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Destino por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Seguimos con la historia. 

De repente me da la impresión de que va un poco lenta al principio, pero para mí eso es necesario para sentar las bases de la historia que está en mi cabeza y quiero contar

Así que espero que no se aburran, y que la disfruten mucho.

Además este es el capítulo que más largo ha salido, así que les deseo una entretenida y divertida lectura.

Noah esperaba paciente a que la persona del otro lado de la línea contestara. Esperaba que no fuera uno de esos que no contestaba si no conocía el número, porque de ser así no podría comunicarse jamás.


 


-Atemu al habla- la voz profunda lo sacó de sus pensamientos.


 


-Buenas tardes. Busco a Yami Atemu- puso su voz lo más cordial posible.


 


-Él habla- la voz profunda y fría de Yami no intimido al peliverde.


 


-Buenas tardes señor Atemu. Mi nombre es Noah, y le hablo porque Mokuba me pidió que lo hiciera- su voz era tranquila.


 


-Mokuba, ¿dónde está?, ¿está bien?- por el contrario, la voz del tricolor salió bastante alterada.


 


-Él está bien. Uno que otro golpe pero nada grave. Si gusta, lo esperamos en el hospital central de ciudad Dominó. Es aquí en donde estamos- el peliverde pudo escuchar como Yami daba instrucciones a alguien para dirigirse hacia allá.


 


-Noah, ¿eres empleado del hospital?- la pregunta extrañó un poco al chico, pero supuso que era normal.


 


-No, mi hermano y yo ayudamos a Mokuba hace un rato, cuando sufrió un accidente. Si gusta, aquí lo espero para que pueda verlo y contarle todo lo sucedido-


 


-Bien, llegaré en unos minutos. Te agradezco mucho- la voz de Yami sonaba ansiosa.


 


-No hay de qué. Avisaré a Mokuba que viene en camino- sin esperar respuesta colgó su celular y bajó del auto para reunirse con su hermano y su nuevo amigo.


 


Cuando llegó a la habitación en donde se encontraban, Yugi lo abordó para que no levantara mucho la voz, pues el pelinegro por fin estaba descansando.


 


-Acabo de hablar con la persona que me pidió. Viene en camino- Yugi asintió sin quitarle la vista de encima al muchacho dormido.


 


-¿Te costó trabajo encontrar su teléfono? Me extrañó que no lo supiera- Noah rodó sus ojos hacia arriba sin que su hermano lo notara.


 


-Vamos Yugi, en estos tiempos nadie se sabe los números de teléfono. Todo es facilidad con los celulares y la tecnología. Fue muy fácil encontrar el número de ese Yami Atemu. Se nota que es alguien importante porque de inmediato me arrojó muchas referencias. Parece que trabaja en Kaiba Corp- Yugi lo volteó a ver.


 


-Pues Mokuba no quiso dar su apellido, insistió que lo atendieran así, que ya después explicaría eso y hablaría con quien tuviera que hablar. Creo que lo estaba evitando- Noah solo alzó los hombros con despreocupación.


 


-Si el amigo de su hermano es una figura pública, como me dio la impresión cuando lo busqué para encontrar su dato, entonces supongo que él prefiere pasar desapercibido- Noah observó a Mokuba. Algo en él le agradaba, y a la vez le inspiraba una profunda tristeza. Le daba la impresión de que el chico estaba deprimido o algo así. Ni siquiera podía explicarlo, solo eran sensaciones que le daban.


 


-Bueno, ¿y ese tal Yami te dijo algo en especial?- la voz de Yugi también era de preocupación.


 


-No, solo que ya venía en camino. Pero si Mokuba no quiso dar su apellido, no estoy seguro de que encuentre este cuarto- Yugi le dio un suave golpe en la cabeza.


 


-Torpe. Si Mokuba es alguien importante, como lo estamos suponiendo, encontrará la manera de llegar hasta aquí, no lo dudes- Noah rió por lo bajo.


