el traer a sus padres a su mente luego de tanto tiempo le retorcía el alma. No había pensado en todo aquello desde que había comenzado a salir con Naruto. Había servido de anestesia para sus heridas sangrantes y de morfina para el dolor intenso de su alma. Simplemente, se había olvidado del mundo y había dejado apartadas en un cajón las ideas de buscar a los responsables y vengarse, pero Obito había abierto ese cajón, poniendo el asunto sobre la mesa a la vista de todos.


—Está bien... Ahora dime qué quieres —dijo en susurro llevándose una mano a la frente.


Te preguntarás por qué no quiero que Itachi se entere del asunto... Bueno, la verdad es que él confía demasiado en las autoridades de la ciudad y en su justicia, pero tú eres inteligente y sabes tanto como yo que nadie está investigando un carajo. Sasuke..., yo sólo quiero justicia para mi inocente y amado hermano y para mi queridísima cuñada... Por supuesto, eran tus padres y sé que buscas lo mismo, ¿verdad? —su tono de voz sonaba muy compungido y, a la vez, con una rabia existente, como si se tratase de una persona indignada y triste por el asunto.


La oscuridad del cuarto parecía querer tragarse a Sasuke o... ¿la oscuridad que emanaba Sasuke prometía tragarse el cuarto? Apretaba el teléfono con su mano mientras lo mantenía cerca de su oído, trayendo a su cabeza todos los malos recuerdos, las pesadillas infernales que había tenido durante mucho tiempo y aquel anhelo de sangre que había dejado olvidado a causa del amor de Naruto.


—Sí... —respondió apretando la mandíbula con fuerza.


Perfecto... Hace unos meses, al saber que se había archivado la causa como “sin resolver”, empecé una investigación por mi cuenta, como la que se suponía que debía empezar Itachi, pero no lo hizo por aferrarse a la ley y a la moral. Pronto tendremos frutos y quiero compartirlos contigo, porque sé que anhelas lo mismo que yo y quizá con más fuerza. Por supuesto, mi querido sobrino no debe enterarse o querrá parar todo y tendremos problemas.


—No te preocupes... No diré nada, pero... quiero saber exactamente quién lo hizo y dónde está esa persona en cuanto lo sepas. No te guardes nada para ti... También quiero conocerlo... ¿Entendiste? —dijo con una rabia creciente mientras los recuerdos de aquellas horribles pesadillas se reproducían una y otra vez en su mente.


Por supuesto.


—Bien... —colgó la llamada y soltó el teléfono y este cayó sobre la cama, por suerte.


Se agarró la cabeza con ambas manos y parecía que la vena de su cuello iba a explotar en cualquier momento. Sus ojos se cristalizaron y su rostro se había puesto totalmente rojo de rabia. No lo había sentido hacía tanto tiempo, pero su corazón lo recordó como el dolor de una daga clavándose lentamente en el corazón; una duda clavada desde hacía tiempo: ¿quién y por qué? Lo atraparía con la ayuda de su tío y podría finalmente verle la cara. Quería matarlo..., pero no sin antes hacerle sentir todo lo que él había sufrido durante tanto tiempo. Siglos sangrando por su culpa, quien fuera. El odio, el rencor, la venganza y la ira habían renacido con aquella llamada que le había hecho a Obito. El ángel de la desgracia había aparecido en su puerta y había traído un mensaje de guerra. La paz que le había sido proporcionada por Naruto durante aquellos meses se había agotado en menos de un segundo.


La noche había sido tan larga. Las horas no querían irse jamás y el alba se hacía de rogar. Apenas había podido dormir y, cuando amaneció, lo primero que hizo fue ir a una florería y conseguir unas hermosas camelias color rojo. No le importó caminar unos kilómetros hasta el cementerio privado de la ciudad y dejar sobre la tumba de sus padres aquellas flores. Hacía tanto tiempo que no visitaba aquel lugar por temor al dolor y a los recuerdos.


Los días pasaban con prisa y sin sentido después de aquello. Las horas se le hacían muy lentas en algunas ocasiones esperando un mensaje, una llamada o cualquier señal de su tío con información acerca de la investigación.


