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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Mordió con fuerza la mordaza al escuchar pasos provenientes de abajo, su raptor recién había llegado pero estaba consciente de que no tardaría en subir, tenía que apresurarse.


Dejó el pequeño bote de crema junto a la cama y se dispuso a tirar con más fuerza de las esposas, obteniendo siempre el mismo resultado, la cerradura del metal no cedía pero su muñeca estaba claramente lastimada, el suave pero perceptible rechinido de los escalones lo alertó de inmediato.


Hizo una mueca de dolor, de nada servía seguir intentando, además, ya no había tiempo.


La perilla de la puerta giró con rapidez, situó sus ojos azules en la misma, y ahí estaba. El mismo joven apuesto que lo había cargado con anterioridad, ingresó al dormitorio, llevaba el traje negro de etiqueta, del cual reconoció la chaqueta con la que lo había cubierto, en definitiva no había sido un sueño.


Los ojos negros le observaron con ira, haciéndole perder el último atisbo de esperanza que conservaba de ser liberado pronto.


-Con que…- se recargó junto a la puerta, cruzándose de brazos. Su expresión no mostraba emoción alguna pero sus ojos reflejaban cada sentimiento que sin mayor esfuerzo ocultaba. –Intentando escapar- sacó un cigarrillo de su saco, lo encendió y se dispuso a fumar con fingida parsimonia ante la confundida mirada del chico. –Gasté mucho dinero en ti como para permitir que eso ocurra.


El menor le observó con detenimiento, incrédulo de que fuese el mismo sujeto que lo ayudara a salir de su anterior pesadilla, no había duda, era él, sin embargo su expresión denotaba mayor frialdad de la que recordaba haber vislumbrado al dormir a su lado.


-Cierto- continuó el pelinegro, dando otra calada al cilindro. –No puedes hablar. –se encaminó hacia la cama y acto seguido sacó unas tijeras del bolsillo de su saco. El rubio cerró los ojos cuando sintió el filo del metal rozar su mejilla.


Apenas un roce, mordió con más fuerza en el momento que Sasuke deslizó con fuerza el filo, cortando la gruesa tela y de paso lacerando su mejilla. Podía sentir el liquido tibio descender de la herida, ardía.


-Maldito- se quejó, llevando su mano libre a la herida. El pelinegro sonrió satisfecho, sin remordimiento alguno, después de todo Naruto no era más que una simple marioneta de Itachi.


-Me llamo Sasuke, aunque imagino que sabrás mi nombre, ya que tienes contacto con él- se sentó en la cama. Era indispensable sacarle toda la verdad a ese chiquillo, de lo contrario estaría en clara desventaja. –Ahora quiero que me digas exactamente todo lo que sabes de él, con detalle.


-Si te refieres al tipo de la máscara, no sé absolutamente nada- respondió fastidiado, aunque ahora sabía el nombre de ese sujeto, de nada le serviría si no conseguía salir de esa casa, además…podría estar mintiendo.


-Déjate de estupideces- exclamó Sasuke con notorio enfado, se levantó de la cama. El menor se limitó a observarle confundido. -¿Qué sabes de ese bastardo?- inquirió, acortando la distancia entre ambos.


-Ya te dije que no sé nada- respondió con firmeza, estaba confundido pero se sentía incapaz de mentir. Cubrió su cuerpo con la sábana al saberse desnudo, hacia un esfuerzo por evitar recordar lo sucedido la noche anterior, todo había sido un…error.


-Bien- profirió Sasuke con seriedad, acto seguido tomó las llaves del bolsillo de su pantalón y se dispuso a abrir las esposas mientras el menor le veía incrédulo ¿Acaso iba a liberarlo? -Voy a repetírtelo una vez más. -ni bien hubo terminado de abrir la cerradura, sujetó al rubio con fuerza del cabello, tirando su cabeza hacia atrás.


-Duele- se quejó, sosteniendo ambas manos del joven entre las suyas, por más que intentara ocultarlo no podía evitarlo, tenía miedo.


