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Los limites de JiHoon por DenisseZepol

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Iba a hiperventilar y hacer el ridículo completamente. JiHoon lo sabía. Ya podía sentir su pecho endureciéndose, con cada poco de cuerda que estiraba sus brazos y los fijaba en el centro de su espalda. 


 


Nunca había sido atado antes. 


 


Nunca. 


 


¿Cómo se suponía que conseguiría liberarse? ¿Y si no podía liberarse? ¿Qué pasaba si SeungCheol lo ataba y lo dejaba de esa manera? No sería capaz de vestirse o cualquier otra cosa. Estaría con su culo en cueros y las manos atadas detrás de él. Su aliento se atascó mientras inhalaba profundamente, tratando de conseguir llevar más aire a sus pulmones. 


 


SeungCheol estaba haciendo algo con la cuerda bajándola por sus muñecas, impidiendo que se juntasen. Era desconcertante. JiHoon movió sus manos, abriéndolas y cerrándolas varias veces. Su circulación no se cortó ni nada, pero estar atado lo estaba torturando. 


 


―¿A-Amo? ―tartamudeó JiHoon cuando sintió que la cuerda se detenía entre sus piernas. No estaba seguro de que estuviera listo para tener sus huevos atados. Ni siquiera quería pensar en su polla. 


 


―Sólo un poco más, JiHoon. 


 


JiHoon hizo una mueca cuando SeungCheol ajustó las dos cuerdas y las deslizó entre las mejillas de su culo. Esto no estaba bien. La forma en la que SeungCheol había dispuesto las cuerdas a ambos lados de sus huevos hizo que estos se apretaran juntos. 


 


SeungCheol sacó cada extremo de la cuerda y la ató por fuera de las cuerdas que iban alrededor de sus brazos. Pero no se detuvo allí. Tiró de la cuerda atada a su pecho presionando más, volviendo a levantar la cuerda hasta que cruzó directamente los pezones de JiHoon. 


 


Había una profunda sonrisa de satisfacción en el rostro de SeungCheol cuando dio un paso atrás y se quedó mirando a JiHoon de arriba y abajo como si revisara su trabajo. ―Te ves despampanante, JiHoon. 


 


JiHoon tragó con tanta fuerza, cuando SeungCheol finalmente lo miró a los ojos, que le sorprendió que el sonido no hiciera eco a través de la habitación. Tenía un bulto del tamaño de Nebraska en su garganta. SeungCheol parecía demasiado contento con su trabajo. 


 


―Ahora, viene la parte divertida ―dijo SeungCheol. 


 


Las piernas de JiHoon funcionaron muy bien, aunque estaban temblando cuando SeungCheol lo acompañó hacia atrás, hacia la cama. Un chillido pequeño se escapó de sus labios cuando SeungCheol lo empujó y cayó de espaldas sobre la cama. SeungCheol lo agarró por los brazos y tiró de JiHoon hasta la mitad de la cama, luego se subió y se arrodilló junto a él. 


 


―Si tus manos o brazos te empiezan a doler, dímelo, ¿de acuerdo? 


 


JiHoon asintió porque estaba mucho más allá del habla en ese punto. Había tantas cuerdas en sus manos que aunque estas no estaban siendo aplastadas, estar atado como el pavo de Navidad no era precisamente cómodo. 


 


―Cierra los ojos, amor, y siente. 


 


Los ojos de JiHoon se ampliaron por un momento por el cariño de SeungCheol, y luego los agitó, cerrándolos. El primer toque de las manos de SeungCheol sobre sus pantorrillas hizo saltar a JiHoon. Sabía que, lógicamente, el hombre lo iba a tocar. Realmente, sentirlo era totalmente diferente. 


 


SeungCheol comenzó por las pantorrillas y lentamente movió sus manos hacia arriba. Su tacto era ligero, pero con la fuerza suficiente como para que JiHoon lo sintiera todo, los callos en las palmas de las manos, los cantos de los nudillos, y el movimiento rápido y ocasional de una uña. 


 


JiHoon sintió el tirón de las cuerdas cuando sus muslos fueron separados. No tenía idea de qué aspecto tenía, pero la rápida inhalación de SeungCheol lo hizo abrir los ojos y mirar hacia abajo al hombre. JiHoon parpadeó varias veces, sin saber si en realidad estaba viendo la profunda excitación en el rostro de SeungCheol o se lo estaba imaginarlo. 


 


―Hermoso ―le susurró SeungCheol mientras acariciaba con sus dedos a lo largo de la cuerda que rodeaba sus testículos. JiHoon se estremeció por el toque erótico y podía sentir las gotas de líquido pre-eyaculatorio reuniéndose en la cabeza de su polla y amenazando con correr por los lados de su polla. 


