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La epifanía irónica por Katt-chan

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Notas del capitulo:

Un extra con trama ligera para terminar con este proyecto ^-^

¡Espero que lo disfruten!

Habían pasado un par de días desde que Kageyama y Oikawa volvieron. El castaño había prácticamente alojado en la casa de los hermanos pelinegros desde que lograron solucionar las cosas. Eso hasta que llegó la Kageyama mayor de su viaje de trabajo y los encontró viendo la televisión juntos en el sofá. El pelinegro estaba sentado a un extremo, con su vista muy atenta en lo que mostraban en la televisión, mientras que el mayor estaba recostado muy cómodo con su cabeza sobre el regazo del otro.

“Hola~” Dijo de forma cantarina, atrayendo la atención de ambos muchachos. Tobio, nervioso y sonrojado, empujó al castaño, quien cayó estrepitosamente al piso.

“Hola…” El menor replicó rápidamente. Ella comenzó a reírse sin ninguna vergüenza. Después de ponerse en manos y rodillas, Oikawa miró con reproche al pelinegro.

“¡Auch!” Exclamó sarcástico alzando los brazos, mientras el Kageyama menor hacía una mueca con los labios y desviaba la mirada, aun sonrojado. Miwa dejó sus cosas en la entrada y se sentó en una silla frente al sofá, tiempo en el que el castaño se volvió a sentar junto al pelinegro.

“Entonces… ¿Hay algo que quieran decirme?” Ella los veía expectante. Los chicos se miraron, como si verificaran tácitamente que debían decir.

“Pues…” Comenzó el pelinegro, algo nervioso. “Pensé en lo que me dijiste, y decidí volver con Oikawa-san.”

“¿Estás contento?” Le preguntó Miwa con seriedad, a lo que su hermano asintió en silencio. “Bueno, entonces supongo que estoy feliz por ti.” Ella terminó sonriendo de forma maternal.

“Espera, de hecho, hay algo que quiero pedirte…” Dijo el pelinegro mientras se levantaba. “Vuelvo en un momento.” Y dicho eso, salió corriendo hacia su habitación. Una vez que se fue, hubo un instante de incómodo silencio.

“Emm… ¿Y le fue bien en su viaje?” Oikawa habló intentando romper con la tensión.

“Vuelves a joderla y te quiebro… y llamo a Iwaizumi-kun para que termine el trabajo.” Murmuró Miwa en un tono peligroso.

“En-entendido…” Afortunadamente, el menor volvió pronto con un sobre en sus manos y se lo pasó a su hermana.

“¿Qué es esto?”

“Son entradas para la final del campeonato nacional que es el fin de semana en Tokio. Oikawa-san nos compró boletos.” Le explicó Tobio mientras la mujer revisaba el contenido.

“Y quieres que te de mi permiso para ir, ¿cierto?”

“Sí.”

“Mmm…” Miwa parecía meditarlo un momento, y los jóvenes esperaban impacientes su respuesta. “Bueno, ya compraron los boletos.” Dijo finalmente riendo. “Pero quiero que me llames cuando llegues allá y cuando vuelvas, ¿ok?”

“Bien…” Susurró el Kageyama menor, haciendo una sutil celebración con su puño. “Y… ¿me podrías ir a buscar en auto el sábado después del entrenamiento para llegar a tiempo a la estación?” Ahí, ella le sonrió con algo de tristeza.

“Lo siento, pero no estaré en la ciudad ese día. ¿Por qué no solo faltas a la práctica?”

“Es que pronto comenzará el campeonato de primavera, así que tengo que estar ahí.”

“¿Y no puedes salir una hora o media hora antes del entrenamiento?” Ofreció Oikawa.

“Sí, pero conociéndolos no me dejarán ir sin interrogarme. Aun si solo faltara, sería algo sospechoso…” Miwa sonrió con complicidad.

