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Las lecciones de TaeMin por DenisseZepol

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TaeMin no había recibido la orden de quitarse la ropa antes. 


 


Claro, había tenido sexo antes, pero nunca se había puesto delante de nadie mientras lo observaba quitarse su ropa. Podía sentir sus dedos temblorosos, mientras trataba de desabrocharse los pantalones, pero las malditas cosas no cooperaban. 


 


Mirando a MinHo, TaeMin sabía que no iba a conseguir ninguna ayuda de esa dirección. Tomó una respiración profunda para calmar sus nervios, y luego con éxito se desabrochó los pantalones. Bien por mí. Una vez que se había quitado toda su ropa, TaeMin la dobló cuidadosamente, sintiéndose un poco fuera de lugar siendo el único desnudo, y luego metió su ropa en el armario. 


 


Realmente se sentía extraño ver a MinHo con la ropa puesta, bueno, semidesnudo, de todos modos, mientras que TaeMin tenía el culo al aire. 


 


Deslizó sus manos delante de la ingle, haciendo todo lo posible para no retorcerse o ruborizarse. El rubor fue una lucha inútil, pero se las arregló para quedarse quieto. 


 


―Aparta las manos, TaeMin ―dijo MinHo, mientras señalaba a un espacio en el suelo delante de él―. Ven aquí. 


 


TaeMin obediente, se acercó a MinHo, parándose donde el hombre le había indicado. Era incapaz de encontrarse con los ojos de MinHo, allí de pie, desnudo, así que se quedó mirando el pecho del hombre. Y era un buen pecho el que tenía. Era suculento, con un bronceado que cualquier hombre envidiaría. Amplio, pero no lo suficientemente amplio como para considerarlo voluminoso. MinHo tenía unos músculos definidos, esas pendientes y curvas abogaban por ser lamidas. 


 


TaeMin seguro como el infierno esperaba poder lamerlas. Quería chupar un pezón y rodarlo en su boca hasta que oyera gemir a MinHo. Su polla comenzó a llenarse, y TaeMin sintió como su cuerpo entero se ruborizaba. ¿Se le permitía tener una erección? 


 


―Muy impresionante, TaeMin. ¿Entrenas? ―preguntó MinHo cuando las puntas de sus dedos rozaron la espalda desnuda de TaeMin. Este se estremeció con el sensual toque, que lo recorrió hasta los dedos de los pies. 


 


―Dos veces por semana, señor ―respondió TaeMin con la respiración entrecortada. Tener los dedos de MinHo en su piel estaba haciendo estragos en sus nervios. Se sorprendió de tener el suficiente cerebro para poder responderle al hombre. 


 


―Esto lo demuestra ―comentó MinHo mientras caminaba alrededor del cuerpo de TaeMin. Sus manos tocaron sus hombros, y TaeMin saltó ligeramente. MinHo no dijo ni una palabra. Simplemente se fue. TaeMin no estaba seguro si debía seguirlo o no, así que lo hizo. 


 


―No te muevas a menos que te diga que lo hagas. 


 


TaeMin rápidamente corrió hasta donde estaba parado. ‘Maldita sea’. Iba a arruinar esto magníficamente, y luego MinHo le daría una patada. Lo sabía. TaeMin se maldijo a sí mismo en voz baja, perdiéndose lo que MinHo le había dicho. 


 


― TaeMin, ¿me escuchas? ―preguntó MinHo. 


 


TaeMin aventuró una mirada en dirección a MinHo, con la esperanza de no recibir una mirada de desaprobación a cambio. No estaba seguro de cuáles eran las reglas. 


 


MinHo estaba junto a la silla en la sala de su casa, pero sus emociones eran ilegibles. El hombre podría haber sido una estatua. 


 


TaeMin se tragó el nudo en su garganta. Dios, estaba tan nervioso. Realmente no quería arruinar esto. Ya se veía como un idiota completo por el anuncio personal que había intentado publicar y que, a continuación le había enviado a MinHo por error. No escucharlo sólo se añadiría a su estelar actuación hasta ahora. 