 


Vaya que Yugi tenía razón.


 


 


Por su lado, una vez que la llamada entre Noah y Yami había terminado, el tricolor había marcado a su jefe. Podía sentir adrenalina en su cuerpo, y los latidos de su corazón también eran evidentes.


 


Y su querido jefe no contestaba.


Y él tenía ganas de ahorcarlo.


 


Ya iban 4 llamadas seguidas que el CEO no contestaba. Y entendía que en la motocicleta era difícil que contestara, o aún que escuchara que estaba sonando. Aún así esperaba que estuviera atento al teléfono por noticias de su hermano, y no contestaba el muy...


 


El sonido del timbre de su celular y el movimiento vibratorio lo sacaron de sus pensamientos. Ya sabía quien era.


 


-Seto- procuró respirar para no gritarle en cuanto contestó.


 


-No podía orillarme con facilidad. ¿Noticias?- la voz del ojiazul era fría como siempre, aunque Yami estaba seguro que por dentro se derretía de preocupación.


 


-Mokuba se encuentra en el hospital central de ciudad Dominó. Parece que sufrió un accidente, pero no le pasó nada grave. Alguien lo ayudó, y fue quien se comunicó conmigo. Un tal Noah- pudo escuchar una especia de suspiro de parte del CEO.


 


-Bien. Me imagino que estás es camino- si Atemu lo hubiera tenido cerca, le hubiera dado un golpe.


 


-Por supuesto, de hecho estoy por llegar. ¿Estás lejos del lugar?- Yami notó como la limosina disminuía su velocidad. Parecía que habían llegado.


 


-No demasiado. Supongo que haré unos 10 minutos. Te llamaré cuando llegue- el tricolor escuchó como la moto se encendió de nuevo.


 


-Bien. Yo ya llegué. Nos vemos acá- se escuchó como Seto colgó el teléfono sin decir nada más. Y Atemu dio instrucciones para que lo bajaran en la entrada y el chofer lo esperara cerca por si lo necesitaba.


 


Bajó del vehículo y entró a recepción, dirigiéndose a la encargada.


 


-Buenas tardes. Busco a alguien que tuvo un accidente y me dijeron que lo trajeron para acá- la enfermera pudo notar la ansiedad en la voz del hombre.


 


-¿Nombre de la persona a quien busca?- dijo muy formal la chica.


 


-Apellido Kaiba- la chica lo volteó a ver de inmediato. Y cómo no, si toda la ciudad conocía ese respetado apellido.


 


-Lo siento, ningún Kaiba ha sido ingresado hoy- el tricolor pensó con rapidez.


 


-¿Algún Mokuba llegó hoy?- la enfermera empezó a revisar los ingresos del día.


 


-Tengo a un Mokuba. No nos quiso dar su apellido hasta que llegaran sus familiares. ¿Es usted uno de ellos?- Yami supo que si no presentaba parentesco no lo dejarían entrar.


 


-Soy su primo. Y su hermano viene en camino- Atemu vio como la enfermera palideció un poco al enterarse de que Seto Kaiba venía en camino.


 


-Bien, le mostraré la habitación. El doctor ya firmó el alta del paciente, solo estamos esperando a que el efecto de los calmantes pasen para que se pueda retirar- Yami asintió y siguió a la enfermera.


 


Caminaron por varios pasillos, y ella se detuvo frente a una puerta. Antes de entrar, la chica volteó a verlo.


 


-Aquí es. Solo quiero recordarle que este es un lugar público, y no toleraremos ningún tipo de escándalo- el tricolor supo xon exactitud por qué le decía esas palabras. Seto podía armar escándalos con facilidad cuando estaba alterado.


 


-No se preocupe, me encargaré de que todo esté tranquilo- la enfermera asintió, tocó la puerta y abrió con suavidad. Entró y aprovechó para tomar los signos vitales del chico que seguía dormido. Yami aguardó en la puerta hasta que la enfermera salió y lo dejó entrar.


