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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Abrió la portezuela del vehículo, tomó asiento y se colocó de inmediato el cinturón de seguridad. Contempló al chico de cabello rubio de pie junto a la puerta del copiloto. Resopló señalándole con la mirada la puerta trasera.

Naruto dudó unos segundos antes de entrar a la parte trasera del auto. El muchacho de cabello rojo tomó asiento junto a Sasuke, quien, miraba de vez en cuando a Naruto por el espejo retrovisor, sin denotar expresión alguna en su semblante.

El rubio miró por la ventana los automóviles situados a su lado. Había mucho tráfico, ni siquiera había visto la película con Sasuke. No tenía sentido que lo sacara si no pretendía pasar tiempo con él. Su camisa estaba empapada y asimismo su cabello. Tocó algunos mechones dorados que se habían teñido de naranja, esas partes comenzaban a endurecerse por el azúcar. Debía ducharse apenas llegaran a la casa de Sasuke.

Quería que ese horrible día terminara. Necesitaba con urgencia dormir. Tenía la esperanza de que cuando despertara todo volviera a ser como antes, que Sasuke dejara de portarse tan frío y distante con él. Que le pidiera una disculpa,  al menos que le explicara el malentendido o el disgusto que estaba padeciendo para poder argumentar algo a su favor.

Sus ojos azules seguían inmersos en múltiples sensaciones, sentimientos reprimidos y el dolor que le ocasionaba el perpetuo silencio de Sasuke. Le estaba aplicando la ley del hielo. Estaba llevando a un desconocido a su casa, y él seguía ahí, tratando de encontrar una razón valida para su conducta.

Sus uñas se aferraron al tapiz del asiento cuando observó a Sasuke acercándose melosamente al rostro del pelirrojo. No lo haría, no podía hacerle eso.

-Sasuke- trató de llamar su atención, de pedirle que lo mirara, que al menos recordara que seguía ahí dentro y podía observar sus acciones.

El silencio lo obligó a repetir el nombre de Sasuke una vez más. Sus ojos se humedecieron tan pronto Sasuke selló sus labios con los del muchacho para proceder a besarlo con dulzura, con pasión, ignorando por completo sus suplicas. 

Ya no podía soportarlo. Intentó decir algo pero no pudo, las palabras no salieron de su boca a consecuencia del terrible nudo que atravesaba su garganta.

Situó sus temblorosas manos en la manija de la portezuela. Tenía que salir de ahí, ya no quería seguir viendo como Sasuke le entregaba su amor a alguien más.

Forcejeó unos segundos, hasta que se dio cuenta de que tenía el seguro activado.

-Ábreme- exigió con lágrimas en sus bellos orbes celestes. –Ábreme, Sasuke- balbuceó por segunda vez, forzándose a mirar como el aludido besaba una boca ajena con suma tranquilidad… ¿en dónde estaba el amor que tanto le profesaba?...se estaba desmoronando con la horrenda imagen de la persona que amaba frente a él, besándose con alguien más.

Llevó la mano hasta su pecho, dolía.

-Ábreme- cerró los ojos, deseando que todo fuera una mentira, una broma. Le había aceptado con sus errores, pero ya era suficiente.

-Ya puedes irte- habló Sasuke al separarse del beso, permitiendo que el pelirrojo bajara del automóvil. No le dio tiempo a Naruto de hacer lo mismo. Recorrió su asiento en cuanto el semáforo se puso en rojo para retenerlo del brazo.

-Eres un idiota- gimoteó, forcejeando por soltarse del agarre.

-Tú también lo eres- sonrió para después señalarle el asiento delantero, invitándole a que se sentara junto a él. Naruto lo observó con odio. Maldito hipócrita.

Primero lo amenazaba para que no se acercara a Kakashi y él en cambio hacia lo que quería sin siquiera mortificarse, sin pedir una disculpa, nada.

-¿Por qué?- inquirió mientras abría la puerta para bajarse, zafándose prontamente de la mano de Sasuke. Quería una explicación, no importaba si era tonta o poco convincente, no importaba que fuera una mentira, pero que al menos se justificara debidamente.

