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Destino por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Y empieza la cuenta regresiva!

Esta historia, que por cierto ya tengo terminada, será de 24 capítulos.

Lo único que me falta es el epílogo, en el que ya estoy trabajando.

Seguiré actualizando, y en el transcurso de esta semana y la que viene, terminamos aquí!

 

Por ahora les dejo un capítulo más.

Uno muy... caliente? Bueno, mucho lemon...

 

Espero que lo disfruten mucho!!

 

Amor para todos!!

Una sensación extraña lo hizo despertar. Era algo... ¿húmedo? No estaba seguro, pero se sentía bien. Abrió los ojos y no vio a Joey a su lado, y la sensación extraña volvió a jalar su atención. Venía de... ¿abajo?


 


Quitó la sábana con agilidad y se topó con una de las imágenes más eróticas que podría haber visto. Joey estaba entre sus piernas, semi desnudo y con tan solo sus boxers, chupando, mordiendo, lamiendo y saboreando sus testículos.


 


Se quedó quieto, absolutamente sorprendido por la situación.


Sabía que Joey era impulsivo, fue algo que detectó desde la primera vez que pudo hablar con él, pero esto estaba a otro nivel.


 


Estaba tan absorto en sus pensamientos, hasta que una oleada de placer le recorrió el cuerpo y lo hizo recostarse forzosamente. Levantó las caderas más por instinto que otra cosa, dándole así acceso en todo su esplendor a su amante para que lo probara de todos lados y le diera placer.


 


El miembro del castaño fue despertando, y cuando estuvo lo suficientemente erecto, Joey se pasó hacia él, atendiendo sus testículos solo con las manos.


 


El CEO solo podía gemir, extasiado por todo lo que el chico le hacia sentir. Joey empezó a mover su boca de manera que parecía una tortura porque iba muy lento. Seto trató de elevar sus caderas para que acelerara el ritmo, pero el rubio lo sostuvo en contra de la cama, dejándolo sin posibilidad de moverse bien.


 


Se estaba volviendo loco.


 


Quería más.


 


Quería todo.


 


Y cuando Seto Kaiba quería algo, nada podía hacerle frente.


 


Haciendo acopio de su autocontrol y su fuerza, y poco antes de no soportar más y venirse en la boca del rubio, se enderezó y separó al rubio de su hombría, atrayéndolo hacia su boca para besarlo. El rubio lo correspondió de inmediato. Ambos transmitían tanta pasión como sus cuerpos se los permitían.


 


-Vaya, mi cachorro amaneció impaciente el día de hoy- Seto hizo el intento de recostar a Joey en la cama para ponerse sobre de él, pero fue interceptado por un impulsivo y loco cachorro que lo empujó a la cama para quedar sobre de él.


-No... tienes... ni una... pequeña... idea- cuando terminó de decir eso, y sin previo aviso o preparación, colocó su entrada sobre el miembro del CEO y empezó a descender. Le hubiera gustado dejarse caer de una sola estocada, pero sabía que se lastimaría y que muy probablemente arruinaría el momento, así que fue poco a poco.


 


-Eres... un cachorro... salvaje, ¿lo sabes?- el castaño estaba fascinado con esa faceta de su amante.


 


-Lo sé, y también se... que te encanta- cuando terminó de decir esto, fue que por fin se dejó caer por completo. Seto gimió con fuerza, rozando la locura con tantas sensaciones placenteras.


 


Joey se quedó sin moverse, acostumbrándose al tamaño del miembro dentro de él, mientras Seto decidió sentarse para poder besarlo. Mientras se besaban, y sin pedir permiso o decir nada, el castaño empezó a moverse con lentitud. Fue un vaivén muy suave y corto, que conforme el beso se iba calentando, el movimiento iba aumentando. Con sus manos ayudó a que el cuerpo de Joey también se moviera, aumentando así el placer que sentían.


 


No había palabras, porque no las necesitaban.


Los besos, las caricias y las miradas expresaban todo entre ellos. Transmitían más que las mismas palabras.


