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Por ellos. por NNK

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Capítulo V: Mauricio o Daniel.

 

No te preocupes, vas a estar bien. Pablo fue por David.

La voz de su hermano Eliseo sonó con fuerza en su mente. Abrió sus ojos viendo como los autos pasaban a su lado con gran velocidad, estaban en la autopista, saliendo hacia la calle principal de la universidad. Escuchar la voz de su hermano mayor le había traído felicidad, todo seguía tal cual como aquella persona le había dicho. Giró su cabeza hacia Adriel, viendo que este hablaba por teléfono.

—Mamá ¿Qué ocurre?—preguntó, escuchando las palabras de su madre, mientras le sonreía a Mauricio—Si, estoy yendo a la clase…no lo sé me tomara de tres a cuatro horas ¿Por qué?—contestó, viendo que Alejandro se volteaba a mirarlo con molestia, le hizo una seña para que hicieran una tregua de paciencia—Si, yo creo que estaré en casa antes de las cinco, no te preocupes, yo paso a buscar a Bárbara.—le respondió con una sonrisa, antes de cortar la llamada.—Ah, mamá—pronunció, sintiéndose ofendido al ver que había cortado.

— ¿Pasó algo?—preguntó Mauricio, cuando Adriel rodó sus ojos y guardó el teléfono en uno de los bolsillos de su pantalón.

—Debo estar en casa a las cuatro para recibir a Barbará del colegio y se me olvido decirte que estabas en la ciudad, así que se llevará una sorpresa agradable—pronunció con algo de ironía. Conocía perfectamente a su madre cómo para saber que ella se enfadaría mucho por olvidar ese pequeño gran detalle.

Mauricio sonrió, nunca había tenido la oportunidad de convivir con la madre de Adriel, pero por lo que había escuchado se notaba que era una madre que se preocupaba de cada detalle de su hijo y casa. También sabía que para Adriel era la persona más importante de su mundo, jamás quiso averiguar porque su amigo era tan independiente y a la vez tan dependiente de ella. Pero, tenía el leve presentimiento de que el año que iba a estar aquí, iba a conocer esa razón que muchas veces en su época le causaba curiosidad.

Se alivió cuando Sergio detuvo el auto en el estacionamiento de la universidad, cada vez faltaba menos para encontrarse con su profesor. Siguió a Adriel por los pasillos, bajo la mirada sospechosa de Alejandro, quien a veces le miraba entre molesto y celoso de que estuviera con Adriel. Estar en los pasillos de la universidad le causó cierta nostalgia, sus recuerdos eran buenos como malos, pero todos los que recordaba le habían enseñado algo. Escucho con atención cómo Adriel y Alejandro se burlaban de la reacción de Sergio antes de entrar al auto, soltó una pequeña risa, ellos dos siempre les habían elegido como víctimas de sus carcajadas más alegres.

La amistad de esos dos siempre había sido igual desde que los conocía, eran el pilar del otro. Si Alejandro se desanimaba, Adriel lo animaba y viceversa. No todo era color de rosa en esa amistad porque cuando debían aclarar o hacerse reaccionar, muchas veces se lo tomaban bien, pero recordaba dos o tres donde su máximo de no dirigirse la palabra fue una semana.  Pero en general, eran inseparables. Siempre fueron así y llegó a pensar que sería así por siempre, pero Adriel falleció y Alejandro aún no podía asimilarlo bien.

La puerta del ascensor se abrió en el quinto piso, sonrió alegre cuando vio a su profesor con una mochila al hombro, mientras los observaba a ambos antes de entrar en el lugar, había olvidado por completo lo joven que se veía su profesor, aunque la edad no fuera lo que aparentaba.

—Buenos días Alejandro, pone atención hoy en clases, voy a enviar un trabajo para final de curso, que va a causar que los alumnos me odien por el resto del semestre—le hizo saber a su ayudante de Criminalística, mientras ignoraba a los otros.

—Alégrese, lo odiaran solo por dos semanas—comentó Alejandro en tono de burla.

—Me van a odiar porque solo les daré una semana para hacer un trabajo de cuarenta hojas—contestó satisfecho, al ver de reojo como Adriel se mordía un labio con frustración al escuchar el enorme trabajo que tendría que hacer para pasar el ramo— Adriel, espero que este año no me hagas reprobarte con un 39.4—nombró los números con lentitud, viendo como Adriel se colocaba al lado del otro chico.