 


Tal vez el juego de las ataduras no era tan malo. 


 


―Amo. 


 


SeungCheol sonrió y sus ojos parpadearon hacia JiHoon. ―Fuiste creado para ser atado, JiHoon. ―Sus ojos se posaron de nuevo en la ingle de JiHoon, y volvió a arrastrar sus dedos a lo largo de los bordes, donde la cuerda se unía a la polla de JiHoon y sus huevos―. Tu piel es tan pálida que se marca muy bien. 


 


―¿Voy a tener marcas? ―chirrió JiHoon, horrorizado por la idea de que alguien viera las marcas en su cuerpo y supusiera que había sido atado. Ya podía escuchar a sus compañeros de trabajo. 


 


―No, amor ―dijo SeungCheol―. Desaparecerán por la mañana, pero por un tiempo, estarás marcado por las cuerdas. 


 


JiHoon gimió cuando SeungCheol movió una de las cuerdas entre las mejillas de su culo y la frotó sobre su dolorido agujero. No se había dado cuenta que podía ser tan sensible. Sentía cada caricia y tirón que SeungCheol le daba jodidamente a la cuerda y tiraba un montón. 


 


―¿Ves, amor, ves lo bien que se sienten las cuerdas? 


 


―Síííí ―siseó JiHoon, arqueando su cuerpo al aire mientras clavaba los talones de sus pies en el colchón. Quería más. 


 


―Estas cuerdas son especiales, JiHoon. Son muy fuertes, pero también muy suaves. Quiero atarte y marcarte, no herirte. 


 


―Sí, Amo. 


 


JiHoon lloró el nombre de SeungCheol, un momento después, cuando el hombre pasó por alto su dolorida polla y se trasladó hasta su pecho. 


 


―Todo a su tiempo, JiHoon. ―Sonrió SeungCheol. Era una sonrisa maliciosa que hizo que un escalofrío de aprensión deslizara la sonrisa de JiHoon―. La paciencia es una virtud, y aprenderás a tener mucha de ella conmigo. Me gusta jugar. 


 


‘¡Oh dioses!’ JiHoon iba a perder su mente antes de que la noche hubiera terminado. SeungCheol parecía tener la intención de torturarlo, y JiHoon era incapaz de protestar. Había tenido unos pocos amantes aquí y allá en los últimos años, pero nadie parecía disfrutar de su cuerpo de la forma en la que SeungCheol lo hacía. Era como si el hombre tuviera la necesidad de tocar cada centímetro del cuerpo de JiHoon. 


 


Y JiHoon estaba en eso. Sólo deseaba que SeungCheol se diera jodidamente prisa. Si su polla seguía poniéndose más dura, podría quebrarse directamente o romperse en mil pedazos. La sensación de SeungCheol tirando de la cuerda que cruzaba su pecho no lo ayudó. 


 


Cada pequeño tirón de la cuerda rozaba los pezones de JiHoon, poniendo duras y gruesas las pequeñas protuberancias. La suave risa de SeungCheol le dijo a JiHoon que el hombre lo hacía a propósito. SeungCheol lo hizo tantas veces que JiHoon perdió la cuenta. Sus pezones le dolían. 


 


Cuando SeungCheol se inclinó y acarició con su lengua un pezón, JiHoon gritó y se arqueó en el aire, la desesperada necesidad de sentir más lo abrumaba. Su cuerpo empezó a temblar. Parecía que no era capaz de llevar suficiente aire a sus pulmones. 


 


―¡Amo! 


 


―Te tengo, amor. 


 


JiHoon sólo podía desear que SeungCheol lo hiciera. Necesitaba... Algo. Y lo necesita ahora. ―Por favor. ―No le importaba mendigar, no ahora mismo. Haría lo que fuera necesario para que SeungCheol lo follara. 


 


―Sshhh, amor ―cantó SeungCheol. 


 


Si JiHoon no hubiera estado atado, habría tenido la más grande de las rabietas cuando SeungCheol se alejó de él y rodó a un lado de la cama. De repente, tuvo miedo de que SeungCheol lo fuera a dejar allí, en medio de la cama, atado y con ganas. 


 


―¿Amo? ― JiHoon deseó con todo lo que tenía que su voz no sonara tan débil como sabía que lo había hecho. Sonaba como un cobarde. Podía oír a SeungCheol en la habitación y sabía que el hombre no había salido, pero era una sensación incómoda la de estar atado y no saber si lo iba a dejar solo o no. 


