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Soulmate por Blacky_Swann

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El pelinegro ya no lograba mantener la mirada seria de SeokJin, haciendo que bajara la cabeza. No sabía cómo reaccionar a todo lo que el mayor le soltó de la nada. —Estabas angustiado —la voz de Kim llegó a sus oídos, notando que de nueva cuenta, sus manos estaban entrelazadas entre ellos. —No es bueno hacerse el fuerte, y tampoco te vuelves débil por demostrar lo que sientes y pedir ayuda cuando la necesitas —añadió el castaño, balanceando las manos de ambos. —Tampoco tienes que fingir algo que no eres conmigo... estoy seguro de que seas como seas, eres genial —su voz tomó ese tono dulce de antes, regalándole una tierna sonrisa que dejaba asomar sus dientes.


JiMin alzó la mirada, con los ojos tan abiertos como podía, topándose con la bella sonrisa de Jin. — ¿Lo dices en serio? —preguntó bajito, apartando casi al instante la mirada. — ¡Claro! No tengo por qué mentirte —las mejillas del menor no tardaron en teñirse al sentir las suaves caricias en su cabello, arrancándole una pequeña risa. —Ahora, será mejor que tomemos las compras, y volvamos a casa. No quiero que mi mamá llame a la policía —bromeó el más alto, separándose de JiMin. El chiquillo solo asintió, tomando la bolsa plástica, y estirando su mano para engancharla en la de Jin, notando con cierta pena como el castaño entrelazaba sus deditos.


—Bien, ahora intenta recordar el camino, ¿sí? Estamos justo frente al supermercado. Caminaremos tres calles en esa dirección —mientras explicaba, apuntaba hacia donde debían ir, jalando a JiMin por la mano; describió a detalle cuales eran las calles, y cuales eran simples callejones o privadas. De vez en cuando se detenían, solo para que SeokJin le preguntara al menor sobre algo de lo que le había estado explicando. No tardaron casi nada en plantarse frente a la casa de JiMin. — ¿Ves? Te dije que no estaba muy lejos —ambos empezaron a reír. JiMin se balanceaba sobre sus pies, mirando a todos lados menos a su mayor; no quería despedirse de él.


—Nos vemos otro día —comenzó a despedirse Jin, despeinando un poco al pelinegro. El pánico volvió a apoderarse del menor. ¿Qué si no volvían a verse? Eran vecinos, pero él no sabía en dónde vivía SeokJin. —Pero él sabe dónde vivo yo —pero también era posible que sus horarios no coincidieran para nada. Sin darse cuenta, estiró la mano, aferrándose a la sudadera del castaño, como si fuera un niño pequeño. — ¿Sucede algo? —preguntó Jin, volteándose de nuevo, luego de desenganchar la mano de JiMin y mantenerla entre las suyas. El pequeño mordió insistentemente su labio inferior, sin atreverse a alzar la mirada, balbuceando algo. —JiMin, no te entiendo. ¿Puedes hablar más fuerte, por favor?


—Que si... tarde....


—No entiendo. ¿Qué dijiste?


—Quieres... sa... tarde...


Jin alzó la cabeza, soltando un gruñido de molestia. — ¡No te entiendo!


— ¡Que si quieres venir a mi casa en la tarde! —al momento en que sus miradas se encontraron, el rostro de JiMin explotó en color, girando la cabeza con rapidez debido a la pena. —Claro, me encantaría. Gracias por invitarme —accedió emocionado el mayor, jugando con los deditos ajenos. Por su parte, JiMin sintió un enorme alivio al escuchar aquella respuesta; dejó escapar una leve risita, soltándose casi al instante de aquellas manos. — ¡Bien! ¡Entonces nos vemos después del almuerzo! —y sin esperar respuesta, corrió a la puerta de su casa, agitando la mano, y entrando a casa. Jin solo se contagió de la alegría, y al dejar de ver al pequeño, dio media vuelta y siguió su camino.


— ¡JiMin Park! ¡¿En dónde te habías metido?! ¡Tardaste demasiado, me tenías preocupada!


Pero el chico no ponía atención a los regaños de su madre. — ¡Me perdí! —soltó con tanta alegría y orgullo, que desconcertó a su madre. Dejó la bolsa de las compras en la barra, junto al cambio, y corrió escaleras arriba. Solo para bajar entre tropezones, quitarse los tenis y acomodarlos en la puerta de entrada. — ¡Mamá! ¿Puede venir un amigo en la tarde? ¿Sí? ¡Gracias! —apenas si había asomado la cabeza a la cocina, que tuvo su pequeño monólogo para desaparecer de nuevo, dejando aún más confundida a su madre. Un amigo lo iba a visitar. Su primer amigo en esa nueva ciudad.


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