 


Cuando pasó al cuarto de hospital, vio a dos chicos sentados en el sillón. Ambos se pusieron de pie en cuanto lo vieron.


 


-Buenas tardes. Soy Yami Atemu- el tricolor cuidó de moderar el volumen de su voz, pues notó que el Kaiba estaba dormido.


 


-Señor Yami, un gusto. Yo soy Noah- el peliverde le extendió la mano que Atemu estrechó de inmediato. Y el tricolor pudo notar, al igual que Mokuba lo hizo en su momento, el extraño y gran parecido de Noah con el de Seto.


 


-Noah, muchas gracias por avisarme que Mokuba estaba aquí. Estaba muy preocupado- entonces volteó con el otro chico presente, y se quedó mudo. Y Yugi también se quedó mudo.


 


¡Es que era tan parecidos!


 


Un montón de dudas les pasaron a ambos por la mente. En especial a Yugi, quien habiendo sido adoptado no conocía a su familia biológica.


 


-Yo... soy Yugi- el más bajito trató de salir de su estupefacción, y lo saludo. Entonces Yami reaccionó.


 


-Yugi, un gusto. Muchas gracias por ayudar a Mokuba. Les debo demasiado- la voz y mirada que Atemu le dedicó a Yugi lo hicieron estremecer. No supo ni por qué, pero algo se removió muy adentro de él.


 


-No es nada. No hicimos nada que cualquier otra persona hubiera hecho- el peliverde intervino, dándose cuenta a la perfección de las reacciones de su hermano.


 


-Pero fueron ustedes quienes lo ayudaron. Estoy seguro que su hermano querrá recompensarlos de alguna manera- Noah sonrió, casi como quitándole importancia al asunto.


 


-Bueno, en realidad no hicimos nada. Lo importante es que él está bien. Estaba bastante alterado por lo que lo sedaron. De hecho, ya lo dieron de alta, solo hay que esperar hasta que despierte- Noah hizo una seña con la mano invitando a Yami a sentarse con ellos. Noah y Yugi de una lado del sillón, Atemu del otro.


 


-Algo así me dijo la enfermera- estaban en eso cuando el teléfono del tricolor más alto interrumpió.


 


-Disculpen, me imagino que es su hermano- Yami salió casi con prisa del cuarto, y se dirigió a la entrada mientras Seto le indicaba que ya había llegado.


 


Se reunió con él en la entrada y lo condujo al cuarto. Antes de entrar, se detuvo, y le habló con la voz muy moderada.


 


-Los chicos que lo ayudaron están aquí dentro. Han estado con él desde el accidente, y al parecer Mokuba no quiso dar su apellido, así que no saben quien es. Se amable por favor- Yami Atemu era la única persona que le podía hablar de esa manera a Seto Kaiba sin morir o ser despedido en el intento. Y era por que Seto le tenía una gran confianza. Así que estuvo de acuerdo, asintió y pasaron a la habitación.


 


Tanto Yugi como Noah reían por algún motivo, pero guardaron silencio sin dejar de sonreír cuando los otros dos entraron.


 


-Buenas tardes- Seto fue cortés.


 


-Buenas tardes, yo soy Noah- el peliverde fue el primero que estrechó la mano del castaño, y luego le siguió su hermano menor.


 


-Mi nombre es Yugi- si Seto fue sorprendido por la apariencia de el tricolor más chaparro, no lo denotó. Se mostró frío como siempre.


 


-Yo soy Seto. Muchas gracias por cuidar de mi hermano- todas las miradas se dirigieron a Mokuba, quien seguía sin despertar.


 


Noah los invitó a sentarse. Yami los acompañó, pero el castaño decidió quedarse de pie junto a la cama.


 


-¿Qué fue lo que sucedió?- cuestionó el CEO, sin dejar de estar al lado de su hermano.


