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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfruten!

“Ayer estuve con otro hombre.”

La mente de Oikawa dejó de funcionar un instante al oír la confesión de Kageyama. No había forma de que realmente Tobio, su Tobio, le hubiese dicho eso, ¿cierto?

“Disculpa, ¿qué?”

“No me hagas repetirlo, por favor.” Murmuró el pelinegro avergonzado. “Yo… él dijo que me podía ayudar a olvidarte…” Oikawa frunció el ceño. “Y pensé que… valía el intento… porque… porque creí que tú ya me habías olvidado…”

Dijo que podía ayudarlo a olvidarme…’ Había algo muy sospechoso en esa frase. “¿Quién?” Preguntó seriamente.

“Alguien llamado Nakamura… Ayer me perdí y comenzó a llover, y luego me di cuenta de que mi celular había muerto. Así que se acercó para preguntarme si necesitaba ayuda y ofreció darme asilo en su departamento en lo que paraba de llover.”

“Espera… ¿¡Lo conociste ayer!? ¿¡Y fuiste a su departamento!? ¿¡Solo!?” Oikawa exclamó perdiendo el control. “¿Cuántos años tiene este sujeto?”

“No sé… creo que unos 25 años…”

“¿¡Qué!?” El tono rabioso de Oikawa asustó a Kageyama, quien ya resignado a haber perdido la oportunidad de estar con el otro sintió unas enormes ganas de llorar.

“Perdón…” Susurró intentando no romper en llanto. Al verlo así, el castaño le tomó el rostro con algo de brusquedad para obligar a mirarlo.

“¿Qué fue lo que pasó con ese tipo?”

“¿Por- por qué quieres saber eso?”

“¡Porque necesito saberlo! ¡Detalles, Tobio! ¡Desde que entraste hasta que saliste de ahí!”

“M-me pasó ropa para que pudiese cambiarme y puso mi uniforme en la secadora. Luego me preguntó si tenía hambre…” Oikawa frunció aún más el ceño al oír esto.

“¿Comiste o tomaste algo mientras estuviste ahí?” Frente a la pregunta, Kageyama lo quedó viendo ligeramente confundido mientras intentaba hacer memoria para responder.

“Creo que no… Me sirvió un plato, pero no alcancé a comer porque comenzamos a conversar.”

“Bien. Continúa.”

“Me comenzó a preguntar cosas, como por qué me había perdido, y le dije que estaba distraído. Y luego comenzó a indagar sobre lo que me podía tener mal, y se dio cuenta de que tenía ‘un problema amoroso’.” Hizo una pausa para pensar en como explicarse. “Creo que un gesto me delató, porque yo no quería hablar y lo adivinó igual. Después, solo le dije que yo había terminado una relación y ahí me preguntó si lo que me tenía mal entonces era que no me podía olvidar de ti…” Paró nuevamente. “… Y le dije que sí.” Terminó susurrando.

“¿Y luego qué?”

“Me dijo que tenía una técnica para olvidarse de un antiguo amor, que si quería saber, y también le dije que sí…” Kageyama apretó los labios, ya más incómodo con lo que estaba contando. “Y ahí me besó. Yo la verdad esperaba que me dijera algún consejo o algo, así que lo empujé. Pero… luego me prometió que podría hacer que me olvidara de ti, y dejé que siguiera…”

 

-Flashback-

 

Tobio mantenía los ojos cerrados, esperando que todo eso terminara. Toshio besaba su boca de manera brusca, algo que era extraño para él. Sus lágrimas seguían brotando de sus ojos mientras más deseaba que se acabara. El rubio comenzó a lamer su mandíbula hasta bajar a su cuello.

Estoyen mi casa, estoy en mi habitación.’ Intentó convencerse. El otro seguía pasando su lengua por todo su torso, bajando peligrosamente. ‘Estoy en mi habitación…’ Sin embargo, era complicado no pensar en lo que ocurría cuando en la habitación retumbaban los gemidos impacientes de Nakamura. Pero, de repente, dejó de oír la voz del rubio. En su lugar, comenzó a escuchar la voz de otro chico.

Eres tan lindo, Tobio-chan.

¿…Tooru…?