-Y dolerá más si no empiezas a hablar ahora- ejerció mayor presión en el agarre. Naruto cerró los ojos, no sabía absolutamente nada sobre sus captores, apenas recordaba algunos sucesos inconclusos en el edificio donde lo mantenían cautivo, ni una sola vez había conseguido ver el rostro del supuesto líder de esa organización.


-N-ni siquiera sé su nombre- comenzaba a inquietarse, tenía sus motivos, pero el mayor no daba indicios de querer escuchar justificación alguna.


-Ya veo- Sasuke soltó lentamente su cabello. El pequeño bastardo quería tomarlo por estúpido y eso de ninguna manera se lo permitiría. –Entonces debes ser su amante- acercó su rostro al de Naruto, pasando a rozar sus suaves labios con los propios, incitándolo.


-¿Que haces?- le miró aun más confundido, un leve pero notorio tono carmín cubría sus mejillas.


La sábana le fue arrebatada de entre sus manos, fue entonces que supo lo que iba a suceder, no quería que se repitiera. Retrocedió con rapidez sobre el colchón y se bajó del otro extremo de la cama pero un fuerte mareo le hizo caer en el frío suelo.


Cansancio, hambre, debilidad, su cuerpo lo estaba resintiendo, no tenía escapatoria.


-Si cooperaras me evitarías muchos problemas- comentó Sasuke, aproximándose al chico. –Y por consiguiente, también a ti. –se posicionó sobre el frágil cuerpo de Naruto y procedió a bajar la bragueta de su pantalón para liberar su miembro. –Tu fidelidad hacia él no durará mucho.


-No- su voz era apenas audible, había agotado sus energías intentado liberarse y todo el esfuerzo fue en vano. Sintió como sus caderas eran levantadas, apoyándolas con brusquedad sobre las piernas del mayor. No tenía fuerzas para enfrentarlo, y aun si las tuviera, estaba consciente de que no se igualarían a las de Sasuke. Su cuerpo se tensó de inmediato.


Cerró los ojos con fuerza cuando la hombría rozó su entrada. Se quejaba dolorosamente por lo bajo, sintiendo como el miembro del mayor se abría paso entre sus piernas, dolía demasiado.


Sasuke lo sujetaba con firmeza de las caderas mientras terminaba de adentrarse en el menor, podía sentir nuevamente esa estrechez tan cálida y placentera del interior del rubio, quien a su vez buscaba con desesperación a qué aferrarse, pero solo divisó una toalla a corta distancia de donde se encontraba, se aferró con fuerza procurando canalizar el dolor, se negaba a aceptar que ese individuo fuera el mismo que lo había cargado en brazos, aquel que le cubrió con su saco y en consecuente, su última esperanza.


El Uchiha lo acercó más hacia él, pero pese a estar cansado y adolorido, el menor seguía oponiendo resistencia, intentaba levantarse. Sujetó sus caderas con una mano mientras con la otra retenía la cabeza del rubio contra el suelo.


No podía esperar más, ciertamente desde el momento en el que había entrado a la habitación y después de contemplar el delicioso cuerpo desnudo del chico, deseaba hacerlo suyo una vez más, marcar su cuerpo cuantas veces fuera necesario para que ese bastardo no tuviera mayor interés en él.


Comenzó a moverse con lentitud para que Naruto se acostumbrara al dolor, pero… ¿En qué rayos estaba pensando? Nuevamente pretendía tener consideración con ese chiquillo insolente, esta vez no.


Naruto mordía sus labios con fuerza para evitar que ese maldito le escuchara quejarse, pero no era el dolor lo que le entristecía, era la acción, ser…un simple juguete sexual, había tenido varios tropiezos, varias caídas, ¿Sería capaz de volver a levantarse?