 


Cuando la posición comenzaba a ser cansada, el CEO uso su fuerza y tumbó al rubio sobre la cama sin salir de él, solo para empezar a penetrarlo con más fuerza y velocidad, lo que hizo gritar a Joey de placer.


 


Subió las rodillas del rubio a sus hombros, logrando así una penetración más profunda, generando para ambos más y más placer.


 


Seto sabía que no aguantaría mucho más, y haciendo uso de la gran flexibilidad de Joey, pudo acercarse a besarlo.


Los gritos y gemidos que ambos dieron justo antes de venirse murieron en los labios que se juntaron para compartir algo más que una amistad o una camaradería.


 


Solo bastaron unas 4 estocadas más para que el ojiazul llenara el interior del rubio con su semilla y dejara de moverse, tratando de respirar profundamente para recuperar el aliento. Se quedaron así, sin movimiento alguno, sin salir castaño del rubio, solo recuperándose y viéndose a los ojos.


 


Cuando Joey hubo recuperado su respiración, le sonrió, levantó sus manos y las puso en las mejillas del castaño.


 


-Te amo, estoy enamorado de ti- y juntó sus labios. Lo besó, transmitiéndole eso que le acababa de confesar, y Seto le correspondió dándole a entender que sentía lo mismo.


Cuando se separaron, juntaron sus frentes, esta vez con los ojos abiertos.


 


-Creo que me pasa lo mismo, me estoy volviendo adicto a ti- el rubio le sonrió y se besaron una vez más.


 


Después de eso, tomaron una baño juntos, entre besos, pláticas y risas, y bajaron a desayunar. El personal de la mansión ya estaba acostumbrado a ver a Joey, y todos se veían contentos de que Seto hubiera conectado con el chico.


 


Desayunaron y fueron al estudio del castaño, en donde él se puso a trabajar un poco y Joey descansó un rato en el sillón.


Cuando llegó la hora de la comida, el rubio fue despertado por un dulce beso.


 


-Vamos cachorro, es hora de comer. Tienes que alimentarte bien- el rubio sonrió sin haber abierto los ojos, y le extendió los brazos al CEO para que lo abrazara. Seto se arrodilló junto al sillón y lo estrecho entre sus brazos. El rubio lo jaló hacia su rostro y lo besó. Seto se dejó hacer, correspondiéndolo con gusto.


 


-Vamos cachorro, ya es hora- logró decir en un respiro que le dio Joey.


 


-No, no quiero ir a comer. Quiero estar aquí contigo- el rubio era algo caprichoso, y a Seto no le molestaba cumplir esos caprichos, menos cuando él era beneficiado de paso.


 


-Tienes que alimentarte bien, el doctor te lo dijo- Joey lo volvió a besar, aumentando la velocidad y la pasión en el beso. Era definitivo, Joey quería subir la temperatura a toda costa; parecía realmente un cachorro insaciable.


 


-Cachorro, me encanta estar contigo así, pero debes comer. El doctor dijo que- un beso lo detuvo de hablar.


 


-El doctor dijo muchas cosas, y todas las hemos cumplido. Ahorita no tengo hambre de nada más que de ti- el rubio abrió los ojos y miró a los azules.


 


Con suavidad y firmeza, y para sorpresa del CEO, Joey lo empujó para tirarlo al suelo y gateó hasta quedar sobre de él. Seto, que estaba acostumbrado a tener el control en todo, estaba fascinado por ser «controlado» por su cachorro.


 


-Joey... debes alimentarte... bien- las palabras salieron solo porque sí, porque Seto no tenía la más mínima intención de quitar a su amante de encima de él. Joey mordía su cuello mientras se movía sobre él, simulando movimientos de penetración y frotaba ambos miembros, que ya estaban más que despiertos.


 


-Me gusta cuando te pones duro al sentirme- el susurro de Joey hizo que un escalofrío recorriera la espalda del ojiazul, excitándolo aún más y sacándole un gemido.


Joey se detuvo y se puso de pie, quitándose la ropa con agilidad, para después pasar a quitarle la suya al castaño.


