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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

La tensión en Karasuno había aumentado. Todos los integrantes del equipo, ya al conocimiento del intento de sabotaje por parte de Oikawa, se sentían molestos. Pero nadie parecía estar tan molesto como el armador pelinegro. Al verlo regresar el día lunes, un par de días después de la revelación, el equipo no sabía con qué se encontraría. Lo vieron llegar con su clásica expresión hosca a la que estaban acostumbrados, pero pronto se dieron cuenta que la personalidad de su compañero se volvió aún más arisca y hermética de lo que era. Como siempre, permanecía enfocado en sus prácticas, por lo que tanto el entrenador como el capitán no consideraron necesario intervenir. Había un grupo -Hinata y Sugawara- que sentía cierta lástima por el muchacho e intentaba acercarse a él para poder conversar, sin mucho éxito. Otros -como Asahi, Tanaka, Nishinoya y Tsukishima-, se sentían más presionados que de costumbre por las cada vez más frecuentes exigencias del armador. Ninguno quería decirlo en voz alta, por temor a empeorar el carácter del pelinegro, pero se preguntaban si estaban frente al verdadero Rey del Kitagawa Daiichi.

Sus compañeros comprendían que lo que había ocurrido con Oikawa era nefasto, y solo por ese motivo habían soportado el malhumor del chico. Sin embargo, toda esa tensión llegó a un punto crítico unos días después cuando Tsukishima, quien había sido reprimido por el resto, no aguantó más y lanzó un comentario en el gimnasio reflejando la frustración que sentía.

“Oye, Rey, ¿es necesario que nos gritonees solo porque fuiste lo suficientemente estúpido como para dejarte engañar por Oikawa?”

Sugawara estaba por regañarlo, cuando una pelota de volley a gran velocidad se dirigió directamente al rostro del rubio, quien por fortuna se movió rápido y evitó el golpe. En su lugar, la pelota azotó contra la pared que estaba un metro más atrás, dejando una marca en el lugar. Todos voltearon a ver al origen de semejante bombazo, para encontrar al joven pelinegro con una expresión asesina en su rostro. Fue en ese momento que Ukai y Sawamura determinaron que era la hora de intervenir.

“Kageyama…” Dijo con suavidad el entrenador. “¿Por qué mejor no te tomas el día?”

“No lo necesito, estoy bien.” El muchacho respondió tajante.

“Casi le rompes la cabeza a Tsukishima con un balón…” Expresó algo temeroso Hinata, quien se encontraba a su lado. Kageyama alzó la vista y se fijó por primera vez en el rostro de sus compañeros. Todos lo miraban asustados, lo que provocó que la furia que sentía en ese momento se convirtiera en vergüenza.

“Lo- lo lamento.” Dijo haciendo una reverencia y retirándose del lugar. Rápidamente, el pelinaranja se acercó al entrenador.

“¿Puedo ir con él?” Justo cuando Sawamura iba a decirle que debía quedarse, habló el vice capitán.

“Por supuesto, Hinata. Avísanos cualquier cosa, ¿sí?”

“¡Gracias, Suga-san!” Y dicho eso, salió corriendo del gimnasio. El capitán confrontó al albino instantáneamente.

“Suga, sabes que necesitamos a Hinata aquí para entrenar.” El armador frunció el ceño.

“No detendré a alguien que va a apoyar a su amigo claramente lastimado.” La voz dura y grave de Sugawara sorprendió a más de uno. “¿Qué están esperando? ¡Sigan practicando!” Gritó finalmente para continuar con el entrenamiento.

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“¡Kageyama! ¡Espera!” Shoyo gritaba mientras corría detrás de su amigo, hasta que lo alcanzó en la entrada de la escuela.

“¿Qué haces aquí? Deberías estar en el gimnasio.” Le respondió de forma apagada mientras veía hacia el suelo.

“Somos amigos, ¿recuerdas?”

“¿Y qué con eso?”

