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Beautiful lies por RLangdon

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La llegada del lunes le pareció a Naruto terriblemente eterna. Había estado intercambiando turnos en Ichiraku con Haku para reponer las horas que salía para verse con Shisui en algún lugar cercano. Lo mismo que sus progresos en los estudios seguían minimizandose debido a la escasa concentración que tenía. 
 
Se sentía cansado, sucio, culpable. 
 
Recogió las cosas del vestidor y se deshizo rápidamente de la mochila para salir al encuentro de Shisui Uchiha. 
 
El joven galante de sonrisa afable y mirada apasionada lo esperaba de brazos cruzados junto a su vehículo, vistiendo un conjunto informal en tono marino a juego con sus gafas de sol. 
 
Al verle, Naruto apenas contuvo las ganas de abalanzarse a sus brazos y, en cambio, se dio prisa en abordar el vehículo. 
 
Cerró los ojos tan pronto los labios de Shisui se estamparon sobre los suyos. Primero fue un beso largo y lujurioso, después los hubo cortos y pausados. Naruto sostuvo las manos de Shisui cuando estas fueron prestas a los botones de su blusa. 
 
Desvió apenado la mirada hacia el parabrisas. Afuera del establecimiento Haku miraba en dirección al coche y negaba tristemente en ademán. 
 
Pronto Naruto se supo azotado por una nueva oleada de culpabilidad y asco hacia si mismo. 
 
Tratando de recomponerse rápidamente del percance, dio un beso a Shisui en la mejilla y permitió que entrelazara sus dedos en un agarre que demandaba cercanía. 
 
-¿A la heladería? 
 
La pregunta de Shisui fue concisa en tanto se quitaba las gafas con su mano libre. 
 
Naruto asintió cuando Shisui empezó a hurgar en la guantera. Ya era muy tarde, pero sabía que no se entretendrían tanto si solo iban por un helado. Llevaba las horas prácticamente contadas. En solo dos más debía verse con Itachi para ir al cine y después repasarían un poco sobre las preguntas que vendrían en el examen del viernes. 
 
Apenas si tendría tiempo para dormir y alistarse a las clases del día siguiente. 
 
Naruto podía simplemente postergar esa salida, pero la extensa sonrisa de Shisui se lo impedía. 
 
¿Cómo podía escapar de su propia red de mentiras y falsedades sin herir a nadie en el intento? 
*
 
Revisó la hora con apuro una última vez antes de entrar a la cafetería. Era la tercer semana en la que tenía que lidiar con una rutina tan frenetica, y notaba el cansancio cernirse en todo su cuerpo. Día a día tenía que ir corriendo de una cita a otra, pero no era todo. No se trataba solo del tiempo y los lugares, sino también de él mismo. Debía acudir con Shisui vestido con el uniforme de Ichiraku, y tenía que verse con Itachi dos veces al día. Una durante las clases y otra para los repasos de las materias o las citas entre ellos solos que, poco o nada, tenían que ver con los estudios. 
 
Fue a sentarse con rápidez en una de las mesas. No tuvo que esperar demasiado para ver a Itachi yendo hacia él con un elegante esmoquin oscuro. 
 
Su penetrante mirada parecía leer en ocasiones a traves de él debido a la fijeza y la seriedad que los ojos oscuros de Itachi solían destilar en ocasiones. 
 
-Naruto kun. 
 
El aludido blandió una sonrisa carismatica. Itachi se sentó delante de él y sus dedos rozaron reiterativamente sus nudillos en una caricia lenta y furtiva. 
 
Perdido en los ojos de su profesor, Naruto se dejó envolver en su suave tacto, anhelando también sus labios. Trató de acercarse más pero al recordar el sitio en que se encontraban, decidió prudente contener sus ansias. 
 
A pesar de que Itachi y Shisui eran primos y poseían algunas semejanzas físicas, sus gustos y personalidades eran radicalmente opuestas. Mientras Itachi era más serio e introvertido, el apasionamiento de Shisui no tenía barreras. 
 
Al descubrirse nuevamente comparandoles, Naruto negó con la cabeza y tomó el menú para pedir algun pastelillo de crema y un café expresso. Necesitaba mantenerse despierto para poder acudir al restaurante a cubrir su turno. 
 
Tan pronto el mesero tomó las ordenes, Naruto pensó nuevamente en lo confundido que se sentía consigo mismo. Desde su infancia se había visto privado del cariño que todo niño debe recibir de sus padres. Todo lo que podía recordar se manifestaba en aquel vacío inmenso que lo devoraba por las noches estando en completa soledad. 
 
Necesitaba tanto sentirse querido, que no le importaba que su propio orgullo, dignidad, y autoestima, se vieran afectadas por sus imprudentes y precipitadas desiciones. 
 
Quería sentirse amado, correspondido, deseado. Toda vez que quería sentir que estaba en absoluto control de la situación. Aunque no fuera de ese modo. 
 
Naruto parpadeó confuso al tener el dorso de la mano de Itachi sobre su mejilla. Cuando volvió su atención hacia él, vio una profunda angustia anidada en su mirada onix. 
 
-Tienes fiebre- externó. -Deberíamos ir a mi casa. Te hace falta descansar, y podría llamar a un médico. 
 
Itachi hizo amago de levantarse, pero Naruto lo interrumpió al tomarlo de la mano. Su mirada se suavizó ante el gesto sobreprotector. 
 
-Estoy bien, Itachi- mintió, sonriendo. Se sentía demasiado agotado pero no quería arruinar su cita. -Ya podré dormir más tarde. Además- agregó, retrocediendo un poco en su asiento cuando el camarero se dispuso a repartir las bebidas y el postre. -Si voy a tu casa, tendré que ir con el uniforme y la peluca. Tampoco he ensayado nada, y si tu padre vuelve a bombardearme de preguntas como la última vez...
 
No hacía falta añadir nada más. Itachi suspiró resignandose a lo dicho. Sabía lo incómodo que le había resultado a Naruto el tener que disfrazarse y desempeñar el papel de chica delante de sus propios padres. Era un embuste demasiado horrible que él mismo iniciado. Una falacia que debía acabar cuánto antes. 
 
Joder. Amaba a Naruto. 
 
¿Por qué tenía que mantener su relación en secreto? ¿Para que guardar apariencias cuando no existía razón de por medio? 
 
Si su padre lo corría de la casa y lo desheredaba, tanto mejor. Lo único que había frenado a Itachi era el hecho de decepcionar a sus progenitores. De desbaratar el invaluable pedestal en que lo tenían sus propios padres. El hijo prodigio. Inteligente, habilidoso, amable, apuesto. 
 
¿De qué le servían los elogios si no podía ser libre para salir con quien él quisiera?
 
-¿Puede poner la orden para llevar por favor?- pidió al mesero antes de que se retirara. 
 
Naruto, que había estado bebiendo un poco de su frappé, dejó la pajilla al tiempo que sus labios formaban un mohín de desconcierto. 
 
-¿Por...?
 
-Vamos a ir a mi casa- lo interrumpió Itachi. -Quiero presentarte a mis padres siendo tu mismo. 
 
Nervioso, Naruto tragó en seco. 
 

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