“¿Aun no le dices a tus compañeros de equipo sobre su relación porque probablemente no la aprobarían?” Su hermano asintió con timidez. “Para suerte tuya, tienes una hermana súper genial que te dará una coartada.”

“¿Cómo?”

“Tú solo confía en mí…”

--

Finalmente era sábado, y Miwa se había negado a explicarle lo que tenía en mente. Solo le dijo que estuviese pendiente de una señal, que sabría cual era. Era obvio para Kageyama que su hermana estaba disfrutando más de la cuenta la pequeña misión de hacerle una coartada para retirarse temprano, y eso lo tenía algo intranquilo.

Entrenando, logró enfocarse en otra cosa. Eso, hasta que el profesor Takeda entró al gimnasio aceleradamente.

“Kageyama, llamó tu tía.”

“¿Mi tía?” Preguntó frunciendo el ceño. Él no tenía tías… no que supiera, al menos.

“Está furiosa porque dice que debiste estar en la fiesta de cumpleaños de tu primo para hacer tu show de magia hace más de media hora.”

Era oficial… Odiaba a su hermana… Podía sentir que se reía de él a la distancia. Ya sentía, de hecho, como sus mejillas ardían mientras intentaba ignorar las miradas burlescas de sus compañeros. Sí, la odiaba profundamente.

“Debo retirarme. Permiso.” Dijo rápidamente para salir corriendo sin mirar a nadie. Una vez en los camerinos, vio la hora. Tenía suficiente tiempo para llegar, así que aprovechó a bañarse rápidamente y ponerse una de las teñidas casuales que Miwa le compró a la fuerza justo antes de cumplir un mes con Tooru. Arregló sus cosas y salió a gran velocidad hacia la estación, donde estaba su pareja esperándolo. Cuando estaba llegando, su celular sonó indicando que había recibido un mensaje.

¿Cuánto te falta? Estoy en la boletería.

Al leer el mensaje de Oikawa, corrió hacia la boletería, que por suerte estaba bien señalizada.

“Hola, Tobio-chan.” Escuchó que le hablaban con cariño, para voltearse y encontrar a su pareja.

“Hola.”

“Ven, sígueme.” Comenzaron a caminar hacia el andén, cuando el mayor se fijó en el atuendo que traía. “Aun me es extraño verte con ese tipo de ropa.”

“¿Por qué?” Preguntó curioso el menor.

“Siempre andas con uniforme escolar, o con cualquier cosa para hacer ejercicio. Pero te ves realmente bien con lo que llevas puesto.” El pelinegro no le respondió, sino que solo se avergonzó por el cumplido mientras seguían caminando. Al fin dentro del tren, donde Kageyama se relajó en su asiento, el castaño le dio un rápido beso en la mejilla. “Y al final, ¿qué era lo que había planeado tu hermana para sacarte del entrenamiento?”

“Ni siquiera preguntes…” Murmuró molesto el pelinegro.

--

Después de que el armador se retirara, el gimnasio estalló en risas por parte de los estudiantes de primero y segundo. Hinata, a quien le habían contado sobre el regalo de Oikawa, sabía que Kageyama debía irse temprano para alcanzar a tomar el tren y que su hermana de alguna forma lo sacaría del entrenamiento. Aun no conocía a Miwa, pero después de ver al pelinegro con su rostro totalmente sonrojado y escapando por la vergüenza, decidió que tenía que conocerla.

“No me puedo imaginar a Kageyama haciendo un show para niñitos.” Decía riéndose Noya.

“¿Cómo lo habrán convencido de hacer algo como eso?”

“Mataría por verlo.”

El pelinaranja no sabía que le causaba más gracia: si la vergüenza de su amigo, o el hecho de que todo el equipo había caído con una excusa tan ridícula.

“Ya chicos, aun queda más de una hora de práctica. No se desconcentren.” Exclamó el capitán de Karasuno, para que luego todos intentasen seguir con el entrenamiento normalmente. Pasaron los minutos, hasta que dio el fin de la jornada y todos partieron a la sala del club.