Casi podía ver los ojos caramelo del muchacho y su sonrisa juguetona antes de bajar nuevamente a besarlo. Tal vez habían pasado cerca de un par de semanas desde que todo con Oikawa se había terminado, pero no se dio cuenta de cuanto añoraba al muchacho hasta hace poco. Aun con los ojos cerrados, intentó aferrarse a él con sus brazos sin querer dejarlo ir, permitiéndose participar y tomar más protagonismo en las caricias.

Pero era extraño. Parecía que el chico estaba increíblemente más efusivo que otras veces, cuando siempre se había tomado su tiempo para acariciarlo y darle cariño. Podía decir que hasta estaba siendo violento. Además, esos besos en su cuello y torso se sentían demasiado húmedos, un cambio que no apreciaba mucho. Y las manos del otro apretaban distintas partes de su cuerpo con tanta urgencia y rudeza que llegaba a doler. ‘Tooru siempre es más cuidadoso…’ Pensó contrariado Kageyama. No fue hasta que esas manos se metieron dentro de su pantalón y apretaron bruscamente sus nalgas que decidió finalmente decirle algo.

“No, espera, Tooru.” Reclamó abriendo por primera vez sus ojos para mirarlo molesto. Sin embargo, en lugar de encontrarse con una cabellera castaña alborotada, vio a alguien con cabello rubio frente a él. En ese momento, entró en pánico y empujó con fuerza al hombre. Todo volvió a su mente: Nakamura y su intento por olvidarse de Oikawa.

“Vamos, ya te dije que-”

“¡No!” Gritó alterado, extendiendo sus brazos para detener a Toshio de volver a acercarse. “¡No puedo seguir con esto! ¡No quiero hacerlo!” El hombre borró la sonrisa de su rostro por primera vez durante esa noche.

“Tranquilízate. No es para que te pongas así.” Kageyama alcanzó a tomar la polera que el sujeto le había prestado para poder ponérsela nuevamente. “¿De verdad piensas dejarme así?” Le reclamó incrédulo indicando el bulto en sus pantalones. El pelinegro lo ignoró y comenzó a tomar su celular, cargador y zapatillas, cosas que metió torpemente en la mochila. Al verlo, Nakamura lo aprisionó contra la pared y se presionó al cuerpo del joven. “Tienes que tomar responsabilidad por esto.” Murmuraba cerca de su oído mientras seguía frotándose con su cuerpo. Kageyama le dio un empujón para separarlo de él.

“No quiero hacerlo.” Gruñó brindándole su mejor mirada de odio.

“Así hasta te ves más sexy.” Tobio terminó por golpearlo fuertemente con su mochila en la cara y salió de ahí lo más rápido que pudo. Seguía lloviendo y sin saber hacia donde quedaba su casa, pero prefería eso a seguir en ese departamento. No supo cuánto tiempo estuvo dando vueltas hasta que reconoció un cartel y pudo finalmente llegar a su hogar. Una vez ahí, se metió al baño para juntar agua a la máxima temperatura que se permitía. Reprimiendo lo mucho que le quemaba, se metió en la tina para poder limpiarse con el cepillo de ducha. Pasó el cepillo violentamente contra su piel, molesto y asqueado por el recuerdo de lo que había hecho con un hombre que ni siquiera conocía. Rasqueteó con urgencia todos los lugares en los que lo había tocado hasta que se sintió conforme. Luego se puso su ropa cómoda para tirarse agotado a la cama a dormir, con su cuerpo ardiendo y sintiendo una enorme vergüenza.

 

-Fin Flash back-

 

Una vez que el pelinegro terminó de contar, ambos se quedaron callados unos minutos, hasta que Tooru lanzó una bocanada de aire, que pareció casi un gruñido, mientras se dejaba caer sobre la cama. Sentía muchas cosas en ese momento: molestia con Tobio por ser tan ingenuo, orgullo de él por defenderse finalmente, preocupación por como podría estarle afectando en ese momento, furia contra el hijo de puta que se atrevió a manipular y tocar a su Tobio, susto por lo que casi pudo haber pasado… pero sobre todo alivio por lo que no pasó.

Cuando escuchó la confesión del pelinegro, temió que el muchacho hubiese tenido sexo con ese hombre por despecho, por lo que ahora sentía como podía respirar más tranquilo. En retrospectiva, considerando tanto la inexperiencia de Tobio como su personalidad superficialmente arisca y hermética, debió anticipar que el haber llegado hasta ese punto con Nakamura había sido excesivo para él.

