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Erase una vez, una familia infeliz. por RLangdon

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Llevaba sentado más de una hora en la sala de espera del hospital cuando advirtió que la fornida silueta de su tío se aproximaba en su dirección.
 
-Ya puedes irte, Sasuke. 
 
Ni siquiera lo miró al pasar por el corredor. Y Sasuke apenas si pudo contener el impulso para no abalanzarse sobre él. 
 
Con la mandíbula fuertemente apretada, abandonó la silla y le siguiò de cerca. 
 
Sintiendo la presencia a su costado, Madara dejó de caminar. Sus ojos centelleaban en furia.
 
-Te he dicho que...
 
Irritado, Sasuke lo encaró. 
 
-Como se atreva a lastimarlo de nuevo- empezó a decir. Y sintió el enojo concentrandose en la boca de su estomágo al oír la risa deshinibida y cínica del mayor.
 
-¿Naruto dijo eso o lo estás inventando, Sasuke? 
 
Recuperando poco a poco la compostura, Madara lo observó con seriedad, retándolo.
 
Sasuke supo que llevaba las de perder en ese momento. A pesar de hallarse en observación, cuando Naruto recuperó la consciencia, no había querido vincular a Madara con su actual estado. Y en cambio, había justificado su recaída a un inexistente resfriado y un repentino mareo por no haber tomado la merienda del día. 
 
Por supuesto era todo mentira. Sasuke ya no albergaba dudas. Sin embargo no había manera de probar que su tío había sido el responsable. Naruto no lo delataría. Seguramente le había amenazado. 
 
Todo el tiempo y las señales que había pasado por alto...
 
Por unos segundos, Sasuke pensó en golpear al sujeto que se hacía llamar su tío. Quería insultarlo, deningrarlo públicamente. Pero sabía que al hacerlo, expondría también a Naruto a una suerte de castigo de la que no podría evadirse. 
 
-Deja de preocuparte por Naruto- farfulló Madara, alisandose el cuello del saco. -Y mejor concéntrate en tu prometida y en los preparativos. 
 
Sasuke no evidenció molestia por el comentario. Lo miró, altivo, neutral. 
 
-No voy a casarme. 
 
Madara frunció el entrecejo. 
 
-Lo harás. De mi cuenta corre que lo harás. 
 
Sasuke masticó su enojo al verle entrar a la habitación donde descansaba Naruto. 
 
Acababa de declararse una guerra abierta entre su tío y él. 
 
**
Estaba monumentalmente aburrido. Había tenido que irse por la tangente para evadirse de la verdadera causa que lo orillaba a deslindarse de las desiciones totalitarias del clan. Todos los miembros permanecían atentos a sus palabras, a cada ínfima pausa y a su lenguaje corporal.
 
Naturalmente estaban pasmados con ello. Nadie se esperaba que el líder supremo del clan decidiera darse de baja, cuando, un año antes, Madara decidió rechazar voluntariamente que se le supliera. Y ahora sin más, pensaba en retirarse y dejarles a la deriva.
 
La gran mayoría se había rehusado rotundamente -mediante comentarios soeces y exclamaciones negativas- que no aceptarían que Fugaku se hiciera del puesto. Muchos dudaban de su capacidad de liderazgo, otros tantos lo consideraban egoísta y poco apto para tomar su lugar.
 
Entre el inesperado contratiempo, ruidos ensordecedores, conversaciones banales, un bullicio generalizado y el fuerte dolor de cabeza, Madara Uchiha bajó del improvidado podio. Se masajeó las sienes mientras un gesto de desagrado daba cuenta de su sentir en esos momentos.
 
-¡Izuna!- alzó la voz y se abrió paso entre la multitud para hacerse de un vaso con agua y unas aspirinas. El interpelado le siguió mucho después, batallando con la muchedumbre para poder atravesar el extenso corredor que daba a los jardines del patio trasero. Nunca se había visto semejante estrépito por una desición aparentemente precipitada. Nadie esperaba que Madara renunciara a su cargo sin dar mayores explicaciones. Asi como nadie había respetado tal desición.
 