-Era lindo- comentó apático, recorriendo el asiento a su posición inicial. Los ojos azules vibraron ante la respuesta tan estúpida e incoherente.

-¿Por qué?- repitió, azotando de golpe la puerta. No iba a entrar. Aun si estaba en medio de la avenida con los automóviles rodeándolo. Ignoró el constante sonido del claxon a sus espaldas y los múltiples insultos para que se quitara de en medio.

-Si no quieres venir, le pediré a Gaara que vuelva- dijo como si nada, centrando su mirada en el parabrisas.

-Suerte con tu nuevo novio- forzó una última sonrisa antes de comenzar a alejarse en sentido contrario, con las tibias lágrimas deslizándose por sus mejillas y el corazón roto.

Se suponía que estarían juntos a pesar de las circunstancias. Se suponía que su amor era mutuo. 

No era así, solo era una falsa ilusión. Sasuke nunca iba a cambiar, al menos no por él. Tenía que aceptarlo, debía resignarse a perderlo, siendo que Sasuke se contradecía una y otra vez.

Todas las promesas que hacía, terminaba rompiéndolas en un corto lapso de tiempo. ¿Qué caso tenía seguirse mintiendo?

-¡Naruto!- el gritó a sus espaldas lo alertó. Cerró sus puños antes de comenzar a correr. Si, era un cobarde, un maldito cobarde que huía de los problemas, de su realidad, de la persona que amaba y la misma que siempre lo lastimaba tanto física como psicológicamente.

No estuvo consiente de cuánto tiempo estuvo corriendo. Se detuvo cuando sus piernas se lo exigieron, cuando sus músculos resintieron el esfuerzo extra efectuado. Respiró agitado y sujetó sus rodillas con ambas manos para regular su acelerado ritmo cardíaco.

Le costaba creer que alguien más podía amarlo, que otra persona pudiera aceptarlo con su trágico pasado. La única persona que demostraba quererlo a pesar de todos sus defectos era Kakashi, pero ya no quería molestarlo, sentía que Kakashi se merecía a alguien mejor. Era una excelente persona, atento, caballeroso, apuesto, no lo merecía.

El sonido de la bofetada hizo eco en el lugar. Alzó la mirada al tiempo que acariciaba su enrojecida mejilla, saliendo abruptamente de sus divagaciones.

-¡Deja de ser tan estúpido y vuelve al auto!- le ordenó Sasuke, tomándolo con firmeza de la camisa.

-Vuelve con él- espetó Naruto con su voz quebrada. Sin dejar de sujetarse la mejilla, le había dolido mucho. Hacía tiempo que Sasuke no le levantaba la mano y esa cuestión lo inquietaba más que el dolor que le había provocado. –Vuelve con el pelirrojo que tanto te gusta, seguro es mejor que yo- su voz comenzó a apagarse al igual que su mirada, le costaba mucho decir aquello porque no deseaba que Sasuke se fuera con él.

-Al menos no es un idiota- profirió, señalado el humedecido cabello de Naruto.

-Pensé que habías cambiado- murmuró, bajando la mirada.

-No tengo todo el día- comenzó a caminar sin aflojar el agarre impuesto en el brazo de Naruto, forzándole a que le siguiera de cerca.

Naruto se vio obligado a subir de nueva cuenta al automóvil estacionado. Se maldijo mentalmente de hacerlo al observar al muchacho de cabello rojo sentado esta vez en la parte trasera.

-Ya se va- interrumpió Sasuke sus pensamientos. –Le encargué el auto para ir a buscarte- las palabras resonaron en la, aún aturdida, mente de Naruto. Si le tenía tanta confianza como para dejarle el automóvil significaba que no era la primera vez que se veían, seguramente llevaban frecuentándose desde hacía tiempo.

El pelirrojo sonrió antes de despedirse con un gesto de mano. Naruto frunció el entrecejo, ¿desde cuándo?… ¿desde cuándo estaban juntos?

