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Fuego y miel por 1827kratSN

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Revoloteaban como si fueran un par de aves, perdiendo cualquier seriedad o característica adulta, transformándose en un par de niños o en dos adolescentes divirtiéndose. Se perseguían alrededor de la casa que los acogía, riéndose de sus fallos y amenazas de caídas, saltaban sobre los sofás y jadeaban por el ejercicio de improvisto.

—Si te atrapo, harás lo que yo quiera, King.

—Suerte con eso.

Tal vez era su espíritu competitivo, o su animada emoción por olvidar que habían vivido demasiado, siguieron en ese juego por varios minutos hasta que por error un vaso resbaló de la mesa del comedor en donde intentaban escapar y atraparse.

Fue un lapso entre el susto por el ruido de vidrios al romperse y el regreso a la realidad.

Portugal rodeó las amenazas en el suelo y sonriendo sujetó el brazo del británico.

—Te atrapé.

—Es peligroso, querido. Deja que recoja todo esto.

—Está bien, pero tienes que aceptar que te atrapé.

Se sonrieron unos segundos antes de tomar una escoba y una pala para recoger cada pedacito que podría ocasionarles un corte. Se dieron tiempo también de ordenar las cosas que habían dejado ahí antes de empezar su pequeño juego, y luego se acomodaron en el sofá.

—Entonces ¿qué quieres que haga?

Portugal esbozó una sonrisa maliciosa y sin esperar, se removió rápidamente para treparse al regazo de UK, sentarse cómodamente y mirar aquel rostro intrigado que esperaba una explicación u orden. Soltó una risita y se acercó hasta casi unir sus labios.

—Grúñeme.

El británico elevó una ceja.

—¿Gruñir?

—Vamos, King… Grúñeme.

Se miraron en silencio un momento, Portugal muy entusiasmado por su idea, y el británico resignado a colaborar. Carraspeó suavemente antes de vocalizar.

—Rawr.

—¡Así no! —Portugal empezó a reír.

—Entonces… Grrr…

—¡King! —protestó.

Pero mayor fue su risa que ganó terreno y se inclinó hacia atrás, escapando de aquella expresión tan seria de quien repitió el “gruñido” nuevamente. Portugal estuvo a punto de caer de espaldas, pero los brazos de UK lo evitaron. Terminaron riéndose ambos, sin mirarse, el uno protestando entre risas, el otro sonriendo divertido mientras se abrazaba mejor a su pareja.

La idea adulta se volvió en una broma inocente.

Perdió el encanto, pero halló algo mejor.

Ambos adoraban esos días en los que coincidían sus descansos y se dedicaban a pasar el tiempo hablando de tonterías, paseando por las calles más bonitas de la ciudad, encontrando nuevos lugares donde beber algo caliente y descansar, tomados de la mano mientras alimentaban a los patos o a las palomas, contándose anécdotas a veces repetidas que los hacían reír.

Y si bien sus ocupaciones los separaban, también había ocasiones en las que podían coincidir en alguna reunión o viaje.

En parte era bueno que los vieran juntos.

Por otro lado, era demasiada atención ajena.

—No me di cuenta del momento en que recuperaste tu sonrisa tan bonita.

Fue el comentario de Bélgica cuando en medio de un descanso tras una larga reunión, se acercó a UK y lo vio tan relajado, tan feliz. No pudo evitar decirlo, porque para él fue una sorpresa recuperar esa visión tan antigua que tal vez solo ocurrió una vez y que más conocía por rumores y habladurías.

—¿En serio?

—Sí —sonrió—. Siempre te veías tan serio. Me sorprendió verte sonreír hace poco.

—No había notado que sonreía —UK acarició instintivamente su mentón y labios.

—¿Es por Portugal? —Bélgica bajó un poco más la voz para no ser indiscreto.

—Sí.

—Me alegro por ti —se acercó para palmearle amigablemente la espalda—. ¿Dónde está Portugal? Quiero agradecerle que te devolviera el buen humor.

—No creo que deberías hacer algo así.

—Es necesario —sonrió—. Verte feliz es como un regalo.

Bélgica soltó una suave risita y nuevamente palmeó esta vez el brazo del gran reino, quien le correspondió con una suave sonrisa. Todo normal y amigable, como los buenos compañeros que eran.

Pero al parecer alguien no compartía esa opinión.

Bélgica sintió un escalofrío en su espalda cuando escuchó una suave vibración que poco a poco se volvió un gruñido en advertencia. Por un momento pensó que algún alfa lo estaba amenazando o que lo regañarían por alguna tonta razón referente a su casta, pero no fue eso.

Cuando Bélgica se giró, vio a Portugal mirándolo seriamente, con los dientes apretados, los hombros tensos, y una clara mueca de enfado hacia su persona. Su sorpresa fue tal que no pudo decir algo, y cuando buscó la mirada de UK para pedir ayuda, este se vio tan sorprendido y confundido como él mismo.

—Querido —UK miró extrañado a Portugal—, ¿qué sucede?

—No sabía que los omegas gruñían —Bélgica dio un paso hacia atrás, buscando a UK como protección.

Pero poco tardó en darse cuenta que hacer eso fue un error, vio la mano de Portugal intentar agarrar su brazo, y poco después vio a UK interponerse.

—Querido, tranquilo —giró su cuerpo suavemente para mirar a Bélgica—. Él es mi amigo.

Entonces Portugal se dio cuenta de su acción tan impulsiva, expulsó el aire retenido, aflojó sus hombros y sintió la confundida mirada de UK y Bélgica sobre él.

—Yo…

—Lamento si actué como una amenaza —Bélgica entendió todo—. Solo quería saludar a mi amigo y felicitarlo por su unión contigo. Lo siento si hice algo que pudo malinterpretarse.

—Oh, no, no —Portugal se sujetó la nuca y se encogió un poco—. Yo… actué por impulso.

—Querido, mírame —UK delicadamente tomó la mano de su pareja—. Todo está bien.

El británico se dio tiempo de acariciar la mano de Portugal, concentrarse en soltar un poco de feromonas para tranquilizarlo, sintiendo por su marca lo exaltado, confundido y ahora avergonzado que estaba su omega. Se acercó a él y le envolvió la cintura con su brazo, le brindó una sonrisa comprensiva y lo dejó calmarse.

Tal vez aún estaban inestables por el lazo, o tal vez Portugal se dejó llevar por los celos.

—Lo siento, Bélgica.

—No es nada —sonrió—. He pasado por peores. Pero gracias a ti acabo de aprender que nosotros los omegas también podemos gruñir.

Portugal sintió vergüenza.

—Él gruñe mejor que yo —y el comentario de UK no ayudó. 


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