 


-No sabemos con exactitud. Íbamos circulando camino a casa, cuando vimos a Mokuba y otro muchacho tirados en el piso. Nos detuvimos de inmediato. Había mucha gente pero nadie se acercó a ayudarles, así que decidimos hacerlo nosotros. Por suerte alguien sí se había tomado el trabajo de hablar a emergencias, y la ambulancia llegó en poco tiempo- el relato de Yugi les dio escalofríos a los recién llegados.


-¿Hubo alguien más accidentado?- fue la obvia pregunta del tricolor más alto.


 


-Sí. Por lo que tengo entendido, fue ese muchacho quien salvó a Mokuba de ser arrollado por un auto, siendo él el golpeado. De hecho nosotros nos ofrecimos a traer a Mokuba para acá, pero él insistió en venir en la ambulancia. Estaba bastante preocupado por el otro muchacho- fue el peliverde quien explicó esta vez.


 


-¿Saben algo del otro muchacho?¿Quién era, o cómo está?- en la voz del CEO hubo un pequeño rastro de preocupación, solo notado por Yami quien lo conocía desde años atrás.


 


-Pues no sabemos quién es. Mokuba le preguntó al doctor cuando estuvo aquí acerca de él, y le dijo que no trae identificación con él, por lo que no saben quien es. Que está fuera de peligro, pero que están esperando algunas pruebas porque tuvo una fuerte contusión en la cabeza de la que no saben si tendrá secuelas. Sigue en observación- el castaño asintió ante las palabras de Yugi.


 


El cuarto se quedó en silencio por un rato.


Yugi aprovechó la compañía para salir un momento. Noah decidió acompañarlo para darles privacidad a Seto y Atemu. Y el castaño lo agradeció.


 


Aprovechó para acariciar con sumo cariño el cabello de hermanito, por fin respirando tranquilo después de horas de estrés. Si hubiera estado solo con él, quizás hasta hubiera dejado salir un par de lágrimas para liberarse, pero aún con la confianza que le tenía a Atemu, no se dio ese lujo.


 


El tricolor solo observaba en silencio. Había estado muy preocupado por Mokuba. Ahora todo ese estrés y preocupación estaban bajando, y sentía el cuerpo cada vez más desguanzado. Recargó su cabeza en el sofá del cuarto, y cerró los ojos para relajarse. Suspiró con profundidad, y decidió que necesitaba cafeína en su organismo para no caer dormido en ese preciso momento.


 


-Iré a la cafetería. ¿Quieres que te traiga algo?- el tricolor se puso de pie. No invitó al CEO a ir con él, porque sabía que su respuesta sería negativa.


 


-Creo que un expresso bien cargado me caería bien- dijo el castaño sin quitar la vista de su hermanito.


 


-Bien, regreso en un momento- el tricolor emprendió marcha. Justo al salir del cuarto se topó con Noah.


 


-¿Alguna novedad?- cuestionó el peliverde.


 


-No en realidad, tan solo necesito un café, y Seto quiere otro. Iré a la cafetería por algo. ¿Gustas que te traiga alguna cosa?- el peliverde sonrió ante la muestra de amabilidad.


 


-No, gracias. De hecho vengo de allá. Por ahí dejé a mi hermano, quizás te pueda hacer compañía si lo deseas. ¿Crees que estará bien si entro, o debería dejar a Mokuba solo con su hermano?- el semblante del más alto se tornó un poco más serio, pero Yami trató de restarle importancia.


 


-Seto no es alguien muy sociable, pero siendo ustedes quienes lo ayudaron, estoy casi seguro de que no le molestará. Tanto él como yo estamos muy agradecidos por lo que hicieron- el tricolor le dedicó una sonrisa, le palmeó el hombro, y siguió su camino.


 


El peliverde vaciló un poco, pero al final se decidió a preguntar. Abrió la puerta del cuarto y asomó la cabeza mientras tocaba para llamar la atención del castaño.


 


-¿Esta bien que pase, o prefieres estar solo con él?- Seto se le quedó viendo.