Posiblemente fue cuando se había ido con Kakashi, aun así no era justo. Permitiría que Sasuke lo llevara a su casa y se iría, ya que no conocía el camino de regreso. Apenas llegaran, se apartaría de él, no mas mentiras….no mas engaños.

Después de todo si era un idiota. Lo suficiente para no darse cuenta de la infidelidad de Sasuke. No entendía por qué había confiado en él tan ciegamente siendo que Sasuke frecuentaba a Sakura aun cuando se suponía que eran pareja.

Le había entregado todo a Sasuke, todo. Su tiempo, su confianza,  su cuerpo, su cariño, sus sentimientos… ya no tenía nada.

No le quedaba absolutamente nada más que Sasuke pudiera arrebatarle. La felicidad se había extinguido y asimismo, las ganas de seguir en una relación tan enfermiza como esa.

Siempre había visto las cualidades de Sasuke, procuraba centrarse en ellas porque sabía que nadie era perfecto, él tampoco lo era.

Amaba todo de Sasuke. Su mirada, su carácter, su inteligencia, su físico, la sonrisa que pocas veces le regalaba. Más que amarlo, lo admiraba.

-Deja de llorar- ordenó dando un fuerte golpe al volante. El cuerpo de Naruto se estremeció al instante, fue hasta ese momento que se percató de que habían llegado.

Salió del automóvil con la última pizca de dignidad que conservaba.

-Sasuke- lo meditó un momento. –Me voy- anunció esbozando una triste sonrisa, despidiéndose por última vez, definitivamente su relación no tenía arreglo. Ya estaba cansado de pretender que todo estaría bien cuando ciertamente no lo estaba.

-No vas a ningún lado- el brazo de Sasuke le impidió alejarse. Lo sujetó con firmeza para retenerlo.

-Sasuke, ya no…- bajó la mirada, consciente de la mentira que estaba a punto de decir. –Ya no te amo- alzó la mirada al sentir la fuerza que Sasuke estaba empleando en su muñeca.

-¿Ya olvidaste que eres mío?- preguntó con una ligera sonrisa. –Te compré y por lo tanto me perteneces.

-Claro- dijo dubitativo. –Te pagaré lo que gastaste tan pronto consiga un empleo- intentó alejarse con el mismo resultado, Sasuke no lo soltaba.

-No te dejaré ir hasta que me pagues, Naruto.

-¡¿Qué te pasa Sasuke?!- enfrentó sus húmedos ojos celestes con las abisales pupilas que tanto amaba y, que ahora, lo observaban con un odio descomunal.

Su mirada reflejó temor al ser conducido a la fuerza dentro de la casa. No podía emitir una sola palabra. Estaba demasiado confundido. Sasuke no era así, ese no era Sasuke. No podía ser la misma persona de la que se había enamorado.

Comprendía el gasto que Sasuke había realizado al comprarlo en esa subasta pero no esperaba que realmente le exigiera el pago del mismo, ya que era ilegal. No había comprado un animal, había comprado a un ser humano con valores, mismos que estaban siendo pisoteados cansinamente.

Reaccionó al sentir las esposas sobre su mano derecha. Nuevamente estaba siendo atado a la cabecera de la cama. Lo sucedido el segundo día desde su llegada a la casa de Sasuke estaba ocurriendo de nuevo. El mismo escenario, el mismo sujeto insensible que no lo escuchaba y no pensaba hacerlo.

-¿Qué vas a hacer?- preguntó en un hilo de voz, su vista comenzaba a empañarse, no quería aceptar su situación, ¿Por qué Sasuke lo trataba de esa forma?

-¡Deja de lloriquear!- el gritó le hizo tragarse sus palabras. Agachó la cabeza para permitir que las lágrimas corrieran libremente por su rostro. Al menos merecía expresar sus emociones, los sentimientos que trataba fallidamente de contener. –Ni siquiera en la cama eres bueno… ¿quieres saber qué tan bueno es Gaara?

