Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La epifanía irónica por Katt-chan

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Espero que lo disfriten!

Me gusta Tobio.”

No, eso no podía ser cierto. Hace dos semanas él lo despreciaba… ¿Cómo se pasa de eso a esto en tan poco tiempo?

Me gusta Tobio.

Tal vez sí lo estaba pasando bien con él… tal vez también encontraba que sus gestos eran adorables… y tal vez quería seguir compartiendo con él en el futuro. Pero eso no significaba que lo quisiera románticamente.

Me gusta Tobio.

Daba lo mismo si ya hace días se le había olvidado todo el tema del plan contra Kageyama y Karasuno. O que tuviese la necesidad de sentirlo junto a él en ese preciso momento.

Me gusta Tobio.

O que quisiera seguir practicando con él los sábados, comer su deliciosa comida, competir con y contra él… o que quisiera volver a abrazarlo… a besarlo… y hacerlo sonreír…

“Ok, a la mierda… Sí me gusta Tobio.” Dijo finalmente con resignación Oikawa.

Se había trasladado a un parque, sintiéndose confundido y derrotado. Notó que ya se estaba haciendo de noche, pasando horas desde que huyó como un cobarde de la casa del joven pelinegro. Gruñó frustrado mientras escondía su rostro con sus manos. No supo cuanto tiempo estuvo así, pero un mensaje de texto que llegó a su celular llamó su atención. Sin mucho ánimo, sacó el aparato y revisó el mensaje. Lanzó un suspiro cansado al notar que de trataba de Kageyama, dudando un momento antes de leerlo.

¿No nos seguiremos viendo?

Espera… ¿qué?’ El solo pensamiento de no volver a ver al pelinegro le molestaba enormemente. El celular volvió a sonar, indicando que había llegado otro mensaje… también de Kageyama.

Gracias por todo.

Leía ese mensaje una y otra vez. ¿Era idea suya, o parecía como si el muchacho se estuviese despidiendo de él?

--

Kageyama dejó lentamente su celular sobre el velador junto a su cama después de mandar el último mensaje. Todo lo que había acontecido era extraño para él. Es decir, Oikawa Tooru -el gran Oikawa Tooru- lo había besado en su propia sala, para luego huir sin explicarse. Ante el recuerdo de ese beso, Tobio quedó pensando que no era como había imaginado su primera vez. Siempre había escuchado que debía ser algo maravilloso, que sentiría fuegos artificiales, que sentiría mariposas en el estómago… pero no había sentido nada de eso. O sea, no todos los días te besa una estrella de la prefectura, así que definitivamente había sido especial, y no estaba seguro de las mariposas, solo que tenía algo de nauseas. No consideró que hubiese sido malo, solo… no tan bueno como lo había imaginado, tal vez.

Aún no comprendía del todo lo que había acontecido, pero sabía que el castaño se había ido de su casa molesto. Y eso lo desilusionaba, porque algo le decía que las cosas con él no volverían a ser como habían sido hasta entonces. Después de todo lo ocurrido con sus compañeros en Karasuno, pasar el tiempo con Oikawa se había vuelto como un refugio y no quería perderlo.

De repente, alguien tocó la puerta de entrada. Se acercó para abrirla, preguntándose quien podría ser ya siendo de noche, y se encontró a alguien respirando con dificultad en su entrada.

“Emm… Tobio…”

“Oikawa-san…” Kageyama susurró sorprendido, notando que el castaño estaba nervioso.

“¿Podríamos hablar?” El menor asintió aturdido moviéndose para permitirle el paso hacia el interior. El capitán entró mientras el otro cerraba la puerta y caminaba hacía la sala de estar. “Perdón por irme así antes…” Se acercó al pelinegro, quien permanecía en silencio. “Tobio, no quiero dejar de verte.”

“¿De verdad?” Esos ojos esperanzados hacían que el rostro del menor se iluminara, tanto que el castaño sintió que su corazón dio un vuelco ante esa imagen.

“De verdad…” Le aseguró riendo suavemente. Kageyama frunció el ceño mientras miraba hacia el suelo y, al verlo, Oikawa se puso serio. “¿Qué pasa, Tobio?”

“Creí que nosotros estábamos llegando a ser algo así como amigos…” Comenzó mirando seriamente al otro, esperando una retroalimentación que solo fue una afirmación con la cabeza. “Pero los amigos no hacen… esto… ¿cierto?” El castaño lanzó un bufido para luego volver a asentir. “Entonces, ¿qué somos?”