 


-Está bien si quieres pasar, yo no tengo incoveniente con eso- Noah se sintió aliviado. Entró en silencio, y de la misma manera se sentó en el sillón que estaba al costado de la cama de Mokuba, del mismo lado donde estaba Seto.


 


-¿Por qué no te sientas un rato? Estoy seguro que cuando Mokuba despierte te darás cuenta, y podrás pararte con él- Noah solo intentaba ser amable, y el CEO lo sabía. Solo que era demasiado extraño para él que alguien intentara se amable con él solo por que sí, sin una intención por atrás.


 


Aún así, el castaño lo reflexionó un poco, y después de unos momentos, se sentó. Aún así, estaba viendo a su hermano todo el tiempo.


 


-¿Puedo preguntarte algo acerca de tu hermano?- la voz de Noah jaló la atención del ojiazul y generó que volteara a verlo.


 


-Adelante- a pesar de ser frío y algo cortante, Seto era siempre cortés.


 


-¿Tu hermano tiene algún problema?- la pregunta descolocó completamente al CEO.


 


-¿Problema? ¿A qué te refieres?- por un momento, Seto casi se pone a la defensiva. Pero recordó en donde y con quien estaba, así que se calmó a si mismo.


 


-Bueno, la verdad es que Mokuba estaba muy alterado cuando llegamos Yugi y yo. Es normal, acababa de pasar el accidente y nadie llegaba a ayudarlo. Pero más allá de eso que fue momentaneo, pude notar algo en sus ojos. Como si fueran muchos problemas, quizás existenciales, o una tristeza muy profunda. No se si Yugi también lo notó, pero yo lo pude percibir- Seto guardó silencio un momento, reflexionando las palabras que el peliverde le acababa de decir. Su propia conciencia le dijo que las cosas no estaban bien si había tanto distanciamiento entre los hermanos Kaiba.


 


-Bueno, siendo sinceros, Mokuba y yo no somos los hermanos más cercanos. Me estás hablando de marte cuando yo estoy en la tierra- esas palabras le pesaron más al CEO de lo que él mismo siquiera se dio cuenta.


 


-Eso fue obvio y evidente para mí, cuando Mokuba me pidió que le hablara a Yami Atemu primero. Pensé que optaría por buscar a su propio hermano, y no fue así. Prefirió hablarle a un amigo tuyo- no era para nada una acusación, pero el hecho de que tuteara al ojiazul y se expresara de esa forma, lo hizo parecer así. Seto seguía diciéndose a si mismo que estuviera tranquilo, y que el muchacho en realidad no quería atacarlo.


 


-Atemu es como de la familia, y es amigo de Mokuba también. Se tienen mucha confianza, por eso te pidió que le hablaras a él. Como te mencioné, no somos muy cercanos- había dolor detrás de esa última expresión, y Noah pudo percibirlo.


 


-Bueno, yo no soy psicólogo ni muchos menos, pero en verdad creo que Mokuba está cargando con más cosas de las que debería. Si me permites tomarme el atrevimiento de una sugerencia, atiéndelo antes de que no pueda soportar la carga. Puede llegar a ser una situación horrible- Seto entendió las buenas intenciones del muchacho, que solo estaba preocupado por su hermanito.


 


-Ten calma, tomaré cartas en el asunto. Desde hace un tiempo he visto a Mokuba más serio de lo que era antes. Quizás tengas razón, buscaré ayuda profesional para solucionar esto- los ojos del castaño le indicaron a Noah que no mentía. Entonces le sonrió, casi agradeciéndole por algo que en realidad le correspondía como hermano mayor.


 


-Oye, disculpa que me meta, pero... ¿no vas a hablar con alguien más para que venga? No se, su madre o padre quizás- bueno, entonces ya estaba siendo un poco metiche, pero el castaño decidió pasarlo por alto.


 


-No tenemos padre ni madre. Yo soy el tutor legal de Mokuba y hermano mayor- Noah pensó que había metido la pata en grande.