Después de haber hecho aquella llamada a su tío hacía unas cuantas noches, su vida se había tornado bastante gris y cada vez más oscura. En la escuela no hablaba con casi nadie, menos que de costumbre. A Naruto apenas le dirigía la palabra y parecía perdido en su mundo. Una oscuridad muy profunda lo rodeaba constantemente, haciendo que el ambiente a su alrededor se tornase pesado y tenso. El rubio se había dado cuenta, pero no obtenía casi ninguna respuesta al por qué de aquella distancia tan abrupta, lo cual le comprimía el corazón.


Había dejado de ir al orfanato. Si Naruto no lo llamaba, no había comunicación entre ellos fuera de la escuela. Sasuke sólo deseaba volver a casa después de clase y ya no hablaban por mensaje de texto, pues, a menudo, ignoraba cualquier mensaje que llegaba a su teléfono si el remitente no era Obito. El pelinegro parecía estar en otro mundo, uno muy oscuro, como en un abismo, y era algo que Naruto ya no estaba pudiendo soportar. Había querido darle su espacio y tiempo para que le pudiese contar lo que le sucedía, pero Sasuke se había vuelto muy poco comunicativo e ignoraba las preguntas del rubio.


—¡Sasuke! Sasuke, espera ¡Espera! —trataba de alcanzarlo el rubio, porque el pelinegro había salido de la escuela tan pronto como había sonado la campana y se adelantó a todos.


Ni siquiera lo oía. Estaba tan inmerso en sus planes, pensando en las miles de formas en las que podía torturar la mente del asesino de sus padres antes de darle el golpe de gracia, que no podía oír la petición de alto de su novio.


—¡Sasuke! —gritó por última vez antes de agarrarlo del hombro luego de haber corrido tras él para alcanzarlo.


Sasuke se detuvo sin decir una sola palabra y con la mirada perdida en el suelo.


—Oye, Sasuke... ¿Cuánto tiempo vamos a seguir así? Ni siquiera sé qué sucede, pero tampoco me quieres decir —le dijo con angustia poniéndose delante de él para buscar su mirada —¿Vas a contestarme? Háblame... Di algo, por favor. Cualquier cosa que me haga saber que no soy yo el problema.


¿Qué podría contestar? No deseaba compartir lo que sabía y sentía con aquel rubio. Sabía lo que le diría y no iba a dejar que Naruto lo debilitase y le hiciese olvidar la muerte de sus padres como lo había hecho antes. Por esa razón ya no deseaba pasar tiempo con él. No quería olvidar y no quería debilitarse. El rubio lo hacía muy débil y blando. Él debía ser fuerte para poder lograr sus objetivos y, con Naruto al lado, sólo iba a conseguir perdón para los culpables. Había sido muy feliz junto a él, pero ya no deseaba esa felicidad que ablandaba su corazón y disminuía su odio.


—Me he estado torturando todos estos días... Ya no me hablas luego de clase y apenas obtengo un sí o un no dependiendo de lo que te pregunte, que, obviamente, no tienen que ver con lo que te está sucediendo. No me llamas, apenas respondes mis llamadas y escucho solamente silencio al otro lado de la línea... No hay mensajes ni un te amo. No hay caricias. No me tocas ni por casualidad. ¿Acaso...? —tragó duro y se le hizo un nudo en la garganta —¿Acaso... ya te cansaste de mí?


Inmediatamente, Sasuke rio levemente sin levantar el rostro y Naruto se sorprendió a la vez que su corazón se estrujó con esa acción.


—¿De... de qué te ríes? —preguntó entre dolido y molesto.


—De lo patético que estás siendo ahora mismo... —respondió y Naruto abrió mucho los ojos por la sorpresa.


—No lo entiendo... No entiendo qué rayos te pasa... ¿Patético yo? ¿Por qué...? Tú... ni siquiera me recibes en tu casa o me ignoras cuando tu hermano me deja entrar a tu habitación... ¿Cómo quieres que me sienta? Me vives evitando... ¿Qué quieres que piense? Si no confiara en ti, pensaría que tienes a otra persona y que te cansaste de mí...


Sasuke volvió a reírse y se llevó una mano a la frente.


—No puedo creer lo tonto que eres, Naruto... De verdad, deberías dejar de ser tan dramático y empezar a comportarte como una persona de tu edad, no como un niño llorón —dijo mientras sonreía de forma ladina.


