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Ella y su mundo. por Rather be

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No quería demostrar qué estaba nerviosa. Por eso exhale e inhale el aire suficiente como para qué mis pulmones queden llenos.   Luego de eso, camine. Ya qué el día iba a ser intenso, por decir poco... Lo presentía… nada bueno vendría de esto. 

El trato de Virginia traía algo qué no me convencía del todo. Aquella mujer me daba mala espina. 

Esperaba qué todo fuera relativamente normal, pero estas dos hermanas algo escondían.

Algo…¿Qué con el tiempo lo descubriría? No lo sé. Y sí de mi dependiera no me metería, pero parecía qué cuanto más lo evitaba más me involucraron.

Parece qué su tercer hermano estaba involucrado en ello, aquel joven sonriente y con aires de fanfarrón. Sin embargo parecería que Isabel aún... bueno no lo supera. Virginia en cambio, se mantuvo con la boca cerrada, lo cual me sorprende de ella. Pero tengo la sensación de qué todavía las heridas no se han cerrado en la familia.  

En fin volviendo al trato. A cambio del silencio de Virginia, debía estar en la casa el día domingo. 

Nada raro. Pensé. 

Pero luego me di cuenta de que era mi día libre. En toda la semana, ¿justo ese dia? Sí. y yo había aceptado sin darle muchas vueltas al asunto. 

Pero sí Isabel no quería qué me presentara el domingo y Virginia sí, entonces tenemos un problema. 

Sí, el problema era ¿qué hacer? ¿Qué pasaría para qué tuviera qué ir contra mí hermosa Isabel?. ¿Dije hermosa?Quise decir… 

En fin, al menos Isabel no es tan infantil. No era tan increíblemente detestable como Virginia. 

No. 

Pero

¿Cuánto sé de ella en realidad? 

Nada. 

Estaban llenos de secretos y sí ellas no hablarían al respecto, no intervendría. Al menos no aún.  

Una vez en la puerta de la casa nuevamente. Comenzaba mí día. 

Victoria estaba desayunando unos cereales con leche y frutas. La niña al verme se acerca, me saluda y poco después desaparece. Lo qué me llamó más la atención fue qué no había rastros de ninguna de las adultas. 

Me límite a realizar mis tareas. Las cuales eran muchas ya qué la cocina. El patio y las habitaciones estaban desbordadas de desorden. Parecía como sí hubiera pasado un huracán . Ropa, calzados y papeles por todos lados. 

La oficina de Isabel estaba de igual manera.

¿Habría sucedido algo? El cuarto apestaba a cigarrillo. Había 4 copas con impresionantes detalles servidas aún con whisky. 

Todo parecía tranquilo pero en el fondo tenía una sensación extraña.

Así se desarrolló la semana entera. 

El día sábado, comenzó con Vicky sentada en el patio nuevamente sola. Le preparé el desayuno y se lo llevé afuera. 

Mientras realizaba el lavado de la ropa. La escuchaba hablar y reír. 

Eso me hizo recordar mí niñez y no pude evitar preguntarme sí está niña ¿se sentiría sola?

Admito qué sentí un fuerte impulso por abrazar a la niña. Y creo qué una basura se me metió en los ojos. Pero en fin. Como estábamos las dos solas por el momento, pase el rato con ella. 

Luego de comer, la prepare para dormir con un cuento y su peluche Mike el oso. 

Escucho un auto qué entra a la casa. Era Isabel, entró y dejó un par de cosas. Me miró, me sonrió y se marchó. No comió. Ni hablo, sólo se fue.

Así había sido la semana entera…

 

-oh. No te pongas triste. Me harás llorar.- dice Virginia mientras se seca una lágrima falsa con un pañuelo de papel.

-ni un hola ni un todo en orden- sigue hablando a mí alrededor mientras me mira para ver mis reacciones. -no te culpes, ella es así.

Cómo permanecí en silencio Virginia me perseguía con la mirada mientras me veía alejarme de la entrada. Ella se quedó Inmóvil sentada en el sillón con un cigarrillo entre sus dedos. 

-Paula! No me ignores. Se que mueres por saber más sobre ella. 

