El reto se había hecho, Haru debía demostrarle sus mejores habilidades culinarias en el tiempo establecido. Debía preparar su mejor postre y satisfacer el paladar de Rin mostrándole un sabor nunca antes visto.
Haru estaba confiado, después de tanto tiempo conociéndolo y preparando diferentes platillos para él podía preparar algo especial que lo sorprendiera y cumpliera sus expectativas.
Sus ingredientes principales fueron fresas y una mezcla de quesos para equilibrar el dulzor. Escogió una receta sencilla pero a la que podía agregar especias y condimentos para darle un sabor especial.
El postre estaba listo y el juez más que preparado para probarlo. Estaba emocionado y ansioso por saborearlo, sabía lo hábil que era Haru y también que cuando lo retaba lograba niveles insospechados.
Haru presentó su postre, un montaje sencillo pero que resaltaba los colores de los ingredientes y lo hacía lucir delicioso. Estaba seguro de que ganaría el reto, su expresión lo decía todo.
Pero Rin no se lo dejaría tan fácil, incluso si el postre resultaba increíblemente delicioso no lo aceptaría tan fácil, debía demostrarle que iba en serio y que había puesto todo de sí por hacer el mejor postre.
Miró seriamente el platillo, girándolo un par de veces enfocando toda su atención en cada pequeño detalle. Los olores eran deliciosos y apenas podía esperar para probarlo, pero debía mantener su papel y mostrarse indiferente.
Tomó la cuchara y se aseguró de que en ella hubiera un poco de todos los ingredientes y volvió a observar el bocado con detenimiento antes de disponerse a saborearlo.
Era delicioso, mucho más que cualquiera de los que había probado antes. Las texturas combinaban a la perfección y dejaban una sensación sumamente agradable en su boca. Podía saborear los ingredientes, habían muchos y aun así ninguno opacaba al resto.
Estaba disfrutando con todos sus sentidos, el platillo era simplemente maravilloso y no había ni un solo detalle que no fuera perfecto. No había nada fuera de lugar que pudiera usar para que Haru tuviera que luchar por convencerlo.
Probó varias veces más el postre mientras en su expresión seguía manteniéndose la indiferencia y se preparaba para su mejor actuación.
—Bueno, no sé si puedo decir que es el mejor que he probado... —dejó la cuchara sobre el plato jugando con sus dedos sobre la mesa—. No creo que sea lo más delicioso que he probado, en realidad el sabor es bastante común y...
—Eso no puede ser cierto, usé ingredientes que no cualquiera usa para los postres —Haru lo interrumpió, no podía creer lo que acababa de escuchar y necesitaba asegurarse de haber usado los ingredientes que planeó.
Tomó la cuchara que descansaba sobre el plato para probar su creación, todo salió como lo había planeado y no había razón para que Rin dijera algo como eso.
Estaba a punto de reclamarle cuando vio su expresión avergonzada y las palabras atoradas en sus labios. No entendía lo que ocurría y solo lo miraba esperando una respuesta clara a lo que ocurría.
Pero Rin simplemente no podía hablar, quizá él no se había dado cuenta, pero usaron la misma cuchara para comer ¿Cómo se supone que reaccionara cuando eso no era otra cosa sino un beso indirecto?
Haru había ganado mucho más que el reto, aun si no era consciente de eso, pero Rin no se lo diría. No iba a avergonzarse dos veces el mismo día.