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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Del miedo surge el odio, y del odio nace la oscuridad. Una densa capa de rencor que se forma con el tiempo, sentimientos negativos, sucios…inapropiados.


La ira puede cegarte hasta el grado de no reconocer nada. Lastimar a terceras personas sin siquiera estar consciente de ello. Un sentimiento tan poderoso e incomprendido se apodera de tu cuerpo y no puedes hacer nada para evitarlo. No hay nadie más, solo tú y la inmensa oscuridad que lo envuelve todo.


-¿Por qué lloras?... ¿es que acaso tienes miedo de mirar?- las preguntas penetraron en su subconsciente, sin que fuera capaz de ignorarlas. Sintió el tibio liquido deslizarse por sus mejillas, dejando un húmedo camino sobre las mismas.


Escuchó el suave goteo de la lágrima al entrar en contacto con el agua debajo de su cuerpo.


No podía moverse, no quería abrir los ojos y darse cuenta de que, efectivamente, había alguien más allí. ¿Era posible que sus miedos y rencores se materializaran en un ente físico?


De ser así, su mente le impedía realizar una imagen que le permitiera dilucidar al ser que actualmente escuchaba, no era él pero sentía que era parte de él.


Era como si fueran uno solo, y así era.


Podía sentirlo, pero… ¿realmente podría verlo?, ¿podía aquella entidad lastimarlo?, tenía miedo de que sus respuestas fueran afirmativas al momento de abrir los ojos.


-Eres débil y patético.


En eso no se equivocaba, así era como se sentía la mayor parte del tiempo. Su estado de ánimo había decaído de manera abismal, estaba atrapado entre su triste realidad y lo que parecía ser una horrible pesadilla.


Sentía su cuerpo cada vez más pesado, el aire comenzaba a faltarle. Gruesas gotas de sudor perlaban su frente, el temor y la confusión iban en aumento. A ese ritmo perdería por completo la cordura. Debía despertar, tenía que hacerlo. Retomar el control de su cuerpo y hacer frente a sus miedos reales que amenazaban con arrebatarle el sentido de la realidad.


-Al principio no comprendí el motivo para que te eligieran a ti, pero ahora lo veo claro.


Respiraba con dificultad, deseando con todas sus fuerzas despertar de una vez. No soportaba esa sensación tan asquerosa recorriendo su cuerpo. Trataba de aferrarse al recuerdo de Sasuke para no colapsar. Era lo único que le quedaba…su imagen.


Se enfocó en los escasos buenos momentos que tuvo con Sasuke, a pesar de que eran relativamente pocos le hacían sentir un poco mejor. Le ayudaban en cierta forma a enfrentar el miedo y disipar esa neblina que cubría su mente, impidiéndole razonar cualquier cosa.


Lo amaba demasiado, aun recordaba lo feliz que le había hecho saber que Sasuke también correspondía sus sentimientos. Cuando el apuesto e impulsivo joven le había protegido en más de una ocasión. Las salidas nocturnas, los suaves besos. Incluso los falsos “te amo” que Sasuke le dijo. No importaba aferrarse a una fantasía lejana, solo quería evadir los pensamientos negativos que seguían en su subconsciente.


-Has estado alimentando tu odio con el dolor.


No tenía sentido, nada tenía sentido. Se suponía que estaba en una cama de hospital, siendo atendido por una enfermera. Kakashi y Sasuke también estaban ahí, acompañándolo.


No estaba solo, definitivamente no lo estaba.


-Tienes tanto odio que ni siquiera tu cuerpo puede asimilarlo.


Sus manos vibraron, lentamente recuperaba la movilidad de su cuerpo. Ahora se sentía decepcionado.


Las lágrimas se acumularon en sus ojos. Estaba decidido a no abrirlos. De pronto los recuerdos dolorosos se manifestaron sin que pudiera evitarlo. Aquellos pensamientos hirientes siempre opacaban a los lindos momentos que había tenido.


Estaba destinado a estar solo, a no recibir amor, cariño, ¿Por qué a él se le negaban esas muestras de afecto que tanto necesitaba?


No importaba si venía de sus padres o inclusive de algun desconocido. Lo anhelaba y por más difícil que fuera aceptarlo, sabía que nunca sería así. Él no encajaba con la sociedad.