A pesar de sus crueles palabras, le dolía decirlas como a Naruto le dolía escucharlas, porque, realmente, no sentía que quería decir todo aquello. De hecho, deseaba abrazar a su lindo rubio, consolarlo y llevarlo a su casa para pasar juntos la tarde como solían hacerlo antes, pero no debía. Si tenía que ser cruel para alejarlo y que no fastidiara, lo haría. No quería tener que dañarlo, pero el rubio era insistente, y con razón, porque era su novio y deseaba su bien.


Si quería tener la oportunidad de vengar a sus padres, debía ser fuerte y frío, porque, siendo cálido y débil, no conseguiría ser el torturador de aquel asesino. Con Naruto a su lado intentando ayudarlo, no iba a poder resistirse por mucho más tiempo, así que debía alejarlo. No deseaba hacerlo. Había intentado ignorarlo y había pensado que Naruto se iba a resignar, darle su espacio y tiempo, pero ese chico era un impaciente y no se rendía nunca, por lo que le iba a tocar lastimarlo hasta el punto en el que hiciera que se rindiese por odio hacia su persona. Debía hacer que Naruto lo odiase.


—Realmente, no te entiendo, Sasuke... Hace unos días, querías salir corriendo tras de mí para ayudarme y consolarme por toda mi situación, pero ahora... me dices que soy un llorón y un dramático. ¿Qué es lo que te pasa? —su voz se iba quebrando a medida que hablaba.


—No me pasa nada. Deja de insistir y de querer meterte en mis asuntos —fue severo.


—Tus asuntos son mis asuntos. ¿No lo recuerdas? Somos uno solo y lo que a ti te pase me pasa a mí también, porque... nos amamos..., ¿cierto? —no obtuvo respuesta —¿Cierto...? —reiteró, pero sus ojos se llenaron de lágrimas ante aquel congelante silencio —¿Sasuke...? Tú... me amas..., ¿verdad? Todavía lo haces..., ¿no?


Sólo pudo escuchar los pies del pelinegro comenzando a moverse para abandonar el lugar sin darle una respuesta que no le costaba nada proporcionar. La duda era demasiado para el rubio. Lo hacía agonizar y desesperar. Anhelaba una respuesta, la deseaba. No soportaría la incertidumbre.


—¿Sasuke? E-Espera... ¡Sasuke! —gritó su nombre al ver que no se detenía y comenzó a ir tras él de nuevo —Por favor, por favor, por favor... ¡Detente ya! —no pudo controlar más su llanto y lo sujetó de la muñeca.


—Naruto... —susurró su nombre —Déjame en paz... —volteó a mirarlo con el ceño fruncido y con molestia fingida.


Ante aquello, Naruto apretó el agarre sin intención de dejarlo ir.


—Vas a contestarme ahora... —exigió el rubio entre lágrimas.


—Sí. Me he cansado de ti y ya estoy harto. Me aburrí de ti. Ya no siento nada parecido a lo que era antes. ¿Qué puedo decir? Así es la vida. Ya no te quiero, ¿ok? Supéralo —le respondió con total naturalidad y sin expresión alguna en su rostro, pero, por dentro, sus propias palabras lo estaban desgarrando, y más aún al ver cómo el rubio palidecía al escucharlo.


Naruto soltó la muñeca de Sasuke y se quedó allí parado sin poder decir una sola palabra, estando inerte como un cuerpo vacío de alma. Su respiración comenzó a agitarse poco a poco mientras observaba el rostro sin preocupaciones y vacío de emociones del pelinegro.


—¿Jugaste conmigo todo este tiempo...? —preguntó por fin luego de unos segundos.


—¿Quién sabe? —respondió encogiéndose de hombros y luego se cruzó de brazos.


Naruto se llevó una mano a su pecho, como palpando para ver si su corazón seguía allí. Estaba allí, pero estaba rompiéndose lentamente y el brillo de sus ojos se apagaba paulatinamente a medida que los segundos torturantes pasaban. La expresión tranquila de Sasuke desangraba su alma.


—Es tan extraño... —dijo en susurro el rubio.


—¿Qué cosa es extraña? —preguntó sin entender.


—¿Cómo puedes... jurar amor a una persona un día y que esté todo tan bien para luego, tan de repente... decirle que ya no sientes nada, actuar como si fuese un desconocido delante de ti al que no le debes nada? ¿Por qué...? ¿En qué momento... dejaste de quererme? O acaso... ¿me estás mintiendo? —el pelinegro lo observaba con detenimiento, perdiéndose en el dolor de ver caer sin parar las lágrimas de su rubio.