Cuando se vio libre del ruido, Madara se dejó caer sobre una de las sillas detrás del escritorio, se hizo de un bolígrafo y el tic en su ceja izquierda continuó amedrentandolo al oír un par de golpes contra la puerta.
 
Izuna entró casi jadeando, entre agitado y cohibido por la situación. La residencia era un completo caos, todos se estaban rebelando y los que no, muy pronto lo harían.
 
-Maldita sea- Madara frunció aun más el entrecejo al darse cuenta de la ausencia de su móvil en el bolsillo. Tanto estrés iba a enloquecerlo. Estaba de pésimo humor y, para colmo, no podía contactarse con Naruto.
 
Le esperaba una larga noche en ese lugar.
 
-¿Que harás?- con genuino intéres, Izuna se acercó hasta el escritorio. El por supuesto apoyaba la causa de su hermano mayor. La cuestión ahora era ayudarle a salir de todo ese embrollo.
 
Estudiándolo inquisitivamente, Madara tamborileó el bolígrafo sobre la mesa.
 
-Busca a Itachi.
**
 
Naruto supo que algo no andaba bien cuando despertó en su habitación de la mansión. 
 
Desorientado, se sentó de golpe. Habría pensado que se trataba de una pesadilla, pero sabía que lo que había ocurrido era real. Lo sentía real. 
 
Madara lo había golpeado de nuevo. Habían discutido en el comedor por la mañana y, cuando su esposo le notificó sobre la futura boda de Sasuke, Naruto se había alterado más de la cuenta, sacando a relucir sus verdaderos sentimientos. 
 
Tampoco se había estado alimentando bien, ya que sabía que Madara escondía todo tipo de sedantes en su comida para mantenerlo durmiendo gran parte del día. 
 
-Boruto. 
 
Se levantó a duras penas de la cama y mientras arrastraba lentamente los pies, recordó la inesperada visita de Sasuke. Él lo había ayudado. Había pedido una ambulancia para que lo trasladaran al hospital tan pronto lo hubo encontrado. 
 
Cuando llegó a la puerta, Naruto corroboró que la cerradura estaba con llave. 
 
-¡Boruto!- aporreó la madera con las palmas de las manos, pero cesó de inmediato al oír ruidos fuertes en la planta baja. -¿Boruto?
 
Escuchó a su hermano intercambiar palabras con una voz desconocida antes de que los pasos resonaran por la escalera. 
 
No se trataba de Sasuke, ni de Madara. 
 
Lentamente, Naruto retrocedió hasta la cama. La puerta fue derribada en cuestión de segundos por un desconocido. 
 
**
 
-No- sentenció Itachi, confrontando la severa mirada de Madara. Era increíble cómo se habían tergiversado las cosas hasta el punto en que él debía sustituir a su ponzoñoso tío.
 
"Antes muerto" se abstuvo de decir.
 
-No era un cuestionamiento como tal, y lo sabes- alegó Madara, imponiendo su autoridad una vez más. Al ser mayor de edad, Itachi era el conejillo de indias perfecto. No duraría mucho, pero para entonces ya no sería su problema.
 
-¿Por qué yo?- se encontró preguntando un irritado Itachi. Ya había sopesado la situación un centenar de veces en su cabeza, pero conservaba la esperanza de que sus actos reprobatorios lo deslindaran del cargo ¿Es que no era suficiente su punto de vista?
 
Indeciso y nervioso, se mordió el labio inferior.
 
-Quiero que llenes estas papeletas y adjuntes la firma de Fugaku.
 
-No ha respondido a mi pregunta- inquirió osado, y pudo constatar como las cejas de Madara se fruncían, y sus ojos negros se entrecerraban con recelo. Todos en el clan conocían la faceta malhumorada de Madara, pero muy pocos se atrevían a cuestionar el motivo.
 
-Asi que mi preciado sobrino quiere respuestas- con gesto solemne, Madara se puso de pie. Itachi se maldijo en su fuero interno al ver venir una manipulación segura. Madara mejor que nadie conocía los puntos débiles de sus subordinados y familiares. -Sasuke esta muy próximo al cargo...
 
