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Fuego y miel por 1827kratSN

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King era una representación pacífica, tolerablemente pacífica, quien podía ponerse un poco rudo cuando se hallaba en medio de una pelea, pero que generalmente evitaba cualquier conflicto. Podía definirlo como un estratega silencioso que podía explotar si tenía alguna provocación destacable.

En fin.

King.

Aunque debía añadirle que generalmente UK no entendía las indirectas, la ironía, incluso las afrentas que disimuladas le dedicaban, si no le hablabas de frente y eras conciso y honesto, UK te ignoraría. Te seguiría la plática sin mucho interés hasta que se sintiera incómodo, y tal y como hacía Inglaterra, brindaría una fría mirada y una excusa creíble para alejarse.

Como en ese instante.

—Debes ser solo un suertudo —Croacia era el atacante.

—No creo en la suerte.

—Pero no le veo otra explicación.

—La dedicación que muestro para cada objetivo debería ser suficiente explicación.

—Por favor, ¿qué hiciste?

—No sé a lo que te refieres.

—¿Cómo doblegaste a Portugal para que enlazara contigo?

—Oh, estabas hablando de eso —el británico elevó sus cejas—. Mi relación con Portugal es algo privado, nada de lo que podamos charlar en este descanso.

—Debe haber un truco.

—No.

—Tú no debiste lograrlo así de fácil.

Entonces el inglés se giraba grácilmente para mirar de frente a quien le incomodaba, no había expresión en su rostro, su mirada captaba directamente al oponente, hacía un pequeño gesto con la comisura de sus labios y dictaba el final de su interacción.

—Las cosas nunca son fáciles —una pausa corta y formal—. Si me permites, debo hablar con Bélgica. Buen día.

Frío, sin dar opción a alguna frase más, se deslizaba con elegancia e ignoraba a la representación que le incomodó. Buscaba a un distractor, o simplemente se preparaba un té con las bolsitas que ofrecían en la mesa de bebidas. No se complicaba la existencia, pero tal vez tomaba una nota mental para evitar a Croacia la siguiente vez.

Portugal sabía la estrategia de su alfa para no perder el porte.

Hace tiempo, cuando coincidían en reuniones y algo así sucedía, él siempre estuvo dispuesto a acercarse y gastarle alguna broma para hacerlo sentir mejor, siempre manteniendo la distancia, sin verse como una amenaza para Francia si es que estaba presente y evitando que alguien pudiese malinterpretar su “amistad” de la época.

Pero ahora podía acercarse plenamente y codearle con confianza para sonreírle, tomarle de la mano, cederle un beso en la mejilla y llevárselo hacia el balcón, una esquina o donde fuera. Galantemente se abrazaba a UK, reían entre secretos, planeaban lo que harían después de la reunión y dejaban el mal rato atrás.

Pero Portugal era diferente.

Muy diferente.

—UK, creo que debes venir.

—¿Qué sucedió?

—Digamos que los ánimos están alterados en el salón —Luxemburgo rio forzadamente.

—¿Es por eso que se escucha ruido?

—Sí. ¿No te pareció raro escuchar gritos?

—No, porque me recuerda a las fiestas latinas.

—¿Has ido a fiestas latinas?

—Sí, son divertidas.

—Yo también quiero ir a alguna… —poco le duró la felicidad—. ¡UK! ¡No desvíes el tema!

Luxemburgo fue quien dirigió al británico entre los pasillos hacia el salón central donde el alboroto se escuchaba. Él muy alterado, el inglés muy tranquilo, hasta se acomodó el saco antes de ingresar.

Había gritos, desastre, las sillas estaban por doquier, una mesa estaba fuera de lugar, había quienes gritaban apoyando la pelea, había otros que trataban de pararla sin buenos resultados, vio un pan lanzado al aire, y poco después un plato pequeño romperse contra una pared.

Cuando pudo diferenciar a las personas manchadas con la crema de los postres que ofrecían como bocadillos, UK soltó un suspiro. Ya había olvidado cuantas de esas discusiones vio, porque su ex era un alborotador y su actual pareja era una bomba que explotaba de repente. Lo raro fue que esos dos parecían pelear codo a codo contra la Unión Europea y Grecia, y no entre ellos.

—No voy a preguntar.

—Pero haz algo, por favor.

—Eh… No.

Luxemburgo se quedó en silencio un momento y después golpeó el brazo de UK.

—¡Portugal está peleando! ¡Haz algo! ¡Es tu pareja!

—Eh… No.

—¡Pero UK! —protestó.

—Respeto la independencia de Portugal, eso incluye sus peleas. Sé que puede liberar sus propias batallas sin que yo lo ayude.

—Pero…

—Y me pidió que lo dejase pelear si es que lo hacía.

