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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Sus pupilas se mantenían fijas en el calendario. Una sonrisa casi imperceptible se formó en sus labios, ese día cumplía diesciocho años.
 
-¿A dónde piensas ir?- Kakashi se levantó de su asiento, dejando el pago correspondiente sobre la mesa. Naruto podría tomar decisiones por su cuenta de ahora en adelante, no obstante la orden de custodia lo acreditaba como su tutor, aun si el chico ya era mayor de edad.
 
-Debo arreglar algo- contestó seriamente, quería resolver el asunto con Sasuke, por lo menos debía intentarlo. La tristeza que lo embargaba se había intensificado con el paso de los días. Si Sasuke no lo buscaba, entonces ya no significaba nada para él, ¿Por qué?...se merecía una explicación, después de todo el sufrimiento que le había propiciado a sabiendas de sus sentimientos ¿Por qué ni siquiera se esforzaba en buscarlo?
 
-Ese “algo”- enfatizó Kakashi encaminándose a la salida junto al Uzumaki. –Tiene que ver con ese alguien- no era una pregunta, claramente le estaba afirmando al chico que sabía lo que pretendía hacer, sus acciones eran demasiado predecibles, pero a pesar de ello, no le molestaba. Naruto observó el gesto reprobatorio de Kakashi.
 
-Si- su mirada se suavizó de inmediato, no esperaba reconciliarse con Sasuke pero si quería saber los motivos que lo llevaron a olvidarlo, ¿Por qué la persona más importante en su vida se había olvidado de él?
 
Le dolía inmensamente no poder remediar nada. Kakashi tenía razón después de todo, Sasuke solo lo lastimaba.
 
-Sabes que aún estoy a cargo de 
 
ti… ¿o me equivoco?- era la única duda que no podía responder por su cuenta, podía ver a través de los ojos de Naruto la tristeza y el dolor que se esforzaba en ocultar, sin embargo, la repentina felicidad que caracterizó el rostro del chico al enterarse de la fecha, lo confundía de sobremanera.
 
-Lo sé- Naruto sonrió, esta vez era una sonrisa sincera, propia. No la estaba forzando, podía notarlo, podía percibirlo. –Solo quiero…
 
-Está bien- le interrumpió mirando al cielo, por un momento Naruto pudo observar cierta nostalgia en el rostro de Kakashi, solo fue un breve instante. –Confió en ti, Naruto- cada palabra lo reconfortó inexplicablemente, le alegraba saber que una persona confiara en sus acciones, ya que ni siquiera él mismo podía hacerlo. Incluso Sasuke había dudado de él sin una razón valida, malinterpretando un encuentro casual con Kakashi como una sólida relación entre ambos, cuando apenas y estaba enterado de las intenciones del agente, además, había aceptado para ayudarlo, quería evitar que Sasuke terminara en prisión por su culpa.
 
-Gracias- apenas un hilo de voz salió de sus labios, se sentía extraño, durante el transcurso del día, su cuerpo no respondía bien, su mente tampoco, era como si…como si fuera otra persona. ¡Qué estúpido!, seguramente esos pensamientos y sensaciones se debían al distanciamiento de Sasuke, no había otra explicación coherente.
 
-Te esperaré aquí- profirió Kakashi entrando de nueva cuenta al local, si bien era cierto que confiaba en el chico, no por eso le dejaría irse solo hasta su casa, mucho menos en la oscuridad de la noche. Era peligroso, y su deber se centraba en cuidar a Naruto, sin importar qué pasara.
 
-De acuerdo- pronto Naruto volvió a sentir esa sensación inquietante en su interior, pero decidió no tomarle importancia, lo más probable era que se enfermara por ser tan descuidado con su propia salud en la última semana. Sacudió ligeramente la cabeza antes de dirigirse a la avenida para abordar un taxi.
 
**
 
Se había vestido una polera blanca junto a un pantalón negro de vestir. Consideraba idiota de su parte tener tanto cuidado con su aspecto personal, solo iba a revolcarse con una cualquiera para disipar el dolor emocional que lo estaba carcomiendo, era más sencillo y económico que estar todo el día tendido sobre la cama sin realizar mayor actividad que no fuera intoxicar su cuerpo con alguna sustancia.
 
Sasuke Uchiha se miró por última vez en el espejo, verificando que todo estuviera en orden, su cabello, su ropa, absolutamente todo estaba impecable, menos su autoestima.
 
Su estado de ánimo era basura, tenía que poner las cosas en la balanza. Un rato de placer contrarrestaría momentáneamente el dolor emocional.
 
Bajó las escaleras mientras se disponía a dar un par de caladas al cilindro que sostenía entre sus dedos, no importaba qué hiciera o dejara de hacer, el dolor lo acompañaba a cada minuto, desde el momento que despertaba y hasta el momento de acostarse.
 
