MinHo miró el reloj el viernes, esperando oír a TaeMin tocar por última vez. El hombre había entrado en su despacho los últimos dos días más veces que en todo el tiempo que llevaba trabajando para Kim Inc.
Las interrupciones de TaeMin no lo habían molestado, sólo el hecho de que TaeMin buscaba sus órdenes, y MinHo ya estaba en apuros para encontrar alguna para el hombre. No es como si estuvieran en casa de MinHo donde podrían jugar libremente. Estaban en el trabajo.
MinHo le había dado a TaeMin todo el trabajo que se le había ocurrido, además de algunas cosas añadidas, pero TaeMin había terminado esos trabajos tan rápidamente que MinHo se había quedado sin ideas. Por lo que solo enviaba a TaeMin a por café cada vez que el hombre entraba en su oficina.
Y MinHo no bebía café.
El familiar toque sonó en la puerta de la oficina de MinHo. ―Adelante.
La puerta se abrió lentamente, TaeMin agachó la cabeza mientras se apresuraba al interior y cerraba la puerta detrás de él. ―Es hora de salir, señor. ¿Debería seguirlo desde el estacionamiento?
MinHo se levantó, cerrando su computadora mientras estudiaba a TaeMin. ―No, te di la dirección. Espera unos minutos antes de salir. No quiero que nadie sospeche que me estás siguiendo.
MinHo aún tenía que pensar en la política de la oficina.
TaeMin le dio una rápida inclinación de cabeza antes de salir de su oficina. MinHo sonrió y cerró los cajones de su escritorio, agarró su chaqueta del respaldo de su silla, y se dirigió hacia el exterior del despacho.
Se abrió camino a través del laberinto de cubículos, resistiendo la urgencia de mirar por encima hacia el área de TaeMin. MinHo sabía que cada uno de sus empleados lo miraban como halcones. No le haría ningún bien que todo el mundo lo viera mirando con anhelo a TaeMin.
Haciendo su camino hacia el ascensor, MinHo se quedó allí y esperó a que el ascensor se abriera camino a su piso. Entró en la pequeña caja, mentalmente gimió cuando vio al director general caminado hacia él ―Hola, señor Lee.
―Choi. ―Asintió el Sr. Lee―. ¿Esperaba con impaciencia el fin de semana?
Si sólo el Director General supiera.
―Mucho, señor. ― MinHo le dio una sonrisa cortés, pero quería poner una sonrisa de oreja a oreja. No podía ni siquiera empezar a describir lo mucho que esperaba este fin de semana.
―Muy bien ―dijo Lee, cuando salía del ascensor.
MinHo abandonó el edificio, yendo hacia su coche. Oró porque TaeMin no fuera demasiado entusiasta y saliera corriendo detrás de él. El Sr Lee estaba aparcado a sólo unos cuantos coches por debajo.
El jefe no era un hombre malo, pero le había dejado más que claro que no iba a aceptar cualquier confraternización entre los empleados, especialmente los empleados del mismo sexo. MinHo ni siquiera estaba seguro que el Sr. Lee supiera que prefería a los hombres.
No es que MinHo tratara de ocultarlo, pero no mezclaba su trabajo y vida personal si podía evitarlo. Sólo había algunas cosas en la vida que no debían ser compartidas. Su necesidad de dominar se encontraba en la parte superior de esa lista.
MinHo esperó un momento, viendo como el señor Lee sacaba su coche de su plaza de aparcamiento, y luego hizo lo mismo con su propio coche. Vio a TaeMin salir cuando él salía del edificio y sacaba su coche de su plaza dirigiéndose hacia la salida.
TaeMin se detuvo junto a las puertas del edificio y vio a MinHo salir conduciendo. MinHo solo pilló un vislumbre del hombre en su coche por el espejo retrovisor mientras se metía entre el trafico. Bueno, al menos no corría.
MinHo vivía en una parcela de ricos a las afueras de la ciudad. Lo suficientemente lejos de la vida urbana para que sus vecinos no respiraran en su cuello, pero lo suficientemente cerca de la ciudad para poder llegar a trabajar en menos de media hora si el tráfico era bueno.
Un poco más de treinta minutos después, porque el tráfico era un poco caótico ya que era viernes, MinHo metió su coche en el garaje adjunto a su casa. Apagó el motor y salió, agarrando su chaqueta y su maletín antes de cerrar y bloquear la puerta.
MinHo no sabía hasta qué punto TaeMin estaba detrás de él, por lo que se apresuró al interior. Tenía un par de cosas para configurar antes de que su nuevo sub llegara.
MinHo dejó su maletín en su oficina y luego se dirigió a su dormitorio.
Se desnudó, lanzando su ropa sucia al cesto de la ropa, y a continuación, se puso un simple pantalón de pijama negro de seda. No necesitaría una camisa si la noche iba como esperaba.
Después cogió unos cuantos juguetes que TaeMin necesitaría, MinHo se dirigió de nuevo a la parte principal de la casa. Dejó los artículos en la mesita situada cerca de la puerta principal y luego se dirigió a la cocina.
Sabía que tenía hambre después de un largo día de trabajo, y sospechaba que TaeMin también. Algo para picar valdría por ahora, sobre todo porque tenía toda la intención de alimentarlo con sus manos. Ya que le sería difícil al chico alimentarse con las manos esposadas, preferentemente detrás de la espalda.