-No se atreva- le advirtió Itachi, pero su voz sonó más como una súplica. Sasuke no tenía el mínimo conocimiento para liderar al clan, lo masacrarían en menos de un mes, y no solo a él, sino a la familia entera.
 
-Pruébame- repuso Madara, sosteniendo el contacto visual por tiempo indefinido. Aunque a Itachi le pareció estar sumergido una eternidad en las lóbregas pupilas de su corrosivo pariente. -No me será nada díficil. Además...- una sonrisa maliciosa se extendió en los labios de Madara, como si de una premonición siniestra se tratara. -Cuento con la aprobación de tu padre. Imagínate, Itachi, tu hermanito haciéndose acreedor de este puesto. Tendría que abandonar sus sueños a futuro, eventualmente. Sin mencionar su inexistente vida social...- empezó a caminar de un extremo a otro con los brazos tras de su espalda, pensativo. -La pregunta aquí es ¿Sasuke soportaría semejante presión?- los ojos de Itachi se entornaron en evidente molestia, pero su semblante denotó más temor que enojo. -¿Sería capaz de conseguir siquiera una cuarta parte de lo que yo he hecho?...solo será cuestión de tiempo para que nuestro querido Sasuke...
 
-Esta bien- Itachi interrumpió la conversación con un molesto nudo cerniéndosele en la boca del estomago. En menudo lío se estaba metiendo.
 
-¿Si?- lo instó Madara a continuar. Itachi tragó pesado, visualizando su futuro hacerse trizas sin poder evitarlo.
 
-Me haré del cargo.
 
Madara le palmeó los hombros en fingida señal de consuelo.
 
-Solo serán unos años. Convéncelos de que Fugaku es mejor que tú y en menos de lo que puedas imaginar estáras libre para hacer de tu vida lo que te venga en gana.
 
-Tiene que prometerlo- farfulló Itachi al cabo de unos segundos. Madara se hizo el desentendido pese a saber exactamente a lo que se refería. -Prometa que dejará a Sasuke fuera de todo esto.
 
-Tu hermano es una alimaña- Madara resaltó las últimas palabras mientras hurgaba en los bolsillos de su sobrino. -Tan similar a tu padre, que me repugna.
 
Molesto, Itachi frunció el ceño, pero no se movió.
 
-Ambicioso, egoísta y frívolo- Madara esbozó media sonrisa al dar con el objeto en cuestión. -Todo un Uchiha. Es una pena que el odio corra por sus venas a edad temprana... ¿No lo crees, Itachi?- sostuvo el móvil frente al férreo rostro del susodicho y después agregó. -Te lo devolveré más tarde.
 
Cuando finalmente salió del complejo, Madara maldijo mentalmente a diestra y siniestra. No solo había demorado más tiempo del que había supuesto, sino que además, un diluvio se había desatado ni bien dio los primeros pasos fuera de la residencia.
 
Ya estaba hecho. Solo estaba adelantandose un poco, pero era menester asegurarse de que todo resultara tal y como lo había planeado. 
 
Gotas heladas impactaban contra su piel, la ventisca se acrecentó en cuestión de segundos. Con un gesto de hastío y varios mechones negros adheridos al rostro, Madara se refugió bajo el techo más próximo. Resguardado de la lluvia, tecleó el número de memoria en el celular y esperó impaciente a que se enlazara la llamada. No transcurrieron ni cinco segundos para que la conocida melodía empezara a sonar.
 
Apartándose el móvil, Madara agudizó el oído y miró atonito en todas direcciones. La melodía continuó sonando muy cerca de donde él se encontraba.
 
-Maldición- fue entonces que lo vio, varado a escasos metros hacia su derecha, el celular de Naruto siguió sonando bajo la incipiente llovizna nocturna.
**
 
-Madara..
 
La silueta se apartó al oír la voz somnolienta del chico. Estaba despertando.
 
Cuando los zafiros azules se habituaron a la oscuridad del lugar, la figura retrocedió lo suficiente para quedar oculto entre la columna de acero que sostenía una de las esquinas del cobertizo.
 
Terriblemente confundido y sintiendo la pesadez en sus párpados, Naruto levantó la mirada y trató de discernir lo que estaba pasando.
 