Cuanto necesitaba tener un amigo a su lado.


Aquella vez que acudió al puente sin pedirle permiso a Sasuke, se había sentido asquerosamente sucio al contemplar a los niños caminar de la mano de sus progenitores. Los envidiaba, era un egoísta.


Ansiaba tanto no sentirse tan solo que ya no le importaba si llegaban a capturarlo. Nadie sabía cómo se sentía, en qué pensaba y mucho menos qué era lo que tanto quería.


Amor, solo eso, poder sentir el apoyo de alguien más sin la necesidad de dar algo a cambio que no fuera ese sentimiento recíproco que se formaba con la amistad. Que al salir a la calle tuviera alguien con quien conversar. Si alguna vez tuvo amigos, ya no lo recordaba.


-Acéptalo, lo odias- sus labios temblaron ante la afirmativa. La imagen de Sasuke seguía intacta en su memoria.


-No…- movió un poco sus dedos en un intento de recobrar la flexibilidad de sus músculos. –No es verdad- inhaló hondo por la boca, hasta el aire se volvió más pesado. –Solo necesito ayudarlo- sus labios se movieron por si solos, no entendía a qué se refería con ello, posiblemente era la manera de justificar a Sasuke.


Su cuerpo se sacudió entero al escuchar la espeluznante risa. Tragó saliva al sentir el enorme músculo húmedo lamer su mejilla. No era real, solo estaba soñando. Se lo repetiría las veces que fueran necesarias. Al menos hasta que fuera capaz de despertar.


-¿Cómo puedes ayudarlo, si no eres capaz de ayudarte a ti mismo?


El calor envolvió su cuerpo, dejó de sentir el suelo debajo de él. Su ropa goteaba a causa del agua que se había impregnado en la misma. No entendía cómo su cuerpo podía almacenar semejante nivel de odio. En un momento estaba bien pero al siguiente no. Esa voz le exigía sangre. No era la primera vez que lo hacía.


Comenzaba a comprender que no se trataba de un simple sueño.


Aquel ente era real, tan real como él y estaba ahí mismo, observándolo, esperando a que cediera a su petición como anteriormente había hecho con Sakura.


Abrió los ojos de repente. Movido por la curiosidad y la desesperación. Sus pupilas ensombrecieron al ver la inmensa figura delante de él. No era humano, su aspecto era el de un animal, se asemejaba a un zorro pero el tamaño claramente estaba fuera de los estándares de uno.


Se petrificó. Le sonreía, el enorme zorro le estaba sonriendo. Fue hasta entonces que reparó en que su cuerpo estaba siendo rodeado de una especie de aura azulada y provenía precisamente de su estómago.


-Mátalo para que pueda salir.


Su espalda abandonó el colchón. Respiró agitado, mirando en todas direcciones. Estaba en el hospital. El olor a alcohol mezclado con medicamentos lo reconfortó.


Llevó su mano derecha a su pecho, sintiendo el desenfrenado latido de su corazón. Solo era un sueño. Tocó su mejilla al sentir un suave cosquilleo sobre la misma. Sus ojos se abrieron grandes cuando se percató del líquido viscoso.


Alzó su bata para observar detenidamente su abdomen. Las puntadas seguían ahí, asimismo, el sello.


-¿A dónde va?- preguntó en voz alta la enfermera cuando el muchacho salió de la habitación con su ropa en mano. No recibió respuesta, se levantó de inmediato para informar de la salida del chico.


Naruto se sentía ligeramente mareado, pero no quería permanecer más tiempo en ese lugar.


Se sujetó de la pared para caminar lentamente hacia la salida. Intentaba no pensar en lo ocurrido. Aceptar que lo que vio era real, le aseguraría un pase directo al centro psiquiátrico. De todas formas no podía decírselo a alguien más, no tenía a nadie de confianza.


¿Quién escucharía a un chico con tendencias suicidas?


En dos ocasiones había intentado quitarse la vida, pero solo la segunda fue por un sentimiento de egoísmo que le impedía seguir adelante, continuar sufriendo a manos de la persona que tanto amaba y la cual lo lastimaba sin piedad alguna.