“Wow, qué… directo…” Replicó con cierta sorpresa el capitán. “Pues, creo que eso es algo que debemos decidir ahora.” Kageyama se quedó en silencio, por lo que optó seguir él. “Tobio, aunque creo que ya es obvio…” No sabía bien como continuar esa frase, hasta que con simpleza soltó dos palabras. “…me gustas.” El pelinegro lo veía atento. “Y, si yo te gusto también, podemos decidir estar juntos… o no.”

“Creo que me gustas, pero no estoy seguro.” Le respondió Kageyama sin atreverse a mirarlo directamente. “Me gusta practicar contigo, y, aunque me sigues molestando, igual eres amable conmigo… lo que también me gusta. Y, la verdad, siempre te he admirado.”

“¿Y qué sentiste cuando te besé?”

“Supongo que no fue tan malo...” Oikawa sintió un golpe a su orgullo al oír eso.

“¿’No fue tan malo’? ¿Qué se supone que significa eso?” Dijo levemente molesto el mayor.

“¡N-no sé! ¡Todo fue muy rápido, no estaba listo!”

“¿Estás listo ahora?”

“¿…Qué…?”

Tomó los hombros de Kageyama con delicadeza y se acercó aún más para besarlo. Sin embargo, se detuvo a medio camino, y terminó apoyando su frente contra la del pelinegro.

“Tobio…” Susurró el mayor. “¿Puedo…?” A pesar de no finalizar la pregunta, Tobio comprendió que le pedía permiso para continuar. No sabía que decir, las palabras no salían de su boca, y en lugar de eso movía frenéticamente su vista entre los labios y los ojos del castaño. Al ver que no oponía resistencia, Oikawa tomó las muñecas del menor para guiar sus manos detrás de su cuello, para luego tomar su rostro y volverse a inclinar.

“Espera, Oikawa-san…” Intentó Kageyama, antes que pudiese tocar sus labios. El castaño se detuvo a un centímetro de él.

“¿Quieres que me detenga?” El pelinegro no sabía que contestar. Estaba nervioso, asustado, pero sobre todo confundido. Nunca había besado a otra persona, no entendía la dinámica ni el procedimiento. Así que se preguntó… ¿Quería que el otro se detuviera? Honestamente, sí, la sensación en su cuerpo era horrible, como si su corazón estuviera a pocos bombazos de salir de su pecho, además que se sentía tenso e incómodo. Pero al ver los ojos del castaño, concentrados en él, sabía que él sí quería seguir… Esos ojos que lo miraban con cariño y deseo al mismo tiempo no le permitían rechazarlo. Tanto decidido como asustado, cerró sus ojos con fuerza y apretó la polera del mayor cerca de su cuello con sus manos, mientras negaba suavemente con la cabeza. Pasaron unos segundos cuando volvió a sentir los labios ajenos sobre los suyos. “Relájate…” Susurró Tooru.

Kageyama simplemente decidió confiar en el mayor, dejándose hacer por el muchacho claramente más experimentado. Así, frente a los urgentes movimientos de la lengua del castaño sobre sus labios, los abrió y el beso se hizo más profundo. Fue en ese momento que Tobio sintió como un calor extraño pero agradable recorría su cuerpo. Se comenzó a relajar, sintiendo como el mayor acariciaba su rostro con los pulgares. En un impulso totalmente inconsciente, el pelinegro, quien se mantenía sujeto con fuerza de la polera del mayor, tiró de la tela de forma sutil para acercar al castaño más a él. Lentamente, Oikawa se separó del joven después de un par de minutos, viendo que este intentaba verse serio a pesar de estar terriblemente sonrojado.

“Yo diría que sí te gusta...” Dijo divertido Tooru, mientras el otro hacía un pequeño puchero. “Entonces…”

“Entonces… ¿Estamos juntos?” Kageyama completó con algo de inseguridad.

“Si es lo que quieres, sí.” Oikawa intentó relajarlo aun más haciéndole cariño en su cara.

“¿Y qué tendría que hacer yo?” El castaño lo quedó mirando extrañado ante la pregunta. “Bueno, no sé que significa exactamente eso de ‘estar juntos’…” Oikawa lanzó un suspiro antes de hablar.