“Oye, Hinata, ¿quieres ir a mi casa a ver la final del campeonato nacional por televisión?” Le dijo Tanaka mientras se alistaban para retirarse de la escuela.

“¡Ya!” El pelinaranja tenía planeado verlo desde su casa, pero sería más divertido estar con sus compañeros… aunque aun sentía algo de celos porque Kageyama estaba viéndolo allá en vivo y en directo.

“¿Sabes si Kageyama ya terminó… su compromiso?” Preguntó Sugawara. “Para decirle que se nos una.” Ante la pregunta, Hinata reprimió una risa.

“No creo… pero le diré por si se anima a ir.” Sacó su celular para enviar un mensaje.

Oye, Bakageyama, la excusa de tu hermana funcionó de maravilla. Todo el equipo se lo creyó.

Al poco rato recibió un mensaje de respuesta.

La mataré mientras duerme.

Soltó una carcajada al leer aquello, algo que atrajo la atención del resto.

“¿Qué pasa? ¿Kageyama podrá venir al final?”

“No, pide que lo disculpen.”

Todos se dirigieron al hogar de Tanaka, incluso Tsukishima, quien fue convencido a regañadientes por Yamaguchi. Se instalaron en el suelo frente a la televisión, excepto tres afortunados -Tsukishima, Sawamura y Ennoshita- que tomaron los asientos en el sofá de la sala. Estuvieron viendo el partido, comentando, riendo, tomando nota… Para Hinata fue increíblemente entretenido. Solo faltaba su mejor amigo.

Una vez que terminó el encuentro y hubo un ganador, todos seguían comentando y preguntando en voz alta si había algo que pudieran usar ellos dentro de su arsenal. Estuvieron en ello un largo rato hasta que ya había oscurecido, cuando su celular comenzó a sonar, indicando que estaba llegando mensaje tras mensaje. Corrió rápidamente hacia donde estaba el aparato sin percatarse que todos los ojos estaban sobre él mientras el celular no paraba de sonar. El pelinaranja vio primero la notificación del grupo que había creado con los estudiantes de Seijoh cuando ocurrió todo el lío entre Tobio y Tooru. Al abrir los mensajes, se encontró con un texto de Oikawa que decía:

Mi lindo noviecito!!!

Después de eso, estaba lleno de fotos. Extrañado, las abrió en la aplicación de galería de imágenes para verlas mejor. Entonces notó que cada una de las fotos eran de Kageyama haciendo distintas cosas. En todas, el pelinegro traía la misma ropa, así que Hinata asumió que eran todas de ese mismo día. Pero la teñida que traía puesta no era a la que él estaba acostumbrado, sino que era una casual bastante juvenil. En una salía sentado sobre una banca mirando hacia el cielo, en otra comiendo un helado, en otra caminando… Todas sin que el joven mirara a la cámara, así que era posible que ni siquiera supiera que le estaban tomando esas fotos. Reconoció algunas que debían ser de cuando ya estaban en el estadio viendo el partido, donde a Shoyo le costó aceptar que ese Kageyama con ojos destellantes y sonrisa suave efectivamente se veía algo lindo.

“Wow, ¿ese es Kageyama?” Hinata intentó esconder torpemente el celular al escuchar la pregunta incrédula de Nishinoya, quien ya estaba a su lado mirando la pantalla del aparato. Varios se acercaron al pelinaranja, y Tanaka le quitó con facilidad el celular.

“Se ve… bien…” Dijo al ver las imágenes, ligeramente celoso.

“No sabía que se vistiera así.” Fue Sugawara quien comentó esta vez. “De verdad se ve bien…” Terminó casi con orgullo.

“¿Cuándo le tomaste esas fotos a Kageyama?” Preguntó el capitán curioso, mientras le devolvía su celular.