Por su parte, Kageyama se sentía increíblemente culpable, tanto que seguía sin atreverse a ver al otro chico.

“Perdón…” Repitió entonces, sin saber que más decir.

“Tobio… ¿Te das cuenta de lo que casi te hizo ese tipejo?” El pelinegro levantó la vista tímidamente, en tanto Oikawa se volvía a sentar en la cama y lo miraba completamente serio. “¿Realmente estás bien?” El menor asintió con la cabeza sintiéndose anonadado. “Bien. Dicho eso… ¡¿Cómo mierda se te ocurre ir a casa de un completo desconocido?! ¡¿Eres estúpido o qué?!”

“Es que no tenía teléfono y estaba lloviendo, así que-”

“Jamás vuelvas a exponerte de esa forma, ¿entendido?” Respiró hondo para calmarse, y luego se levantó de la cama para empujar suavemente al pelinegro para que se recostara. “Te seguiré gritando cuando te hayas mejorado. Ahora descansa.” Y le dio un beso en la frente. El gesto sorprendió a Tobio, quien se decidió a preguntar algo con inseguridad.

“Oikawa-san… ¿aun quieres volver conmigo?”

“Por supuesto.” Le respondió con dulzura, haciendo que el pelinegro sonriera delicadamente. “Te quiero mucho, estúpido Tobio-chan.” Al fin, Kageyama lanzó un suspiro aliviado para permitirse decir tres palabras que había deseado hace días poder decir.

“También te quiero.” El menor comenzó a cerrar los ojos, acomodándose para descansar. Justo antes de que Oikawa atravesara la puerta escuchó un último susurro de un adormilado Tobio. “Perdón…”

Después de dejar a Kageyama en su habitación, bajó las escaleras y se encontró con Iwaizumi y Hinata.

“¿Y bien?” Preguntó impaciente el pelinaranja.

“Volvimos.” Le respondió mientras se sentaba en el sofá serio y pensativo. Los otros dos se miraron antes de que el as de Seijoh hablara.

“¿Y entonces por qué tienes esa cara?” Ante el cuestionamiento, Oikawa soltó una risa resignada.

“No sé, supongo que estoy algo preocupado por Tobio en este momento como para estar saltando en una pata.” Y no era mentira. Todo lo que le contó era preocupante. ¿Qué tan desesperado tuvo que haberse sentido cuando caía en la manipulación de ese hombre? ¿Y por qué pasaba pidiéndole perdón? Tendría que hablar con él seriamente cuando se sintiera mejor.

“Parece que está muy enfermo.” Hinata expresó algo triste. “¿Te quedas a cuidarlo?”

“Sí, ustedes váyanse no más.” Ambos se despidieron y se retiraron del lugar. Luego, Oikawa sacó sus cuadernos y libros para estudiar en lo que el pelinegro descansaba. Estuvo unas horas ahí, hasta que decidió ir a ver como estaba el menor. Encontró al joven durmiendo de lado y verificó su temperatura. ‘Ya casi ni tiene fiebre. Ahora sería bueno que intentara comer algo…’ Comenzó a acariciar su mejilla para despertarlo. “Tobio-chan, despierta.” Ante la delicada voz del castaño, Kageyama gimoteó un poco y abrió sus ojos lentamente. “Debes comer algo.”

“Bien.” Murmuró mientras se levantaba.

“Parece que bajó tu fiebre. ¿Cómo te sientes?”

“Mejor.” Salieron de la habitación y bajaron las escaleras para ir hasta la sala de estar. “Comeré unas galletas de agua. No tengo tanta hambre.”

“De acuerdo. Tú anda a sentarte en el sofá y te traeré las galletas.” Kageyama le obedeció, tapándose con una manta que había ahí. Cuando Oikawa volvió y vio que lo único que quedaba descubierto era la cara del pelinegro, sonrió lanzando una risita. “Toma.” Le dijo entregándole el plato con galletas.

“Gracias.” Y así comenzó a comer. El castaño pensó que, ya que el muchacho comía, realmente debía sentirse mejor. Esperó unos minutos, hasta que notó que el plato estaba casi vacío, y se preparó para romper el silencio.

“Tobio, debemos hablar sobre lo que me contaste hace rato.” Al oír esto, Kageyama bajó el plato y lo dejó en la mesa de centro. Se comenzó a morder el labio inferior nervioso.