 


Una vez que los dos estuvieron desnudos, Joey se trepó encima de su amante, poniendo sus piernas por encima de la cabeza castaña, y posicionándose a si mismo entre las piernas de Seto.


Era una fantasía que siempre había tenido, tener un 69 con alguien a quien amara.


 


Seto no dudó ni un momento y metió la hombría de Joey en su boca, mientras el rubio hacía lo mismo con la suya. Ambos empezaron a estimular mordiendo, chupando y lamiendo en todo lo largo. Solo se escuchaban las respiraciones agitadas, y uno que otra gemido que no llegaba a salir de la garganta.


 


Pero aunque Joey fuera un loco impulsivo, Seto era el tipo de persona que siempre llevaba la delantera.


 


Sin previo aviso metió un dedo en la entrada de Joey, haciendo que se tambaleara por la intensidad de sensaciones que estaba experimentando.


A ese dedo solitario le siguió un segundo, y luego otro más.


 


Joey no pudo más, era demasiada estimulación. Seto chupándolo mientras metía y sacaba tres dedos a la vez; no podía más. Tuvo que soltar el miembro del castaño para empezar a gemir casi como desquiciado.


 


Entonces Seto aprovechó la oportunidad para girar y quedar sobre el rubio, todo sin sacarlo de su boca o quitar sus dedos. Joey estaba en un éxtasis total.


Quería pedir más, necesitaba suplicarlo, pero de su boca solo salían sonidos y gemidos incontrolables.


 


En algún momento Seto se separó de su rubio, sacando sus dedos y enderezándose para observar al chico vuelto loco. Joey movía las caderas, suplicando por él.


Seto sonrió, se acercó y lo besó con toda la pasión y emoción que sentía, y a la vez lo penetró de una. Siempre era cuidadoso con su cachorro, pero estaban ambos tan calientes y excitados que no se detuvo a que Joey se acostumbrara a él. Siguió con su movimiento lento pero constante, penetrando sin cesar al rubio que estaba loco de placer.


 


Seto lo besó, lo probó, lo degustó... amaba tenerlo así, tan cerca de él. Una sensación tan hermosa, no estar seguro de donde terminaba él y donde empezaba el rubio... Sentirse uno con él.


 


Con ese cachorro loco que había llegado a modificar su vida de una manera tan extraña y tan radical, pero a la vez tan hermosa, que no cambiaría nada de su presente por nada en el mundo.


-Te amo cachorro- logró articular esas palabras entre suspiros y gemidos, mientras que Joey estaba gritando casi como poseído. No duraron mucho más, ambos estaban demasiado excitados para hacerlo.


 


Por segunda vez en el día, Seto llenó el interior de Joey con su semilla, y Joey regó la suya entre ambos vientres.


 


Tuvieron que pasar un par de minutos para que empezara a bajar la intensidad, y empezar a normalizar las respiraciones.


 


-Eres... in... creíble Seto...- el castaño solo le sonrió y lo besó con cariño.


 


-Te amo cachorro loco- el rubio rió con suavidad. El castaño salió con cuidado del cuerpo del rubio, y se acostó a su lado, jalándolo en un abrazo. Estaban todos embarrados, sudados y escurriendo fluidos, pero no les importó. Estaban felices, tranquilos, en paz.


 


-Esto es mejor que cualquier comida- ambos rieron ante el comentario del rubio.


 


-Bueno, en definitiva tienes que alimentarte mejor, pero... tienes razón- el castaño volvió a besar a su amante, quien le correspondió y se recostó en su pecho.


 


-Gracias Seto. Por todo- el castaño besó su cabello con cariño.


 


-¿Que te parece si comemos algo ligero y por la noche salimos a cenar?- el rubio levantó la mirada para verlo a los ojos.


 


-No lo sé, no me encanta la idea- el castaño enarcó una ceja.


 


-¿Y puedo saber por qué es eso?- el menor se sonrojó.


