—No sé porque estás nervioso, soy yo quien va a conocer a tu madre —ver a Rin tan intranquilo lo estaba incomodando y no ayudaba en nada.
—No estoy nervioso —frunció el ceño mientras lo miraba, quizás estaba siendo demasiado obvio, pero le resultaba difícil estar tranquilo en esa situación—. Solo...
—Todo saldrá bien ¿Sí? ¿No soy el yerno que cualquier madre desearía? —quería que se tranquilizara y solo pudo pensar en bromear para relajar el ambiente.
—De verdad eres problemático... —al menos había logrado su cometido pues se sentía mucho más tranquilo y preparado para salir, incluso había conseguido hacerlo reír.
* * *
Se veían tan cómodos conversando que ni siquiera podía creer que estuviera tan preocupado un rato antes. Haru había sido aun más encantador que siempre y su madre no hacía más que escucharlo atenta y preguntar algunas cosas.
La reunión estaba resultando un éxito, ahora se sentía relajado y disfrutaba de ella. Incluso se mantuvo tranquilo cuando su madre insistió en contar una de las tantas ocasiones en que regresó a casa hablando de Haru o mostrarle algunas fotografías de cuando era pequeño.
Hasta habían pasado unos minutos frente al altar de su padre. Rin se quedó un poco más mientras Haru volvía a la sala de estar para conversar un poco más con Miyako.
—Rin es un chico maravilloso, aunque supongo que eso ya lo sabes —sonrió mientras lo miraba, se veía pensativo y quería indagar un poco.
—Lo es, es resplandeciente —miraba en dirección a donde se encontraba Rin mientras jugaba un poco con el anillo en su mano.
—No entiendo porque estaba tan nervioso por esto —apoyó su rostro sobre sus manos mirando a Haru con una sonrisa—. Seguramente le preocupaba tener mi aprobación y la de Toraichi y no entiendo porque, es feliz a tu lado y tiene con quien compartir su sueño ¿Qué objeción podríamos tener? —le dedicó una sonrisa cómplice, había entendido lo que pensaba y quería hacerle saber que estaba de acuerdo.
Rin volvió a donde estaban y solo pudo ver a Haru avergonzado mientras intentaba mantener la compostura, su madre solo sonreía y por más que él preguntara que ocurría no recibió respuesta de ninguno.
Luego de un par de horas debían volver a casa, Haru salió primero para revisar el auto y asegurarse de que todo estuviera en orden para salir. Rin y Miyako se despedían mientras tanto y no desaprovecharía la oportunidad de decirle lo que pensaba.
—Haru es muy lindo —sabía que esa sería su reacción, y de cualquier manera le parecía adorable que Rin se pusiera tan nervioso al escucharla—. Tu padre estaría feliz porque encontraste alguien que te ama de verdad y con quien puedes compartir tu sueño. Incluso Steve está feliz de que Haru sea parte de la familia.
Mientras veía a su madre sonreír la vergüenza subió por su rostro, quizá había sido muy poco sútil o su madre era demasiado observadora; pero no esperaba que le dijera eso. Simplemente se despidió de ella antes de ir hasta el auto con Haru. Steve se había acercado luego de que él se fuera y ahora ambos los despedían con la mano.
—¿Qué ocurre? —la expresión de Rin le intrigaba, no entendía que había pasado pues su madre parecía muy feliz mientras movía la patita del gato para despedirlos y él parecía más nervioso que nunca.
—Le agradas a Steve mucho más que yo, y acaba de conocerte ¿No puedo estar molesto por eso? —quería disimular su vergüenza, incluso si Haru seguía mirándolo con curiosidad.
Quizá había llegado el momento indicado y Miyako quiso hacérselos saber, tomar la decisión no era fácil, pero ahora estaban más seguros. Esa pequeña reunión resultó mucho mejor de lo que esperaban.