Su excitación crecía a medida que las embestidas se volvían más rápidas y profundas, el cuerpo de Naruto estremeciéndose de dolor y placer al mismo tiempo lo hacían perder el control. No resistió mas, una corriente eléctrica recorrió su espalda. Un último gemido salió de sus labios al tener su orgasmo dentro del rubio.


Naruto se mantenía en silencio, sentir la tibia esencia impregnando su interior le producía más dolor, sin embargo no lo demostraría, no importaba cuánto doliera.


Sasuke salió del rubio y procedió a abrocharse de nueva cuenta el pantalón. Observó a Naruto inerte sobre el suelo, creyendo que se había desmayado, se dio la vuelta para verle de frente pero el rubio evadió su mirada, ya que sentía repulsión, pero sobretodo miedo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano consiguió levantarse, sujetándose del colchón, no podía dar paso, estaba exhausto y su cuerpo resentía cada movimiento.


-Pudiste detenerme- articuló el Uchiha, avanzando hacia el armario para sacar unas prendas del mismo. Naruto le escuchaba, más no pensaba responderle, no tenía sentido dialogar con una bestia que creyó diferente al resto. –Solo tenías que decirme lo que te pedí- terminó de sacar la ropa y dio unos pasos hacia el chico, dejó caer las prendas al suelo, frente a Naruto. –El baño esta a tu derecha. –fijó su mirada en el rubio pero este se mantenía aun cabizbajo, sintiendo como se abrían con rapidez nuevas heridas emocionales, ¿Dónde quedo la felicidad y la dicha que antes le acompañaban?, estaba solo, y su mundo comenzaba a teñirse de un oscuro color gris. –Mírame Naruto- frunció el entrecejo, su orden no había sido acatada y eso lo molestaba de sobremanera. –“He dicho que me mires”- tomó del mentón al chico, obligándole a alzar la vista. –Ahora dime…


-Púdrete- lo escupió directo en el rostro. Harto de la excesiva insistencia de Sasuke por aclarar un tema del cual no tenía conocimiento alguno. –Ya te dije que no sé nada.


El Uchiha frunció el entrecejo, esta vez lo sujetó del cabello con firmeza, obligándole a levantarse y posteriormente avanzar unos pasos, Naruto ya no oponía resistencia, simplemente no podía. Su cuerpo fue arrojado contra el suelo de un fuerte golpe dado en el rostro.


-Evadir preguntas no te conducirá a tu libertad, Naruto- observó como el rubio se sujetaba nuevamente del borde de la cama para intentar ponerse de pie, de la comisura de su boca brotaba un fino hilo de saliva y sangre, producto del golpe recién recibido, en verdad era terco. –Y yo no estoy para juegos. –empuñó su mano derecha, dispuesto a arremeter cuantos golpes fuesen necesarios para saber la ubicación exacta de ese bastardo de Itachi, sin importar las consecuencias.


Estaba a punto de golpear el rostro de Naruto pero se detuvo, los ojos azules del rubio se veían opacos, tan…tristes. Situó la mirada en su puño, estaba manchado de la sangre del chico. De pronto un fuerte mareo se hizo presente en él, sentía que iba a colapsar.


-Oyo- murmuró Naruto con dificultad, sosteniéndose de la base de la cama a sus espaldas. -¿Qué te…?- no pudo terminar la frase cuando Sasuke salió con rapidez de la habitación, cerrando la puerta tras de si.


**


Desde la muerte de sus padres, su vida había dado un giro de 180 grados. Nunca se había catalogado como una persona dependiente de los demás pero tampoco podía negar lo mucho que le afectó la pérdida de sus progenitores. Una enorme grieta de oscuridad se abría en su corazón, no podía aceptarlo…más bien, no quería.


Y ahí estaba su hermano Sasuke, 11 años, tan pequeño…tan débil, no podría hacerse cargo de él, por otro lado, estaba convencido de que al lanzarlo a la calle, a la cruda y fría realidad, sin ninguna clase de apoyo, podría desencadenar dos sucesos. El primero se basaba en que al ser tan débil y verse en la necesidad de buscar apoyo en las demás personas, simplemente moriría.