Debía salir de ahí, escapar lo antes posible, no obstante, no tenía a donde ir. Sería muy tonto si arriesgaba a Sasuke o a Kakashi.


Tampoco era muy inteligente de su parte quedarse en esa cama, especialmente con las altas probabilidades de que aquella horrible alucinación se repitiera. Por un momento creyó que lo mejor sería irse solo, sin avisar a Sasuke ni a Kakashi. Tal vez sería contraproducente hacerlo, pero, si alejándose de las personas que mas amaba, ayudaba a protegerlas, entonces lo haría.


Nadie más veía por él, ninguno de sus padres se preocupaba por su bienestar. No recordaba mucho de su pasado y lo poco que aún conservaba en su memoria eran recuerdos sumamente dolorosos. Lo único que Naruto deseaba era que nadie más sufriera lo que él ya había sufrido.


No era lo suficientemente fuerte para enfrentarse por sí solo contra los extraños sujetos que lo perseguían. Ya no se sentía seguro ni siquiera estando rodeado de personas, por el contrario, lo último que quería era que alguien más resultara herido por su culpa.


Su nariz comenzó a cosquillearle de nuevo. Se detuvo para limpiarse con la manga de su camisa. Últimamente sus defensas estaban muy bajas. No era extraño, rara vez consumía medicamento, las únicas excepciones habían sido cuando le suministraron aquella droga a la fuerza y cuando deliberadamente ingirió aquellas píldoras que Sasuke guardaba al lado de la cama.


Ni siquiera sabía contra qué se enfrentaba. Era imposible asimilar que aquel ser tuviera algo que ver con sus secuestradores. No era lógico, podía estar dormido o despierto en ese mismo momento. Su mente ya no era capaz de razonar y mucho menos de delimitar la realidad con la fantasía. ¿Ya había despertado?


Seguía creyendo que estaba dormido. Quizás llevaba mucho tiempo inconsciente y seguía sin poder despertar. Tal vez cuando abriera los ojos, se daría cuenta de que todo había sido una horrible pesadilla.


Despertaría junto a sus padres y podría regresar a cumplir con la misma rutina de cada mañana, sin embargo, era una simple utopía. Sus padres no lo amaban y él nunca se percató de ello. Se sentía tan feliz con ellos que nunca imaginó que todo se trataba de una simple farsa para venderlo como si fuera un objeto.


Su vida perdía sentido con cada día que transcurría y él seguía ahí, aferrándose a un sueño que jamás se realizaría. Estar al lado de la persona que amaba y ser correspondida. Era todo lo que necesitaba y ni siquiera de eso era merecedor.


Callarse, ser fuerte, aceptar lo que le sucedía. Nada funcionaba, no era feliz y no merecía serlo. Tan solo debía enfrentar la realidad, solo.


Un individuo le bloqueó el paso antes de que llegara a la salida. Estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó en qué momento se posicionó frente a él.


Lentamente alzó la mirada, sin dejar de presionar su antebrazo sobre su nariz para detener el sangrado.


Se petrificó al contemplar al mismo muchacho que había dirigido aquel extraño ritual en su cuerpo. El mismo que ordenó a los otros que lo marcaran sin importarle el dolor tan insoportable que sentía en su abdomen.


Retrocedió un paso, aterrado.


La gélida mirada de Itachi se suavizó. Estaba consciente del daño que le había producido a ese chico, y todo por alcanzar un sueño tan imposible y absurdo que le permitiera ser feliz junto a Sasuke. Recuperar a sus padres a costa de la vida de alguien más. Aun con las consecuencias que pudieran suscitarse.


Desde el comienzo había sido manipulado por los demás miembros de Akatsuki. Estaba tan cegado por cumplir con su objetivo que no le importó lastimar a Naruto. A un chico que supuestamente estaba destinado a llevar ese sello para su beneficio propio, que idiota fue al pensar de manera tan egoísta.


-Lo lamento- no sabía por dónde comenzar. El rostro aterrado del chico lo desanimaba bastante. Desconocía gran parte de la vida de Naruto. Su relación con sus padres, la convivencia junto a Sasuke. Solo estaba consciente de sus propios errores y entre ellos, utilizar a Naruto.


