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Los limites de JiHoon por DenisseZepol

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SeungCheol nunca pensó que se iba a sentir nervioso antes de una escena. No lo había estado desde la primera vez que tomó a un sumiso bajo su mano. Sabía que estaba destinado a ser siempre un Dom, y era muy bueno en eso. Pero la idea de que JiHoon podía aparecer en cualquier momento, lo tenía lleno de nervios. 


 


El hombre era tan malditamente perfecto. SeungCheol había estado observándolo desde que JiHoon empezó a trabajar en Kim Inc. Después de que fue despedido, SeungCheol había convertido en su misión realizar un seguimiento del hombre, por lo tanto, su improvisada invitación a cenar a sus amigos era para poder ver donde trabajaba JiHoon. 


 


Y ahora, JiHoon iba a venir a su casa. SeungCheol casi se echa a reír de alegría, como lo haría un malvado Dom. Tenía un deseo perverso por frotarse las manos, reírse con malicia, y preguntarle a JiHoon si quería venir a ver sus obras de arte. 


 


No tenía obras de arte. 


 


Tenía muchos planes para JiHoon, y la mayoría de ellos se iniciaban con el hombre de rodillas con las manos atadas a la espalda y terminaban con su culo al aire. SeungCheol se quejó mientras la imagen visual llenaba su cabeza. Se agachó y golpeó su erección, esperando que su polla no explotara antes de que JiHoon llegara. 


 


Estaba cerca. 


 


SeungCheol no había sido capaz de sacar a JiHoon de su mente desde el primer día que lo vio. Eclipsaba a todos los demás hombres con los que SeungCheol jamás había estado. Si SeungCheol lo hacía a su manera, una vez que JiHoon llegara, nunca saldría de nuevo. SeungCheol sabía que no era factible, pero era lo que quería, lo que deseaba. 


 


Ahora, sólo tenía que convencer a JiHoon de que se pertenecían mutuamente. 


 


SeungCheol no era MinHo. No podía sentarse y ver al hombre que quería desde lejos y no hacer nada cuando tenía la oportunidad. MinHo había visto a TaeMin durante meses, no se acercó al hombre hasta que se metió en problemas. SeungCheol dudaba que MinHo se hubiera acercado a TaeMin, en absoluto, si no hubiera habido un problema. 


 


SeungCheol, por su parte, vio su oportunidad y tenía toda la intención de tomarla. JiHoon iba a ser su amante, su sumiso, y la respuesta a todas las fantasías que había tenido. El hombre sólo tenía que estar allí y con eso ya cumpliría un tercio de esos requisitos. 


 


SeungCheol estaba tan absorto en sus pensamientos que saltó cuando sonó el timbre. JiHoon estaba aquí. SeungCheol sintió ganas de bailar una giga. En su lugar, se alisó el pelo y luego respiró profundamente por la nariz y lo soltó por la boca. Una vez que sintió que había recuperado cierta apariencia de control, SeungCheol se acercó y abrió la puerta. 


 


― JiHoon. 


 


JiHoon tragó saliva. ―Señor. 


 


Bueno, eso era un buen comienzo, pero SeungCheol quería más. 


 


―Una vez que pases por esta puerta, te dirigirás a mí como Amo. 


 


―S-sí, señor ―balbuceó JiHoon. 


 


SeungCheol dio un paso atrás y mantuvo la puerta abierta, no muy seguro de si JiHoon daría el paso a través de la puerta o se echaría a correr por las colinas. El hombre miró dubitativo, pero con ganas. SeungCheol sólo mantuvo la boca cerrada. Tenía que ser decisión de JiHoon. 


 


Sus rodillas casi se doblan cuando JiHoon, finalmente, cruzó el umbral. SeungCheol cerró con llave la puerta y luego se volvió para agarrar el brazo de JiHoon y llevarlo hacia el sofá del salón. Se sentó frente a él en una silla grande, una que esperaba compartir con JiHoon algún día. Había sido diseñada para acurrucarse. 


 


― JiHoon ―dijo SeungCheol juntando las manos y dejando que descansasen sobre su regazo―. Antes de que vayamos más lejos, tenemos que establecer algunas reglas básicas. 


 


JiHoon levantó su cabeza rápidamente. ―¿Reglas? 


 


―Las reglas son muy importantes, JiHoon. Nos ponen los límites. 


 


SeungCheol no tenía ni idea de cómo JiHoon se sentiría acerca de las reglas, los límites y las palabras seguras, o cualquiera de esas cosas. SeungCheol, por otro lado, había vivido por ellas. Tenía que hacerlo. Era un Dom. Tenía que haber reglas en una relación D/S. Mantenían la seguridad de todos. 


 


―¿Qué clase de reglas? 


 


SeungCheol sonrió. Esa era la respuesta perfecta. ―Lo primero que tienes que entender es que lo que suceda entre nosotros será porque ambos lo queremos. Nunca te obligaré a hacer nada con lo que no estés de acuerdo. Puedo tratar de estirar tus límites, pero nunca te haría daño. 