 


-Bueno, aún no trabajo, y no quiero verme como un aprovechado- y dale con el mismo tema, pensó el castaño.


Con todo cariño, separó a Joey para poder sentarse y verlo fijamente a los ojos.


 


-Cachorro, tienes que entender algo- el rubio lo miró expectante. -Por un lado, en el ámbito legal, soy tu tutor, por lo que casi eres un Kaiba, y como Kaiba tienes una cierta responsabilidad de acostumbrarte a este tipo de vida. Por otro lado, y lo que me parece más importante, ahora tú y yo estamos juntos. De seguro me tocará ir a fiestas y reuniones de sociedad, porque es algo que siempre sucede en mi posición como empresario, y no pienso ir solo; voy a llevarte conmigo. No vas a ser mi chico solo a puerta cerrada, todo saldrá a la luz y tienes que aprender a lidiar con eso- la situación sobrepasaba un poco al rubio, pero entendía a que se estaba refiriendo Seto, y lo hizo feliz la manera en la que estaba planteando su relación.


 


-Se que tienes razón, en todo. Es algo difícil para mí, pero haré un esfuerzo por ello. Eso sí, te advierto que no se comportarme muy bien en público- el castaño le sonrió y se agachó para besarlo con suavidad.


 


-Eso lo sé, eres un cachorro travieso que necesita de su amo para que todo salga bien- el rubio golpeó el brazo del castaño con suavidad, y él se rió. Se besaron una vez más y luego se vistieron para bajar a comer; ambos tenían bastante hambre después de semejante ejercicio.


 


Comieron y luego ambos disfrutaron de una siesta juntos.


Seto fue le primero en despertar, y aprovechó que su amante estaba dormido para checar pendientes.


 


Estuvo un buen rato trabajando, hasta que fue interrumpido por unos toques en la puerta, que luego se abrió dejando ver al rubio que lo volvía loco.


 


-Hola Seto, venía a preguntar si tengo que usar algo en especial para salir- el castaño le sonrió. Cerró su laptop y extendió su mano, invitándolo a acercarse a él. Joey se acercó con gusto y Seto lo sentó entre sus piernas. Lo abrazó por la cintura y lo besó, lentamente, disfrutando de él sin la más mínima prisa.


 


-A veces pienso que me he hecho adicto a tus besos- el rubio sonrió ante las palabras del ojiazul, dejando ver un leve sonrojo.


 


-Tal vez sea algo que tenemos en común- contestó el menor, volviendo a los labios del CEO, que lo recibieron gustoso.


 


Cuanto tiempo se estuvieron besando, no lo sabían. Pero ambos estaban seguros de tener cara de enamorados cuando se separaron, viéndose a los ojos.


 


-¿Estás seguro que quieres salir?- cuestionó el rubio, sintiéndose aún un poco inseguro.


 


-Sí, lo estoy. Además mañana llegan todos y toda esta burbuja en la que hemos estado viviendo va a cambiar drásticamente- Joey sabía que la llegada se aproximaba, pero no estaba seguro de como sentirse al respecto. Su expresión lo denotó. -No te preocupes, todo saldrá bien, yo hablaré con todos y será algo positivo. No sabes cuanto tiempo habíamos estado esperándote- el castaño le sonrió, dándole ánimos a su amante.


 


-¿Hasta tú?- el rubio era, en definitiva, un cachorro curioso.


 


-Yo en especial. Pasé muchas noches en vela, frustrado, tratando de hallar una solución, una razón, un algo que nos ayudara a que te despertaras- el rubio se cohibió.


-Vaya, y todo para que un día tan solo despertara. Que irónico- el castaño rió con cariño y suavidad.


 


-Así es la vida a veces. Tenía yo que quedarme a solas contigo para que despertaras. Eso me agrada, nos dio la oportunidad de conocernos mejor y forjar algo más allá, que quizás si no hubiéramos estado solos se habría dado diferente- el rubio lo besó de nuevo; Seto le gustaba tanto.