La segunda, se enfocaba en que la sed de venganza hacia él se intensificaría, buscaría sobrevivir por todos los medios, sin importarle nada mas, ello seguramente lo mantendría con vida.


Mientras tanto, él buscaría la manera de traer de vuelta a sus padres, era una labor difícil, más no imposible. Meses de investigaciones lo llevaron a una organización de índole desconocida, cuya principal función se fundamentaba en el otro mundo, la finalidad de dicha organización estaba centrada en encontrar, o en dado caso, crear una llave de acceso que les permitiera abrir portales.


¿Qué rayos estaba pensando? Aquello era una locura, aunque no perdía nada. Unirse a la organización no fue tarea fácil, pasaba días enteros sin dormir, demasiada información, infinidad de teorías basadas en una especie de creatura de la cual carecía de conocimiento alguno, poseía una similitud con un zorro pero interiormente sabía que se trataba de algo mucho más oscuro.


Debía abrir la mente, no los ojos…eso le habían pedido los miembros de la organización cuando fue iniciado.


Aparentemente aquel ser no era más que una herramienta para conseguir el objetivo clave del grupo, pero...había una falla.


Los métodos para invocar al tan anhelado “kyuuby” eran claramente ilegales, magia negra, tecnología avanzada, niños de por medio, una pésima combinación en términos legales.


Experimentos fallidos, dinero a la basura, y la actual práctica encubierta por venta de drogas dificultaba la situación. Todo se basaba en la última prueba, la cual involucraba un niño de por medio, pero no cualquier chico…


Agotado por los constantes desvelos, terminó convirtiéndose en el actual líder de la organización, al poseer determinación y coraje, tal vez no estaba capacitado como los miembros más antiguos, pero poseía mayor habilidad mental que la mayoría, siempre alerta, siempre centrado.


El día que dos subordinados llevaron consigo al elegido para portar aquel sello maldito que les otorgaría la tan anhelada llave, fue utópico, para él no significaba más que un simple niño como cualquiera 


¿Qué tenía ese chico de especial?


Un alma pura que sería corroída por el odio y la maldad, consumida por la oscuridad para…siempre.


Ningún sentimiento ajeno a la apatía se suscitó en su interior cuando el chico fue atado en contra de su voluntad sobre la superficie de la mesa para, posteriormente, ser amordazado.


Fueron exactamente dos horas con treinta y tres minutos lo que los miembros de “Akatsuki” como ahora se llamaba la organización, demoraron en plasmar el sello, un extraño ritual se llevó a cabo en el recinto que ocultaba secretos bizarros sobre el origen de diversos entes demoniacos con apariencia de animales.


El lastimero llanto del menor no cesaba, aun cuando hubo terminado la tan esperada práctica, estaban conscientes de que sería cuestión de tiempo, el Kyuubi ya habitaba en su interior desde ese momento, todo dependía del chico, debían transmitirle dolor, porque el dolor es… el principio del odio.


Sin embargo, al igual que cualquier ser humano común y corriente, seguía siendo débil, otros sentimientos como el amor y la felicidad predominaban en él, habría que recurrir a otra clase de metodología, fomentarle el odio a partir del sufrimiento, y sabían exactamente cómo hacerlo, porque es más doloroso poseerlo todo y después perderlo, que jamás haberlo tenido.


Borrar los recuerdos de aquel suceso traumático fue sencillo, habían sustituido mediante cascos de realidad virtual cada segundo que el chico pasó en el recinto por eventos ordinarios de la vida de cualquier niño, imágenes recreadas de la mente de otros infantes, momentos…falsos que reemplazarían el daño producido ese día. Pronto todo eso no sería más que una alucinación, un simple sueño o una pesadilla inducida como producto de una mala noche.


Fue así que lo entregaron nuevamente a los brazos de su madre, Kushina, una bella doncella pelirroja, tan dulce y frágil como su hijo. Naruto gozaría de felicidad plena hasta la adolescencia, donde le sería arrebatado todo, siendo sustituido el amor por el odio.


