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Cocina con el corazón por Mascayeta

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Al menos la cachetada que le di a ese idiota de Kirishima le demostró que yo no era un fácil. ¿Qué tal el presentador de quinta? Se cree que, porque todas están detrás de él, yo iba a caer redondito con un beso.

—¿Comprendieron lo que deben hacer?

Apreté la mandíbula intentando contener mi ira, por ese tipo ni siquiera escuché de qué se trataba el reto. Con total vergüenza me tocó levantar la mano y solicitar que me repitieran lo que se esperaba de nosotros, la risa de Kayama secundada por la de Oosaki-sensei fue suficiente para entender que debí quedarme callado.

—Un plato especial para una noche de seducción —respondió Isaka-san con picardía—. Pueden usar los ingredientes que deseen para elaborar una entrada, un plato fuerte y un postre, además de aprovechar los licores que favorezcan el amor.

En mi cabeza todas las posibles recetas que aún no había preparado en el certamen se reducían a los menú de Kiseki y la comida saludable para mis padres, bien distantes de lo que denominaron una "cena de seducción". De esta manera mientras mis contrincantes corrían por el supermercado eligiendo cualquier cantidad de ingredientes, mi carro seguía vacío y yo sin una idea clara de con que llenarlo. Cuando anunciaron que nos quedaban quince minutos opté por comprar lo que me gustaría comer.

En la camioneta de producción recapacité que nunca tuve una persona con quien compartir una velada romántica; a pesar del enamoramiento que sentí por Takano, mi labor se limitaba a preparar alimentos que lo nutrieran evitando que colapsara por la depresión en la que día a día se sumergía.

De repente en mi mente la figura de Zen-san hizo que me preguntará que preferiría él para esa ocasión. Sacudí mi cabeza cuando la imagen cliché de las fresas con chocolate puestas en su boca surgió insinuante y con el claro olor a canela que quedó impregnado en mi ropa.

—¡Agh!¡Muérete mil veces Kirishima! —pronuncié entre dientes.

Al menos el viaje fue rápido, descendimos avanzando hacía la cocina del hotel donde nos indicaron el lugar de trabajo para no entorpecer el desempeño normal del restaurante, y tampoco dificultar el rendimiento entre nosotros.

Como siempre quedé relegado a una lejana mesa donde tenía dos quemadores y un mínimo de elementos para realizar mis preparaciones. El joven que me entregó la estación pidió disculpas explicando que Kayama-san había determinado mi ubicación por el mercado que realicé. Algo que me esperaba de la "queridísima" conductora —de verdad era una bruja disfrazada de hada—, así que con una reverencia agradecí la atención, pedí instrucciones sobre los hornos, el menaje y el abatidor, luego me acomodé esperando la orden de comenzar.

Detrás de unos estantes vi a Yuudai, al igual que yo empezaría treinta minutos después que el resto del grupo era parte de nuestro castigo por la pelea que tuvimos. Las cámaras ingresaron para mostrar a cada uno de los participantes explicando sus preparaciones a Kirishima Zen quien escuchaba con atención y luego aconsejaba con que bebida debía ser maridado para realzar los componentes que desencadenarían el romance.

Tan pronto habló con Furogawa se dirigió a mi estación, hablé de mis ingredientes, el Alpha demostró su profesionalismo al señalar los sabores que se potenciarían si servía los platos con determinados licores, expresando también su escepticismo por el resultado.

—Técnicamente hay unos productos más apropiados que otros, pero todo depende de cómo se preparen, se presenten y el ambiente que se cree.

La frase que dijo antes de marcharse alentó mi confianza lo suficiente para concentrarme en lo que prepararía para mi propia satisfacción, ¿Quién ha dicho que uno no puede consentirse de vez en cuando? Para amar a los demás debemos empezar por nosotros mismos, y yo me iba a dar un gusto sin restricciones. La competencia era con mis demonios internos no con los demás concursantes; me recogí en una media coleta el cabello, y puse una redecilla para iniciar con mi propia cena romántica.

A las seis de la tarde Kayama dio la bienvenida a los invitados que sería nuestros evaluadores, las cámaras dos y tres la siguieron en el recorrido con dirección a la pequeña tarima donde la aguardaban los jueces del concurso. El cambio fue a un paneo tomado por el camarógrafo de la grúa que finalizó en un plano picado de nosotros ingresando hacía donde nos esperaban las fuentes frías y calientes, los platos, cubiertos y licores que debían consumirse como entradas junto con un grupo de meseros que las llevarían a los comensales.

Mei-san continuó el monólogo de presentación explicando en qué consistía el reto de eliminación que enfrentábamos, como se evaluaría y que al final dos concursantes abandonarían de forma definitiva las cocinas el programa.

«En algún momento de la relación queremos convidar a nuestra pareja a una cena romántica entre violines, rosas y jazmines, esperando finalizar con una propuesta en la que el amor se consolide.