“Que obviamente no estás bien y quiero ayudarte.” Kageyama seguía con su vista clavada en el asfalto. “Habla conmigo. Te ayudará a desahogarte. Confía en mí.”

“No quiero hablar.” A pesar de que el pelinaranja se sentía decepcionado, siguieron caminando sin decir ni una palabra, hasta que el pelinegro se detuvo repentinamente. Hinata lo quedó viendo intrigado.

“¿Kageyama?” Pero el otro permaneció ahí inmóvil.

“No quiero ir a mi casa.” Dijo finalmente con un aspecto derrotado. Eran muchos los recuerdos que había en esa casa, y lidiar con ellos se estaba volviendo agotador. Necesitaba alejarse de eso… aunque fuese por una noche para intentar dormir tranquilamente.

“Ah, bueno…” Hinata replicó, ligeramente confundido. Como si hubiese escuchado las plegarias de su amigo, continuó. “Si quieres, te puedes quedar en mi casa esta noche.” El pelinegro por primera vez lo miró con ojos muy abiertos.

“¿De verdad?”

“¡Claro! ¡Será divertido!” Shoyo exclamó con emoción. “¿Tienes todo lo que necesitas?” Ante la pregunta, Kageyama revolvió un poco en su bolso.

“Creo que igual tendría que pasar a mi casa a buscar algunas cosas para mañana.”

“De acuerdo. Entonces, te acompaño a tu casa, tomas lo que necesitas y luego vamos a la mía.”

Así, partieron al hogar del pelinegro. Una vez que llegaron, Tobio abrió la puerta y ambos entraron.

“¡Disculpen la intromisión!” Gritó nervioso Shoyo.

“Cállate. No hay nadie.” Le dijo el otro subiendo directamente a su habitación. Hinata solo atinó a seguirlo. Al instante, Kageyama abrió su ventana para ventilar un poco el lugar, y comenzó a meter tanto algunas prendas de su closet como productos de higiene, mientras el más bajo recorría la habitación. La pieza de su compañero era tal cual como se la había imaginado, y siguió viendo con interés hasta que algo llamó sumamente su atención. Se acercó a la puerta del closet que estaba levemente abierta. “¿Qué haces ahí, Hinata?” Pero antes de que pudiese detenerlo, el pelinaranja ya había sacado una prenda que claramente no era suya.

“¿Este no es el uniforme de Oikawa?” Dijo mientras extendía e inspeccionaba la camiseta con el número 1 de Seijoh. “¿Por qué tienes esto aquí?”

“Yo…” Kageyama dejó las cosas que tenía es su mano sobre la cama a su lado.

“¿Exactamente qué tan cercanos eran?” El tono que utilizó Hinata no era de reproche sino de pura confusión. Aun así, el pelinegro se comenzó a sentir atrapado por la verdad, la que había estado tratando de obviar concentrándose en el volley. Empezó a respirar con algo de dificultad sin atreverse a ver a su amigo. “¿Estás bien, Kageyama?” Preguntó el pelinaranja con preocupación mientras se acercaba a él.

De repente, sintieron unos golpes en la puerta de entrada, y el dueño de casa levantó la vista, algo aturdido. Después de algunos minutos, se escuchó una voz que gritaba desde el exterior.

“¡Tobio! ¡Sé que estás ahí, tu ventana está abierta!” Shoyo vio como su amigo comenzó a negar rápidamente con la cabeza mientras su respiración se descontrolaba. “¡Debemos hablar!”

“¿Ese es Oikawa?” Preguntó totalmente incrédulo el pelinaranja. ‘Parece como si lo hubiese invocado…

Tobio cayó al piso. Apoyó su espalda contra la cama, en tanto sentía que su corazón se estrujaba y cada vez le costaba más respirar.

“No… puedo… lidiar con esto…” Murmuró con esfuerzo.

“Tranquilo, si lo ignoramos se aburrirá y se irá.” Pero Kageyama dejó de oírlo. Se sentía mareado, le dolía el pecho y el aire le hacía mucha falta.

Voy a morir… ¡Siento que voy a morir!

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias por leer! :)


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