 


―Lo siento, señor. ¿Podría repetir lo que acaba de decir? 


 


―Ven aquí y asume la posición de reposo. 


 


TaeMin se apresuró hacia el lugar que MinHo señalaba, pero luego se detuvo y se quedó mirando al hombre más alto. ―Uh... ¿Posición de reposo? 


 


¿Había una posición de descanso? 


 


―De rodillas con las manos descansando sobre los muslos, las piernas separadas. 


 


TaeMin se alegró de que MinHo pareciera dispuesto a darle directrices, pero desconcertado por la idea de que estaría totalmente expuesto con las piernas muy abiertas. Su polla ya estaba mostrando señales de vida, y no tenía ninguna duda de que MinHo lo vería todo en el segundo que TaeMin cayera al suelo. 


 


Sin embargo... había sido una orden. 


 


TaeMin se colocó sobre sus rodillas en el suelo y apoyó las palmas de la mano hacia abajo, sobre sus muslos. Tomado una rápida respiración para armarse de valor, separó las piernas, tragándosela saliva cuando su polla dura rebotó contra su abdomen. 


 


‘Oh, hombre’. TaeMin podía sentir su rostro en llamas, y sabía que MinHo podía verlo. Estaba muy avergonzado. Se estaba convirtiendo en el sub perfecto. ‘No’. 


 


TaeMin estaba tan profundamente concentrado en sus depresivos pensamientos que saltó cuando sintió las manos de MinHo en su garganta. MinHo estaba envolviendo la cinta roja alrededor de su cuello. 


 


―¿Estás listo para esto, mi mascota? ―preguntó MinHo. 


 


―S-Sí ―tartamudeó TaeMin. Maldita sea. Sonaba como un idiota. Se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo―. Sí, señor. 


 


TaeMin casi lloró cuando sintió que MinHo ataba la cinta roja alrededor de su garganta. Tal vez sólo fuera una simple tira de tejido para la mayoría de la gente, pero significaba algo para él. Cuando el nudo finalmente estuvo hecho, TaeMin sintió como una sensación de calma entraba en su cuerpo. Su mente descansó, quedándose lánguida como su cuerpo. 


 


―Muy bien, TaeMin. ―Acarició, MinHo pasó sus dedos a través del pelo de TaeMin. Su respiración se suavizó sobre la oreja de TaeMin cuando se inclinó para susurrarle―. Lo estás haciendo muy bien, mascota. 


 


TaeMin sentía que acababa de recibir las llaves de las joyas de la corona. Parpadeó varias veces para librarse de las lágrimas que picaban en la esquina de sus pestañas. ―Gracias, señor. 


 


―Acuérdate de tu palabra de seguridad, TaeMin ―dijo MinHo a medida que giraba en torno a TaeMin y se sentaba en el sillón de grandes orejas al lado de la chimenea. ―Si en algún momento sientes que necesitas parar las cosas, utiliza tu palabra de seguridad. Es muy importante que lo recuerdes. 


 


―¿Correo, cierto señor? 


 


―Sí. 


 


TaeMin por casualidad le dio una mirada rápida a través de sus pestañas. Todavía no sabía si se le permitía mirarlo directamente. Por lo que había leído en internet, a muchos Amos no les gustaba. Deseaba que MinHo le explicara las reglas de lo que estaba bien y lo que no, para poder tener unas pautas que seguir. 


 


―Cierra tus ojos y abre tu boca, mascota. Es hora de cenar. 


 


TaeMin parpadeó por un momento y luego cerró los ojos y abrió su boca. No se había dado cuenta de que MinHo tenía la intención de darle de comer. Pensaba que como el sub de MinHo, era su deber velar por las necesidades de su amo, no a la inversa. Esto hizo que TaeMin se sintiera aún más confundido que antes. 


 


¿Qué estaba bien y qué mal? 