 


-Creo que de alguna u otra forma, yo hubiera acabado saltándote encima. Eres apetecible- el castaño lo besó de nuevo; nunca se cansaría de hacerlo. Mientras saboreaba a su cachorro, empezó a sentir como el rubio quería subir la temperatura de nuevo. No era que le molestara en lo más mínimo, pero tenía otros planes.


 


Con toda suavidad se separó de él, dedicándole una sonrisa.


 


-Vamos cachorro, es hora de prepararnos- el rostro de Joey denotó algo de frustración, pero se puso de pie y fueron al cuarto de Seto a alistarse. Se dieron un baño, cada uno por separado, porque Seto estaba seguro de que no aguantaría su propia calentura teniendo a Joey a su lado, todo mojado, y más que dispuesto para hacer lo que quisiera.


Se cambiaron con ropa informal. Iban a uno de los restaurantes del castaño, por lo que no requerían ir formales para que los dejaran entrar.


 


-Wow, te ves muy bien- Joey habló antes de siquiera pensarlo, porque así de impulsivo era él. El castaño se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos para luego besarlo de forma apasionada, dejándolo casi mareado.


 


-Tú también te ves muy bien cachorro- el rubio tenía unos pantalones de mezclilla y una sencilla playera blanca que le quedaba ajustada al cuerpo y hacía resaltar sus músculos. Seto por su parte tenía un pantalón de vestir negro y una camisa blanca. Era un atuendo sencillo, pero a Joey le parecía que se veía muy apuesto.


 


-¿Estás seguro de que me dejarán entrar con esto?- el castaño sonrió ante la simpleza de su amante.


 


-Está bien porque el lugar es mío, así que no te preocupes-el rubio se sonrojó.


 


-A veces se me olvida lo influyente que eres- Seto lo besó una vez más, y luego salieron de la habitación.


 


-¿Iremos... en eso?- la cara de Joey era todo un poema, cuando vio que una limosina los esperaba en la entrada de la mansión.


 


-Así es. Y no es nada raro, así que vete acostumbrando- subieron al vehículo, y Joey estaba sorprendido. Nunca había estado en uno igual.


El chofer los llevó hasta el restaurante de Seto, un lugar con comida tradicional japonesa que se veía bastante agradable. Parecía lujoso y sencillo a la vez.


 


Los pasaron a la parte privada del CEO, esa que usaba siempre que tenía una reunión de negocios en ese lugar. Joey parecía niño chiquito, volteando a ver a todos lados, tratando de no perderse ningún detalle.


Sin haber ordenado nada, empezaron a traer diversos platillos que Joey nunca había probado, o siquiera visto.


 


Comieron y platicaron con toda la confianza que habían estado formando. Compartieron ciertos platillos, y hubo algunos otros que no le gustaron al rubio y le hicieron hacer muecas, sacándole risas al castaño.


 


Estaban disfrutando de un café después de haber cenado cuando Seto lo invitó a sentarse en sus piernas.


 


-Me encanta tenerte así, sobre mí, tan cerca- la voz del castaño era baja, estimulando los sentidos de su rubio, quien no dijo nada pero se acercó a besarlo.


 


Cuando se separaron, ambos estaban sonriendo radiantes. Estaban juntos, enamorados, y lo estaban disfrutando.


 


-Gracias por traerme a cenar, me gustó mucho- el castaño acarició la mejilla del rubio con cariño.


 


-Es un placer. Este es solo uno de los muchos lugares a los que te llevaré. Eres mi cachorro, y como buen amo debo pasearte por todos lados- el castaño rió con suavidad, y el rubio golpeó su brazo, simulando que estaba molesto.


 


-Hey, no soy una propiedad. No soy de nadie- Seto sabía que Joey no estaba molesto, más esas palabras le dijeron mucho acerca de él.


 


-No lo eres, lo sé. Eres un ser libre, que está decidiendo compartir conmigo experiencias y vivencias maravillosas. Y mientras quieras seguirlo haciendo, ten por seguro que estaré feliz de complacerte en todo lo que pueda, y de hacerte feliz- a Joey se le llenaron los ojos de lágrimas. Nunca había sentido una conexión tan profunda con nadie más que con su hermana, y eso lo hizo sentirse tremendamente feliz.