-¿Madara?
 
"¿En dónde estoy?"
 
Pero antes de poder siquiera buscar una respuesta, Naruto se vio atraído hacia las bocinas que acababan de ser encendidas en algun punto del vetusto sitio.
 
Sobre una plataforma, fueron dispuestas dos bocinas, cada una al costado de la descascarada y polvorienta pizarra. Antes de que Naruto consiguiera reaccionar, el proyector destiló una luz potente que fue tomando forma gradualmente.
 
"¿Una película?"
 
Naruto se sentía cada vez más confundido. No estaba seguro de qué hacía en ese lugar o cómo es que había llegado. Sólo estaba consciente de querer salir cuánto antes.
 
Sus ojos azules enfocaron la silueta de la pantalla que mostraba el mismo escenario que él había visto anteriormente en fotografías. Era el complejo del clan, y sobre un improvisado podio se erguía imponente un orgulloso y joven Madara.
 
Naruto forcejeó contra las cuerdas que mantenían sus manos apresadas. Hasta ese momento no se había percatado de la restricción en su cuerpo. Rápidamente experimentó un ataque de ansiedad que quiso contrarrestar al mirar de nueva cuenta la pantalla.
 
No debió haberlo hecho.
 
La expresión de Naruto se transformó a una de angustia cuando la cámara enfocó un nuevo ángulo. Era Madara, y no estaba solo...
 
Junto al Uchiha había una joven bastante hermosa de cabello platinado y ojos lavanda. Llevaba puesta una larga túnica blanca, y a Naruto se le figuró estar viendo a alguna divinidad.
 
Realmente era hermosa.
 
Vio como la fémina deslizaba con sutileza los brazos en los hombros de Madara, susurrándole algo al oído para después besarle la mejilla, dejándole plasmada la tinta de sus labios carmín.
 
Por algun extraño motivo, Naruto se sorprendió llorando.
 
-Encantadora, ¿No es cierto?- se vio obligado a salir de su escóndite. Llevaba un pasamontañas naranja. Era imposible que el chico lo identificara después.
 
Naruto apenas si centró la vista en su interlocutor. Sentía una opresión en el pecho y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no gimotear.
 
-¿Qué pasaría si te dijera que todo lo que has vivido junto a Madara ha sido una mentira?
 
A Naruto se le secó repentinamente la garganta, imposibilitándole el habla. Copiosas lagrimas caían por sus mejillas, muriendo en las derruidas tablas de madera que constituían el piso.
 
-¿Realmente pensaste que Madara se interesaría en alguien de tu categoría?
 
-¿Quién eres?- Naruto trató de no prestar atención a la pantalla, sentía que moriría si volvía a ver la sonrisa egocéntrica de Madara. 
 
-No es eso lo que quieres saber- detuvo la grabación con el mando. -Madara te sedujo a propósito. Nada fue hecho al azar. Te llevo a vivir consigo porque te necesitaba - apuntó la pantalla con el mando pero Naruto no apartó la mirada de él. -Fuiste idiota al no sospechar antes, ¿En dónde esta el acta matrimonial?...asi es, no existe. Y es así porque Madara ya estaba casado antes de conocerte a ti- depositó los papeles sobre las piernas del rubio. 
 
-Dejame ir- sollozó Naruto, alzando las muñecas. Sus ojos habían ensombrecido y se rehusaba a mirar la pantalla de nuevo. -No quiero saber nada- no obstante, bajó la mirada hacia la hoja que exhibía el nombre de Kaguya Otsutsuki donde en realidad debería figurar su nombre. 
 
Todavía no terminaba de digerir que todo eso fuera un plan ideado previamente por Madara, pero tenía sentido. Todos aquellos golpes, los insultos, el ultraje, la mudanza. Sentía que la cabeza le daba vueltas y más vueltas. 
 
"¿Cómo pude ser tan tonto?"
 
-Aún no lo sabes ¿verdad?- la pregunta lo tomó desprevenido.
 
Devastado por el engaño, Naruto solo atinó a mirar una vez más a la mujer de la pantalla. 
 
-Kaguya Otsutsuki es tu abuela.
 

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