 


TaeMin sintió que algo cepillaba sus labios. Fue a abrir los ojos cuando oyó a MinHo aclararse la garganta. Ah, cierto. Se suponía que debía mantener los ojos cerrados. Lo que estaba en los dedos de MinHo pasó por sus labios y se estableció en su lengua. 


 


TaeMin lentamente cerró los labios alrededor de los dedos de MinHo al mismo tiempo que este sacaba sus dígitos de su boca. Cuando empezó a masticar y los jugos empaparon su lengua, se dio cuenta que se estaba comiendo un pedazo de sandía. En realidad, la sandía estaba bastante buena, y no tenía semillas. 


 


―Gracias, señor ―dijo TaeMin, una vez que se la hubo comido. 


 


TaeMin se puso nervioso cuando MinHo no respondió. ¿No se suponía que le hablaría? No sabía qué hacer hasta que sintió otra pieza de fruta presionando contra sus labios. TaeMin obediente, abrió su la boca y empezó a masticar una vez que MinHo liberó sus dedos. 


 


Esto sucedió una y otra vez durante lo que pareció una eternidad, MinHo lentamente empujaba pieza tras pieza de fruta, galletas saladas y queso. Ser alimentado por la mano de MinHo era un proceso lento y que a TaeMin le resultaba muy erótico. En el momento en el que abrió la boca para otra pieza y ninguna llegó, TaeMin sentía que su polla iba a explotar. 


 


―¿Está lleno, mi mascota? 


 


―Sí, señor. 


 


―Bien. ― MinHo le dio unas palmaditas en un lado de la mejilla―. Abre los ojos y lleva la bandeja a la cocina y luego regresa y asume la posición de reposo. 


 


TaeMin estaba muy ansioso por abrir los ojos. Quería ver a MinHo. Se puso de pie y cogió el plato de comida, frunció el ceño cuando vio lo vacío que estaba. ―¿Ha comido, señor? 


 


―Lo hice, gracias por preguntar, mascota. ―Una de las esquinas de los labios de MinHo se curvó hacia arriba mientras sonreía―. Ahora, date prisa y lleva ese plato a la cocina. Tus lecciones están a punto de comenzar. 


 


TaeMin se sentía un poco sorprendido mientras llevaba el plato de porcelana a la cocina. ¿Sus lecciones estaban a punto de comenzar? Si no lo estaba enseñando ya, entonces ¿qué fue ese pequeño show en la sala de estar? ¿Qué había estado haciendo todo este tiempo? 


 


‘¿Jugar?’ 


 


Se apresuró a la cocina. Puso la bandeja en el fregadero, y luego se quedó mirando la porcelana blanca. ¿Se suponía que debía lavarlo? ¿ MinHo se enojaría si dejaba un plato sucio en su fregadero? Echando un vistazo alrededor de la cocina, se dio cuenta que la habitación estaba impecable. 


 


Estaba confundido, en un momento no sabía si debía lavar bien el plato y en otro simplemente dejarlo en el fregadero. Empezó a entrar en pánico, se pregunto si MinHo se molestaría si su inmaculada cocina se quedaba sucia por dejarlo en el fregadero. 


 


TaeMin agarró la esponja, de forma rápida lo limpió y luego lo colocó en el escurridor de platos. Bien. Estaba limpio como una patena. Limpió el fregadero y luego se apresuró a regresar a la sala donde se sentó en la gran almohada a los pies de MinHo. 


 


―¿Ha tenido dificultades para encontrar la cocina, TaeMin? ―preguntó MinHo. 


 


―No, señor ―respondió TaeMin cuando se sentó y colocó sus manos, las palmas abajo, sobre sus muslos, una vez más. Estaba contento, se quería palmearse a sí mismo. Había logrado hacer algo sin esperar a que MinHo le diera las instrucciones. 


 


―¿Entonces por qué, si se puede saber, te tomó tanto tiempo volver? 


 


TaeMin abrió la boca y luego la cerró. Por la mirada en la hermosa cara de MinHo, el hombre no estaba contento. ¿No debería haber limpiado el plato? TaeMin comenzó a inquietarse, preguntándose cuál era la respuesta correcta. Tenía miedo de decir la verdad, porque MinHo parecía tan malditamente molesto, pero sabía que debía. ¿No? 