 


―No voy a dejarte colgado, JiHoon. Te lo prometo. 


 


Fiel a su palabra, SeungCheol volvió un momento después, con el lubricante y un condón en la mano. JiHoon nunca se sintió tan agradecido de ver ese pequeño paquete de papel en su vida. Quería a SeungCheol. Puede que incluso lo necesitara. Pero se negaba a tener relaciones sexuales sin protección con alguien, no importaba lo sexi que fuera. 


 


―Gracias. ― JiHoon sintió la necesidad de decir algo, porque SeungCheol no lo había asumido. 


 


Las cejas de SeungCheol se curvaron hacia arriba. ―¿Por qué? 


 


JiHoon asintió hacia el condón, sintiéndose ridículo por haberlo dicho. 


 


―¡Ay, amor! ―dijo SeungCheol mientras acariciaba un lado de la cara de JiHoon―. Tienes que aprender a tener más fe en mí, pero supongo que sólo llegará con el tiempo. Nunca voy a hacer nada para hacerte daño. Eso no es lo que hay entre nosotros. 


 


JiHoon inclinó la cabeza hacia un lado, curioso. ―¿Por qué me llamas amor? Apenas nos conocemos. 


 


―Pero lo haremos. ― SeungCheol sonrió ampliamente―. Vamos a conocernos tan íntimamente como es posible entre dos personas. Y cuando aprendas a aceptar esta cosa que hay entre nosotros, entonces, serás mi amor. 


 


‘¿En serio?’ 


 


―¿Esta cosa? ―preguntó JiHoon en su lugar―. ¿Qué cosa? 


 


―Esta necesidad, esta atracción. Sabes que está ahí, y sé que está ahí. Nos necesitamos uno al otro. Necesitamos lo que cada uno de nosotros puede proporcionarle al otro. ― SeungCheol movió la mano que tenía en la mejilla de JiHoon y frotó su pulgar sobre los labios de JiHoon―. Necesito dominarte, atarte y hacerte cosas malas, muy perversas. 


 


―¿Y yo? 


 


―Tú me necesitas para que te ate y te haga todas esas cosas malas y perversas. 


 


―¿Lo hago? 


 


SeungCheol sonrió. ―Lo haces. 


 


Una vez más, JiHoon tenía curiosidad. ―¿Cómo sabes... que necesito estas cosas, que las quiero? 


 


―Lo sé, amor. Es por eso que soy el Amo. 


 


JiHoon no pensó que fuera mucho para ser una respuesta, pero no estaba por la labor de abrir la boca y discutir con SeungCheol, no cuando el hombre vertía lubricante en sus dedos. Y JiHoon tenía una idea bastante buena, de donde iban a ir esos dedos. Al menos, esperaba que lo hiciera. 


 


―Hay algo verdaderamente maravilloso en las cuerdas, amor ―dijo SeungCheol a medida que avanzaba por las cuerdas entre las nalgas de JiHoon hasta sus muslos, y entonces levantó la mano y apretó los nudos hasta que los muslos de JiHoon fueron retenidos en el aire por las cuerdas. 


 


JiHoon se sintió mortificado cuando SeungCheol miró hacia abajo. No tenía ninguna duda de que su polla y testículos estaban totalmente expuestos. Quería más que nada cerrar las piernas, pero las cuerdas alrededor de sus muslos se lo impedían. 


 


Dios, esto era tan embarazoso. 


 


―¡Aaahh! ―Todo el cuerpo de JiHoon se apretó. Se olvidó por completo de lo avergonzado que estaba cuando un lubricado dedo penetró su culo. De buena gana empujó su culo hacia los dedos de SeungCheol tanto como su limitada posición se lo permitía. 


 


―Pensé que te gustaría esto. ― SeungCheol sonrió mientras se inclinaba sobre JiHoon y lo miraba a los ojos―. Te tengo totalmente a mi merced, amor. Puedo hacerte lo que quiera. Puedo follarme este pequeño y dulce culo con los dedos ―El aliento de JiHoon se enganchó en su garganta cuando SeungCheol comenzó a empujar su dedo dentro y fuera de su culo―, o sólo puede jugar con los bordes. 


 


JiHoon lanzó un grito de protesta cuando SeungCheol liberó su dedo. La presión no había sido mucha, pero JiHoon había sentido hasta el último centímetro del dedo en su culo. Quería sentirlo de nuevo. Con ese pensamiento en mente, JiHoon trató de mover su culo hacia abajo, hacia SeungCheol, girando su cuerpo un poco, sólo para recibir un azote rápido en la mejilla de su culo. 


 


―¡SeungCheol!


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