 


-Oh, lo siento mucho. No fue mi intención- el peliverde estaba muy apenado, pero el CEO no reclamó nada. Al contrario de eso, estaba sorprendido de que no los hubieran reconocido ya. Mokuba no salía mucho en periódicos ni televisión porque no asistía a muchos eventos, pero el sí era una figura pública bastante reconocida.


 


-¿De dónde son tú y tu hermano?- ahora el descolocado fue Noah. La pregunta lo agarró desprevenido.


 


-Bueno, la verdad es que Yugi y yo somos hermanos adoptivos. Nuestros padres nos adoptaron por separado. Ambos nacimos aquí en Japón, pero fuimos llevados a Alemania siendo bebés, ya que fue ahí donde nos criaron. Tenemos un par de semanas que regresamos- el que no fueran hermanos de sangre no sorprendió nadita al CEO, ya que no se parecían más que en lo blanco de los ojos.


 


-¿Y qué los motivó a regresar para acá? Si no es indiscreción de mi parte- la plática se había tornado interesante y agradable entre los dos.


 


-Bueno, varias razones. Primero, a ambos nos gustaría saber nuestros orígenes. Nunca tuvimos contacto con las personas por quienes fuimos traídos a este mundo, y sería interesante conocerlas. Por otro lado, hace un par de años nuestros padres murieron en un accidente de auto. Quisimos quedarnos allá en Alemania en un principio, porque allá nos criaron, pero se ha vuelto insostenible. Nuestro abuelo vive aquí en Dominó, así que nos invitó a venirnos hacia acá. No es que nos pueda mantener sin problemas, pero al menos podemos hacer equipo y entre los 3 salir adelante- la historia del peliverde le supo vagamente familiar.


 


Habían pasado dificultades, y se habían recuperado. Lo que más llamaba la atención de lo que le había contado, es que durante todo el proceso se habían mantenido unidos como hermanos, a pesar de no compartir lazo sanguíneo, opuesto a lo que estaba sucediendo con Mokuba y con él.


 


Hizo notas mentales para en verdad solucionar todo lo que estaba sucediendo y que se interponía entre Mokuba y él.


 


Y a la vez, la historia le hizo entender por qué aún no los habían reconocido.


 


-Vaya, pues espero que logren lo que se proponen. Mokuba y yo fuimos adoptados también. La verdad es que no entiendo por qué querrían encontrar seres humanos que los rechazaron cuando eran pequeños e indefensos- Noah notó hostilidad en ese comentario, pero supo que no era por ellos, sino por si mismo.


 


-Bueno, siempre es interesante saber. Las condiciones de vida de cada quien son eso, condiciones únicas. Yo no reaccionaría como tú ante cierta situación, y viceversa. Entonces no estoy seguro de cual fue la razón por la cual nos entregaron de esa manera. Prefiero descubrirla y vivir en la verdad, que nunca saber y vivir en una ilusión- el CEO solo lo miraba a los ojos.


 


-¿Y qué pasa si se encuentran con algo desagradable?- Noah ya había estudiado esa posibilidad.


 


-Entonces al menos sabremos la verdad. Nuestros padres nos dieron la mejor vida que nos pudieron dar, y quizás esas gentes de las que nacimos no podían o no querían tenernos. Creo que tenemos derecho a conocerlos, y ellos a nosotros. Si no nos quieren en su vida, nos iremos tranquilos, sabiendo que dimos los pasos necesarios para cerrar ese círculo en nuestras vidas- lo que más sorprendió al castaño fue la madurez con la que habló el peliverde.


 


-¿Cuántos años tienen Noah?- la plática se hacía cada vez más cálida.


 


-Yo tengo 17, Yugi tiene 19- bueno, por primera vez el ojiazul se mostró sorprendido ante esa respuesta.


 


-Vaya, casi te podría decir que no te puedo creer- Noah soltó una risita sencilla.


 


-Bueno, pues así somos. Es medio increíble, pero pues qué puedo decir. Genes, supongo- el peliverde levantó los hombros, restándole importancia al asunto.