—No sé a qué te refieres. Sólo sucedió y ya —expresó con frialdad.


—Estás mintiendo... ¿Por qué no me dices la verdad? ¿Sucedió algo malo? ¿Qué es lo que realmente está pasando para que intentes alejarme de ti? No puedo creer que me trates tan bien y me jures que me amas para luego, de la nada, decirme todas estas cosas.


—Pues cree lo que quieras, pero la realidad aquí es... que ya no te soporto. Es así desde hace un tiempo. Pensé que tomando distancia y dejando de hacerte caso ibas a entender el mensaje y te rendirías, pero... veo que eres muy idiota. ¿Por qué no me dejas en paz de una vez? No voy a repetirlo de nuevo, así que abre bien los oídos a lo que te voy a decir —se acercó bastante a él y se dirigió a su oído —. Yo ya no te quiero, Naruto —se dio media vuelta y comenzó a caminar con calma mientras se mordía el labio inferior maldiciéndose una y otra vez.


—S-Sas... Sasuke... ¡SASUKE! —gritó desesperado queriendo seguirlo, pero se tropezó y cayó al suelo.


Vio con dolor y desesperación cómo el pelinegro se alejaba sin importarle absolutamente nada. Naruto tenía fuerzas para levantarse de suelo. Solamente se quedó allí observando cómo la espalda de su amado novio se alejaba junto todos los sueños y anhelos. Se miró las palmas de las manos enrojecidas y ardidas por el golpe.


—Oye, tonto. ¿Qué haces ahí tirado en el suelo? —escuchó una voz familiar muy cerca, pero no le prestó atención —¿Qué demonios...? ¿Te caíste? —se puso frente a él y se agachó — ¿Estás llorando? ¿Qué haces en el suelo llorando tan patéticamente?


—Sasuke... Sasuke... —susurraba mientras se le mojaban las palmas de las manos con sus lágrimas.


—¿Hum? —volteó a ver hacia atrás y miró al Uchiha menor a lo lejos —¿Qué pasó? ¿Ya te dejaron?


Observó su rostro. Estaba totalmente destruido por los acontecimientos de hacía unos instantes, pero él no lo sabía. Solamente se encontró al pequeño rubio llorando en el suelo mirándose las manos como si estuviese sosteniendo los pedazos de su corazón.


—Oye... ¿Estás bien? Me estás empezando a preocupar ligeramente. Deberías levantarte del suelo. Nos tenemos que ir al orfanato o nos regañarán a ambos. Luego puedes llorar tranquilo en tu cuarto —le dijo, pero su voz en la cabeza del rubio sonaba alejada.


—¿Qué...? —preguntó sin entender y miró a quien estaba su lado —¿Deidara...? —observó al rubio delante de él y su imagen se duplicó mientras se hacía borrosa.


—Sí. Soy yo. Vámonos —le dijo tratando de ayudarlo a levantarse, pero Naruto colapsó, quedando tumbado en el suelo —¡Ay, no! ¡¿Qué pasó?! ¡Estás demasiado pesado como para cargarte! ¡Con un demonio! —se quejó, aunque estaba algo asustado y trató de incorporarlo — ¡HIDAN! ¡AYUDAME! — gritó con todas sus fuerzas para que el peliblanco lo escuchase a lo lejos.


Hidan se apresuró corriendo hacia donde estaban.


—¿Qué pasó? —preguntó confundido.


—Ayúdame a cargarlo y llevarlo al orfanato —le respondió y se pusieron en la tarea de levantarlo del suelo.


—¿No deberíamos llamar a una ambulancia y a un adulto responsable? —preguntó algo asustado.


—No. No se está muriendo. Sólo se desmayó, hump.


Cargaron al rubio entre los dos y lo llevaron al orfanato. Llegando allí, por gracia del Espíritu Santo, les abrió la puerta Gaara, quien había llegado antes que ellos, porque Tsunade estaba ocupada. Lo llevaron a su cuarto y lo dejaron en su cama.


—¿Qué fue lo que le sucedió? —preguntó Gaara bastante preocupado.