 


JiHoon tragó con dificultad. ―Está bien.


―¿Sabes cómo funciona una relación D/S, JiHoon? ― JiHoon se encogió de hombros. 


 


―He jugado un poco. 


 


SeungCheol casi gruñó. No le gustaba la idea de JiHoon jugando con nadie más. ―Desde este momento, te abstendrás de jugar con nadie, excepto conmigo. ¿Queda claro? No comparto. Si sientes que no es algo que puedas hacer, entonces esto se detiene ahora. 


 


―Sí, Amo. ― JiHoon frunció el ceño―. O sea no, Amo. Es decir, entiendo, señor. Nadie más. 


 


―Bien. ― SeungCheol sonrió para mostrarle a JiHoon que no estaba molesto, y vio que algo de la tensión en la postura rígida de JiHoon se desvanecía―. Ahora, ¿tienes una palabra de seguridad? 


 


La cara de JiHoon se sonrojó. ―Bizcocho.


SeungCheol parpadeó. ―¿Bizcocho es tu palabra de seguridad? 


―Sí. 


 


―¿Puedo preguntar por qué? ― SeungCheol deseaba haber mantenido su boca cerrada cuando JiHoon se tensó y sus ojos color avellana, se alejaron. Se inclinó hacia delante y puso su mano sobre el muslo de JiHoon―. No tienes que decírmelo si no quieres. 


 


―Está bien, sólo es que mis hermanos se burlaban de mí cuando era más joven. Siempre me llamaban bizcocho. Odio esa palabra, así que de buen grado nunca la diría y ciertamente no la olvidaré. Era como pensaban, me la decían porque era gay. 


 


―Sabes que no es verdad, ¿no? 


 


―Sí, Amo. 


 


―Bien, bien. ― SeungCheol se reclinó en su silla de nuevo, dejando caer las manos sobre su regazo y apretándolas juntas―. Ahora, ¿hay algo que absolutamente no quieres hacer? 


 


―No me gusta el dolor duro, Amo, y los fluidos corporales. 


 


―¿Algo más?


 


―No me gustan las manifestaciones públicas.


 


―¿Puedes ser más específico? 


 


Los ojos de JiHoon por primera vez se reunieron cara a cara con los de SeungCheol desde que se había sentado. ―No voy a ser llevado con una correa, y no voy a permitir que me humillen, sobre todo, no delante de sus amigos. 


 


―Nunca te humillaría, JiHoon. No es eso de lo que se trata. Se trata de encontrar el placer mutuamente de manera que encontremos un camino aceptable. Se trata de que uno de nosotros dé las órdenes y el otro las acate. Nada más y nada menos. 


 


SeungCheol notó como JiHoon estiraba la manga de su camisa y luego pasaba su mano por el pliegue de sus pantalones. Era muy obvio que el hombre estaba nervioso, y eso era de esperar. ―Creo que eso es todo ―declaró JiHoon, pero mantuvo sus ojos en sus pantalones de trabajo. 


 


―Entonces, nuestras reglas de juego están establecidas. 


 


JiHoon levantó su cabeza, sus ojos color avellana levemente abiertos. ―¿Qué pasa con las reglas, Amo? 


 


―Son muy simples ―contestó SeungCheol cuando se puso de pie y caminó alrededor del sofá, puso sus dedos sobre los hombros de JiHoon, sintió al hombre temblar bajo su tacto―. Vas a seguir mis instrucciones al pie de la letra. Cuando te doy una orden, la obedeces. No trates de predecir lo que quiero. Sólo lo que te pido, nada más. 


 


SeungCheol podía oír los nerviosos revolotear en JiHoon cuando esta asintió. ―S-Sí, sí, Amo. 


 


SeungCheol sonrió. 


 


―Ahora. ― SeungCheol caminó alrededor del sofá hasta que estuvo de pie delante de JiHoon―. Hay una toalla preparada en el cuarto de baño. Quiero que te duches y luego vengas a mi cama. 


 


―Sí, Amo. 


 


JiHoon se levantó, y SeungCheol señaló donde se encontraba su cuarto de baño, sintiendo a su polla engrosarse por la forma en la que la palabra había rodado fuera de la lengua de JiHoon, de forma impecable. JiHoon estaba demostrando ser todo lo que SeungCheol había esperado que el hombre sería, pero por otra parte, solo estaban empezando. 


 


No había dejado ningún juguete. Quería que JiHoon anticipara lo inesperado. SeungCheol sabía exactamente lo que quería hacerle, pero quería a JiHoon retorciéndose por el suspense. 


 


Cuando SeungCheol oyó la ducha, entró en su dormitorio, abrió el cofre, que estaba escondido en su armario, y echó una ojeada a través de la amplia variedad de artículos, hasta que encontró lo que estaba buscando. 


 


Era su forma favorita de esclavitud, y no podía esperar para ver a JiHoon tan bien atado. Colocó la cuerda blanca de sólido nylon en el extremo de la cama, SeungCheol recorrió la habitación y encendió las velas. Era mejor establecer un estado de ánimo, que fuera romántico. Le gustaba la cercanía oscura e íntima. Había algo en las sombras, el parpadeo de las velas y la fragancia de luz que flotaba en la habitación que preparara el terreno a la perfección para él. 