¿Dónde estaba esa sonrisa tan radiante que observó en aquella fotografía del chico?


Se había esfumado por completo, le había arrebatado sus sueños a Naruto, su felicidad. No podía sentirse más patético por ello.


Naruto cerró los ojos, retrocedió otro paso y dejó de cubrirse la nariz.


-No, por favor- pidió, sin poder contener más las lágrimas. Sujetó su cabeza con ambas manos. Dolía recordar.


El mayor avanzó un paso hacia él, tratando de tranquilizarlo, si las enfermeras lo veían así, no tardarían en acudir y entonces ya no tendría oportunidad de hablar con él.


-No voy a lastimarte- sintió una fuerte punzada en el pecho al notar el estado del chico. Sin duda alguna estaba mal.


***


Sasuke soltó el cilindro antes de decidirse a ingresar por la puerta señalada. Había perdido demasiado tiempo decidiéndose afuera de aquel local pero finalmente cedió a sus impulsos como siempre lo hacía. Esta vez era diferente, no pretendía actuar de la misma manera que anteriormente hubo hecho. No, tenía otros planes en los cuales Naruto estaba claramente inmiscuido, solo necesitaba tener su aceptación y podría devolverle parte de lo que le había sido arrebatado.


Entró con indiferencia. Metiendo ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón oscuro. Fingió no percatarse de las duras miradas de los presos al observarle andar como si nada por el pasillo que conducía a una celda en particular, la misma que mantenía aislados a dos individuos que desafortunadamente también estaban inmiscuidos en aquel confuso afán de tener a Naruto.


En cierta parte se sentía estúpido. Si los oficiales no fueron capaces de sacarles una sola palabra a esos imbéciles, ¿Qué le hacía pensar que él si podía?


Quizás si anteponía la meta de aquellos sujetos, si desenvolvía correctamente su estrategia y trataba de persuadirles a ceder un poco de información a cambio de la localización de Naruto, lo demás estaba resuelto.


Necesitaba saber en qué lugar se ocultaban aquellos bastardos para poder actuar. No conocía ni los nombres de cada uno de ellos, solo recordaba el de esos dos, Pain y Sasori.


Desconocía la identidad de los otros, asimismo, su localización y la razón explícita para querer a Naruto. Carecía de información, de respuestas. Y quedarse de brazos cruzados, esperando a que los inútiles oficiales se encargaran de todo, no solucionaría nada.


Podía quedarse en el hospital con Naruto, pero de nada servía ganarse nuevamente su perdón si tenían que seguir lidiando con esos enfermos mentales. Un delito tras otro. Ya no disponía de los medios necesarios para seguir evadiendo uno de los crímenes que había cometido al adquirir a Naruto en aquella subasta.


Sería cuestión de tiempo para que averiguaran lo acontecido con Naruto. Actualmente se encontraba en espera el proceso penal de Itachi y el de los padres de Naruto, pero estaba completamente ajeno al proceder de los individuos que yacían ahí, dentro de una de las tantas celdas a su alrededor.


Las  fuertes vibraciones en el suelo lo obligaron a frenarse en seco. Escuchó el sonido de la alarma haciendo eco en el lugar. ¿Qué estaba ocurriendo?, ¿había sido un temblor?


Observó por el barandal la gruesa cortina de humo que lentamente comenzaba a expandirse. Confundido se acercó para ver mejor.


Las voces de los reos retumbaban con fuerza pero no entendía una sola palabra de lo que decían. Incoherencias, vulgaridades, no importaba qué era lo que gritaban.


Comenzó a caminar más rápido pero uno de los custodios lo detuvo antes de que pudiera seguir avanzando.


-¿Qué está pasando?- inquirió frunciendo el entrecejo al saberse sujetado del brazo. El uniformado lo observó con desconfianza.


-Dos presos acaban de escaparse- respondió con seriedad.


-¿Qué?- su cuerpo entero se paralizó. Tardó en reaccionar, era más que predecible saber quiénes se habían fugado. Empujó al guardia para devolverse sobre sus pasos, esta vez corriendo.


Naruto estaba solo en el hospital y lo más seguro era que fueran por él.


Estúpido, estúpido…estúpido.


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