 


-Estoy feliz de compartir momentos así contigo, Seto- se besaron una vez más, probándose como si fuera la primera vez, saboreándose como si la vida se les fuera en ello.


Cuando empezó a tornarse en algo más, Seto se separó.


 


-Me parece que eres un cachorro insaciable- el rubio se sonrojó. A veces era demasiado transparente y ni se daba cuenta.


 


-¿Te molesta?- el castaño pegó su frente a la de Joey, clavando sus ojos en los de él.


 


-Para nada, de hecho me gusta. Solo que, aunque es mi lugar, no es muy apropiado que nos pongamos así aquí. No deja de venir alguien a ver que no falte nadie, y no sería ético que nos encontrara en una posición comprometedora- el rubio se sonrojó aún más, y luego le sonrió.


 


Se pusieron de pie, y Seto avisó que ya se iban. Caminaban tomados de la mano, cosa que hizo sentir al rubio muy feliz.


Subieron a la limosina, y Seto lo abrazó posesivamente todo el camino.


 


Cuando llegaron a la mansión, el castaño le pidió a Joey que se adelantara a la habitación y lo esperara allá. El rubio le hizo caso, y cuando Seto llegó, su amante estaba en la terraza de su habitación.


Seto pasó al lugar, con una botella de vino y 2 copas que puso en una mesita. El rubio volteó a verlo con curiosidad.


 


-¿Y eso?- el castaño le sonrió.


 


-Me gustaría compartir una copa contigo, para celebrar que estamos juntos y estos bellos días que hemos disfrutado aquí solo tú y yo- el rubio suspiró, y Seto lo notó algo incómodo.


 


-Te voy a ser bien sincero Seto, no me gusta nada el alcohol. Le rehúyo como si fuera sarna. Todos los problemas que viví de niño y adolescente fueron por culpa del alcohol, así que nunca jamás tomo. Pero estoy aquí contigo, y haré una excepción solo para compartirlo esta noche porque eres tú- la voz de Joey era seria, y su mirada intensa. Seto se acercó y lo abrazó, recargando su barbilla en el hombro del más bajo.


 


-No tienes que hacerlo si no quieres. Respeto lo que has dicho, y te puedo entender, así que por favor no te sientas obligado- el rubio lo abrazó más fuerte, y después se besaron.


 


-Está bien, no te preocupes. Compartiré contigo, pero solo un poco y no esperes que lo haga seguido- el castaño levantó su mano y acarició la mejilla del rubio.


 


-No cachorro, no te confundas. No espero nada de ti. Agradezco y gozo lo que venga, pero no tengo expectativas en ningún sentido. Me gusta que seas como eres, y no deseo cambiar ni un pelo tuyo- el rubio sonrió, agradeciendo con la mirada.


 


Joey se sentó en el sillón del lugar, mientras veía como Seto servía las copas de vino. Le pasó la suya a Joey y se sentó junto a él.


-Brindemos cachorro- levantó su copa, siendo imitado por su amante.


 


-Brindemos Seto- Joey no sabía que decir, así que esperó a que Seto empezara.


 


-Por ti, porque estás y sigas saludable, por lo que hemos compartido estos días, y porque de aquí en delante todo ira cada vez mejor- el rubio sonrió con sinceridad.


 


-Por nosotros, por seguir compartiendo hermosas experiencias, por ti, por haber sido un oasis para mí y Serenity, y porque esto que siento en el pecho sea duradero- chocaron sus copas y bebieron. Era un sabor muy raro para Joey, muy fuerte. Tosió un poco, y luego empezó a reír. Seto también lo hizo, y ambos dejaron que las risas inundaran el lugar.


 


Cuando los ánimos bajaron, ambos se observaban a los ojos, transmitiendo sentimientos a través de la mirada, y Seto levantó su mano para acariciar la mejilla del rubio.