Recordó una y otra vez las palabras de Naruto, prácticamente le había dicho que nunca sintió nada por él, no solo lo dijo, lo demostró con su partida. Las ceniza del cigarrillo cayó sobre su brazo, devolviéndolo dolorosamente a la realidad, sacudió rápidamente su brazo, pasando a dejar tirado el cilindro para después pisarlo con furia, destrozándolo, haciéndolo añicos, eso era exactamente lo que deseaba hacer con sus sentimientos.
 
Una fuerte punzada en su hombro lo hizo trastabillar al momento de pisar el ultimo escalón, se sujetó del pasamanos a tiempo, evitando una certera caída, el dolor se expandía hasta su cuello, como si algún músculo se hubiera desgarrado. Su rostro se alteró, realmente era insoportable.
 
Optó por sentarse un instante para revisar su hombro, se retiró la camisa de inmediato para observar de donde provenía el dolor. No tenía nada. Cerró los ojos un momento para tranquilizarse, no lo consiguió.
 
Se puso de pie tan pronto el dolor se desvaneció, miró por última vez su hombro antes de ponerse de nueva cuenta la playera.
 
Se dirigió a la puerta con el único objetivo de reemplazar esas emociones, esos sentimientos, de reemplazar al propio Naruto Uzumaki.
 
Como si eso fuera posible, ¿Qué clase de amor podría encontrar en una revolcada?, ninguno, simplemente se estaba engañando a si mismo.
 
**
 
Los minutos pasaban, descendió de la motocicleta y procedió a retirarse el caso, decidió que era prudente estacionarse unas cuadras antes de su destino para así evitar ser demasiado obvio en caso de que hubiera algún oficial cerca. La imagen de Kakashi nubló su mente, acompañado del mismo sentimiento de ira hacia ese bastardo.
 
Inhaló hondo para después caminar con indiferencia entre las personas que transitaban por la acera.
 
Miraba desinteresadamente las vitrinas que exhibían toda clase de objetos, desde artículos personales, hasta reliquias y artículos para el hogar, un local en específico llamó su atención, apenas unos segundos, su mirada se situó en el anaquel donde yacía un ramo de rosas azules, vaya estupidez, justamente eran azules.
 
Siguió caminando, había llegado a su destino, solo tenía que entrar y pedir una habitación. 
 
Apenas puso un pie adentro, se devolvió de inmediato. No podía, tal vez Naruto no lo perdonaría nunca, quizás estaba mucho mejor con Kakashi, y seguramente se merecía estar sumido en su propio dolor, de cualquier forma no lo haría. Aun si Naruto lo traicionó, ir a acostarse con una prostituta solo reflejaba el grado de desesperación sentimental que experimentaba. Ni siquiera tenía ganas de tener sexo, solo ansiaba descargarse, sentir la satisfacción de estar con alguien mas.
 
Sacó la billetera del bolsillo de su pantalón, si se detenía a pensarlo no lo haría, el simple hecho de querer ir a disculparse era motivo suficiente para hacerlo sentir raro. En una forma puramente desagradable, jamás en su vida había comprado flores, jamás se había disculpado. 
 
Ridículo sentimiento de culpa.
 
Particularmente prefería lacerar su cuerpo antes de humillarse de semejante forma. Ya era tarde para analizar sus actos, la señorita del mostrador lo observaba atentamente con una estúpida sonrisa de hipocresía.
 
-Buenas noches, joven, ¿en qué puedo ayudarlo?- preguntó, acercándose al apuesto chico de cabello negro, este rodó los ojos con molestia. 
 
Jodida cursilería.
 
-El ramo, ¿Cuánto cuesta?- hasta las palabras le sabían amargas, no había manera de regresar el tiempo para evitar a la fuerza que Naruto se fuera, ¿Por qué había permitido que se marchara tan fácilmente?, bien podía haber ido a la casa de ese idiota y sacarlo por la fuerza.
 
Ya lo recordaba, la jodida ley se lo impedía.
 
-Espere- Le entregó un par de billetes a la empleada antes de tomar el ramo y salir deprisa de ahí, ignorando la insistente y desesperada voz de la mujer que se desvivía por entregarle el cambio.
 
**
 
Era la quinta ocasión que tocaba, dos timbres le subsiguieron a los insistentes golpes en la puerta, finalmente cedió, cansado y abrumado, Sasuke no estaba en su casa.
 
Suspiró con desanimo. Ya no podía seguir esperándolo ahí, el cielo comenzaba a nublarse y Kakashi lo estaba esperando en la heladería.
 
Emprendió de vuelta la caminata, pensativo. Habían decenas de lugares en las que podría estar Sasuke.
 