-¡No te escucho!-grito mientras me alejó aún más de ella. Sonríe. Mientras se lleva el cigarro a los labios.

La tarde se hizo larga, no por las actividades qué realice, sino porque estuve esperando 2 horas a qué la chiflada de Virginia se decidiera en el súper. Una lista de no más de 30 productos. Pero no la condenada hija de Satanás, junto a la pequeña Vicky me hicieron muy poco placentero las compras.

La pequeña Vicky con tan sólo dos o tres dulces se quedó inmóvil, tranquila e incluso me ayudó en buscar los pedidos como verduras. el pollo, fideos.etc 

Ah pero su madre… esa mujer era diferente 

Era un auténtico dolor de cabeza. 

Era tan impredecible como una niña. 

Isabel en cambio.

En cambio… bueno, era un misterio. 

Sus viajes y reuniones la mantenían fuera todo el día. 

Rara vez comía en casa. Y comenzaba a entender a Vicky que corría hacía la entrada., Cada vez qué escuchaba el auto de Isabel. 

La niña la quería y ella también. Fue un tierno momento qué sólo lo vi 3 veces. Los demás días eran los cuales Vicky permanecía esperando hasta caer dormida.

Virginia se enfureció la noche del viernes. Isabel también.

La una a la otra se echaban la culpa. 

¿Por qué peleaban? Por Vicky pero... tenía la sensación de qué era por algo más.

Algo qué estaría relacionado con el domingo…

Este domingo.

Desde la puerta, Isabel, me mira.

Frunce su ceño. Y manda a callar a Virginia.

-Ya deberías estar…- Isabel murmura, al darse cuenta de qué aún estaba ahí. Escuchando todo “involuntariamente”. -Sabes qué olvídalo- dice mientras se alejan una de la otra. 

-Umm... ¡huele delicioso!- Grita Virginia, ingresando de golpe a la cocina. -podemos quedarnosla?- ¿se refiere a mi?. ¿Qué soy? ¿un objeto?

-¿Podrías ir por Vicky, para que venga a cenar en lugar de comportarte como una niña?

-bla bla- Virginia haciendo muecas, se marcha del lugar. 

-Bien, Paula...puedes irte ya. Te espero el lunes?-como permanecí en silencio. Virginia interviene de un salto entre ambas. 

-Ah! Sí! me olvidaba… el domingo, le dije qué viniera para ya sabes qué…-es interrumpida por Isabel qué de manera precipitada se levanta de donde tan sólo dos segundos se había sentado. Con su rostro rojo, y su ceño fruncido. parecería qué iba a estallar. 

-No.

-pero…- trata inútilmente Virginia de explicar. 

-¡No!- grita y le lanza un vaso de vidrio contra Virginia. Ella lo esquiva pero de un salto Virginia la sujeta de los antebrazos, la obliga a mirarla y le dice lo siguiente

-Hey cálmate… he dicho que sí… y punto final. No te olvides qué no tienes poder sobre mi, hermanita. ¡Sí, yo digo qué Paula viene, vendrá!. ¿Entendido?- finalmente la suelta. Isabel queda inmovil.

- ¡Eres lo peor! y pensar que…- se muerde los labios para mantener la calma. Isabel estaba furiosa. Sus ojos, estaban en llamas, y estaba a punto de llorar. 

-Paula, acompáñame…-dice Virginia, mientras me lleva del brazo a la puerta de salida. 

Isabel permanece en silencio. Mirando, la nada. Su mirada perdida y sus ojos con lágrimas. fue lo último qué vi, antes de salir.  

 -Nos vemos el domingo, ok. Vístete bonito eh!-

-pero…

-Nada, nada te mandare ropa entonces...Beso- cierra la puerta sin dejarme terminar una oración. 

Finalmente el domingo a la mañana,. el ruido del timbre me despertó… apurada baje con lo qué sea qué tenía, ya qué aún permanecía fuera de mi. Y en la puerta me estaba esperando una limusina con varios paquetes, me los acercaron al departamento, sin caer en cuenta aún de los qué contenía...los desarme y ahí estaban los vestidos como me lo temía. Impecables y caros. así como  unos calzados finos, e incluso bijouterie. 

