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Cocina con el corazón por Mascayeta

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Me estiré en la cama varias veces antes de poder reunir fuerzas para levantarme. Abrí los ojos pensando lo que mi padre diría cuando recibiera la noticia de que acepté casarme con Anata. Me envolví de nuevo en las cobijas y traté de imaginar mi vida al lado de ese estúpido, ya podía sentir los grilletes que me impondría por el simple hecho de ser su esposo, sus palabras preferidas serían "acuéstate", "sonríe" y "obedece". Tres comandos que soportaría con tal de tener a mi bebé hasta que decidiera marcharse para forjar su destino.


Al final tuve que dejar mi ovillo de cobijas por el llamado del organismo, el agua fría despejó los restos de sueño y puse la toalla en mi cadera en la medida que secaba mi cabello, en el espejo recordé mi propia visión el día que desperté en ese hotel, el mismo que concebí a Kiseki. Cogí la bata para buscar que ponerme, ese día estaríamos en el balcón observando el desafío de eliminación. La señora Yong y un Beta de apellido Iokawa que tuvieron dificultades con las preparaciones dejándolas crudas, por coincidencia uno de cada equipo.


Terminé de vestirme justo en el momento que Servicio al Cuarto tocó la puerta, bien había dicho el chef Dojima que no perderíamos ninguna hora en tonterías, debíamos prepararnos para los siguientes desafíos que subirían en dificultad.


Al abrir me vi empujado de nuevo al interior de la habitación para con mi propio cuerpo bloquear la salida.


—¿En qué estabas pensando cuando aceptaste esa maldita propuesta sin consultármelo primero?


—¡A ti que te importa! —respondí con un grito al Alpha que sostenía mi rostro en lo que liberaba su aroma doblegando mi voluntad—. Deberías ir con tu noviecita Kayama y dejarme en paz.


De inmediato vi una sonrisa en la cara de Kirishima que se acercó a mi oído para lamerlo logrando que respondiera con mis feromonas.


—¿Lo hiciste por celos?


—Te digo que me sueltes, ¡tú no puedes estar en mi habitación! —reclamé tratando de contener mi respiración.


—¿De verdad quieres eso? —El maldito acarició mi entrepierna logrando que mi Omega me pidiera la liberación del celo que llevaba controlando por meses—. Isaka demorará hasta la fecha límite la posibilidad de tu matrimonio, y en cuanto a tu padre... él ya sabe que Kiseki es mi hijo, y piensa que es bueno que comparta con su hermana Hiyori.


Nada mejor para bajar la calentura que hablar de tus hijos, este Alpha sabe cómo matar el momento. Me liberé del agarre para poner distancia y comprender lo que acababa de decir. La historia no era muy larga, después de la prueba que Kirishima también se hizo, los resultados fueron pasados al juzgado de menores y se inició el proceso de petición de la custodia, paralelo a la adopción en Servicios Sociales. La mueca de disgusto me hizo entender que había algo más que no quería decirme.


—A pesar de todo lo que me cuentas, ¿debo casarme con Yokobô? —fue desgarrador escuchar el "sí" que pronunció demostrando que era muy bueno manipulando los sentimientos ajenos.


Por más que quise no llorar me fue imposible detener mis lágrimas, al igual que Anata-kun y Masamune, él quería quitarme a mi cachorro, el verdadero problema es que Kirishima tenía la batalla ganada. Limpié mi rostro para dirigirme a la puerta, era mejor que ambos saliéramos de la alcoba antes de que alguien le fuera con chismes a Kayama, ya que no podía escapar del veredicto con Kiseki, al menos iba a luchar por quedar entre los mejores de lo único que parecía alegrar mi vida en estos instantes. El premio de los 250.000 dólares ya no me importaba, pero daría la lucha hasta el final.


El Alpha a mi lado parecía desconcertado por mi reacción, mi semblante era inexpresivo, la voz del lobo de Kirishima habló a mi Omega quedando sorprendido por el mutismo en que se sumergió ignorándolo por completo.


—Es mejor que actúen así —repuso el presentador con una sonrisa que no iluminó sus ojos como la de minutos atrás—. Ya tendremos el tiempo para aclarar lo que está pasando.


