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Sobre adolescencia y pendejadas por Katt-chan

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Notas del capitulo:

Bueno, este es el último capítulo ¡Espero que lo disfruten!

La selección japonesa, junto a Pepe, vio como Oliver y Tom se acercaban a ellos. El carioca, quien sostenía una bolsa de gel frío presionado en su cara, notó al instante que su amigo estaba contento, así que intuyó que todo había salido bien entre el par. Sin embargo, cuando el castaño posó sus ojos sobre él, una mueca de disgusto apareció en su rostro.

-¿Todo bien entre ustedes?- Preguntó entonces Pepe con cuidado.                                        

-Sí.- Dijo con una enorme sonrisa el joven capitán poniendo una mano en su hombro, sin notar que Misaki fruncía más pronunciadamente el ceño ante el gesto. -Vámonos.- Oliver anunció para luego voltear a ver a su ahora pareja. -¿Vienes a cenar a mi casa?-

-Claro.- Tom respondió mientras olvidaba su molestia al ver el rostro del pelinegro. Así, los tres jóvenes partieron al hogar de los Atom jugando a darse pases durante todo el camino. Al llegar, Maggie los recibió con una sonrisa.

-¡Hola, chicos!- Exclamó ella. Primero se fijó en Misaki y abrió mucho los ojos, para luego comenzar a sonreír. -¿Te quedas a cenar, Tom?-

-Solo si no es molestia…-

-Por supuesto que no. Adelante, pasen.- Ella los animó para que entraran y se instalaran en la sala de estar de la casa. Fue en ese momento que se fijó en el rostro del chico carioca. -¡Ay, por Dios! ¿¡qué te pasó!?- Pepe miró sutilmente a Misaki antes de responder.

-Me golpearon… con un balón por accidente…- Mintió de mala gana.

-Se ve hinchado.- Rápidamente, la mujer se volteó a ver a su hijo. -Oliver, anda a picar un poco de hielo. Yo iré a buscar la bolsa para ponerlo; creo que estaba en el mueble del baño.-

-Sí.- Dijo, y así los dos salieron del lugar.

Y Tom se quedó solo con Pepe en un incómodo silencio. El japonés no quería hablarle, ya que aun no le caía bien el muchacho. Pero le había prometido a Oliver que intentaría tener una buena relación con él. Mientras pensaba en como abordar la situación, el carioca rompe el silencio.

-No sé por qué me sigues mirando como asesino serial, si Oliver ya te dijo que te quiere a ti, ¿no?- Tom frunció el ceño.

-¿A ti te gusta Oliver?- Ante la pregunta, Pepe rodó los ojos con impaciencia.

-No, ¿está bien? No.- Le aclaró aburrido. -Yo quiero a Oliver, sí, pero como un hermano.- El japonés ciertamente se sentía más tranquilo con la aclaración. -Y por ello no me gusta verlo sufrir. Solo lo besé para que dejaras de comportarte como estúpido y te decidieras de una vez. Es todo.- Terminó diciendo con dureza, haciendo que su interlocutor bajara la cabeza molesto. Sabía que lo que decía era cierto, aunque la crítica dolía más viniendo de Pepe. -Y ojo que eso aplica ahora también.-

-¿A qué te refieres con eso?-

-A que haré que te arrepientas si siquiera haces que mi hermano derrame una sola lágrima más por ti, ¿te queda claro?-

-No quiero hacerle daño.- Dijo bajito Tom. -Jamás quise hacerle daño.- Comenzó a mirar al otro, casi de forma suplicante. -Sé que al final sí lo hice, pero de verdad no quería hacerlo.- El carioca lo quedó mirando un rato, ligeramente conmovido por el rostro acongojado de Misaki, hasta que lanzó un suspiro resignado y habló sonriendo.

-Bueno, te creo. Y como sé que Oliver te quiere, creo que deberíamos al menos intentar llevarnos mejor.- Dicho eso, el brasileño alzó su mano para estrecharla con él. -¿De acuerdo?- Misaki quedó aturdido un momento viendo al otro, hasta que también sonrió y apretó su mano para sellar el trato.