“Y-yo…”

--

Oikawa sonreía mientras entraban a la habitación en el hostal donde se quedarían ya de noche, después del partido y de haber dado unas vueltas por la ciudad. Su pareja entró algo cohibido.

“Emm… Tooru, ¿cuánto te gastaste en todo esto?” El de Seijoh le acarició la cabeza al oír la pregunta.

“Tranquilo, lo más caro era el traslado en tren, y mi hermano que trabaja en el servicio de trenes me ayudó con eso. Tú solo disfruta, que es un regalo.” Así vio como el pelinegro se alejó más tranquilo, dejó sus cosas en el suelo y luego se recostó en la cama con todas sus extremidades extendidas hacia distintas direcciones, tal como una estrella de mar. El castaño, después de verificar que se habían mandado todas las fotos del día a los dos amigos con los que podía compartir esos momentos, se dirigió a la cama para ponerse de rodillas y manos sobre Tobio.

“¿Estás cansado ya?”

“Depende de lo que tengas en mente.”

“No sé… algo como esto…” Dijo Oikawa mientras se acercaba más a él y le daba un beso en los labios. El pelinegro le correspondió rápidamente, abrazando el cuello del otro. Después de sostener a su pareja de la cintura con sus brazos, el castaño los sentó mientras se seguían besando. Cuando se separaron, se miraron unos segundos mientras sonreían con complicidad para luego continuar con las caricias de forma ansiosa.

--

“Vamos, Hinata, ¿Por qué nos mientes diciendo que no se las tomaste tú?” Dijo Ryu, riendo con ganas.

“¡No es mentira!”

“Entonces, ¿Cómo llegaron a tu celular?” Tsukishima preguntó ahora, completamente divertido con la situación. Hinata notó que todos voltearon a verlo frente al cuestionamiento, y no sabía que responder. Si decía la verdad, todos se enterarían de que el pelinegro estaba en una relación con Oikawa, que les mintió para poder salir de la ciudad, y él resultaría asesinado por su amigo cascarrabias. Se quedó callado, y el rubio volvió a hablar complacido. “¿Ven? Les dije que el enano estaba enamorado del Rey.”

“¿¡QUE YO QUÉ!?”

“Tranquilo, no tiene nada de malo…” Dijo Sugawara con una sonrisa alentadora.

“Siempre y cuando no afecte su rendimiento.” Sawamura agregó tranquilo.

“Pero es que no es así. Solo somos amigos.” Hinata intentaba desesperadamente que sus compañeros entendieran.

“Esas fotos no las toma un amigo, Hinata.”

“Se nota que son muy cercanos. En una de esas, hasta tú le gustas también.”

“No, chicos, basta. A mí no me gusta él, él no gusta de mí…”

“Hinata, ¿por qué no te arriesgas? Si esperas mucho, tal vez te lo quiten.”

“Siiií, claro.” Murmuró con sorna Noya, mientras Tanaka se reía junto a él de las palabras de su vice capitán.

“Bueno, yo he escuchado a varias chicas decir en la escuela que lo encuentran atractivo. Si quisiera podría tener una novia.” Ennoshita dijo tranquilamente, ganándose una mirada aburrida de sus compañeros de grado.

“¿Se imaginan a Kageyama con una novia?” De repente agregó Yamaguchi, algo divertido con la idea.

“Claro… El chico más asexual de la escuela va a tener novia…” Se burló Ryu, quien fue acompañado por varios. Hinata solo negó con la cabeza, sintiéndose increíblemente incómodo, para que luego Noya volviera a hablar.

“¡Cierto! ¡Cierto! Debe tener cero experiencia.”

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“Ah… To-Tooru…”

Ambos muchachos se encontraban con sus torsos desnudos. Tobio le besaba el cuello mientras el castaño acariciaba su columna, deslizando sus dedos lentamente de arriba abajo. La respiración agitada de Oikawa le decía a Kageyama que estaba haciendo un buen trabajo, y eso le daba más confianza para continuar.