 


―Lavé el plato, señor. 


 


―¿Te he pedido que lavaras el plato o que lo dejaras en la cocina? 


 


TaeMin pensó en las instrucciones de MinHo, y luego frunció el ceño. 


 


―Lo segundo, señor. 


 


―Entonces ¿por qué lavaste el plato, TaeMin? ―preguntó MinHo mientras se recostaba en el cómodo sofá que tenía grandes almohadas colocadas en su espalda. 


 


TaeMin estudió las almohadas, preguntándose por qué le disgustaba tanto a MinHo que hubiera lavado el maldito plato. No tenía ningún sentido para él. 


 


―Debido a que tu cocina estaba impecable, y el plato estaba sucio, señor. ―Sonaba lógico para él, pero MinHo no parecía muy convencido. TaeMin comenzó a preguntarme si no debería haber dejado el plato sucio en el fregadero. 


 


―Seguir mis órdenes no implica que adivines lo que piensas que quiero. Hasta que no me conozcas mejor, no debes suponer que sabes lo que quiero. Si hubiera querido que lavases el plato, te habría dado la orden. 


 


TaeMin se mordió la lengua en el último segundo, aliviado de que su inteligente observación se mantuviera detrás de sus labios. Era un plato sucio, así que ¿qué coño? 


 


MinHo estaba actuando como si TaeMin se hubiera ido y hubiera limpiado la cocina de arriba a abajo. 


 


―Dilo ―dijo MinHo poniéndose de pie. 


 


―¿Decir qué? ―preguntó TaeMin mientras miraba hacia la puerta, juzgando lo lejos que estaba. 


 


―Di lo que sea que acabas de parar para que no saliera de tus labios. 


 


‘Oh, jodidamente no’. TaeMin no le iba a decir a MinHo lo que pensaba. No era tan estúpido. No estaba preparado para que sus sueños se estrellaran y ardieran. ―No estaba pensando en nada ―mintió TaeMin. 


 


―Ese es el segundo castigo que te ganas, TaeMin. ¿Quieres ir a por el tercero? ―preguntó MinHo mientras se acercaba, sus ojos grises oscurecidos mientras circulaba alrededor de TaeMin. 


 


Si TaeMin no lo supiera mejor, pensaría que MinHo estaba disfrutando de sí mismo. El hombre tenía una muy notable y dura erección que abultaba la parte delantera de los pantalones de su pijama negro. Pero el hombre mantenía la expresión de su rostro en jaque. TaeMin no estaba seguro de lo que MinHo estaba pensando, pero el hermoso cuerpo del hombre hablaba a gran volumen. 


 


Un destello brilló en los ojos de MinHo antes de que caminara alrededor hasta la parte trasera de TaeMin, y sabía por aquella mirada robada que estaba en serios problemas... otra vez. 


 


―¿Um... no, señor?


 


―¿Es una pregunta o una declaración, TaeMin? 


 


‘Infiernos si lo sabía’. TaeMin estaba tan confundido que alguien podría haberle dicho que el cielo estaba morado y no tendría un buen argumento contra eso. ―No sé, señor. 


 


―Ya tiene dos castigos, TaeMin. Uno por ese pequeño truco tuyo en el trabajo y otro por no seguir mis órdenes. Si sigues mintiéndome, me veré obligado a añadirte otro castigo, TaeMin. ¿Quieres eso? 


 


TaeMin hundió sus dedos en la piel de sus muslos. Porque no sabía cómo responder a esa pregunta. ¿De verdad quería ser castigado? Más importante aún, ¿qué era exactamente lo que MinHo consideraba un castigo? 


 


No sabiendo qué más hacer, TaeMin levantó los ojos y miró hacia arriba a MinHo, una mueca de dolor en la mirada severa del hombre. ―No sé, señor. No estoy seguro de lo que quiero.


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