—Pero…

—No interferiré.

Bélgica que escuchó lo dicho cuando se acercó a los recién llegados para pedir ayuda, negó al instante. Sabía que UK era de respetar las promesas, pero esta era una emergencia. Esos cuatro se iban a matar a golpes en cualquier momento. Así que jugó su carta especial.

—Grecia golpeó a Portugal —y presionó un poco más—, su labio sangraba hasta hace poco.

—No hay forma, Bel. UK no quiere…

Pero poco faltó para que el alfa cambiara su semblante sereno y se abriera paso hacia la pelea que consistía en empujones, tirones, e intentos por golpearse con algún plato.

Respetar peleas ajenas era importante, pero que llegasen a dañar físicamente a su pareja, era una cosa totalmente diferente.

—¿King?

—¿Señor tecito?

Los enemigos escucharon muy tarde aquellos denominativos, Grecia ni alcanzó a girarse cuando sintió una punzada de dolor en la parte posterior de su rodilla y cayó al suelo. Ni siquiera respiró o se quejó cuando sintió un golpe a puño cerrado estamparse en su rostro y mandarlo al suelo.

Adiós a la serenidad.

—Vuelves a tocar a Portugal otra vez y haré tu vida un infierno —un suave gruñido—. No hagas que me arrepienta de haberte ayudado —fue la amenaza del británico que se paró junto al caído—. Te arrancaré las cuerdas vocales, herviré tus piernas en aceite, y te mantendré vivo mientras desprendo la piel de tu ¡rostro!

Silencio sepulcral.

Un suave gruñido amenazante.

—UK, qué…

Pero la Unión Europea tampoco tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió la bofetada en su mejilla izquierda que logró sacudir su cerebro y casi lo hizo trastabillar hacia atrás.

—¡Se supone que eres la autoridad!

Acusó.

Perdió el control de sus feromonas.

En un instante el ambiente se volvió pesado, los gritos cesaron, los omegas sintieron escalofríos, los alfas se pusieron a la defensiva. El bastón de UK golpeó el suelo para liberar esas ansias terribles por hacer algo más contra los atacantes.

Perdió el control ganado con la práctica y mostró sus colmillos hacia las dos representaciones que golpeó. Estiró su mano con la clara intensión de sujetar el cuello de la representación más cercana y apretar hasta dejarlo sin aliento. Su furia estalló en una oleada de fuego añejo.

Pero antes de seguir con aquello, logró sentir un suave toque en su hombro que lo regresó a la realidad.

—Tranquilo —era su padre, Escocia—. Has perdido el control de tus feromonas dominantes, hijo. Qué diría tu madre si te viera así.

—Oh —respiró profundo y soltó el aire—. Lo siento, padre.

Entonces se dio tiempo a respirar a compás, volvió en sí, dejó de apretar los puños y cedió tranquilamente el bastón a su padre. Lo desarmaron. No le gustaba enfadarse porque perdía el control casi al instante, pero el sentir la rabia por la agresión hacia su pareja fue demasiado para él.

Le tomó un momento, pero ante la estricta vigilancia de Escocia, logró retomar el control.

—Gracias.

—De nada, hijo mío —le palmeó la espalda—. Ahora vamos, deja que tu pareja y tu ex arreglen lo que empezaron. Te invito un bocadillo, conozco una linda cafetería aquí cerca.

—Será un gusto.

—Y tranquilo, no le diré a Inglaterra.

—Gracias.

—Si le digo, querrá la cabeza de Portugal y tal vez la de Francia por hacerte perder el control, y no nos conviene.

Pasaron junto a los dos omegas que aún estaban en completa estupefacción porque hasta ese punto de sus vidas no habían visto un nivel de furia tal en UK. Francia recordaba una vez, tal vez dos, pero no al punto de ver los colmillos de UK. Portugal jamás sintió el peso de ese enfado hasta ese día.

Tomaron la advertencia de Escocia muy en serio, porque fue una amenaza directa lanzada al aire. Ninguno quería tener de enemiga a Inglaterra, preferían mantener sus cabezas unidas a su cuerpo y su cuello intacto.

Pero antes de abandonar el lugar, UK giró y miró a todos.

—Lamento lo que pasó —miró al que todavía estaba en el suelo—. No hablaba en serio, Grecia —luego miró a la Unión Europea—. Pero tú —le señaló con el índice y frunció el ceño—, sí te lo merecías.

Vieron desaparecer a UK por el pasillo, pero poco después se escuchó un regaño de cierto escocés y un suspiro pesado.

El gran reino volvió a aparecer en la entrada y miró a la Unión Europea.

—Lamento el haberte golpeado.

Y se fue.  

Pero muchos creyeron que la amenaza anterior fue real.

Había que tener cuidado con el gran reino. 


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