“Wow, Tobio-chan…” Murmuró el mayor, intentando competir con los besos de su pareja, para luego sostener con fuerza sus caderas. El pelinegro comenzó a perder esa pequeña competencia, por lo que terminó lanzando un gemido para después mirar al techo de la habitación. Enredó sus dedos en los cabellos castaños con una mano mientras que con la otra acariciaba la parte superior de su espalda, dejándose hacer simplemente.

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“Tal vez la pareja de raros ya anda de novios y no nos han contado.” Dijo Tsukishima, buscando echarle más leña al fuego.

“¡No!” El pelinaranja, completamente sonrojado negaba de forma exagerada con su cabeza.

“¿Qué? ¿Eso es cierto, Hinata?” Preguntó Asahi sorprendido, frente a lo que el aludido se terminó exasperando.

“¡QUE NO! ¡NO ES CIERTO!”

“Sabes que ustedes pueden confiar en nosotros, ¿no?” Habló esta vez el vice capitán con un gesto levemente preocupado.

“Argg… No puede ser…” Hinata susurró derrotado con su cara roja para que luego el de lentes se dirigiera a Yamaguchi.

“Gracias por hacerme venir.” Dijo Kei complacido, mientras el pecoso solo palmeó suavemente el brazo de su amigo riendo de manera nerviosa.

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Después de un rato, el castaño fue reduciendo cada vez más tanto la intensidad como velocidad de los besos, hasta que fuesen solo roces sobre la piel ajena. Al sentir esto, Kageyama lo volvió a mirar para rozar la punta de su nariz en el rostro del mayor. Los dos se fueron relajando con las suaves caricias aun abrazados.

“¿Quieres que nos recostemos a ver unos videos, o solo dormir?” Le susurró Oikawa.

“Pues… No es tan tarde. Escoge que ver.” El pelinegro respondió mientras se separaba y levantaba de la cama lentamente. El mayor partió hacia su mochila para sacar su notebook. Cuando se dio vuelta se encontró con Kageyama, que tenía puesto solo su ropa interior justo antes que se pusiera unos shorts y una polera blanca. Rápidamente, sacudió su cabeza con la intención de alejar ciertos pensamientos no muy inocentes y se volvió a sentar en la cama mientras encendía el aparato. En tanto esperaba, decidió imitar a Tobio y ponerse algo más cómodo. Cuando se dispusieron a recostarse, Kageyama levantó una bolsa que luego dejó sobre la cama.

“¿Y eso?” Preguntó curioso Oikawa, señalando la bolsa.

“Unas botanas que compré en el camino…” El castaño revisó su contenido, para encontrar chocolates, barras de dulce, jugo, leche… y paquetitos de pan de leche.

“Te adoro, Tobio-chan.” Ambos se recostaron y ubicaron el computador a los pies de la cama. “Mira, este es el partido que te comentaba, donde el armador armó una jugada muy parecida a la de hoy…” Dijo animado poniendo la grabación. Luego, Oikawa acercó al otro para recostarlo casi sobre él mientras lo abrazaba con un brazo a la altura de sus hombros haciendo que Kageyama se relajara junto a él, disfrutando cada detalle de esa velada.

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“¡Por enésima vez! ¡No estamos juntos, no nos gustamos, solo somos AMIGOS!” Decía Shoyo completamente frustrado.

“Mientras más te engañes, más difícil será.” Tsukishima replicó con falsa compasión, solo para seguir molestando al más bajo. Yamaguchi, junto a los estudiantes de segundo, se reían del pobre pelinaranja, quien tenía su cara muy roja.

“Tranquilo, Hinata, te ayudaremos con Kageyama.” Tanaka exclamó orgulloso, palmeando con fuerza la espalda del menor. Luego se unió Noya, imitando a su compañero de grado.

“Sí, para eso estamos tus geniales superiores.”

Hinata no podía más que maldecir a la pareja de su mejor amigo en ese momento.

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias por la oportunidad!


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