Mauricio mordió su labio para no dejar salir la carcajada que iba a causar el enojo de Adriel. El profesor Eduardo, siempre se comportó de manera burlona con Adriel, parecía que le conociera de antes, pero ninguno de los dos reveló antecedente alguno de su relación. Todos salieron del ascensor y se dirigieron a la sala, iba a entrar en ella, cuando el brazo de su profesor lo detuvo, haciéndolo detenerse en el pasillo, vacío de la universidad. Observo de reojo la clase, viendo que algunos estaban conversando y otros se reían a carcajada limpia.

—Si eres el ayudante de metodología de investigación policial, la clase empieza en dos horas, así que puedes comer algo y descansar—aclaró con una sonrisa amable, haciendo el ademán de entrar al salón, pero se sorprendió cuando el chico le tomó del brazo nervioso.

—Creo que está confundido, yo estudié la misma carrera, pero…—trató de explicar Mauricio, pero el profesor le interrumpió.

—Vaya, tienes suerte, nadie quiere ocupar ese puesto, así que es tuyo—premió con una sonrisa, tratando de volver a clases, pero fue detenido por el brazo del chico.

—Profesor—llamó, captando su atención—Amm…yo soy Daniel. El chico que está sentado en la ventana despidiéndose de su novio David, alzando su mano con una sonrisa amable, es mi versión en esta época—declaró, sintiéndose un loco, al revelar la única verdad de la cual podía estar seguro en esta época.

Mauricio observo a su profesor viendo que este le dirigía una mirada de reojo a su versión más joven, vio en su rostro el desconcierto y el sentimiento de enojo, apropiarse de él. Se mordió su labio asustado, llevó sus manos a los bolsillos de su pantalón y chaqueta buscando la billetera con su identificación para que su profesor creyera en él. Tal vez debió ser más amable al contarle un secreto así, sacó su billetera y su identificación.

—Se que parece una locura, pero mire soy Daniel—rectifico, mostrando su identificación. Eduardo le miró con molestia, pero luego se sorprendió al ver el apellido del chico—Lo ve.

—Tu apellido es Alone, como Adriel ¿Eres su familiar? ¿Qué estupidez hizo ahora?—preguntó el profesor con enojo, volteándose en dirección al salón.

Mauricio no entendió, observo su identificación y se golpeó un zape mental, debió haberlo invitado a tomar un café antes de soltarle una noticia así, era algo completamente razonable que no hubiera evidencia de que él era Daniel. Así que no le quedó otra opción que tomarlo del brazo y llevarlo de vuelta al ascensor, bajó la mirada curiosa de todos sus antiguos compañeros de universidad. Eduardo se sorprendió cuando se vio encerrado con ese chico tan extraño, pensó seriamente en que al chico le ocurría algo grave, pero trató de serenarse para poder calmarlo.

—Está bien. Supongamos que te creo y eres Daniel—trató de sonar convencido—Muéstrame o dime algo que solo sepamos tu y yo—desafió con una sonrisa. Sabiendo que el chico no le contestaría, pero lo que dijo lo sorprendió mucho.

—Aún cuando trato de convencer a su esposa por años de que usted no era el hombre que le convenía, cuando comenzaron a salir fue el hombre más feliz del mundo y eso es algo que usted jamás reconocería, no en frente de ella, porque le da vergüenza—comentó, viendo que este le miraba sorprendido—¿Cómo lo sé? Usted lo dijo en la cena de comienzo de semestre, fue una declaración que hizo para que entráramos en confianza con usted. —Explicó con una sonrisa de satisfacción— ¿Quiere saber más? Usted estaba bebiendo un vaso de bebida, luego de haberse comido toda la cena, yo llevaba una camisa blanca y Adriel rodó los ojos para después comentar “Y yo que pensaba que no tenía sentimientos”—comentó, viendo como su profesor negaba con la cabeza sorprendido.

Mauricio sonrió, satisfecho, había logrado que su verdad no sonara descabellada para su profesor, tenía que lograrlo era la única persona en la cual confiaba ciegamente. Lo observo con cautela, analizando cada una de sus reacciones, sus ojos mostraban confusión y reconocimiento, por unos segundos, tuvo la certeza de que le creyera, pero la duda se adueñó nuevamente de él.

—No quiero saber porque sabes esas cosas, pero voy a omitir todo esto y solo te tomare como el ayudante de metodología de la investigación policial, también como familiar de Adriel, porque para que venga acompañado, debe haber sido algo grave—analizó para sí mismo, sin darse cuenta de que Mauricio le miraba apenado—Por favor, acompáñame al salón y quédate al lado de Adriel.