Hoy nuestros concursantes debieron preparar tres platos que favorezcan a la pasión y despierte en los asistentes las feromonas que induzcan a establecer el lazo del eterno amor».

La repartición de los aperitivos dio inicio con bellos canapés, pequeñas brochetas y otras presentaciones que desaparecían con rapidez. Mi primer plato no podía ser entregado de esa manera, así que me quedé en la barra de bar improvisada que pedí a producción fuese colocada como parte de lo que mostraría.

Observé como los criados ofrecían alimentos con caviar, trufas, frutas exóticas y chocolate, además de ser acompañados por vino cerezado y el champagne. Procuré no desesperarme, más cuando noté como los otros ingresaban a la cocina para el segundo plato y yo no había servido ni uno.

Quizás por el cansancio decidí pensar que, si era mi último día en competencia, lo que gané durante mi estadía en el concurso daba para montar un pequeño negocio, o en el peor de los casos venderlo para conseguir un capital logrando que Anata-kun dejará de perseguirme.

—Podrías servirnos...yo...nosotros queremos probar lo que hiciste.

La temerosa voz me hizo dudar que tuviese edad suficiente para estar allí. Asentí y sonreí por el sonrojo del joven castaño de ojos verdes, al mirar a su pareja la sorpresa me hizo tragar en seco, era el gran escritor Usami Akihiko que con seriedad preguntó si podía darle algo que no fuera dulce.

Saqué la botella de Pisco y hablé un poco del licor, medí las proporciones que irían en la coctelera, agregar el huevo y el hielo, la tapé y agité con fuerza. Llené las copas con la mezcla y dejé caer en cada una de ella un cereza, ofreciéndola para que la catara.

El escritor bebió e incitó al más joven que probara, ver su gesto dio paso a la presentación del complemento del coctel, un ceviche de corvina y salmón decorado con rodajas de limón.

El efecto del Pisco Sour maximizó el sabor del pescado logrando la felicitación de ambos, lento, pero con seguridad los demás llegaron animándose por el espectáculo aprendido en la clase de Hoshi-sama, quien no se pudo resistir a participar del juego colaborándome en deslizar las copas al mejor modo de los bares famosos.

Cuando terminé, las mesas ya habían sido colocadas para que los grupos se sentarán y poder entregar el plato fuerte.

—¡Vas tarde Omega! —gritó el jefe de cocina.

Con rapidez abrí las ollas para sacar las porciones en los pequeños platos diseñados para uno o dos bocados como lo solicitaron los jueces, debido a que se probarían seis aprestos diferentes.

Por más curiosidad que tuviese de ver las caras de los invitados, mi postre requería más tiempo que las anteriores recetas, así que me dediqué a este sin darle importancia a los comentarios de Oosaki-sensei que parecía obstinada en suplir el papel que Furogawa jugó hasta hace unos días.

Los carritos se llenaron con el tercer servicio. Cuarenta minutos más tarde se solicitó nuestra presencia, la felicitación de todos incluidos nuestros compañeros seleccionados como finalistas fue grata.

—Los resultados de la votación dieron puntajes muy cerrados —explicó Kirishima sacando un sobre del elegante traje que portaba, la mirada que me lanzó hizo que apartara mi rostro que se percibí caliente de inmediato—. Por favor un paso al frente a Shigero Akio y Kibashi Shou.

Midori-san habló de la entrada y el postre, Satou Taichi preguntó por qué ignoraron el consejo del sumiller para el maridaje. La respuesta fue simple en ambos casos, decidieron mantener un solo licor durante toda la comida para evitar confusión en los sabores.

Momo-chan y Tetsu-sama siguieron con Masao Riko y Oosaki Ryouko, el comentario fue relacionado con la salsa de chocolate que cubría la carne de cerdo y de conejo, que en un plato era hostigante mientras en el otro el sabor se opacaba por las especies.

Furogawa y yo fuimos los últimos en ser llamados por Ren-sama y Eishi-kun.

—Dos selecciones que los mostraron como cocineros, el mejor plato fuerte de la noche lo probamos de Yuudai, un lomo de avestruz acompañado con una buena guarnición y un excelente Carmenére —dijo Hoshi inclinando la cabeza ante el Alpha a mi lado que sonrió satisfecho.

—Yoko-chan la elección de hoy en cuanto a materiales, técnicas y licores nos desorientó bastante —Tsukasa era demasiado directo en sus apreciaciones y esto confirmó mis temores—. Corvina, salmón, ternera y ¿kanten? Tengo que decir que tus platos... no le gustaron a nadie...

Mis ojos se aguaron y afirmé con la cabeza, mi Omega aulló de dolor, debía hacerlo porque esto confirmaba que yo ni siquiera podía brindarme amor.


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