-Perdón por golpearte. Sé que debo alegrarme de que Oliver tenga a alguien que se preocupe por él como lo haces tú… es solo que…- El japonés se detuvo, considerando como expresar lo que estaba en su mente. -Pensé que lo alejarías de mí… No solo como pareja…- Incrédulo, Pepe se masajeó los párpados con algo de frustración mientras negaba con la cabeza.

-¿Te haría sentir mejor si te digo que Oliver no paraba de hablar de ti en Brasil?-

-¿En serio?-

-Sí. Te adora.- Escuchar eso hizo que el corazón del castaño diera un pequeño vuelco y que sus mejillas se sintieran algo calientes. No alcanzaron a seguir hablando, ya que llegó el joven pelinegro junto a su madre con una bolsa de hule llena de hielo trozado. Pepe tomó la bolsa agradeciéndoles y se la puso sobre el golpe en su cara. Luego de un rato, Oliver se acercó a Tom y miró a su madre.

-Emm… Mamá…-

-¿Al fin están juntos?- Preguntó rápidamente la mujer con una enorme sonrisa, mientras los dos muchachos se sonrojaban levemente. Sin embargo, el pelinegro mantenía su sonrisa feliz y el castaño movía su vista de un lado al otro por la confidencia con la que Maggie hablaba de su relación. -Ay, estoy taaaaaan feliz por ustedes.- Ella dijo acercándose para luego envolverlos a ambos en un abrazo.

-¿Por qué tanto cariño?- Todos los presentes voltearon a ver a un alegre Roberto que aparecía por la entrada de la sala de estar.

-Ya se confesaron.- Respondió al instante la mujer, soltándolos.

-¡Bien! Ya era hora.- Después de oír la réplica del brasileño, la boca de Tom quedó literalmente en el piso.

-Pues, sí.- Oliver confesó riendo con su mano rascando la parte posterior de su cuello. Pepe, quien se había mantenido al margen hasta el momento, miraba divertido a Misaki.

-Oye, Oli.- Comenzó a decir atrayendo la atención del aludido. -Deberías ver a tu noviecito, creo que está teniendo un mini infarto justo ahorita.-

-¿Estás bien?- Le preguntó el capitán al notar el rostro pálido del muchacho.

-¿Todos… todos sabían?- Misaki logró decir con dificultad recorriendo su mirada sobre cada una de las personas de la sala.

-¿Se suponía que fuese secreto?- Maggie expresó inocentemente. Pepe reprimió una risa antes de hablar.

-Te dije que siempre habla de ti. Quien conoce a este chico…- Palmeó un par de veces la espalda del pelinegro. -…sabe que está loco por ti.-

-Oliver nunca fue precisamente sutil.- Roberto aportó.

-No pensé que debía serlo.- Dijo esta vez Oliver, quien se veía bastante confundido.

-Rayos… cuando el equipo dijo que éramos demasiado obvios pensé que podrían estar exagerando…-

-Nop, realmente eran dolorosamente obvios… Tanto, que daban ganas de azotarse la cabeza contra la pared.- El joven carioca dijo con decepción, mientras Tom escondía la cara entre sus manos por la vergüenza. Maggie rio suavemente para luego hablar.

-Bueno, iré a preparar algo especial para celebrar.-

-Yo le ayudo.- Roberto dijo y ambos fueron a la cocina.

-¿De verdad no te diste cuenta de lo obvios que eran?- El chico brasileño insistió con malicia.

-Pepe, deja de molestarlo.- Le regañó sonriente Oliver mientras lo golpeaba juguetonamente en el hombro.

-Pero, ¿cómo no lo voy a hacer? ¡Mira como se pone!- El pelinegro no quería hacer sentir mal a Tom, pero verlo con su cara totalmente roja, frustrado y confundido era por lo bajo hilarante. -Además, después de aguantar su mirada de psicópata todo el día y esto…- Dijo indicando el golpe en su rostro. -…mínimo que me divierta un poco con él, ¿no?-

-Tom es demasiado dulce para tener ‘mirada de psicópata’…-

-Oli, solo dices eso porque estás enamorado de él…-

Misaki veía como los dos amigos comenzaban a forcejear, fingiendo una pelea, mientras se reían. Ante la escena, el castaño no pudo evitar sonreír con ternura. Comenzaba a entender la relación de amistad que ellos tenían, la que emanaba camaradería y un poco de inmadurez fraternal.