 


Sólo esperaba que JiHoon no fuera alérgico al jazmín. 


 


Eso sería un asco total. 


 


Cuando oyó que el agua se cortaba, SeungCheol tomó su lugar y esperó. No tuvo que esperar mucho tiempo. JiHoon salió del cuarto de baño con la toalla envuelta alrededor de su cintura, se veía tan maldita impresionante con agua deslizándose por sus rizos castaños que SeungCheol estuvo jodidamente cerca de correr por la habitación y arrojar al hombre al suelo. Algunos de sus rizos se deslizaban hacia la parte delantera de la cara de JiHoon, ocultando uno de sus ojos cuando se quedó parado en la habitación. 


 


―Deja caer la toalla y ven aquí, JiHoon. 


 


La mano de JiHoon se contrajo, y luego deslizó sus dedos por la toalla color azul real cuando tiró, liberando la tela. La toalla cayó al suelo, revelando una piel cremosa y pálida para que los ojos de SeungCheol se dieran un festín. Contuvo un gemido cuando vio lo dura que estaba la polla de JiHoon. Su polla era de tamaño medio, pero el grosor era algo que SeungCheol planeaba explorar íntimamente y en profundidad. 


 


Bajando sus ojos, JiHoon casi se tropieza con el diván que estaba asentado en el centro de la habitación cuando comenzó a caminar hacia SeungCheol. No se le había ocurrido a SeungCheol mover cualquier objeto fuera del camino de JiHoon, pero debería haber sabido mejor que JiHoon era propenso a tener accidentes. 


 


JiHoon se controló antes de caer, y SeungCheol se detuvo a toda prisa antes de adelantarse para asegurarse de que JiHoon no estaba herido. Tendría que acordarse de dejar el camino libre la próxima vez que le ordenara a JiHoon atravesar cualquier habitación. 


 


No le gustaría tener a su sumiso todo golpeado. 


 


―Eso es lo bastante cerca ―dijo SeungCheol, y JiHoon se detuvo al instante. Muy bien. ―Date la vuelta y coloca las manos a los lados. ―Cuando JiHoon hizo lo que le había ordenado, SeungCheol dio un paso adelante, rozando sus manos por la espalda todavía húmeda de JiHoon. Las gotas de agua aún estaban calientes en la piel de JiHoon mientras pasaba sus dedos desde el cuello de su sumiso, hasta donde empezaban los montículos de su culo. ―¿Alguna vez ha sido atado antes, JiHoon? 


 


―No, Amo. 


 


La polla de SeungCheol se sacudió con la idea de ser la primera persona que atara a JiHoon. Una vez más, la idea de bailar una giga entró en su mente, pero SeungCheol suprimió el impulso. En su lugar, tomó la cuerda de suave nylon de la cama y enrolló la cuerda, decidiendo utilizar el diseño Libélula en su confiado sub. Eso obligaría a los brazos de JiHoon a estar a los lados, ligeramente por detrás del hombre, y haría imposible que usara sus brazos o sus manos. 


 


¿Era exactamente eso lo que SeungCheol quería? 


 


Una vez que SeungCheol anudó la primera serie de nudos, los deslizó por los brazos de JiHoon hasta sus hombros, y vio que JiHoon se puso tenso. 


 


―¿Tienes miedo de estar atado e indefenso? ―le preguntó cuando comenzó a trabajar en la segunda serie de nudos. 


 


―Nunca he sido atado antes, Amo. 


 


―Eso no es lo que te pregunté ―dijo SeungCheol mientras deslizaba la segunda serie de nudos por los brazos de JiHoon, fijándolos en su lugar en los bíceps del hombre, y luego comenzó con la tercera serie de nudos. 


 


―Sí.


―Sí, ¿qué?


―Sí, Amo. Tengo miedo de estar indefenso. 


 


SeungCheol sabía, por lo que JiHoon le había dicho, que al hombre no le gustaba estar indefenso, por lo que sabía que no sólo iba a ver a JiHoon atado para su placer, sino que además iba a ayudar al hombre a pasar a través de lo que parecía ser una fobia. 


 


―No te gusta que nadie invada tu espacio personal, ¿verdad, JiHoon? ― SeungCheol lo había supuesto en el restaurante por la manera en la que JiHoon había reaccionado cuando le había tocado la mano. 


 


―No, Amo. 


 


―Entonces voy a empujar tus límites, voy a invadir tu espacio personal, y te enseñaré cómo disfrutar a fondo teniéndome tan cerca ―dijo SeungCheol mientras apretaba la tercera serie de nudos. 


 


JiHoon se tensó, abría y cerraba sus dedos cuando SeungCheol comenzó con la cuarta serie de nudos, y supo en ese momento que iba a pasar un infierno para deshacer el daño que los hermanos de JiHoon le habían hecho.


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