Quizá la farmacia, sabía de su problema con los medicamentos, pero no estaba seguro de si seguía ingiriendo píldoras, las demás opciones se enfocaban en algún bar, discoteca, antro, o cualquier centro de diversión nocturna que se le pareciera.
 
Sonrió irónico, de todas formas no sabía exactamente qué decirle al Uchiha después de lo ocurrido, ¿Por qué había esperado una semana para ir a pedirle explicaciones?
 
La respuesta era sencilla pero igual de desgarradora. No quería interferir en su relación, y aun así, estaba ahí de pie bajo el primer árbol, el más cercano a la casa de Sasuke, la misma maña de esperarlo solo cinco minutos más, misma fracción de tiempo que se había triplicado.
 
Era importante aclarar el asunto, sentía la necesidad de saber qué pensaba Sasuke, de preguntarle tantas cosas, aun si las respuestas eran igual de dolorosas.
 
Irguió su cuerpo hacia adelante, permitiéndole a su espalda retirarse del tronco del árbol, divisó a Sasuke a lo lejos, sonrió en acto reflejo, sintiendo enormes ganas de llorar, solo había pasado una semana y pareciera que eran meses los que se habían separado.
 
Quería correr a su encuentro, pero sus piernas no le respondían adecuadamente. Sasuke se veía tremendamente apuesto. Notó un objeto extraño en su mano derecha, entrecerró ligeramente los ojos para verlo mejor.
 
-¡Sasuke!- la molesta voz aguda llamó su atención de inmediato, era Sakura, que, corría al encuentro de Sasuke. No la había visto antes, su estómago se contrajo al observar con claridad el ramo de rosas que Sasuke llevaba en su mano.
 
Retrocedió un paso, consciente de lo que estaba pasando, sabía que no debía sentirse así, sobretodo porque la relación que ellos llevaban era obvia, sin embargo seguía doliéndole con la misma intensidad de antes. Se dio la vuelta para empezar correr, dejando atrás aquella escena de amor entre ambos, conservaba la inútil chispa de esperanza de que Sasuke estuviera solo, que reflexionara y se diera cuenta de su error...
 
¿Cuál error?, él era el error ahí, Naruto Uzumaki era el mal tercio de esa relación.
 
La suave brisa arrastró el camino de lágrimas que salían inevitablemente de sus ojos celestes.
 
Sasuke miraba indignado a Sakura, cómo era posible que tuviera el descaro de buscarlo después de lo ocurrido, era su culpa que el malentendido con Naruto llegara a mayores.
 
-¿Sasuke?- la fémina se reprimía las lágrimas. –Se que…- ignoró la gélida mirada que el Uchiha le dirigía. –Ya no estás con Naruto, te traicionó, yo te lo dije- cada palabra hería al Uchiha como una filosa daga en el pecho.
 
-¡Cállate!- tiró el ramo al piso y de un fuerte golpe con el pie, comenzó a destrozarlo. Todo indicaba que no podía estar con Naruto, lo odiaba, necesitaba convencerse de ello, pero no podía.
 
-Olvídalo Sasuke, olvida a ese chiquillo…yo….- se abstuvo de seguir hablando, observo cómo un par de lágrimas caían al suelo, simplemente no podía creerlo. Sasuke estaba llorando. Nunca lo había visto llorar. Ni siquiera cuando finalizó su relación hace algunos años, no eran lágrimas de tristeza, no, esta vez eran lágrimas de odio.
 
-Lárgate- sentenció, avanzando decididamente hasta su casa.
 
***
 
-¿Naruto?- Kakashi Hatake estrechó al menor entre sus brazos cuando este lo abrazó con fuerza, impregnando su camisa con sus lágrimas.
 
Naruto respingó.
 
Era todo, no volvería con Sasuke. No entendía por qué se había aferrado a la absurda idea de que Sasuke cambiara, eso no sucedería, ni ahora, ni nunca.
 
-Quiero irme- balbuceó entre el llanto, Kakashi asintió a la petición del chico.
 
Salieron del local para abordar un taxi.
 
En el transcurso del trayecto, Naruto no decía una sola palabra, se limitaba a mirar tristemente por el cristal, sumido en sus pensamientos.
 
Kakashi acariciaba el cabello dorado del chico. Algo había salido mal y por mas incorrecto que fuera, le alegraba. Quizás Naruto por fin había cedido en su afán de regresar con Sasuke, la persona egoísta, violenta e inestable que, de algún modo, se había ganado el amor de Naruto.
 
Una vez que entraron al departamento, el menor no tardó en juntar sus labios con los de Kakashi, buscando lo que Sasuke jamás le había dado, y nunca le podría dar.
 