 


-Es que no es solo lo físico. Tú pareces más maduro que él- Noah soltó una carcajada, pero cuidando el volumen por el chico accidentado.


 


-Bueno, eso es porque no has hablado con Yugi. ÉL es mucho más maduro que yo. Nuestros padres nos enseñaron a ser responsables, educados, amables, y más cosas por el estilo. Valores en realidad. Entonces, así como me escuchas hablar es en realidad por eso. Pero créeme, puedo ser mucho más infantil de lo que, por lo visto, crees- Seto dejó asomar una sonrisa ligera. La conversación se había tornado muy agradable en esos momentos, pero una vez más fue interrumpida. Esta vez fueron unos sonidos que venían de Mokuba.


 


El CEO se puso de pie de inmediato y se paró junto a su hermano. Noah mantuvo su lugar, le dio la impresión de que era mejor así.


 


Entre sonidos de molestia, y muy poco a poco, el pelinegro fue abriendo los ojos. Primero vio todo borroso, sin poder distinguir nada. Trató de levantar sus manos para tallarse los ojos, pero pesaban demasiado. Unos segundos después, su vista comenzó a aclararse, pudo enfocar y distinguir con claridad a su hermano mayor.


 


-¿Seto?- Mokuba estaba demasiado dormido aún.


 


-Aquí estoy Moki, tranquilo- con toda la suavidad y el cariño que tenía, el ojiazul acarició la cabeza de su hermanito, quien se sintió acompañado gracias a ese tacto.


 


-¿Hace cuanto que llegaste?- Mokuba había vuelto a cerrar los ojos en señal de relajación, pero no estaba dormido. Más bien iba despertando poco a poco.


 


-Hace algo de tiempo. No fue fácil encontrarte, pero Atemu fue avisado y vinimos los dos- por una pequeña fracción de segundo, Seto casi se pone celoso de Yami. Entonces recordó quién era él y quien era Yami, y se calmó a sí mismo.


 


-Que bien. Gracias por venir- la voz del adolescente fue casi un susurro. Como si le diera pena decirlo. Y eso enterneció al castaño.


 


-No tienes nada que agradecer. Mejor dime cómo te sientes- el ojiazul seguía acariciando sus cabellos.


-Pues, tengo algo de dolor. Pero de ahí en más estoy bien. ¿Sabes algo de Noah, o Yugi?- Mokuba se preguntó a si mismo si Seto ya los habría conocido, pero fue otra voz quien le contestó.


 


-Aquí estoy Mokuba, aún no me he ido- el pelinegro abrió los ojos, y vio como el peliverde aparecía en su campo de visión, cerca de Seto, para saludarlo.


 


-Hola Noah- el adolescente sonrió, y volvió a cerrar los ojos. En verdad que las caricias de Seto lo estaban relajando mucho.


 


-Yugi salió un rato, y Atemu me dijo que me traería un café que aún no me ha traído- la molestia en la voz del CEO divirtió a Mokuba, quien no tenía fuerzas ni para reírse.


 


-No tardarán. Seguro se encontraron por allá y están platicando- Noah sí que conocía a su hermano. Eso o tenía un sexto sentido para saber qué estaba sucediendo.


 


Porque cuando Yami llegó a la cafetería, vio que en la terraza se encontraba Yugi fumando un cigarrillo. Antes de comprar lo que le pidió su jefe, decidió abordarlo.


 


-¿Nervioso?- Yugi estaba con los antebrazos recargados en el barandal de esa terraza, y Atemu llegó a recargarse igual pero a un par de pasos de distancia.


 


-Lo estaba hace rato, ahora estoy mejor- contestó el tricolor más chaparro, sin siquiera voltear a ver al otro. Yami enarcó una ceja.


 


-¿Fumar te hace sentir mejor?- el menor soltó un suspiro.


 


-Algo. Me da calma y me ayuda a aclarar pensamientos- Yami volteó a ver el cielo.