Palabra con palabra, derrumbaba el autoestima de Naruto, haciendo trizas la felicidad que el mismo le había entregado con anterioridad.

Hizo un esfuerzo sobrehumano para ver fijamente los ojos negros.

-No- negó en ademan. - Solo quiero que…

-Eres tan molesto… por eso tus padres te abandonaron. –le interrumpió fríamente. -Porque eres un maldito estorbo.

-¿He sido un estorbo para ti, Sasuke?- la pregunta sonaba estúpida, claro que lo había sido, solo era una carga. Así había sido desde siempre pero dolía. Dolía que quien se lo dijera fuera la persona que tanto amaba.

-Has sido eso y más- se sentó en la cama, observando desinteresadamente al rubio que buscaba desesperadamente una muestra de cariño que omitiera todo ese dolor que lo estaba carcomiendo. –De no ser por mí, aun estarías con esos enfermos, sin mí no eres nada, Naruto.

-Entonces déjame ir- musitó, alzando la muñeca. Quería que Sasuke le quitara las esposas para poder marcharse para siempre de su vida, para ya no molestarlo más.

-Ya te dije que no te irás hasta que me pagues- comentó con frialdad, poniéndose de pie para salir de la habitación, anteponiéndose a los sentimientos del chico de ojos azules.

Al salir de la habitación, bajó las escaleras con la intención de tomar algunas píldoras, comenzaba a sentir el estrés, la falta de toxinas en su organismo se estaba presentando nuevamente, con mayor fuerza que antes.

Hurgó entre los cajones, dejando tirado cuanto objeto había en los mismos. Sus pastillas no estaban ahí, debían estar en el buró junto a la cama.

Resopló antes de encaminarse nuevamente a las escaleras. El dolor en su cabeza lo obligó a detenerse a medio camino. Sujetó con ambas manos los costados de su cabeza en un intento por disipar en enorme dolor que se expandía por todo su cuerpo.

Se sujetó pesadamente del barandal, sintiendo un fuerte mareo al hacerlo. Su respiración se aceleró. ¿Qué estaba pasando?

Subió las escaleras, resintiendo cada paso. Fue entonces que reparó en algo importante… Naruto.

Se dirigió a toda carrera a la recámara del chico, la puerta estaba entreabierta. Escuchó un suave golpeteó proveniente al lado de la cama. Se acercó, rodeando el colchón.

-Naruto- llamó en voz alta. Casi cayó al suelo al tropezarse con un objeto. Miró bajo sus pies el frasco de píldoras vacío. –No- se puso en cuclillas para tomar el frasco. –No- repitió acercándose al buró.

Naruto estaba convulsionando en el suelo. Su muñeca yacía sujeta por las esposas que anteriormente le había colocado. Había ingerido todas las píldoras de una vez, dejándose llevar por los comentarios estúpidos que oyera con anterioridad.

Sasuke se petrificó, sus manos comenzaron a temblar involuntariamente, presa del pánico y la confusión que estaba experimentando, se vio obligado a salir del shock al reparar en las contracciones del cuerpo del rubio.

Buscó con desesperación las llaves de las esposas dentro del bolsillo de su pantalón. No tardó en encontrarlas.

-Perdón- se disculpó entre titubeos mientras retiraba con rapidez las esposas de la mano del chico.

Tenía que llamar nuevamente a la ambulancia. No, no había tiempo, debía apresurarse.

Cargó con dificultad el cuerpo de Naruto entre sus brazos. El chico no dejaba de moverse en consecuencia de las píldoras ingeridas, lo que le complicó más la llegada hasta su vehículo.

-¿Naruto?- no se percató de la presencia del agente que lo observaba a la distancia. Se había mantenido en la entrada de la casa del Uchiha sin atreverse a tocar a la puerta. Quería ver a Naruto, necesitaba saber que estaba bien pero estaba consciente de que Sasuke no le permitiría verlo. Como se arrepintió en el momento de ver el estado de Naruto.

Entrecerró los ojos para después acercarse velozmente al vehículo.

 


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