“¿Sigues molesto conmigo?”

“Sí.” Respondió honestamente, haciendo que el menor sintiera más ansiedad. “Pero estoy más preocupado que molesto, la verdad.” Cuando Tobio lo miró confundido, Tooru siguió hablando. “No sé si realmente te das cuenta de lo que ocurrió ayer.”

“P-perdón…”

“Y eso es lo otro… ¿Por qué estás todo el rato pidiéndome perdón?”

“Es que… como que te debe dar asco que… que haya hecho eso con otro tipo.” Replicó desviando la mirada. “¿No es eso lo que te tiene molesto?”

“¿Qué? ¡No!” Oikawa exclamó con sorpresa. “Es decir, nunca me va a gustar que otro te toque...” Dijo mientras hacía una mueca de amargura. “Pero esto no se trata de mí; se trata de ti.” Pensó en como explicarse mientras veía la perplejidad en el rostro del otro. “Tobio, tú no tienes mucha experiencia en todo esto de estar con alguien e intimar… o en relaciones humanas en general…” Frente a lo dicho, el aludido hizo un puchero. “Y puedes llegar a ser algo… ingenuo… lo que es muy encantador la mayor parte del tiempo…” Le dijo con cierta incomodidad. “Pero una cosa es ser ingenuo, y otra es ser derechamente estúpido.” El pelinegro lo miró con reproche.

“No soy estúpido.”

“¿Ah, en serio?” Expresó irónico el castaño. “Un aparecido diez años mayor que tú te lleva a su departamento solo, se te tira encima, te presiona y te promete que solucionará todas tus preocupaciones sentimentales si te metes con él… ¿¡Y tú le crees!?” La aclaración hizo que el menor sintiera aun más vergüenza de la que sentía.

“Es que… si lo dices así…”

“Es que fue así. Ese tipo…” Oikawa escupió repulsivamente. “Buscaba un culo para pasar el rato, y caíste en ese juego. Si no lo hubieses detenido habrías terminado teniendo sexo con él, ¿entiendes eso, o no? ¿Entiendes que estuviste a punto de tener tu primera vez con una basura a quien no le importas en lo más mínimo?” Gruñó molesto. “¿Y por qué? ¿Porque te dijo que podía ayudarte a olvidar a otra persona?” Lo continuó regañando, mientras el pelinegro bajaba la cabeza, abochornado.

Kageyama quedó pensando en las palabras del otro. Desde el inicio, pensó que había hecho cosas que solo quería hacer con la persona que estaba enamorado, que era Tooru. Lo tenía claro, y se sentía terriblemente arrepentido por ello. Sin embargo, no se le cruzó en ningún momento por la mente que estuvo por perder su virginidad la noche anterior.

“Ni siquiera lo había considerado…” El pelinegro confesó, intentando desviar la mirada.

“Increíble que tenga que explicarte que un imbécil haya logrado manipularte para casi violarte.” Al oír esto último, Kageyama volteó a ver rápidamente a su pareja con ojos muy grandes.

“¿Manipularme para casi violarme?”

“Sí, Tobio. Se aprovechó de que te sentías mal por lo nuestro para manipularte a que ‘accedieras’ a estar con él.” El mayor enfatizó las comillas con las manos, con un cierto tono de entre sorna y molestia en su voz. “Me dejaste bastante claro que no tenías ningún interés en él, y solo querías olvidarte de mí como te prometió.” El rostro del menor comenzó a lucir realmente enfermo de un momento a otro.

Genial… ahora me siento culpable y estúpido.’ Pensó Kageyama apretando los labios y abrazándose a sí mismo. Oikawa sonrió con tristeza, mientras descubría la cabeza del joven tirando de las mantas. Cuando el castaño le acarició la parte posterior de su cabeza con cariño, el menor escondió su rostro entre el cuello y el hombro del otro.

“Bueno, pero lo importante es que lo detuviste y te impusiste. Y de ahora en adelante, por favor, no vuelvas a ir solo con un extraño a su casa.”

“Ya entendí…” Reclamó el pelinegro, ya hastiado de recordar su torpeza al confiar en Nakamura.

“¿Quieres seguir comiendo o vamos a dormir?”

“Vamos a dormir.”

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias!


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