 


-¿Y no habrá algo que te de esa misma sensación sin que te haga daño?- Yugi sonrió de una manera extraña, y lo volteó a ver por primera vez desde que empezaron a conversar.


 


-¿Tú crees que esto me hará daño?- Yami vio a su clon con una expresión casi estupefacta.


 


-No, no lo creo. Se que esa cosa hace daño- casi sonó altanero, y Yugi se enderezó y volteó hacia él para verlo hacia los ojos.


 


-¿Y lo que vas a comprar no es tóxico? ¿Y lo que comes todos los días no es tóxico? Todo es tóxico a un nivel. Lo importante no es la prohibición, sino la conciencia detrás del acto- Atemu repitió esas palabras en su mente una y otra vez, empapándose de ellas.


 


-Bueno, tienes un punto- admitió el mayor.


 


-Más que un punto. Ponte a examinar todo lo que comes, verás que esto mucho menos dañino que muchas cosas que ingieres- la sonrisa del rostro de Yugi no se borró. Retomó su postura inicial, y siguió fumando con tranquilidad, como si nadie lo hubiera interrumpido.


 


-¿Entonces crees que eres inmune?- Yami siempre había sido terco.


 


-No, para nada. Solo disfruto de los placeres que me da la vida, y este es uno de ellos. No lo considero algo tóxico porque no fumo 2 cajetillas diarias. Es solo cuando necesito pensar, aclarar ideas, o cuando estoy muy alterado. Con esa conciencia lo uso, y me cae bien- Yami sonrió. El pequeño mostraba seguridad en si mismo. Eso le gustó.


 


-Iré a comprar un café para mí y otro para Seto. ¿Gustas algo?- Yugi volteó y las miradas se cruzaron.


 


-Gracias, estoy bien como estoy- el menor volvió a fumar de su cigarrillo.


 


-Bueno, al menos me encantaría que me acompañaras. Sería bueno tener con quien hablar- casi parecía coqueteo, pero ambos sabían que eso no sucedería. No por ahora, al menos.


 


Yugi apagó su cigarro, y le sonrió al mayor.


 


-Vamos, pues- Atemu le sonrió. Fueron a comprar 2 cafés bien cargados, y un chocolate caliente para Yugi. Entonces se dirigieron a la habitación de Mokuba, mientras hablaban y se conocían un poco más.


 


Al llegar, vieron al castaño y al peliverde a un lado de la cama de Mokuba, quien ya estaba más despierto cada vez, y los saludó con adormilada alegría.


 


-Hola chibi. Vaya susto el que nos diste- Yami se acercó por el otro lado de la cama. Yugi también se acercó por ese mismo lado, haciendo que quedaran casi juntos.


 


Mokuba se sintió entonces sobrepasado, y lágrimas empezaron a aparecer en su rostro. De un momento a otro, comenzó a llorar, casi inconsolable. Por un lado, se sentía agradecido de estar vivo y estar bien, y a la vez de estar rodeado de gente que le había mostrado aprecio como Noah y Yugi, y de sus seres amados, como Seto y Yami.


 


Por otro lado, no podía dejar de pensar en el muchacho que lo había empujado y salvado su vida. Le hacía sentir tan triste que le fuera a pasar algo.


 


Fueron tantas las emociones que le embargaron en ese momento, que lo único que pudo hacer fue llorar, y llorar, y llorar.


 


De manera silenciosa, Seto se sentó en una orilla de la cama y lo atrajo hacia él, dejando que llorara en su regazo. Yami estaba parado en silencio, mientras los otros dos chicos se sentaron en el sillón, dando espacio a los hermanos.


 


Mokuba no supo cuanto tiempo estuvo llorando. Ni siquiera se dio cuenta de que lloró hasta el agotamiento, y después volvió a quedarse dormido, esta vez en brazos de su hermano.


 


 


 

Notas finales:

Lindo día!

Hermosa noche!


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