Quizás fuese un chico extraordinariamente optimista, pero con el tiempo y los planes que tenían preparados para él, eso pronto quedaría en el olvido. El Kyuubi tomaría fuerza y se materializaría empleando el cuerpo de Naruto como si un contenedor se tratara, una muerte por varias vidas, era justo, al menos para ellos.


Al ver por primera ocasión a su hermano, cuatro años después de haberle corrido sin justificación alguna, supo de inmediato que había acertado. Un adolescente atractivo y serio, portando uniforme, perdiéndose entre los demás estudiantes de secundaria, ese era Sasuke, su semblante serio, mirada fría como el hielo y una oscura motivación que le impulsaba a seguir adelante a pesar de todo…venganza.


**


Un hermoso jardín se expandía a lo ancho del camellón central, iluminado por los reflectores esparcidos alrededor del mismo, los rosedales blancos predominaban sobre el verde follaje. La fuente que yacía a espaldas del pastizal había sido labrada en su mayoría por mármol, en el centro resaltaba la figura de un insólito zorro de 9 colas, una exótica pero majestuosa escultura para quien la mirase.


La fachada del departamento exhibía el número 17 junto a la esquina superior de la puerta. Solo era uno entre tantos departamentos del lujoso coto privado, la calma reinaba el lugar, el reloj recién marcaba las 10 p.m, más sin embargo no había un solo individuo afuera.


Dentro del departamento se apreciaba la figura de un chico delgado de ojos azules, cabello rubio sujeto en una coleta, su ojo izquierdo era cubierto por su fleco, aparentaba unos 22 años, se mantenía recargado en el umbral de la puerta, expectante.


-Si el chico no hubiera sido secuestrado, todo habría sido más fácil. – comentó con enfado.- Minato nos traicionó, no entiendo por qué no lo hemos asesinado.


-Porque aun nos es de utilidad- respondió el Uchiha con apatía. –Naruto Uzumaki- vociferó, pasando los dedos por encima del retrato donde era exhibido el chico con un raro símbolo en su estómago.


-Claro, asesinarlos a ambos frente al chico- exclamó el rubio con una sonrisa, caminando de izquierda a derecha con ambos brazos tras su cintura. –Aunque, aun no entiendo porque debemos esperar a ir por él- su semblante se tornó dubitativo, jugaba con un mechón de su rubio fleco. –Ya sabemos donde trabaja.


-No debemos precipitarnos- se incorporó de la silla y guardó el retrato en el cajón junto a la mesa. –Todo esta premeditado, Deidara, por ahora solo debemos enviar la invitación a su domicilio- el recién aludido arqueó una ceja, no existía duda del por qué Itachi se había convertido en el actual líder de Akatsuki. Poseía cualidades que la mayoría de los miembros no eran ni siquiera capaces de desarrollar.


-De acuerdo, pero no asistirá y lo sabes, Itachi- su tono de voz se tornó serio. Sasuke no era del tipo de personas que gustaran de relacionarse con otras, prácticamente podía ser denominado un antisocial, según palabras de Itachi


-Lo hará- suspiró con pesadez y acto seguido se encaminó hacia el rubio. –Y llevara a Naruto consigo- prosiguió con parsimonia.-Las piezas están puestas sobre el tablero, solo se necesita manejarlas como es debido- sonrió de medio lado. Deidara respondió el gesto –Disponemos de un mes para realizar y perfeccionar los preparativos, tú encárgate de eso y yo hare el resto.


-Correcto- profirió el rubio, frunciendo levemente los labios. –Mientras tanto, debo seguir suministrando el medicamento- hizo énfasis a la oración. –Que altera el estado de ánimo de tu hermano. Es un verdadero fastidio, como hoy, el tener que ingresar a la cafetería para agregar la dosis en el café- rodeó el cuello de Itachi con ambos brazos. –Pero valdrá la pena.


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