Eduardo abrió el ascensor y se aseguró que el otro le siguiera al salón, se sentía extrañamente confuso, quería considerar al chico como un loco, pero aquellas palabras solo las había pronunciado delante de quince alumnos y conocía lo suficiente a Adriel para saber que jamás contaría algo tan privado a nadie. Mauricio se sentó en los asientos del rincón al lado de Adriel, quien dejaba un último mensaje en su celular antes de silenciarlo, desvió su vista hacia su yo más joven, lo pillo observando de reojo a Adriel, quien se limita a sacar su cuaderno para posteriormente poner atención.

Había olvidado las ansias y el miedo que sintió los primeros dos meses después de hacerse novio de David, tenía esos sentimientos porque quería arreglar las cosas con él y al menos intentar establecer una vez más una amistad con ella y a pesar de que lo logró, luego de unas dos semanas, su relación de primera era una guerra de ataque y contraataque, se alegraba mucho de que él le volviera a dirigir la palabra. Regresó su mirada al frente, su profesor le evitaba la mirada, mientras explicaba la materia. Alejandro tomaba nota en su tablet y de vez en cuando miraba de reojo a Adriel, quien golpeaba el lápiz con el cuaderno, mientras le lanzaba miradas furtivas a través de la ventana, sacando la lengua cada cierto tiempo.

No tenía que asomar su cabeza para ver qué se trataba de Alejandro. En aquellos años, Alejandro D, era un chico que había llegado a principios del año 2018 de intercambio de Venezuela, era de la carrera de criminología al igual que ellos, iba un año más adelantado que ellos, pertenecía a la generación de Sergio y se iba a quedar hasta la segunda semana de diciembre. Desde el momento en que Sergio y Wilsen lo presentaron, Adriel y el tuvieron una extraña química, como si se conocieran toda la vida.

Debía reconocer que al comienzo eso le molestaba mucho, porque a pesar de que ellos solo se veían en el almuerzo, Adriel se desconcentraba por completo de todos sus amigos, bueno en realidad todo el mundo reía con Alejandro D, todos menos él.

—Para terminar la clase, el trabajo final será en parejas, quiero las mismas parejas que en el primer trabajo, pero no el mismo trabajo—advirtió, viendo como algunos suspiraban resignados y otros ni siquiera se miraban, por ejemplo, Daniel y Adriel, ambos asistieron y estaba seguro que se pondrían de acuerdo en algún momento, pero también sabía que no volverían a mirarse a los ojos en bastante tiempo.

Mauricio se movió incómodo en su asiento, aquella orden la dio con intención de que ambos se miraran a la cara para ver el estado del otro, pero en aquella época no tenía el valor para enfrentarlo y reir a su lado. Observo a Adriel de reojo, viendo como estaba en su celular contestando mensajes, antes de sacar una foto a la pizarra, la cual contenía las instrucciones para el trabajo final.

— ¿Nos vamos a casa?—preguntó Adriel a Mauricio con interés, mientras este le hacía una seña para que conversara con Daniel—No te preocupes, hablare con Daniel por mensaje y tendremos listo el trabajo tres días antes de entregarlo.

— ¿Cómo estás seguro de eso?—preguntó Mauricio, preocupado.

—Puede que no nos hablemos, pero jamás dejaríamos de lado un trabajo que al final nos perjudicaría a ambos—hablo con sinceridad, sorprendiendo a Mauricio. —Vamos, tengo que pasar a buscar a mi sobrina y me queda una hora para llegar a su colegio.

—Ya voy, solo necesito tomar mi bolso y ya está—aseguró, tomando el bolso de debajo de la silla—Nos vamos cuando quieras—concedió con una sonrisa.

— ¿De dónde…?—preguntó Adriel, confundido mientras señalaba el bolso— ¿…Cuando lo?—estaba seguro de que en ningún momento Mauricio llevaba un bolso.

—Lo supe cuando Alejandro te regañaba en el auto y lo saque cuando tu aún no te bajabas del auto—mintió con una sonrisa nerviosa.

Odiaba mentirles a sus amigos, era algo que no iba con él, la única vez que lo hacía era cuando debía hacerlo para distraer algún cumpleañero, pero más allá de eso, era imposible que el mintiera alguna vez. Observo de reojo a su yo más joven, sintiendo que este trataba de no mirar a Adriel, quien se despedía de Alejandro antes de marcharse a buscar a su sobrina.

Bárbara, la sobrina de Adriel, era otra persona que conocía en su vida. Al principio solo sabía que era una chica muy, pero muy traviesa, con humor negro digno de causar enojo en Adriel, le tomó dos años conocerla en persona, de pelo negro y ojos marrones oscuros, normalmente era una chica tímida fuera de casa, pero dentro de ella era extrovertida y siempre trataba de hacer reir o enojar a Adriel a voluntad.

Sintió emoción, era la primera vez que iba a ver a Bárbara a los diez años.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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