Hice una reverencia y me marché, con cada paso que daba mi espíritu parecía retomar fuerzas, vi a los chefs Valencé y Dojima frente al grupo, por lo que tuve que correr para quedar como lo dicta la norma en la parte de atrás a unos metros y con la cabeza ligeramente agachada.


—¡Yokozawa te quiero aquí al frente! —sin dudarlo caminé hasta donde indicó el administrador del Resort—. Desde que entraron a Tōtsuki todos son aprendices de chef, aquí el subgénero me importa un bledo, si alguien quiere irse porque este hombre tomará un lugar dentro de los finalistas en igualdad de condiciones, lo instó a hablar ahora.


—El concurso debe guardar las normas de la sociedad, y eso es ir en contra del mandato —explicó Kayama—, los intereses de la compañía están por encima de los derechos de un casquivano como ese Omega.


La situación realmente me alteraba, llevé la mano a mi frente y suspiré para contestar con la única arma que podía defenderme, mis palabras de amenaza se atoraron en la garganta cuando la exclamación de quien menos imaginé apareciera en el lugar se escuchó con claridad obligándome a bajar la cabeza.


—No sabes cuánto me alegra tu confesión Takafumi-kun —abriéndose paso hasta donde me encontraba Yokobô me abrazó para levantar mi barbilla y besarme con ternura. Sentí mi cara caliente y el gesto del Alpha me hizo temer por lo que vendría—. Considero que para evitar más malos entendidos es necesario evidenciar nuestro compromiso.


Anata llegó a confirmar la razón que envié con mi padre encontrándose con la inoportuna confesión de un matrimonio que yo no quería y menos ahora que sabía que iba a perder a Kiseki con su padre biológico. Quería retractarme, pero los aplausos por el collar que ahora lucía, ahorcaron mi garganta como la cuerda de los condenados a muerte, y fue ajustada de manera violenta cuando Kirishima se unió al grupo preguntando el porqué del alborozo.


—Amor el Omega se casa con el distinguido Yokobô Anata, ¿puedes creerlo? —dijo Mei-chan cogiendo la mano del Alpha—. Definitivamente las zorras tienen suerte.


Y esa fue la gota que colmó la copa, avancé sin importarme ser echado del concurso, alce mi mano y como en cámara lenta la llevé a la mejilla de la rubia provocando que girara la cabeza. Pensé que demoraría más en reponerse, sin embargo, de inmediato se abalanzó encima mío logrando tirarme al suelo, cuando iba a arañarme fue retirada por el chef Dojima.


—Tiene razón señorita Kayama, las normas son para respetarlas —como si de un rezo se tratara el pelinegro recitó el artículo de la ley por la que nuestra sociedad se regía— «El único con derecho a corregir y reprender a un Omega macho es su Alpha Dominante, si otro lo hiciese en su lugar podrá ser castigado con el pago en efectivo de la cantidad que estime el Alpha, o ser detenido de tres a diez años acorde con los daños ocasionados».


Ni yo creía lo que estaba pasando, ahora por tener el collar negro y con la placa de Anata dejé de ser considerado un perro sarnoso para convertirme en un Yorki con pedigrí, una mano se extendió para ayudar a levantarme en lo que escuché los gritos y reclamos de la presentadora que era intimidada por mi futuro esposo.


El chef Valencé sonrió al ver que me encontraba bien. Convocando al resto del grupo dejamos a mi "Alpha Dominante" —pensé con sarcasmo— arreglando la situación en lo que nosotros íbamos al estudio de grabación.


Después del almuerzo y listos para la grabación, observé a Dojima y Kirishima aproximarse a Yasuda, las instrucciones siguientes fueron la confirmación que todos esperábamos, Kayama Mei abandonaba el programa.


La voz del lobo de Zen-san resonó fuerte en mi cabeza, sabía que por más que lo negará él era mi destinado y podría llamar a mi Omega las veces que quisiera así este lo ignorará. Me volteé a observarlo tan pronto como terminó de hablar, no entendí lo que decía, pero por lo visto lo ocurrido con la rubia era el resultado de un plan.


Cerré los ojos y le pedí a mi lobo responder, el quejido de mi conciencia fue la resignación a la promesa que me mostraba que todavía existía una esperanza.


«Kirishima ¿me lo prometes?»


«Confía en mí, nunca volveré a defraudarte».


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