El resto de la velada fue más tranquila y familiar, hasta que oscureció y Tom decidió que debía volver a su hogar. Oliver, argumentando que ya era tarde, quiso acompañar a su pareja hasta al menos la mitad del camino. Así que salieron de la casa y el pelinegro tomó la mano del otro, haciendo que se sorprendiera. Sin embargo, pronto se recuperó del leve impacto y se vio a sí mismo sonriendo por las expresiones de Oliver.

-¿Hasta cuándo te quedas en Japón?- Le preguntó Tom, más para romper el silencio que por otra cosa.

-Hasta fin de mes.- El castaño se quedó meditando un poco en aquella respuesta; tenían como tres semanas aproximadamente para compartir. El pensamiento lo entristeció… No se sentía satisfecho con ello. Ante su expresión levemente deprimida, el pelinegro lo quedó mirando extrañado. -¿Qué pasa?-

-No había pensado en eso antes, pero…- Comenzó en un tono bajo el castaño. -¿Qué pasará con nosotros cuando te vayas?- Como respuesta, recibió un ceño fruncido.

-¿A qué te refieres con ‘qué pasará con nosotros’?-

-Bueno, lo lógico, ¿tendremos una relación a distancia? ¿Nos veremos en algún momento? De ser así, ¿cuándo?... y, ¿no crees que…?- Pero pronto fue interrumpido por el otro.

-Wow, Tom, cálmate un momento…- Dijo mientras se detenía y obligaba al castaño a hacer lo mismo. -Mira, pronto me iré de Brasil, y pasaré una temporada aquí y nos veremos. Y sobre más adelante, pues… pensaba ir a Europa; tengo algunas ideas, pero nada definitivo aun.- Como Misaki permaneció callado, siguió hablando. -¿Qué hay de ti?-

-¿De mí?-

-Pues, claro, así como yo tengo planes, tú también debes tener los tuyos. ¿Cuáles son?-

-Pensaba volver a Paris a jugar una vez que termine el siguiente campeonato.- Le contestó con timidez. Oliver lanzó una risita, por lo que Tom hizo un pequeño puchero antes de confrontarlo. -¿Qué tiene?-

-Nada, es un buen plan. La liga francesa es bastante competitiva, así que es un buen destino.-

-¿Entonces por qué te ríes?-

-Bueno… tal vez uno de los lugares que estaba pensando en ir era España.- El pelinegro lo quedó mirando con un cierto aire de misterio mientras su pareja lo veía confundido. -Dos horas de viaje no está tan mal para poder escaparse unos días, ¿no te parece?-

Tom analizó lo que había dicho, repasando una y otra vez las palabras de Oliver. Le costó comprender lo que decía, pero pronto sintió como no podía reprimir una sonrisa. Todo parecía tan fácil cuando Oliver lo decía.

-¿Cómo logras hacer que todo suene tan simple?-

-No sé… Tal vez  te complicas más de la cuenta.- Le respondió divertido el capitán. -¿Confías en mí?- Terminó diciendo con más seriedad.

-Sí.-

-Entonces créeme cuando te digo que podremos hacerlo ¿bien?- Tom asintió sintiéndose más ligero.

-Te quiero mucho, Oliver.-

-Yo también te quiero a ti.- Y dicho esto siguieron su camino.

Misaki tuvo una pequeña epifanía en ese momento. El pelinegro no solo era alguien con quien compartía su pasión por el futbol, también era quien mejor lo complementaba como persona. La esencia segura y confiada del chico se contrastaba mucho de la suya, que era más bien nerviosa e indecisa. Se dio cuenta que más allá de querer estar junto a él, lo necesitaba.

No sabía que pasaría en el futuro, ni tampoco si sería tan simple como lo exponía su pareja, pero estaba seguro que como fuese lograrían hacer funcionar lo que tenían.

 

FIN

Notas finales:

¡Muchas gracias por tomarse el tiempo para leer este fic!

Y, como siempre, agradezco cualquier comentario que tengan para poder saber que opinan.

¡Saludos!


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