“Es básicamente lo mismo que hemos hecho estas últimas semanas… junto con lo de ahora. Eso: salir, compartir, ver televisión juntos, andar de la mano, besarse…” Tobio asintió con la cabeza.

“Creo que me gustaría eso…” Ante la respuesta, el mayor sonrió para luego besar su frente. “Emmm… Oikawa-san… como ya es tarde…” Kageyama hablaba de forma temblorosa. “¿No te gustaría quedarte a dormir?” El pelinegro terminó diciendo, luciendo frustrado y avergonzado. Tooru sacó su celular para ver la hora.

¿¡Las 22.41!? ¿¡Cuándo pasó tanto tiempo!?’ Luego notó un par de llamadas perdidas de su madre, frente a lo que rápidamente le escribió un mensaje diciendo que se quedaría donde un amigo, que se le había pasado la hora y que lo disculpara.

“¿Todo bien?”

“Sí, tranquilo. Solo que no me había dado cuenta de que hora era.” Volvió a guardar el teléfono y miró nuevamente al otro. “Y, ¿dónde dormiré?”

“Creo que tengo un futón extra en mi pieza.” Dijo el pelinegro para luego subir la escalera hacia su habitación mientras Oikawa lo siguía con su bolso. Al entrar al lugar, Kageyama fue directamente hacia su armario. “Mmm… No lo encuentro. Tal vez estaba en la de mi abuelo…” Justo cuando iba a salir de ahí, el castaño lo detuvo.

“Oye, no tengo problema con compartir la cama contigo.” Ante el comentario del mayor, Kageyama frunció el ceño.

“Pero, ¿no sería algo…?”

“No sé que está pasando por esa cabecita tuya, Tobio-chan, pero yo planeo dormir solamente.” Dijo el castaño en un tono burlesco.

“¡N-no estoy pensando en nada!” El menor gruñó avergonzado, mientras Tooru simplemente se reía de él. En unos minutos, ambos se prepararon para dormir y se acostaron en la cama del joven pelinegro. A penas Kageyama se recostó cayó rendido y se durmió profundamente. Oikawa, por su parte, miraba al otro dormir, admirando su rostro relajado. Deslizó con delicadeza las yemas de sus dedos contra el flequillo del menor.

Se ve tan tranquilo cuando duerme…’ Pensó enternecido.

“Oikawa-san…” El aludido se sobresaltó al oír su nombre pensando que podría haber despertado al menor. Después de confirmar que seguía durmiendo, Tobio se acurrucó en su pecho, como si buscara su calor.

‘¿Quién podría resistirse cuando eres así de adorable, Tobio-chan?’ Dicho eso, se relajó y volvió a dormir abrazando el cuerpo del menor.

--

“Oikawa-san…” Dijo una voz lejana. “Oikawa-san.” La voz repitió con más insistencia. El castaño empezó a abrir los ojos cuando se encontró con la cara de Kageyama muy cerca de la suya, mientras ambos seguían recostados y sus brazos mantenían prisionero al menor en la casa.

“Buenos días, Tobio-chan.” Le dijo con una sonrisa seductora. El rostro del pelinegro se encendió e intentó desviar la mirada con vergüenza.

“Voy a preparar el desayuno. ¿Me sueltas?” Kageyama susurró sin mirarlo, para después con movimientos lentos, intentar zafarse. Sin embargo, el otro no se lo permitió.

“Espera un momento…” Oikawa tomó su rostro y se acercó lo suficientemente lento como para que el otro se alejara si quisiera. Mientras estaba cada vez más cerca, el rostro del pelinegro se sonrojaba más y más, pero no lo detenía. En lugar de eso, abrió ligeramente la boca y entrecerró los ojos, como si se preparase para recibirlo. Ambos se sumergieron en el momento, besándose con intensidad, hasta que Oikawa se alejó y acarició con sus pulgares el rostro del pelinegro. “¿Dormiste bien?”

“Sí…” Murmuró Tobio.

“Me alegro.” Dicho eso, dejó ir a su pareja y se comenzó a levantar de la cama, mientras Kageyama lo imitaba. “¿Puedo tomar un baño?”

“Sí, buscaré una toalla limpia.”

El transcurso de la mañana fue bastante hogareño. Tooru se dio un baño mientras Tobio preparaba algo que pudieran comer. Ambos desayunaron en un ambiente ameno y tranquilo, hasta que terminaron y el pelinegro comenzó a juntar la loza para llevarla al lavaplatos. Al presenciar esto, Oikawa le quitó los platos con agilidad.