 


-Se mi todo, Joey- fue una extraña proposición, igual que extraño era Seto a veces, y extrañas habían sido las circunstancias que ambos habían tenido que vivir para llegar a ese momento.


 


Joey le sonrió, y lo besó. No fue ni rápido ni pasional; más bien fue un beso cargado de emociones, en el que Joey quiso transmitir todo su sentir.


Cuando se separaron, Joey se acercó a Seto y lo abrazó, pecho con pecho, estrechándolo entre sus brazos con fuerza, derrochando emoción.


 


-Lo soy Seto. Si tú así lo quieres, lo soy- el pecho del castaño estalló en júbilo y alegría, y apretó aún más a Joey, quien se sentía tremendamente afortunado por estar ahí con Seto.


 


Se besaron una vez más, probando el sabor del otro mezclado con el sabor del vino. Era una sensación extraña para Joey, pero para nada desagradable.


Y una vez más, y como a los dos les gustaba, Joey se sentó en las piernas de Seto, para poder profundizar más el beso.


 


Las respiraciones empezaron a agitarse, los latidos comenzaron a acelerarse.


Toda la temperatura iba subiendo poco a poco, y ambos hombres daban rienda suelta a sus emociones y fantasías.


 


Seto dejó los apetecibles labios de Joey para bajar a su cuello, lamiendo y mordiendo, haciendo que Joey gimiera. Sus manos no se quedaban quietas, pronto pasaron de obsequiar caricias a desvestir a su amante. Joey solo se dejaba hacer. si bien era un chico bastante impulsivo, le gustaba sentirse dominado por Seto Kaiba.


 


Pronto quedó desnudo del torso, maravillando a Seto con su envidiable físico. Se acarició y lamió todo a su paso, poniendo especial atención en sus tetillas, las cuales chupó hasta cansarse.


Todo era muy excitante para el rubio, quien se ponía más duro de solo ver las expresiones de Seto mientras le daba placer.


 


El castaño subió a su oreja, lamiéndola con pasión, calentando más y más al rubio. Con una de sus manos tomó la del rubio y la colocó sobre su propia hombría, invitándolo a sentirlo.


 


-Mira como me pones cachorro- le susurró al oído al sentir como el rubio había aceptado esa invitación y ahora lo estaba acariciando. Joey no podía decir nada, estaba demasiado excitado, y la iniciativa posesiva y demandante de Seto lo prendía cada vez más.


 


-Seto mordió la oreja de Joey, sacándole algo entre gemido y quejido, mientras aprovechaba como podía para quitarle el resto de su ropa. Joey le ayudó, y pronto estaba Joey desnudo sobre el castaño.


 


Seto tomó la hombría del rubio entre sus dedos y comenzó a masturbarlo con potencia. Era un movimiento poderoso, y Joey sentía que podría venirse en cualquier momento.


 


El castaño tumbó al rubio en el sillón si dejar de estimularlo, y lo metió en su boca. Fueron tan intensas las sensaciones que inundaron a Joey, que casi de inmediato derramó su esencia en la boca del CEO.


 


Seto tragó las semilla del rubio, probando por primera vez ese sabor. No era el mejor manjar del mundo, pero venía de Joey, y eso bastaba para considerarla deliciosa.


 


Seto tomó a Joey entre sus brazos y lo llevó adentro, dejando olvidado el vino, y cualquier otra cosa que no fueran ellos dos, allá afuera.


 


Lo depositó en la cama, y bajo la dorada mirada del menor, empezó a quitarse la ropa. No es que bailara mientras lo hiciera, ni nada por el estilo; no era lo suyo. Pero a Joey le pareció que lo hizo de manera tan sensual, que su cuerpo empezó a reaccionar una vez más.


 


Entonces y para sorpresa de Joey, Seto tomó sus pantorrillas y levantó sus piernas, dejando al descubierto las partes íntimas del rubio, quien se sonrojó de inmediato.


Sin decir nada, se acercó y empezó a lamer la entrada del rubio, quien empezó a gemir con fuerza. De ahí pasó a los testículos, y mientras estaba chupando y lamiéndolos, insertó un dedo en Joey para empezar a prepararlo.