—Por lo que vi, se peleó con el Uchiha y lo dejó tirado en el suelo llorando. Luego llegué yo y se desmayó, hump —explicó Deidara —Bueno, él es tu amiguito, así que es tu problema ahora. Dale mis saludos cuando se despierte y... —suspiró cansado por traerlo cargando —dile que me debe un favor, hump.


—¿No haces nada por amor y compasión? —preguntó Hidan cruzado de brazos.


—Obvio que no. ¿Me viste cara de ONG? —se fue del cuarto y Hidan lo siguió.


Gaara suspiró con pesadez y se sentó al lado de Naruto, quien estaba tumbado en la cama desmayado.


—Supongo que te agotaste emocionalmente. Ya ni siquiera comías como antes desde hace una semana... —susurró y llevó una mano para acariciar el rostro del rubio —, pero tú sigues insistiendo en estar con él, a pesar de todo... —acarició su cabello y se mordió el labio inferior —Si tan sólo esta vez te rindieses y vinieras a mí, yo te haría muy feliz, Naruto.


—Sasuke... Sasuke... —comenzó a decir Naruto mientras tenía los ojos cerrados aún, como si estuviese dormido.


Ante el tacto del pelirrojo, elevó sus manos y sujetó a Gaara de la camisa queriendo atraerlo hacia él. Este se sorprendió mucho ante ello, pero anhelaba ese tipo de contacto que Naruto pretendía en sueños.


—Sasuke... Volviste... —vio cómo una lágrima se deslizó por su mejilla y se colocó a su lado tumbándose en la cama.


—Naruto... —susurró en su oído mientras rodeaba su cintura con los brazos para pegarlo a su cuerpo.


—Mi Sasuke... No me dejes... —suplicó con dolor.


—Jamás te dejaría, Naruto... —le susurró y el rubio sonrió de alegría.


—Te amo tanto... —dijo para luego tomar el rostro de Gaara y besar sus labios con todo su amor.


Gaara sabía que Naruto no estaba en la realidad y que se encontraba delirando de amor por Sasuke. Quizá cuando despertase del todo, pues estaba semi dormido, no recordaría mucho o creería que se había tratado de un sueño. No iba a perderse por nada del mundo la increíble oportunidad de tenerlo en sus brazos, aunque fuese por unos segundos, porque ya no podía soportar más tenerlo lejos suyo y verlo en brazos de otro.


Ambos se quedaron allí durante un largo tiempo, degustando la boca del otro. Naruto se aferraba al cuerpo del pelirrojo como si su vida dependiera de ello y abría su boca tanto como podía para dejarle paso al otro creyendo que era su amado Sasuke. Gaara lo tenía bien agarrado de la cintura, pegándolo tanto a él que parecía que ambos cuerpos se fundirían y se harían uno solo. Estaba perdiendo la razón por la dulzura de aquella cálida cavidad.


Las mejillas de Naruto estaban tan rojas y también estaba empezando a sentir el ardor en su cuerpo por haber vuelto a experimentar el toque de las manos de su amado. Creía que estaba en los brazos de Sasuke y se estaba permitiendo dejarse llevar por aquel deseo reprimido de no haber podido siquiera probar sus labios por una semana.


—Aaah... —jadeó al separar sus labios de los del pelirrojo —Yo... quiero hacerlo ahora...


Gaara abrió los ojos en gran medida muy sorprendido y ruborizado. Sabía que no se lo estaba diciendo a él, pero... ¿podría contenerse?


—Naruto... No sé si sea buena idea aquí —dijo y pasó a mirar hacia la puerta que estaba cerrada.


—No me importa, dattebayo... Quiero que estés dentro de mí... Ahora... Ahora... —dijo casi con desesperación mientras intentaba arrancarle la camisa.


Ya había abierto los ojos un poco, pero todavía seguía en aquel mundo de fantasía por estar en un estado traumático luego de aquella abrupta y cruel ruptura. Su cerebro estaba distorsionando las imágenes y a quien veía a su lado acariciando su cuerpo era a Sasuke Uchiha.


—Está bien, pero recuerda que fuiste tú quién insistió —dijo para comenzar a desabotonar la camisa del rubio.

Notas finales:

Buenos días, tardes, noches o madrugadas. ¿Cómo les va? ¿Les gustó el capítulo? No me odien. Toy chiquita XD


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