“Anda a bañarte. Yo limpiaré aquí.”

“No es necesario, puedo hacerlo yo…”

“Tú has cocinado todo solo. Puedo ocuparme de lavar algo de loza.” Dijo el castaño depositando la loza en el lavaplatos. “Y prepárate, porque vamos a salir a pasear.”

--

“¿Qué tal tu helado, Tobio-chan?”

“Bueno.”

Estaban en una plaza caminando, y Oikawa, con su orgullo de buen novio, decidió consentir al menor. Kageyama, por su parte, no entendía bien esa actitud, pero como el otro se veía contento comprándole comida optó por solo dejarse mimar.

“Ven, sentémonos en esa banca.” Dijo el castaño mientras tomaba la mano libre del pelinegro y lo guiaba. Para el menor aún era extraño ese contacto tan íntimo con quien ahora es su pareja, aunque luego comprendió que no era algo que le disgustara. Una vez que se comenzó a acostumbrar, se vio a sí mismo disfrutando de las pequeñas caricias del otro. Mientras se sentaba, Kageyama se le quedó mirando con atención.

Es excelente jugador, sabe relacionarse con la gente, es inteligente…’ Pensaba admirado. ‘Y supongo que tampoco es feo… Sobre todo cuando sonríe…

“¿En qué piensas?” Le preguntó Tooru divertido al ver los ojos atentos del menor sobre él en completo silencio.

“Hay muchas chicas que te persiguen por ahí. Creo que ya entiendo por qué.” El pelinegro dijo mientras se concentraba en su helado, evitando la mirada inquisitiva de su pareja.

“¿Gracias?” Le terminó respondiendo inseguro. ‘Viniendo de Tobio, estoy casi seguro que es un cumplido.

“¿No preferirías salir con alguna de ellas en lugar de mí?” Preguntó en un tono bajo el menor.

“Un momento, ¿Tobio-chan me está haciendo una escena de celos acaso?” Arqueando una ceja, Kageyama lo quedó mirando.

“¿Celos? ¿Por qué sentiría celos?”

“¿Entonces a qué se debe esa pregunta?”

“Teniendo tantas chicas lindas detrás de ti, me preguntaba por qué decidiste salir conmigo.”

“Porque no me gustan. Tú sí.” Respondió como si fuera obvio.

“Sí, pero ¿por qué?” El pelinegro hacía sus preguntas con seriedad, pero sin verse particularmente molesto. Oikawa notó que de hecho se veía más curioso que otra cosa.

“Bueno, supongo que me di cuenta de que estar con alguien que comparta mi pasión por el volley es lo que funciona para mí. No creo que un panorama con alguna de esas chicas pueda ser ir a entrenar los sábados y ver partidos, y realmente disfruto hacer eso. Tú comprenderías si debo dedicarme a practicar o los rituales previos a un partido, algo que tampoco entienden esas chicas.” Tobio asintió, aceptando la respuesta. “Además que no creo que sean tan adorables y lindas como tú…”

“¿Adorable?” Dijo sorprendido el menor, volteando a mirarlo rápidamente. “Y-yo no soy… así…”

“¡Claro que sí! Eres como un gatito gruñón.” Oikawa replicó mientras le acariciaba la cabeza al otro, quien entre avergonzado y molesto quitó su mano de un golpe. “¿Ves?” Terminó mientras seguía hostigándolo y desordenando su cabello.

“¡Déjame tranquilo!” Mientras jugaban con una mano en tanto sostenían su helado con la otra, Tobio se detuvo mirando algo a lo lejos. “¿Ese no es Iwaizumi-san?” El castaño volteó a ver hacia donde miraba el menor.

Mierda…’ Pensó al ver que efectivamente se trataba de su amigo. ‘Iwa-chan no se va a dejar de joder si se entera…’ Resuelto, tomó la mano del otro y se paró de la banca. “¿Por qué no te voy a dejar a tu casa?”

“¿No quieres saludar a Iwaizumi-san?” Preguntó incrédulo el pelinegro mientras se levantaba con el otro.

“Nahh, debe estar haciendo compras, es mejor no distraerlo.” Kageyama miró una última vez a Hajime mientras era alejado por el castaño.

Eso fue extraño…

Notas finales:

Agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias! :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).