Temía por lo qué pasaría está noche… pero nada se compara con el miedo qué sentía al estar vestida así frente a toda aquella gente adinerada. 

-Ah como te odio. Era lo único qué pensaba mientras veía como me calzaba a la perfección todo. -Maldita demente en ¿qué momento consiguio averiguar mi talla?. Maldije por lo bajo varias veces al verme al espejo. No… no era yo. Sin embargo… ¿por qué no paraba de sonreír?

 

Una vez en la casa, entramos toda en la limusina, y terminamos en una super mega mansión francesa del siglo XX, donde todo estaba tan perfectamente impecable, mozos, fotógrafos, miles y miles de personas, autos de alta gama, y una maldita fuente en el medio de la entrada, las escaleras de la entrada estaban recubiertas de una alfombra roja, mientras nos dirigimos a la entrada, éramos el centro de atención. La gran puerta nos la abrieron unos hermosos hombres enmascarados. Dentro era magnífica, inmensas mesas a rebosar de manjares, miles de personas con fabulosos trajes y vestidos, peinados a la moda, pero lo qué sin duda más resaltaba cuando entramos era que todos tenían máscaras. Algunos de colores varios, otros de animales, algunas de oro, otras de frutas, algunas florentinas, otras de cerámica tallada finamente. 

Tenía la sensación qué sería extraña ya qué Virginia exige qué descendiéramos del coche con las máscaras ya puestas. 

Isabel tenia una de color azul marino, y unas olas hechas de oro y gemas incrustadas. 

Virginia tenía una máscara en la qué estaba tallada Artemisa, la diosa de la caza griega. Yo me limite a tomar una blanca con grandes mofletes. y plumas de color lilas. 

El alfitrion un hombre, poseia una mascara de arlequin de color azul y blanco, esta le cubria toda la cara. Estaba sobre las escaleras, en un pequeño palco. Al entrar nos saludo levantando su copa. Isabel y Virginia inclinaron sus cabezas y de un golpe me hicieron arrodillar.

Virginia se acerca a mi oído- lo siento, pero ¿sigueme el juego sí?

-¿juego? ¿Creí qué esto era una fiesta?

-No es el momento, tan sólo hazlo.- Permanecí unos segundos...Tan sólo fueron unos segundos pero la impotencia que sentí me acompañará el resto de mi vida. 

Isabel y Virginia me ayudaron a levantarme. El anfitrión había desaparecido del lugar. 

Virginia, Isabel y yo nos limitamos a quedarnos en un lado del gran salón. La tensión entre ambas no había disminuido nada. Ni un poco. Es más, había aumentado, en la limusina estuvieron a centímetros de matarse y sólo por ver quien iba en el asiento derecho. Quede pasmada… ¿qué les pasaba? a modo de broma les dije- Confirmó mis sospechas... Ambas son unas niñas.- Permanecieron en silencio. Hasta qué Virginia murmura.

-Ja, pronto lo entenderás- 

-¿A qué te refieres?-preguntó.

-Bueno...es que hoy, Paula es un día muy especial... siempre rompemos así la tensión. ¿No es así Isa?

-Cállate- ordena impacible Isabel

-como en los viejos tiempos… tu, yo y Simon… solíamos hacer esto. 

-Sí no cierras la puta boca, juro qué te mato- amenazo Isabel. 

Virgina se limito a reir por lo bajo. 

Recordando aquella frase, sude frío. ¿Dónde me metieron?... sin duda en algo que cambiaría mi vida para siempre.  La dichosa fiesta… no era sólo una fiesta de la alta aristocracia sino algo mucho más oscuro. 

La fiesta pronto se transformó en un sepulcro. La música qué minutos atrás estaba a todo volumen. Se detuvo. Pronto el humo qué ignoro de dónde salió, nos cubrió hasta las rodillas. Las luces titilaban. y pronto todo quedó en la oscuridad absoluta. 

Un reflector apuntó al qué era el anfitrión, con su impresionante máscara de arlequín. en su mano derecha tenía una copa de champagne, y en la otra un mazo de cartas. 

-Sean bienvenidos al quinceavo aniversario de los juegos de azar en el Palacio Cristalino. Donde pasarán una noche qué jamás olvidaran. 

 

continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.


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