MinHo gimió mientras la imagen de TaeMin de rodillas con las manos aseguradas juntas llenó su mente, y luego la imagen llenó su pene. Realmente esperaba que a TaeMin le gustara ser inmovilizado, ya que era una de las manías particulares de MinHo. Si tenía algo que decidir en el asunto, TaeMin iba a pasar mucho tiempo esposado.
MinHo estaba poniendo en un plato fruta picada, queso, y galletas cuando oyó el timbre de la puerta. Estuvo a punto de dejar caer el plato de porcelana sobre la mesa antes de atraparlo de nuevo. MinHo respiró profundamente y luego dejó la fuente en la encimera.
Se dirigió hacia la puerta de entrada, girando sus ojos cuando oyó un rápido golpeteo. TaeMin realmente no tenía ningún control. Eso era algo que MinHo sabía que tendría que resolver. La paciencia era una virtud, pero sólo para el sub.
El rostro ansioso de TaeMin esperaba a MinHo cuando abrió la puerta. Esa mirada entusiasta rápidamente se convirtió en asombro cuando TaeMin miró el cuerpo de MinHo de arriba abajo.
―Maldita sea.
MinHo simplemente arqueó una ceja y miró fijamente a TaeMin hasta que la cara del hombre comenzó a llenarse de un color suave. Bueno, al menos la pregunta de si TaeMin lo encontraba atractivo había sido contestada.
―Lo siento, señor.
MinHo dio un paso atrás y movió su mano para que TaeMin entrara. Una vez que el hombre entró, MinHo cerró y bloqueó la puerta. Tenía planes, y no quería ningún tipo de interrupciones. TaeMin estaba casi rebotando en el lugar en el momento en el que MinHo se dio la vuelta.
MinHo le dio crédito al hombre por estar controlándose tan duro como podía, pero sabía que estaba cerca de tener una crisis nerviosa. La aprensión guerreaba con la anticipación en los ojos verde musgo de TaeMin. MinHo sabía que necesita dirección, órdenes, y era el hombre para dárselas.
―¿Has traído tu bolsa?
―Sí, señor ―dijo mientras sostenía la bolsa negra en la mano.
―Ponla en el armario por el momento. Más tarde las colocaremos.
Rápidamente puso su bolsa en el armario y luego rebotó frente a MinHo.
MinHo tomó un trozo de cinta roja que había puesto sobre la mesa auxiliar anteriormente y se acercó a TaeMin. ―¿Sabes lo que es un collar, TaeMin?
TaeMin frunció el ceño. ―¿Quieres decir como un collar de perro?
Oh, era tan ingenuo.
―No, TaeMin. Un collar es algo que un Amo le da a su sub como signo de propiedad, devoción, y del compromiso entre ambos. Ya que, no tienes la formación adecuada para ser un sub-
TaeMin gimió, mordiéndose el labio inferior.
―Sin embargo ―continuó MinHo―. Vamos a usar un pedazo de cinta roja.
Cada vez que estés usando esta cinta, tienes que obedecerme en todo, incluso si te sientes incómodo. Puedo pedirte que hagas cosas que nunca has hecho antes, y tienes que confiar en que no voy a hacerte daño.
El pobre TaeMin parecía confundido como el infierno. ―¿Eso significa que no puedo utilizar mi palabra de seguridad mientras lo estoy usando?
―¡Por supuesto que no! ― MinHo se dio cuenta que había hablado en voz muy alta cuando TaeMin saltó y sus ojos se pusieron redondos como platos―. No lo entiendes, TaeMin. Siempre debes usar tu palabra de seguridad si quieres que las cosas se detengan. No importa que, la voy a respetar y no me enojaré contigo. Quizá me gustará discutir por qué la has utilizado, pero no me enfadaré.
―¿Incluso cuando esté usando el collar? ―preguntó vacilantemente TaeMin.
―Especialmente cuando estés usando el collar. ―Wow, esto era más difícil de lo que MinHo pensó que iba a ser. Nunca había entrenado a nadie que era como un campo sin arar. A más pensaba en el estado de novato de TaeMin, más se daba cuenta que le gustaba la idea de darle sus primeras lecciones en este tipo de vida. MinHo solo se preguntaba si TaeMin lo pararía―. Quiero que te acostumbres a tener algo alrededor de tu garganta, TaeMin. ― MinHo sostuvo la cinta―. Eso es lo que es esto.
―Está bien. ―Dio un paso hacia adelante y TaeMin inclinó la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su garganta.
―Todavía no, TaeMin.
―Pero ha dicho-
―Quítate la ropa primero.
Los ojos de TaeMin abiertos como platos. ―¿Mi ropa, señor?
―Sí, TaeMin. ― MinHo trató de no mostrar en su cara su creciente lujuria. La tienda de campaña que su dura polla formaba en sus pantalones era una causa perdida. No había manera que pudiera deshacerse de ella con TaeMin de pie delante de él, mirándolo con tantas ganas de complacerlo―. Vas a pasar el fin de semana desnudo.
MinHo señaló al armario donde TaeMin había puesto su bolsa. ―Ahora, quítate la ropa, dóblala, y ponla en el armario. Quiero verte.