 


Joey no podía pensar bien, era demasiado intenso todo lo que Seto le estaba haciendo. Estiró sus manos hacia arriba y se aferró a una parte de la cabecera de la cama, sintiendo la necesidad de apretar algo debido a todo lo que estaba sintiendo.


 


Un segundo dedo fue introducido en su interior, que estaba siendo expandido con movimientos de tijeras, para prepararlo para la salvaje penetración que pretendía hacer el castaño. Después llegó el tercero, y Joey ya estaba gimiendo como desquiciado.


Seto dejó los testículos de Joey y sacó sus dedos de su interior, y se acercó para besar a su rubio de una manera salvaje y desenfrenada.


Después se acercó a su oído, solo para susurrarle.


 


-¿Qué posición quieres, cachorro?- Seto había notado que Joey no hablaba mucho durante el sexo, pero deseaba complacerlo.


 


-Como sea, solo entra ya- el rubio estaba muy sonrojado, en parte por la excitación, en parte por lo que acababa de decir.


 


-No, quiero que decidas tú. Quiero complacerte y hacerte sentir bien, satisfecho y deseoso de más. Así que dime, ¿qué posición quieres?- la voz del castaño era dulce pero firme, y Joey lo jaló de la nuca para besarlo, atrapándolo sobre de él. Movió sus caderas, dándole a entender que lo penetrara así.


 


Y así lo hizo el castaño. Sin detener el beso, y con bastante cuidado, empezó a introducirse en ese cuerpo dorado que estaba aprendiendo a amar.


No le costó mucho trabajo entrar por completo; de hecho era más difícil estar sin moverse, porque a pesar de que los últimos días habían estado teniendo relaciones, Joey seguía siendo muy estrecho.


 


-Hazme el amor, Seto- le dijo el rubio al oído cuando se sintió preparado para que el ojiazul se moviera. Seto gimió ante las palabras de su cachorro, y empezó a moverse.


 


Le estaba resultando casi imposible moverse lento; estaba demasiado caliente. Pero Joey pareció darse cuenta de eso, porque empezó a mover las caderas él también, estimulando a su castaño y alentándolo a que se moviera más rápido.


 


Pronto estaban en una danza desenfrenada de placer.


Castaño complaciendo a rubio, rubio recibiendo a castaño.


Ambos daban y a la vez recibían.


 


Joey gemía, y entre gemidos pedía más, y más, y más, y más.


Y Seto estaba más que dispuesto a dárselo todo.


Lo agarró de los hombros, haciendo que pudiera empujarse más profundo, volviendo loco al rubio, que gritaba sin pudor ni pena.


 


Poco antes de venirse dentro de su amante, Seto le repitió una y otra vez que lo amaba, que estaba enamorado de él, y que le encantaba poder complacerlo de esta manera.


Con tales palabras como motivación, Joey se vino en un potente orgasmo entre los vientres de ambos, gritando de placer puro y duro.


 


No bastaron más que unas pocas envestidas más para que el castaño llenara con su esencia el interior del rubio.


 


Tuvieron que pasar unos minutos para que ambos se calmaran. No sabían si había sido el alcohol, la salida, o solo el estar juntos, pero habían hecho el amor de una manera especial; inolvidable.


 


-Te amo Seto- dijo Joey una vez que por fin podía hablar, y recibió un beso como respuesta. Largo y profundo, se disfrutaron sin tanta prisa.


 


Seto sospechaba estarse haciendo adicto a los besos del rubio, quien también adoraba ser besado fogosamente por el castaño.


 


-Te amo cachorro- el rubio lo abrazó y se volvieron a besar.


 


Seto se giró del lado aún sin salirse del cuerpo dorado.


Lo atrajo a su pecho, y mientras seguían acompasando sus respiraciones, se fueron quedando dormidos sin que se dieran cuenta.


 


Estaban juntos y felices.


Y eso nadie lo podía tocar.


 


 


 


 

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!!


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