El joven de cabellos plateados cerró los ojos, era imposible resistirse a los dulces besos de Naruto. Empujó suavemente al menor sobre el sofá para posicionarse sobre su cuerpo, separándose momentáneamente de sus labios y pasando a besar su cuello.
 
La camisa de Kakashi cayó al suelo junto con la de Naruto, sus manos recorrían cada extremidad del cuerpo del chico, desde el extraño tatuaje de su abdomen, hasta su pecho. Cada trazo lo hacía con suavidad, disfrutaba al máximo poder acariciar la piel de Naruto una vez más, pero le agradaba de sobremanera el hecho de que fuera esta vez Naruto quien tomaba la iniciativa, aun si era por despecho hacia Sasuke. 
 
No podía evitarlo, cada día se enamoraba mas de Naruto
 
El Uzumaki gemía con cada caricia, cada beso. Se aventuró a acariciar la espalda de Kakashi, sintiendo sus labios ser apresados por los del mayor, impidiéndole gemir sonoramente.
 
Sentía la lengua de Kakashi dentro de su boca, masajeándose con la propia, la erección del agente rozaba su entrepierna, podía sentirla aun a través de la tela.
 
Nada mas importaba, estaba correspondiendo no solo el beso y las caricias, sino también el amor que Kakashi le estaba ofreciendo. Anhelaba abrir su corazón una vez más para sanar las heridas que Sasuke había dejado en él.
 
Su pantalón fue retirado con rapidez, así como su ropa interior, Kakashi lo contempló unos momentos antes de deshacerse del resto de su ropa que le impedía disfrutar por completo el bello cuerpo de Naruto.
 
De un rápido movimiento, se posicionó entre las piernas del chico para penetrarlo lentamente. Los dedos de Naruto se hincaron en su espalda, cada vez con más fuerza a medida que terminaba de entrar.
 
No esperó mas, la excitación era demasiada, comenzó a moverse con suavidad, metiendo y sacando su miembro por completo.
 
Los jadeos no se hicieron esperar.
 
Naruto gemía al compás de las embestidas de Kakashi, su cuerpo se sentía mas extraño de lo normal. No era debido al acto sexual, ni siquiera podía razonar con claridad a qué se debía, pero no quería relacionarlo con Sasuke.
 
Gemidos y jadeos inundaron la habitación, la transpiración de los cuerpos y el roce de los mismos intensificaban el calor y la excitación.
 
Kakashi penetraba al menor con mayor rapidez y profundidad, el cuerpo de Naruto era toda una delicia, no quería desaprovechar el momento. Procedió a repartir caricias por toda la extensión del cuerpo de Naruto, este se retorcía constantemente ante sus acciones.
 
Una y otra vez arremetía. Estaba al borde del éxtasis, sujetó las piernas de Naruto para subir un poco la cadera del mismo, buscando hacer más profundas las penetraciones.
 
Naruto se aferraba de los cojines a su costado derecho, intentando canalizar el placer. Los estrujaba con fuerza, pero no se dignaba a abrir los ojos, por alguna extraña razón, sentía miedo. Nuevamente colocó sus manos sobre la espalda del mayor, sus uñas se hincaron con mucha fuerza, algo estaba mal.
 
Kakashi depositó un último beso en los labios de Naruto antes de tener su orgasmo, con una última estocada se corrió en el interior del menor, provocando a su vez que Naruto llegara al clímax con un gemido mas audible y placentero que los anteriores.
 
-Sasuke...- gimió con suavidad cuando Kakashi se disponía a salir de su cuerpo, ni siquiera estaba consciente de lo que dijo.
 
Aquellas palabras helaron al agente, pero no lo demostró. Naruto estaba pensando en él, haría lo que fuera necesario para que lo olvidara, aun si tenía que tomar su lugar en un principio, con el tiempo se acostumbraría y llegaría a enamorarse, quizás tanto como él lo amaba.
 
Un fuerte ardor acompañado de un tibio liquido descendiendo de la espalda de Kakashi le obligaron a levantarse del mueble. Se encaminó al baño para verse en el espejo, sus ojos se abrieron grandes al observar los arañazos en su espalda, era como si las hubieran hecho con alguna navaja o un objeto afilado. La sangre descendía de las heridas.
 
Dolía, quemaba, ardía.
 
Abrió el botiquín de primeros auxilios situado en la pared, junto al espejo, sacó un paquete de algodón y una botella de alcohol. Procedió a impregnar el algodón con el alcohol cuando el azote de la puerta lo sorprendió.
 
-¿Naruto?- dejó la botella de alcohol en el borde del lavabo, la ropa del chico ya no estaba y tampoco Naruto. –Rayos- tomó sus prendas del suelo para vestirse. Era muy tarde para que el chico saliera a caminar solo.
 

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